Fuera de registro…
Ni en el banco... Luis “Toto” Caputo. Dibujo: Pablo Temes.
Macri
recibió palmadas en la espalda, mientras se iba Caputo y había un paro.
© Escrito
Nelson Castro el domingo 30/09/2018 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Caputo es el Messi de
Cambiemos”, había dicho hace unas semanas Mauricio Macri. Hoy, Caputo ya no
está en el gobierno y su ruidosa salida de la presidencia del Banco Central
demostró que no es Messi. Todo fue tormentoso durante su gestión.
Paradójicamente, habiendo sido él quien le aconsejó al Presidente sobre la
conveniencia de acudir al Fondo Monetario Internacional, su relación con su
staff técnico fue decididamente mala. Tanto que últimamente, cada vez que
alguno de ellos lo llamaba para reprocharle por el uso indiscriminado de los
dólares del empréstito otorgado a la Argentina, ni siquiera los atendía. Varias
veces fue uno de sus directores, Enrique Szewach, quien tuvo a cargo esa
ingrata tarea.
El anecdotario muestra a
Caputo acudiendo a la mesa de dinero del Banco Central para ordenar la venta de
divisas hasta neutralizar las pulsiones del mercado que, finalmente, lo
derrotó.
Ante la necesidad de acudir a un nuevo acuerdo con el
FMI, la salida de Caputo era algo inevitable. Lo que nadie pudo imaginar fue la
forma y la circunstancia en que se concretó. Hacerlo con Macri en Nueva York
fue un desplante innecesario y pernicioso para su imagen en esas horas en las
que buscaba ganar la confianza de empresarios por cuyas inversiones desespera.
Ningún presidente sale fortalecido de una dimisión así presentada por uno de
los funcionarios claves de su gestión. La novela rosa que hizo correr el
Gobierno sobre este episodio fue irreal. Nadie se la creyó.
Qué ves cuando me ves.
Las conductas públicas
del Presidente y algunas de sus expresiones durante esta semana lo han mostrado
sin registro de las reacciones adversas que ellas generan en una parte
creciente de la sociedad.
Fue desatinado anunciar su reelección en Nueva York. Sus
respuestas ante las preguntas de los periodistas de Bloomberg demostraron su
poca preparación para enfrentar ese tipo de interrogatorios, punzantes y
abundantes en repreguntas. Su paso de baile en la entrega del premio al
ciudadano –eran las horas previas al paro general decretado por la CGT– fue
poco feliz e hizo acordar a otros infelices pasos de baile que en
circunstancias también adversas supo dar durante sus presidencias Cristina
Fernández de Kirchner.
Y hacer bajar el
helicóptero en el colegio de su hija Antonia fue una muestra de abuso en un
momento en el que todo es recorte y de lo que se habla es de la necesidad de la
austeridad en el uso de los recursos del Estado.
Con el alejamiento de Caputo se puso fin a la sorda
disputa que existía entre él y Nicolás Dujovne quien, finalmente, ha quedado
investido con el atributo de verdadero ministro de Economía. Lo ocurrido
respecto del encumbramiento del ministro es novelesco.
Durante el fin de semana
del 8 y 9 de septiembre que, con aires de cumbre borrascosa, se vivió en la
quinta de Olivos, Dujovne estuvo renunciado varias horas. En todos lados se
supo que el Presidente le ofreció el cargo a Carlos Melconian. Pero Melconian
puso como una de las condiciones para aceptar el cargo designar a una persona
de su confianza al frente del Banco Central. Macri rechazó esta demanda, por lo
cual decidió la continuidad de Dujovne, de buena relación con Christine
Lagarde. La depreciación del ministro fue difundida a los cuatro vientos desde
el interior del Poder Ejecutivo.
Nadie pudo imaginar que
tan solo tres semanas después haya sido él quien quedó al frente del Ministerio
de Hacienda con más poder y con injerencia en el Banco Central a través de un
hombre de su confianza, Guido Sandleris, flamante presidente de la entidad,
algo que hasta aquí había constituido una herejía dentro de los postulados
doctrinarios del oficialismo.
Desde el miércoles, el ministro comparte supremacía en el
gabinete con Marcos Peña. Peña ha perdido poder. No confundir: perder poder no
es lo mismo que quedarse sin poder. De hecho fue él quien estuvo al frente de
la reunión del viernes que Cambiemos organizó en Parque Norte.
El viaje de Macri a Nueva York fue difícil. Eso fue lo
que se percibió en cada una de sus reuniones con banqueros e inversores. Los
banqueros siguen pensando que, a causa del bajo nivel de aprobación que hoy en
día tiene el Gobierno y la posibilidad cada vez más cierta de no que gane las
próximas elecciones, el porvenir político de nuestro país no es claro. Hay que
tener en cuenta que los vencimientos de los bonos de Argentina son después del
primer mandato y el Gobierno no puede mostrar una postura unificada con la
oposición como para exhibir una continuidad política más allá del resultado de
las elecciones.
Y como la posibilidad de que la oposición gane y acceda al
gobierno, en términos de financiamiento y de ingreso de capitales el apoyo de
los banqueros es más político y amistoso que real.
Lo que viene.
El acuerdo con el FMI
fue de ardua gestión. Alemania, Francia y Holanda no dieron su apoyo a la
renovación que todavía no está aprobada por el Board en su totalidad. La
aprobación finalmente va a ocurrir, pero la resistencia a la renovación se
originó en el hecho de que a los tres meses el país manifestó su incapacidad
para cumplir el acuerdo previo.
La incertidumbre que genera eso es tanto externa como
local. El ajuste que se convalida significa una reducción de gasto público del
3%. La pregunta es si eso es viable o no, ya que no se entiende por qué no se
hizo antes, cuando había una oposición con menos poder y más apoyo. Por lo
tanto, falta una decisión política que vaya más allá de 2019 que asegure la
continuidad del objetivo de tener las cuentas equilibradas. El nuevo acuerdo
sujeta los futuros desembolsos del FMI a un cumplimiento a rajatabla del
presupuesto 2019 y, a decir verdad, la probabilidad de que esto suceda es baja.
Habrá revisiones trimestrales y el Gobierno no puede
seguir planteando renovaciones de convenios y de acuerdos con el FMI cada tres
o cuatro meses porque eso sería un papelón no solo para la Argentina sino
también para el FMI.
Macri busca contrarrestar esos peros exhibiendo las
muestras de apoyo político recibido de los líderes políticos del mundo. En ese
universo, las cosas son más claras. La administración Trump necesita que a
Macri le vaya bien para tener así un aliado fuerte que le sea funcional frente
al caso de Venezuela, al casi seguro triunfo de Fernando Haddad –el candidato
de Lula– en Brasil y la creciente influencia de China.
Sin embargo, por las primeras reacciones vistas el viernes
por parte del mercado, ese apoyo parece no importar tanto. Lo que allí
predomina es la duda. Como si hubieran leído la frase de San Agustín: “Dudo de
todo, menos de mi propia duda”.
Producción
periodística: Lucía Di Carlo.
(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra
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