La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
El ministro de
Economía, Martín Guzmán, junto a la directora del FMI, Kristalina Georgieva.
Las negociaciones
de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional están trabadas en un
punto: el gobierno nacional no está dispuesto a hacer el ajuste que le pide el
organismo multilateral de crédito. La Argentina quiere un acuerdo, pero no el
que la obligaría a la aplicación de las recetas económicas tradicionales del
Fondo. Éstas ya se pusieron en práctica muchas veces, siempre con pésimos resultados.
¿Qué quiere decir ajuste fiscal? Recortar lo que el
Estado invierte en Salud, Educación, Ciencia y Tecnología, Obras Públicas,
Medio Ambiente, entre otras áreas. Es decir, en todo lo que tiene que ver con
el bienestar de la ciudadanía.
El FMI lo ha expresado claramente: “las economías
emergentes deben prepararse para el endurecimiento de la política de la Reserva
Federal (…) Ante las condiciones de financiamiento más restrictivas, los
mercados emergentes deben adaptar su respuesta en función de sus circunstancias
y vulnerabilidades (…) En cualquier caso, parte de la respuesta debe consistir
en dejar que las monedas se deprecien y en elevar las tasas de interés de
referencia. Si surgen condiciones desordenadas en los mercados cambiarios, los
bancos centrales que cuenten con suficientes reservas pueden intervenir,
siempre que tal intervención no suplante el debido ajuste
macroeconómico”.
Es el manual histórico de las políticas
regresivas.
En ese escenario, en el plano internacional el
gobierno nacional despliega una serie de acciones. Por ejemplo, trata de
influir en distintos países, entre ellos Estados Unidos, quien fue clave para
la autorización del crédito que el FMI le concedió a la Argentina durante el
gobierno de Mauricio Macri. Un préstamo de esas características, por fuera de
lo estipulado en los estatutos del Fondo, no pudo ser aprobado sin la
intervención activa de los Estados Unidos, que por su participación accionaria
tiene poder de veto sobre las decisiones que se toman en ese organismo multilateral.
La posición del gobierno argentino tiene apoyos
diversos. Legisladores norteamericanos demócratas, entre otros, le demandan a
la Reserva Federal que escuche los planteos de los países endeudados. En
paralelo, un equipo de abogados del Centro de Investigación Social dependiente
de la London School of Economics presentó un análisis jurídico en el que
describe las condiciones absolutamente irregulares en las que se le dio el
crédito a nuestro país. En síntesis: si el FMI hubiera actuado de acuerdo a su
estatuto, la Argentina no tendría el actual endeudamiento.
En los últimos días apareció un informe de OXFAM,
la organización internacional que, entre otros temas, estudia la fuga de
capitales hacia las guaridas fiscales. El mismo sostiene:
Desde el inicio de la pandemia ha surgido un nuevo
milmillonario en el mundo cada 26 horas.
Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado
sus fortunas en este periodo mientras que, se estima, más de 160 millones de
personas cayeron en la pobreza.
Solo con las ganancias que Jeff Bezos ha amasado
desde que comenzó la pandemia se podría vacunar a toda la población
mundial.
Las riquezas de una pequeña elite de 2755
milmillonarios han crecido más desde los inicios de la pandemia que en los
últimos 14 años.
Los gobiernos de todo el mundo pierden más de 200
mil millones de dólares anuales a causa de la evasión y elusión fiscal de las
empresas.
En ese marco, el planteo del gobierno nacional es
muy sencillo: en lugar de ajuste, propone aplicar políticas de progresividad impositiva
y de distribución del ingreso como las que recomiendan hasta los organismos
multilaterales. No está promoviendo políticas extrañas: son iniciativas
expansivas similares a las que muchos países centrales llevan adelante. La
Argentina afirma: “nosotros queremos acordar, nosotros queremos pagar, pero
para eso primero tenemos que crecer para tener más recursos”. En definitiva, el
país impulsa un modelo de crecimiento con la gente adentro.
* Diputado nacional
por el Frente de Todos y Presidente del Partido Solidario.
Lavagna: "Basta de
excusas, populismo y ajustes que dejaron una realidad insostenible". El exministro habló en una
carta de "fracasos de uno y otro lado", instó a "bajar los
costos de la política", y reclamó cambios jubilatorios y laborales. Los
detalles.
El
excandidato presidencial y exministro de Economía, Roberto Lavagna,
difundió este sábado 26 de diciembre una carta en la que cuestionó "los fracasos de las políticas populistas
por un lado, o de ajuste por el otro, que han llevado a una realidad
socioeconómica insostenible", al tiempo que reclamó "bajar los costos del sistema
político", además de modificaciones en el sistema jubilatorio y en materia laboral. Lo hizo a través
de una carta que publicó en las redes sociales, en la que solicitó "cambios de comportamiento"
y sostuvo que "no hay más
excusas" para implementarlos.
En la
carta, titulada "Llegó la
hora. No hay más excusas", Lavagna hace un balance de "un
muy difícil 2020" y sostiene que
"la acumulación de 10 años de estancamiento, incluso retroceso económico y
la pandemia, han puesto a los argentinos todos en una difícil
encrucijada".
"El fracaso de las políticas populistas por un lado, o de ajuste por
el otro, más la parálisis derivada de la pandemia, han llevado la realidad
socioeconómica a niveles insostenibles",
añadió la misiva del ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor
Kirchner,
Luego
de resaltar que "es
necesario reaccionar ya con algunos cambios de comportamiento",
Lavagna desarrolla seis ejes.
En
principio, propone "la creación
del trabajo privado como objetivo central, protegiendo derechos
adquiridos pero incorporando a la mayoría que hoy está excluida, sin derecho
alguno, a formas modernas de
empleo" y reclamó "darle a la inversión y a la búsqueda de productividad un
papel central".
Luego,
instó también a "dar
equidad al sistema jubilatorio de quienes menos ganan haciendo
ajustes diferentes a las jubilaciones y pensiones más altas, de modo de reducir las abismales diferencias que hoy
existen entre la mínima y los sistemas de privilegio".
Lavagna
habló en su carta de "empezar ya con un proceso "que abarque bajar los costos de
funcionamiento del sistema político" y pone como ejemplos:
"Cámaras más reducidas, legislativos provinciales unicamerales, concejos
deliberantes marcadamente más reducidos, límites estrictos al número de
asesores etc.".
También
pide "modificar conductas y valores", y "evitar que el empleo público siga creciendo"
y, en ese sentido, propone "reeducar, redistribuir, penalizar el intervencionismo inútil y
burocrático" con el fin de "darle más poder a los
ciudadanos y menos a las estructuras, gerenciales, sindicales y a las alianzas
espurias entre el Estado y pseudo empresarios".
Del
mismo modo, propone "desarmar
progresivamente el sistema de subsidios que privilegia la concentración en
Capital y el Gran Buenos Aires, porque vacía el interior del país"
y destaca que "es imperioso re-federalizar
la Nación.
Según
el excandidato de Consenso Federal, habrá "resistencias" a sus
propuestas desde los distintos sectores pero también otros "capaces de ver lo que será la sociedad
argentina dentro de 20 años si no hacemos cambios de fondo".
"Cuanto
más reglas menos inversiones; cuanto más intervenciones menos productividad. Cuanta
más creatividad fiscal más desvíos grandes (subsidios eólicos, monopolios
renovables sin límites); o desvíos chicos (VTVs, registros automotores,
parquímetros, impuestos al viento, etc.)", enumera.
Para
Lavagna, "los argentinos necesitamos
una bocanada de aire fresco, de mayor libertad para movernos
con creatividad; para ser productivos, no para buscar mañosamente rentas que se
le extraen al Estado que debe ocuparse. SÍ de educación, salud, de crear
igualdad de oportunidades, seguridad, ciencia y tecnología". sostuvo el
excandidato de 78 años.
La
propuesta de Lavagna no es nueva: ya en agosto presentó un documento titulado “Pilares de un programa de crecimiento con
inclusión”, que incluía una
reforma laboral entre sus ejes principales, que genera debates
y resistencias en diversos sectores, sobre todo en el sindicalismo y en
diversos espacios del conglomerado del PJ.
Una reflexión en
torno a la agresión que recibió Ofelia Fernández en una universidad de elite…
Ofelia Fernández. Fotografía: Marcelo Escayola.
La conducta de varios estudiantes de la
Universidad Di Tella merece una reflexión. En cualquier civilización, agredir
al invitado, es un acto de enorme bajeza.
La conducta de varios estudiantes de
la Universidad Di Tella
merece una reflexión. Como docente universitario y padre, quisiera compartirla
con ustedes, en particular, con los padres de estos jóvenes, conciudadanos y
compatriotas nuestros.
Ustedes seguramente quieren lo mejor
para su hijo o hija, quiere una educación
de calidad para que aprenda y sea un hombre o mujer de bien.
Quiere que tenga valores democráticos y humanistas, esos mismos que Di Tella defendía. Por
ello, tal vez muchos hagan un esfuerzo
para pagar la cuota, acompañarlos en su proceso formativo,
apoyarlos en todo sentido.
La Universidad Di Tella es una institución
para las clases altas
dónde predominan determinadas ideas
políticas, tan respetables como cualquier otra en el marco de
la democracia.
Evidentemente, no era el espacio más amigable para Ofelia Fernández. Sin embargo, ella aceptó
el desafío y expuso
respetuosamente sus ideas.
Cuando Ofelia empezó a desarrollar
una posición en torno a la solidaridad, muchos alumnos comenzaron a gritarle, interrumpirla,
insultarla del
modo más vulgar y procaz. Esa conducta
grotesca expresa una crisis
de valores que trascienden las posiciones políticas y van,
incluso, más allá del prejuicio.
En cualquier civilización, agredir al invitado,
máxime si el invitado pertenece a otro ámbito sociocultural, es un acto de enorme bajeza. Un acto
inmoral, cobarde.
Un acto que expresa la forma más vil de la mala educación. ¿Dónde mamaron estos
jóvenes esta actitud? ¿en su casa? ¿en la TV? ¿en las
redes? ¿en la propia universidad? ¿puede una universidad,
por más cara que sea, suplir la falta de valores básicos?.
La pregunta más
importante que creo deberían plantearse: ¿quieren que sus hijos sean eso? ¿quieren que pertenezcan a una élite
materialmente rica pero moralmente indigente? ¿quieren hijos
superficialmente elegantes y formados pero esencialmente brutales, ignorantes,
prejuiciosos, groseros? ¿los enorgullece verlos así?.
Si los hijos de las clases privilegiadas,
con acceso a las mejores instituciones y todas las comodidades, no pueden
respetar las normas de convivencia más elementales, ¿qué le queda al resto de la
juventud? ¿con qué autoridad moral se les exigirá el respeto a las
normas?.
Quisiera agregar algo más que no
hace al quid de la cuestión pero, como compañero, me siento en la obligación de
contar. Ofelia sí dona
su sueldo. Más
de la mitad. Un
sueldo que ella no definió y que en efecto, considera excesivo.
Desde que asumió la banca para la que fue democráticamente electa, dona su
sueldo no con la actitud del fariseo sino por convicción: por eso no lo anda
diciendo. No es la única.
Hay muchos hombres y mujeres en nuestro tan demonizado campo político, con
aciertos y errores, virtudes y defectos, practican
en silencio los valores que otros pregonan.
Ofelia tuvo otra actitud noble. No aprovechó el episodio para
victimizarse. Aceptó rápidamente las disculpas de la
Universidad. Bien por ella. Me enorgullece ser su compañero. Yo por mi parte,
no creo que alcancen las disculpas de la Universidad.
Considero que la comunidad educativa
de la misma debe tomar este episodio con la gravedad que amerita. Indagar en el
porqué de semejante nivel de intolerancia y trabajar para revertirlo porque no es un hecho aislado: es una actitud
constante.
Francesco Tonucci,
maestro, pedagogo, ilustrador y creador del programa La ciudad de los
niños, estuvo esta semana en Montevideo. Llenó una sala para 1.000 personas
con la conferencia “Los niños y
niñas piensan de otra manera”, tuvo encuentros con jerarcas de la Intendencia de
Montevideo para promover la aplicación de su proyecto en Montevideo y participó
en la primera sesión del año del Parlamento de Niñas, Niños y Adolescentes, el
martes. En entrevista con la diaria, profundizó algunas de las
ideas que manejó en su conferencia, por ejemplo, fundamentando por qué las
escuelas no deberían mandar más deberes, y por qué los alumnos no son buenos o
malos, sino que la que debe ser buena es la escuela.
La città dei
bambini es un proyecto sobre autonomía y tiempo libre que, al comienzo
de su conferencia del lunes, graficó con ejemplos como el de este video: ladiaria.com.uy/UTe. El italiano llama a las familias y a las ciudades a
trabajar “para que los niños puedan volver a vivir la calle” y a ponerse “del
lado de los niños y en contra de los autos”.
Has
dicho que la escuela ya no tiene que enseñar las cosas. ¿Cuál es su rol hoy?
Te refieres a una
polémica que salió en La Nación hace unos años, sobre una
frase que decía que la escuela no debería preocuparse tanto de enseñar, que lo
hacen mejor otros instrumentos, y que yo esperaba de la escuela cosas más
importantes. Sigo pensando que todo lo que es aprendizaje, en el sentido más
corriente, en referencia a información, hoy en día los niños lo reciben por
todos los medios, con lo que perderse demasiado en esto no vale la pena.
Yo de la escuela espero
algunas cosas básicas, mucho más importantes. Una, lo que decía en la
conferencia: que ayude a todos los niños y niñas a descubrir su vocación, de
manera que se pueda cumplir con la ley, que la escuela sea el lugar donde se
desarrollan las potencialidades y las capacidades de cada uno de los alumnos
hasta el máximo nivel posible. Esto dice el artículo 29 de la Convención sobre
los Derechos del Niño, que es ley nacional en Uruguay desde 1990. Uno de los
papeles fundamentales de la escuela es ayudar a los alumnos a descubrir su
vocación y desarrollarla al máximo nivel posible. Esto debería tener como
consecuencia que los niños lleguen a ser muy capaces en lo suyo. Yo creo que si
permitimos a cada uno a desarrollar lo que Gabriel García Márquez llamaba su
“juguete preferido”, también tendrá ganas de recuperar lo que le falta.
Yo no pienso en una
escuela donde una persona que tiene una vocación por el canto o para la
artesanía debe desarrollar sólo eso y nada más. Así como lo pienso para los matemáticos
y para los que tienen una vocación literaria, me gustaría que desarrollaran
también el canto, la manualidad, el dibujo y el arte. Espero que los que tienen
una capacidad manual, musical o artística también puedan recuperar una parte de
estas competencias, literaria y matemática, que seguro son muy útiles en la
vida, pero reconociendo su competencia principal, por lo que los alumnos
deberían ser buenos porque tienen algo de especial. Uno es bueno porque tiene
una manualidad muy alta, otro porque tiene una capacidad matemática muy alta...
y cada uno puede ser el mejor. Esa es la idea.
La segunda cosa que me
parece importante, especialmente hoy en día, cuando la tecnología invita a los
niños a vivir solos –hay estudios que muestran que están bajando todos los
aspectos de encuentros y de amistades–, es que la escuela tiene un papel muy
importante en todo lo que puede considerarse social, por ejemplo, el trabajo de
grupo. La escuela no puede seguir diciendo que no se puede copiar, que cada uno
a lo suyo... Al contrario, debería favorecer el trabajo grupal. A mí me gusta
mucho el texto colectivo, escribir juntos. Cada uno escribe una frase, después
se eligen las mejores y se juntan hasta formar un texto que al final no es de
nadie porque es de todos. Tampoco pienso que es la única forma de desarrollar
la escritura, pero es una, y junto a la individual sería interesante
desarrollar también esto.
Por último, diría que la
escuela, como su papel de fondo, tiene que ser capaz de aprobar. Un maestro
italiano al que quise mucho, Mario Lodi, que falleció hace pocos años, en una
carta que escribió a los padres después de una semana de escuela, decía:
“Conocía a vuestros hijos, todos tienen una inteligencia normal, con todas las
diversidades debidas a las distintas experiencias, con lo cual, desde ahora,
puedo decir que todos ya aprobaron quinto de primaria, con el seguimiento de
los conocimientos mínimos que proponen los programas”.
Era la primera semana de
primer año de primaria. “Y si esto no ocurre, la culpa será del maestro y de la
escuela”. Me parece que eso es un buen maestro y da una buena definición de la
escuela: la escuela tiene que aprobar, pero no porque son buenos los alumnos,
sino porque es buena la escuela. Necesitamos una escuela para los últimos, no para
los buenos. [El educador italiano Lorenzo] Milani decía muchas veces: “La
escuela parece un hospital para sanos, que rechaza los enfermos”.
¿Por qué todas las
escuelas deberían tener un consejo de participación de estudiantes?
Por lo menos por dos
razones de fondo. Una, porque lo dice la ley, con lo cual la escuela que no lo
tiene es una escuela ilegal. Si la Convención es una ley, el artículo 12 dice
que los niños tienen derecho a ser escuchados y a expresar su opinión cuando se
toman decisiones que los afectan...
La segunda es que la
escuela se beneficiaría mucho de la participación de los niños, que puedan
asumir la escuela como su escuela y, con eso, preocuparse por que funcione
mejor que como funciona. Que los niños están contentos dentro de la escuela,
identificar las razones por las cual no lo están y, posiblemente, en acuerdo
con el director de la escuela, superar estas cosas que no funcionan. La escuela
debería desear esto con toda su alma, porque es una manera de acercar a los
niños, por eso no se entiende por qué no hacerlo. Claro, esto rompe un esquema
mental que quiere que los niños escuchen y no que sean escuchados. En la
escuela los niños están sentados, callados, escuchando lo que hablan los
maestros. Esta propuesta da vuelta esto: dice que vale la pena escucharlos.
Dije que iba a decir dos
razones, pero digo tres. Por último, los niños tienen algo para decir. Los
niños llevan consigo una vida. Cuando empiezan la escuela, con seis años, saben
cosas, y cada uno sabe de forma distinta, con lo cual para un maestro escuchar
a los niños es algo imprescindible, porque de lo contrario no sabe qué
proponer. ¿Cómo puede empezar a proponer si no sabe cómo están sus alumnos? La
única manera de hacerlo es pensar que los alumnos llegan con un nivel cero, pero
eso es falso. Si están todos a nivel cero yo puedo empezar, que me escuchen,
que aprendan, y después medir cuánto han aprendido. Todo esto es una manera de
pensar que no tiene ninguna relación con la realidad. Los niños son distintos,
los niños saben; nosotros no sabemos lo que saben, por lo cual si queremos
evaluarlos tenemos que conocer el punto de partida.
En tiempos en que se
multiplican las escuelas de doble horario o en que los niños tienen muchas
actividades extracurriculares, además de ir a la escuela, enfatizás en la
importancia del tiempo libre y del juego en el proceso de aprendizaje. ¿Por
qué?
Creo que la escuela
debería estar muy interesada en que sus alumnos vivan el tiempo libre fuera de
casa, con los amigos, teniendo experiencias que les gusten, porque en una
experiencia que viven con gusto, con interés, seguro van a ocurrir cosas, algún
descubrimiento, alguna sorpresa; cosas que encienden curiosidades. Eso es
material bueno para la escuela. Cuando el maestro y pedagogo francés Célestin Freinet
proponía el texto libre, proponía una técnica escolar muy particular: si cuando
estáis fuera de la escuela os ocurre algo de interesante y que pensáis que
puede ser interesante para vuestros compañeros –primera condición–, si queréis
–no es obligatorio, al contrario–, podéis escribirlo brevemente y llevarlo a la
escuela.
Luego, cuando llegamos a
la escuela vamos a leer los textos libres que llegaron, y después se abre un
debate, se hace una selección y se imprime el texto libre elegido, para ponerlo
en el periódico escolar. Repito: la escuela debería estar interesada en que los
niños puedan llevar algo. Hoy en día esto no es posible, porque lo que hacen
fuera de la escuela es tan aburrido y tan controlado por los adultos que no
tiene nada que pueda ser interesante.
El segundo aspecto es un
análisis pedagógico. Los deberes, que normalmente ocupan el tiempo de la tarde,
así como las actividades, desde mi punto de vista no tienen ningún interés
pedagógico. No consiguen tener los resultados que presumen; normalmente se justifican
diciendo que son para ayudar a los más débiles, que haciendo ejercicios
recuperan. El tema es que los más débiles casi siempre tienen familias muy
débiles, en particular culturalmente, que no pueden ayudarlos.
Muchas veces los padres y
las madres de estos niños saben menos que sus hijos, que saben ya poco, con lo
cual son niños que vuelven a casa, no encuentran a nadie que pueda ayudarlos y
no hacen los deberes o, si los hacen, los hacen mal. Por el contrario, es más
probable que los niños que los necesitan menos tengan padres preocupados,
atentos, que los ayudan. Con esto, al día siguiente, la diferencia entre esos
dos niños es un poco mayor. Entonces, de esta manera no se consiguen lo que se
presume, sino que se consigue el resultado opuesto.
Con esto no quiero decir
que no hay que hacer ejercicios ni profundizar, digo solamente que si lo
necesitan algunos alumnos, o todos, la escuela tiene que hacerlo en su horario,
bajo la garantía de los maestros que, tenemos que reconocerlo, son responsables
de esta laguna. Si un niño no aprendió, es porque el maestro no ha sabido
enseñarle. Después podemos examinar todas las justificaciones, pero es así. El
que enseña es el maestro; si los alumnos no aprenden, el maestro de alguna
manera no ha conseguido llegar a su objetivo.
Esa afirmación es
bastante confrontativa con los maestros.
Es la frase de Lodi que
cité antes: “Si esto no ocurre, la culpa será del maestro”. Un padre me paró un
día, me mostró el cuaderno de su hija, que estaba en primer año de primaria, y
me dijo: “Mira, la niña cuando escribe se equivoca siempre entre b y v”. “Tenéis
que hacer ejercicios”. “Yo a mi hija le enseñé a hablar, y cuando habla no se
equivoca nunca. A escribir le enseñó el maestro. ¿Por qué soy yo el que tiene
que hacer ejercicios?”.
¿Cómo conciliar la
importancia del tiempo libre y del juego entre los niños con los tiempos
familiares, con la incorporación de la mujer al mercado de trabajo? Muchas
veces los padres no tienen opciones a enviar por varias horas a sus hijos a la
escuela.
Aquí debe intervenir la
ciudad. Creo que las familias pueden hacer bastante reconociendo a los niños la
capacidad de hacer cosas que hoy se consideran imposibles y que para los mismos
padres fueron normales: salir, ir a la escuela, por la tarde juntarse con
amigos, hacer tonterías. Esto lo hemos hecho; no se entiende por qué los niños
de hoy no pueden hacerlo, pero claro, creo que tenemos que asumir este problema
como problema social, como problema político. Si yo fuera responsable de una
ciudad, trabajaría muchísimo para que los niños puedan volver a vivir la calle,
porque estoy convencido de que es la manera más tranquila, más fácil y más
barata de conseguir seguridad urbana, de devolver a los niños una necesidad que
tienen y de obligarnos, a nosotros los adultos, a modificar un poco nuestra
manera de actuar.
Se trata de proponer y
obligar a los adultos a optar entre autos y niños, que es una cosa con la que
todo el mundo va a estar de acuerdo, pero cuando vamos a los puntos críticos la
gente se queja si se le impide llegar a la puerta de la escuela, se queja si se
reduce la calzada para favorecer el paseo... De hecho, se queja cuando nos
ponemos del lado de los niños y en contra de los autos. Yo tengo una viñeta de
una niña que piensa: “Me gustaría mucho que mi padre me quisiera como quiera a
su auto”. Es muy triste, pero creo que tiene algo de verdadero.
No puedes abortar. Tampoco puedes tener muchos hijos. Tienes que
cuidarte. Pero tampoco puedes andar con condón en la cartera, eso es de puta. Y
no puedes ser puta. La mujer se tiene que preservar. Sino, ningún hombre va a
querer casarse contigo.
No salgas con ropa corta, apretada, transparente,
escotada, ropa de puta. Así, estás pidiendo que abusen de ti. Después un tipo
pasa y te toca y todavía quieres reclamar. No seas zorra. No seas promiscua.
El hombre actúa
por instinto. No lo provoques. No quieres merecer que te violen. Pero, si te
violan, no puedes abortar. La criatura no tiene la culpa.
Cuando salgas a
un bar, no puedes tomar. Después te emborrachas, te pasa algo, y todavía
reclamas. Tomar es de ordinarias. Tienes que ser rectita. Sino ningún hombre te
va a querer. A los hombres no les gustan las mujeres que viven en la calle.
Pero tampoco vivas encerrada en tu casa, porque así no vas a conseguir novio.
No te acuestes
en la primera cita. El hombre no se casa con la mujer que coge de primera. ¿Cómo
que no te quieres casar? Toda mujer se quiere casar. Ya hace un año que te
casaste, ¿y? ¿Para cuándo el bebé? Toda mujer tiene que tener hijos.
Pero no engordes
después de tener hijos. Al hombre no le gusta la mujer gorda, dejada. No te
puedes descuidar. Pero tampoco adelgaces mucho. Al hombre le gustan las curvas.
¿Cómo que no te
gustan los hombres? No puedes ser lesbiana. Las lesbianas son promiscuas. Las
Bi son todas sinvergüenzas. Andan con esas pendejadas de ser lesbianas o Bi
porque nunca se las cogieron bien.
Hay que casarse, tener hijos, tener un cuerpo que encaje en el patrón de
belleza y estar bien arreglada. Al hombre no le gustan las mujeres
desarregladas. Después te caga, y tú todavía reclamas.
También tienes que trabajar. ¿Las mujeres no querían tener derechos? Hay que
trabajar igual que los hombres, pero ganar menos. El hombre se siente inferior
si la mujer gana más. Y, si por acaso, ganas más que él, no le digas a nadie,
así no lo haces sentir mal.
Estudia. Al
hombre no le gusta la mujer ignorante. Pero no estudies mucho. Con que te
recibas está bien. No precisas de posgrado, maestría, doctorado, esas cosas. Al
hombre no le gusta la mujer que quiere ser más inteligente que él.
El Feminismo es
cosa de putas. No puedes ser puta. Si quieres igualdad, anotate en el ejército.
Que no te guste el fútbol ni los videojuegos, ni nada de esas cosas de hombres.
Al hombre no le gusta la mujer que quiere saber más de deportes que él. La
mujer solo quiere saber de esas cosas para llamar la atención de los hombres.
Al hombre no le
gusta la mujer que vive llamando la atención. Al hombre no le gusta la mujer
que se pone a discutir sobre cosas de hombres. Después sufres algún tipo de
violencia y todavía pretendes reclamar.
No seas puta. No
seas puritana.
Ten hijos, pero
solo cuando te lo permitan.
No engordes. No
seas muy flaca. No quieres que te violen o te den una paliza. Ponte en tu
lugar. No te pongas a exigir derechos.
Ubícate. No
cuestiones. No reclames. Cumple tu rol de mujer. Tu rol de novia. Tu rol de
esposa. Tu rol de madre.
¡Qué papelón! No
cojas, a no ser que sea para tener hijos. No hagas nada de lo que tengas ganas.
No seas feliz.
No pienses. Y si es posible... ¡Ni existas!
SEMANA: La Universidad Nacional de Colombia
está cumpliendo 150 años, ¿qué representa este aniversario? Ignacio
Mantilla: Es una fortuna para nosotros cumplir 150 años y
ser la universidad pública más grande del país. Sobrevivir siglo y medio a
todas las convulsiones que ha tenido Colombia es un gran logro. Queremos
aprovechar este aniversario para recordar el pasado, pero también para
reflexionar sobre el presente y el futuro. Ahora la educación superior vive una
coyuntura particular. La tendencia a privilegiar el subsidio a la demanda, con
programas como ‘Ser Pilo Paga’, pone en aprietos a la Universidad Nacional y a
la educación pública en general, entonces creo que en esta conmemoración
también debemos pensar sobre cuál es el modelo de educación que le conviene a
Colombia, máxime si se tiene en cuenta que la Nacional ha sido pionera en
muchos campos; por ejemplo acá nacieron los primeros doctorados en 1986.
SEMANA: ¿Cómo ha hecho la Universidad
Nacional para sobrevivir tanto tiempo? I.M.: Creo
que se debe a que, pese a las dificultades, la universidad ha sido una institución
crítica, que siempre ha utilizado el argumento como su mejor arma, pero que a
la vez se ha convertido en guardián tanto del avance de la ciencia y la
tecnología, como de la política y el conocimiento social, cualidades labradas
durante 150 años, que el país reconoce. Esto es evidente en el acompañamiento
que ha hecho al proceso de paz por solicitud de los actores involucrados
(Gobierno y Farc-EP), quienes manifestaron su confianza total en la
Institución.
SEMANA: En los rankings internacionales y
nacionales, la Nacional siempre queda como la mejor institución educativa del
país. Si uno de los problemas que tiene la Nacional es la financiación, ¿cómo
ha hecho para mantener esos altos estándares de calidad? I.M.: A
pesar de los problemas presupuestales, la universidad tiene una riqueza muy
grande en sus estudiantes. De hecho, hoy en día nuestros alumnos de pregrado
prefieren hacer un posgrado antes que ir a buscar un trabajo. Cuando ellos
compiten por cupos para ser admitidos en las universidades del exterior les va
muy bien. Por otra parte, la Nacional siempre ha contado con un equipo de
profesores con formación de alta calidad, quienes gozan de un salario digno no
obstante las condiciones económicas de la Institución, y tienen libertad para
enseñar e investigar lo que ellos consideran pertinente para el desarrollo del
país.
SEMANA: ¿Cuáles son los aportes más
valiosos que la Universidad Nacional le ha hecho al país en estos 150 años? I.M.: Son
innumerables, pero rememoro los 135 años en los que la Nacional estuvo en el
Hospital San Juan de Dios, durante los cuales se hicieron investigaciones que
trascendieron internacionalmente. Como ninguna otra institución de educación
superior hemos tenido una vida cultural sumamente rica. El Auditorio León de
Greiff es reconocido como el mejor escenario musical de Bogotá, y además
contamos con cerca de 20 museos solo en la ciudad. En el área de las ciencias,
fuimos herederos del trabajo de José Celestino Mutis, el Sabio Caldas y
Humboldt, gracias a lo cual poseemos un robusto inventario de la flora y fauna
colombiana. La universidad ha formado a los protagonistas más importantes de la
política nacional del siglo XX, como el presidentes Carlos Lleras Restrepo, y a
grandes líderes como Jorge Eliécer Gaitán y el sacerdote Camilo Torres, no el
guerrillero que todo el mundo ve, sino al destacado sociólogo. Incluso García
Márquez fue alumno de la Escuela de Derecho. Sin duda, la Institución ha dejado
una huella imborrable en el país.
SEMANA: Si la universidad ha sido tan
importante para el país, ¿por qué la clase política no se la ha jugado para
fortalecerla y ha preferido apoyar la educación superior privada? I.M.: Eso
forma parte de la opción que ha tomado el Estado colombiano de privilegiar el
subsidio a la demanda, que prácticamente le quita su obligación de proveer de
educación superior a todos los colombianos. Y el mejor ejemplo es ‘Ser Pilo Paga’, que termina destinando más dinero a la universidad
privada que a la pública. Para el Gobierno es más fácil y rentable mediáticamente
lanzar 40.000 becas para estudiantes de escasos recursos, que crear 400.000
cupos en las universidad públicas. Un modelo excluyente porque con ‘Ser Pilo
Paga’ se quedan por fuera jóvenes que podrían ser ‘repilos’, pero que no tienen
la oportunidad de obtener una beca porque su formación en la educación básica
fue deficiente, lo cual no significa que no sean brillantes.
SEMANA: En ese sentido, ¿cuál es la
importancia de la educación superior pública? I.M.: Creo
que muchas políticas neoliberales ven la inversión en educación sólo en
términos de retorno y ganancia económica. Frente a esa postura dominante,
pienso que un país que abandone la educación pública le abre las puertas a la
desigualdad y a la exclusión. ¿Qué futuro le vamos a ofrecer a los jóvenes que
no pueden pagar una universidad privada? ¿Qué posibilidades tienen de ascenso
social? Se podría resumir en la siguiente frase: “De tanto ahorrar en
educación, nos hemos hecho ricos en ignorancia”. Eso es lo que lograría un país
que no ve la educación como una gran inversión, sino como un costo que debe
asumir sin ninguna convicción. No debería haber dudas sobre la necesidad de
tener una universidad pública fuerte y completamente subsidiada.
SEMANA: ¿Cómo ve en el futuro a la
universidad? I.M.: Con
optimismo. Observo que en sus dos últimas legislaturas, el Congreso ha apoyado
la educación superior
pública, y espero que
la tendencia continúe. Por eso considero que allí, obviamente sin dejar a un
lado el Ejecutivo, es donde debemos dar los debates y las batallas para
fortalecerla, mejorar la financiación y, en últimas, convencer a la sociedad colombiana
sobre la importancia de la universidad pública.
SEMANA: ¿Tenemos Universidad Nacional para
otros 150 años? I.M.: La
Universidad de Salamanca cumple 800 años el próximo año; la de Bologna va a
cumplir mil años en las próximas décadas. Eso significa que las universidades
son las instituciones más antiguas que hay en Occidente. Y lo han logrado
porque se equivocan menos que los gobiernos y no toman decisiones al vaivén de
las modas, sino que se convierten en depositarias de un conocimiento y a la vez
en gestoras del cambio social a partir de análisis e investigación. En
ese sentido, tenemos Nacional para rato.
SEMANA: Por último, a raíz del acto
terrorista en Andino ¿Por qué su indignación por un artículo del diario ‘El
Tiempo’? I.M.: Porque
es inaceptable que se relacione directamente al terrorismo con la universidad.
La expresión “extremistas de la Universidad Nacional”, indica que aquí
graduamos extremistas y no es así, nosotros formamos geólogos, físicos,
ingenieros. Esa es una estigmatización que hemos tenido que cargar por décadas,
es como el sentimiento que tenemos los colombianos en el exterior cuando se
generaliza y dicen que todos somos narcotraficantes. No podemos seguir cargando
esa cruz y los medios no pueden seguir relacionándonos con grupos terroristas.
SEMANA: ¿Por qué se continúa con la estigmatización? I.M.: Hay
un lastre que llevamos, ese de creer que la universidad es el centro de
operaciones de grupos guerrilleros, y no lo hemos podido borrar. Cada vez que
salen a la luz actuaciones negativas de algún egresado o estudiante lo primero
que se dice es que pertenece la Nacional, no ocurre lo mismo con alumnos o
profesionales de otras instituciones. En estos casos no se habla de los
“ladrones graduados en tal universidad” o de los “defraudadores o violadores de
tal otra”. La Nacional no tiene responsabilidad en las actuaciones de los
egresados cuando no están en el ejercicio profesional para el que se les formó.
Se nos puede criticar por la mediocridad de un profesional mal formado en la
universidad, pero no por otras cosas.