lunes, 23 de abril de 2012

Las viejas costumbres tardan en morir… De Alguna Manera...

Las viejas costumbres tardan en morir…

Ilustración de Pablo Blasberg.

Levantarse, apagar el despertador, lavarse los dientes, tomar le desayuno, llevar a los chicos al colegio, ir a la oficina, leer los diarios, chequear los mails.

Buena parte de nuestra vida -más de la que imaginamos- transcurre en piloto automático, en una suerte de círculo repetitivo que algunos neurocientíficos bautizaron como “el loop de la rutina”. Este estado se coordina desde los “ganglios básicos” del cerebro, y requiere mucha menos energía que el sistema que regula las decisiones a nivel consciente, y que tiene como base a la corteza prefrontal.

“Lo interesante es que lo que conocemos como el ‘loop’ de la rutina tiene en realidad tres componentes, y saber identificarlas puede ser muy útil para aprender a modificar hábitos que, en la práctica, son muy difíciles de cambiar”, explica Charles Duhigg, el periodista de New York Times que publicó hace tres meses el best seller de ‘pop-econ’ del momento: “The power of habits” (“el poder de la rutina”, aún no traducido). El primero de estos tres componentes es el “disparador”, que puede ser una sensación -tener hambre, sueño, etc.-, el segundo es el comportamiento rutinario en sí mismo, y luego viene una “recompensa”: “Algo que al cerebro ‘le satisface’, que parece decir: ‘recuerde este patrón para repetirlo en el futuro”, explica Duhigg.

Una de las principales conclusiones de neurocientíficos y expertos en ciencias cognitivas que investigan el tema de la rutina es que es muy difícil cambiar los tres elementos a la vez.

La clave está en mantener el disparador y la recompensa, pero modificar la conducta rutinaria. Duhigg cita el caso de Alcohólicos Anónimos, una entidad que ha demostrado ser muy exitosa porque sugiere encontrarse a compartir experiencias en reemplazo del hábito de ir al bar a socializar. Los mismos doce pasos aplicados en soledad, con un libro de autoayuda, no dan resultado.

Otra de las idea interesante es que los períodos en los que se da un “tsunami de cambios de hábitos” a la fuerza son muy propicios para cambiar conductas que se consideran nocivas.

Por ejemplo, las empresas de consumo masivo saben que la etapa del embarazo y la de los primeros meses del bebé son un lapso ideal para bombardear a madres y padres con mensajes publicitarios, porque están más propensos a cambiar la marca de café o de dentífrico que consumen. 

Otros momentos de “turbulencia” a nivel de rutinas son un divorcio o una mudanza. O unas vacaciones en un lugar desconocido.

“Por eso un viaje es una ocasión ideal para plantearse dejar de fumar o iniciar un deporte nuevo”, dice el autor de “The power...”, “las iniciativas de este tipo tomadas en tiempo de vacaciones han demostrado ser mucho más duraderas que aquellas que se asumen en momentos de trabajo”. Como dice la canción de Mick Jagger: “Los viejos hábitos tardan en morir”.

© Escrito por Sebastián Campanario y publicado por iEco de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 23 de Abril de 2012.


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