Las razones de la censura...
El semanario hiperkirchnerista Veintitrés
quitó la firma de un redactor y modificó el contenido crítico de una nota. El
papel de Sergio Szpolski.
Al cliquear sobre el
siguiente vínculo http://veintitres.infonews.com/nota-4280-sociedad-Las-razones-del-horror.html aparece una página vacía. Sin
contenido. Sin relato ni nada.
No fue siempre así. Horas
atrás, había sido publicada en la página Web de Veintitrés una nota escrita por
Tomás Eliaschev al filo del cierre de la publicación. El texto daba cuenta de
algunas responsabilidades de la masacre de Once, ocurrida el mismo día. Incluía,
por ejemplo, esta declaración de Edgardo Reinoso, dirigente sindical de la
línea Sarmiento, donde se produjo la masacre:
“Hicimos
denuncias con relación al sistema de señalamiento, al estado de las vías entre
Castelar y Once, al estado deplorable en el túnel que va a Puerto Madero
–detalla el gremialista. El 13 de mayo de 2011 le planteamos a la empresa el
estado deplorable de las formaciones. Pero cuando nos negamos a sacar las
formaciones si no hay condiciones de seguridad, somos sancionados”. Reynoso
extiende su queja por la falta de acción a todos los organismos vinculados al
sistema: “Hicimos una cantidad importantísima de denuncias a todos las
dependencias por el mal estado de los trenes: en la CNRT, la Subsecretaría de
Transporte Ferroviario, la
Secretaría de Transporte y la comisión bicameral de
seguimiento de privatizadas, que tienen que vigilar cómo se desempeñan las
empresas, y tampoco nos han escuchado. Tampoco hemos tenido respuesta de la Comisión de Transporte de
la Cámara de
Diputados. La última denuncia que hicimos fue en enero del 2012, en relación al
estado del sistema eléctrico de las vías”.
El
párrafo duraría poco en la Web,
que por la tarde de hoy reorganizó su imagen y quitó esas palabras y estas
otras:
“Lo que
sucedió es la pintura más desgraciada del colapso de los ferrocarriles. Desde
el 2005 denunciamos las anomalías Y LA FALTA DE CONTROL EN LAS CONCESIONES. En este
momento reciben millones de pesos todos los meses para el boleto, pero se han
enriquecido brutalmente”, denunció Juan Carlos Cena, fundador del Movimiento
Nacional de Recuperación de los Ferrocarriles Argentinos (Mo.Na.Re.FA) y del
Instituto Argentino de Estudios Ferroviarios y del Transporte. Cena, ex
secretario general de la
Asociación del Personal de la Dirección de
Ferrocarriles Argentinos y autor del libro Ferrocidio, HACE AÑOS QUE VIENE
DENUNCIANDO EL “DESGUACE” DEL SISTEMA FERROVIARIO NACIONAL Y ALERTANDO SOBRE
LAS GRAVES CONSECUENCIAS. “ES UNA TRAGEDIA ANUNCIADA”, DIJO A VEINTITRÉS.”
El
resaltado en mayúsculas desapareció del texto.
Luego,
aparecían estos datos, completamente eliminados:
“Cena
es uno de los dirigentes que, a horas de la tragedia, sugirieron que quizás
haya llegado la hora de plantear la reestatización del servicio. Hay datos,
ejemplos y antecedentes que indican que la idea no es descabellada: el
transporte público es un servicio esencial que, por ese motivo, los Estados más
desarrollados jamás delegaron en el gerenciamiento privado.
Uno de
los puntos que alientan esta alternativa es que el Estado, desde la devaluación
del 2001, viene financiando a las compañías a través del otorgamiento de
subsidios. Por caso TBA, la firma que explota el Sarmiento, recibió en enero de
2012 casi 77 millones de pesos, alrededor de la mitad de lo que había percibido
en todo 2011.
-En
1998, la empresa realizó compras con sobreprecios del orden del 4.000 por
ciento con el programa de renovación y puesta a punto del material rodante y
del parque tractor de la empresa, adquiriendo material de origen japonés marca
Toshiba, fabricado en los ’60.
-En
junio de 2003 el coordinador de Transporte Ferroviario, Pedro Cóndori, elevó un
informe a la Secretaría
de Transporte de la
Nación. Puso en evidencia las graves irregularidades en la
calidad de los servicios brindados por las empresas ferroviarias concesionadas,
como las líneas Sarmiento, Mitre (ambas operadas por TBA), Roca y San Martín.
Desaconsejó la continuidad del pago de los subsidios en tanto las condiciones
de prestación de los servicios no mejoraran y se ajustaran a la normativa
vigente. Cóndori tuvo que dejar su cargo.”
La
nota, que en la página Web aparecía firmada por Tomás Eliaschev, fue eliminada
y su versión en papel transformada de modo ostensible. Los párrafos citados
fueron censurados. La firma modificada por el genérico: “Equipo de Sociedad”.
La
revista, que por lo general está los jueves por la noche en los kioscos, recién
llegó a esas bocas de expendio el viernes bien entrada la tarde. Según
relataron fuentes que prefirieron conservar el anonimato, el mismísimo Sergio
Szpolski se habría apersonado el jueves por la mañana en la gráfica donde se
imprime la revista y dado la orden que caracterizó en cierto momento a cierto
periodismo, pero de distinto talante: “¡Paren las rotativas!”. El motivo no era
una primicia, sino la censura.
Al
parecer, tenía motivos. Esa misma tarde, Juan Pablo Schiavi reprocharía
públicamente la columna de Roberto Caballero en Tiempo Argentino (diario
insignia hiperultra K del grupo 23) que, falsamente, anunciaba el fin del
menemismo en el ferrocarril. Para Schiavi, suponer que su gestión era parte de
esa forma de la política resultaba ofensivo y lo reprochaba en público. Las
fuentes suponen que el tirón de orejas había llegado antes y, para prevenir
mayores enojos estatales, Szpolski habría decidido rearmar la revista.
El
apellido Eliaschev fue cambiado por “Equipo de Sociedad”. Las líneas molestas
para el oficialismo fueron eliminadas. Una fina tarea. Que no podría pasar
inadvertida para el colectivo de trabajadores que compone la publicación.
Por la
tarde del viernes, cuando la revista todavía no había llegado a los kioscos
debido al retraso de la reimpresión, el jefe de redacción Adrián Murano tuvo
reuniones con los editores y con los redactores en las que reconoció “un hecho
muy grave”, “la censura flagrante” y dijo que el hecho era un “ultimátum” que
obtendría su renuncia de suceder otra vez.
Los
trabajadores oscilaban entre la melancolía y la furia ante la constatación de
los mecanismos patronales de censura en su publicación. Sin embargo, muchos
descontaban que el hecho supone simplemente una muestra más de kirchnerismo
explícito.
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