Adormecidos y resignados…
Juntos por el
escarnio. Dibujo: Pablo Temes
La gente espera que en las elecciones algo pueda cambiar. Pero la crueldad de la dirigencia lo hace improbable.
© Escrito por
Nelson Castro el sábado 13/05/2023 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
"No necesitamos ningún quilombo más”, dijo con sobreactuado énfasis
y lenguaje chabacano Sergio Massa en su discurso del jueves pasado. El
ministro cree que con ese vocabulario se ganará la simpatía de la gente. La
realidad se encargó de mostrarle que, en tanto y en cuanto su gestión siga
fracasando, el “quicaos” seguirá en aumento. El 8,4% de inflación del mes de abril es una muestra de
ello. Mayo será peor aún.
Toda la gestualidad y la prosa vacua y abundante en lugares comunes de
Massa son los propios de un postulante a la Presidencia que se ha encargado de
fijar las condiciones bajo las cuales pretende arribar a esa postulación: la de
ser candidato único. Esa circunstancia presupone la eliminación de las
Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En esto ha logrado
cerrar filas con la vice. Hablan regularmente y no sólo de economía. El
Presidente se encargó el viernes por la mañana de descartar esa posibilidad y
también de tratar de “energúmenos” a quienes lo propugnan. La eliminación de
las PASO sería, además, una nueva y flagrante contradicción de Cristina
Fernández de Kirchner que fue su creadora. Es que no hay dentro de ese espacio
desagregado ningún otro nombre de peso para las presidenciales. Axel Kicillof sería un fracaso estrepitoso fuera de la
provincia de Buenos Aires, lo de Scioli es puro voluntarismo y Wado de Pedro no tiene el peso político suficiente, ni la
capacidad para ilusionar a propios y ajenos. El plan Massa se reactiva y la
militancia sueña con el acto del 25 de mayo para ensayar el último operativo
clamor para convencer a la jefa.
En el camino la lánguida gestión –o nula– de los distintos sectores del Gobierno no deja de sorprender. En materia monetaria el Banco Central es un hervidero. La entidad ha quedado fracturada. Massa trabaja codo a codo con Lisandro Cleri –su hombre dentro de la entidad– pasando por encima del presidente Miguel Pesce, uno de los pocos funcionarios que quedan entre los que responden a Alberto Fernández. No hay coordinación de políticas monetarias y cada uno cuida su quintita. Un funcionario de Economía lo describió así: “Todo está reconfigurado.
Massa actúa hoy como Presidente de la Nación y Lisandro Cleri como presidente del Central; Pesce y AF... bien gracias”. A Miguel Pesce lo sostienen los bancos, sus intereses lo mantienen allí. Todavía conserva la lapicera y tiene capacidad para tomar medidas sectoriales. Sin embargo, no participa de posibles ideas o soluciones para enderezar la macro. Un rol triste y casi testimonial.
La otra alternativa que maneja parte de la izquierda y todo el kirchnerismo duro es “dejarlo hacer”. Sostienen que Milei por su propia inestabilidad emocional y su temperamento es una bomba de tiempo con la mecha corta que les garantizaría su regreso mucho antes de lo esperado. La posible dolarización, las privatizaciones de las empresas públicas, la reforma laboral con aires de flexibilización, y la reducción de la planta del Estado, son inaceptables para la vieja política.
La gente está adormecida, ha perdido la esperanza y espera con resignación el calendario electoral, con la utopía de que algo pueda cambiar en el corto plazo. La crueldad y la irresponsabilidad de la dirigencia toda hacen esto sumamente improbable.