No llores
por mí, G20…
Macri, emocionado en la gala. Fotografía:
Captura de video.
Más allá del debate lagrimal, la cumbre ha
significado un punto a favor para el Presidente.
© Escrito por Javier Calvo el domingo 02/12/2018 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Si ni las lágrimas de Macri al final de la
gala del Colón pudieron escapar del alineamiento en torno a su figura (y por
oposición, a la de Cristina), parece más complicado salir de esa lógica
bipolar si se trata de un balance de la cumbre, que conlleva mayores
complejidades por la naturaleza misma del evento.
Antes de lo importante, terminemos con la anécdota: no está mal
que Macri llore y que unos u otros, según el posicionamiento dual, se emocionen
o enfurezcan por ello. Sí puede virar hacia el
oportunismo cuando el aparato comunicacional presidencial (que incluye a
ciertos medios y periodistas) propaga ese gesto. Ya estamos en
campaña.
Más allá del debate lagrimal, la
cumbre ha significado un punto a favor para el Presidente, que
consolida una política exterior y una imagen for export como uno de los
aspectos más altos de su gestión.
Buenos Aires no fue tierra arrasada o escenario de guerra
callejera, como hemos visto en cumbres anteriores (caso Hamburgo) y en no pocas
marchas porteñas.
Parece una verdad de Perogrullo decir que es mejor estar
dentro que fuera del G20. Lo cierto es que hay sectores
políticos nac & pop que intentan desmentir semejante obviedad.
Macri puede colgarse la medalla de haber organizado una
cumbre exitosa, independientemente del efecto real en la política y comercio
globales, que dependen de los grandes en serio, como EE.UU. y China.
La administración Cambiemos, claro, se adjudicará todos los méritos y
caerá en ese egocentrismo tan argentino de creernos el centro del mundo. Ni
muy muy, ni tan tan.
El desafío debería pasar por dos planos. En el orden
internacional, que la Argentina se sume a los debates mundiales y aporte
miradas imprescindibles aún desde la periferia a la que pertenecemos. Los
problemas domésticos, graves, no tendrían que ser un impedimento (sino, que lo
diga Macron y tantos otros). En el aspecto local,
que las bilaterales del G20 le permitan al Estado avanzar en acuerdos de
cooperación e inversión serios y sustentables, no tanto para la tribuna o para
una fuerza política determinada.
Y hablando de fuerza, otro gran punto a favor: el G20 se
llevó a cabo con protestas pero sin incidentes. Buenos Aires no fue
tierra arrasada o escenario de guerra callejera, como hemos visto en cumbres
anteriores (caso Hamburgo) y en no pocas marchas porteñas. El
caos de hace solo una semana alrededor del Monumental disparó los peores
augurios. Ni Perogrullo podría haber profetizado calma semejante. Esto debería
emocionar más que el show del Colón.
(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com