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domingo, 3 de agosto de 2014

Default del default… De Alguna Manera...


Default del default…


El siguiente editorial fue dicho al concluir las palabras de Axel Kicillof en Nueva York. Es un comentario inmediato realizado en caliente, al conocerse que la Argentina volvía a estar en default

Ha fracasado – hay que llamar las cosas por su nombre – de una manera muy explícita, lo que se preveía iba a tener un desenlace positivo para el país, un arreglo con lo que el Gobierno insiste en seguir llamando “fondos buitres”. Es preciso formular algunas palabras iniciales que pretenden complementar y añadirse a todo lo que viene diciendo.

El ministro Axel Kicillof dio la versión del Gobierno sobre lo ha sucedido en la oficina del mediador Daniel Pollack. Ha frustrado las expectativas que se venían alimentando hace ya varios días, y que habían hecho reaccionar positivamente al mercado argentino, imaginando que el acuerdo estaba al alcance de la mano. No ha sido así.

Más allá de su farragosa argumentación, en la que no puede ocultar el carácter académico de sus puntos de vista, el ministro Kicillof ha terminado indicando que la Argentina redobla o triplica la apuesta. Cuando digo “la Argentina” estoy hablando específicamente del gobierno de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, al que él se refirió y con el que se referenció permanentemente como para que nadie llegase a dudar de que lo que estaba haciendo era consecuencia directa de los pedidos y órdenes de la Presidente.

Hacer un análisis de orden técnico jurídico a estas alturas del día en un programa de radio es una tarea que me excede y excede a muchos. Solo quiero retomar dos o tres asuntos verdaderamente importantes  y centrales para entender qué es lo que ha sucedido.

Con la misma y terminante ortodoxia con la que se decía que la Argentina jamás iba a compartir una mesa con lo que insistía en denominar “fondos buitres”, Kicillof, sin pestañear, informó que por pedido del mediador Pollack esta vez sí se sentó a conversar con ellos. En todo momento defendió los puntos de vista originales del Gobierno, sin que se advirtiera ningún cambio, ningún matiz, ningún intento de acercarse a un punto de vista que permitiera una resolución positiva.

El segundo elemento que me parece de una gravedad inusitada es que el Gobierno –siguiendo estrictamente el guion de la presidente Cristina Kirchner– en ningún momento se alejó de la retórica proverbial con que ha encarado este tema. Esta alusión a los centros del poder financiero internacional, al rol de las agencias calificadoras, esta inmersión en temas estrictamente norteamericanos, como las hipotecas y la burbuja inmobiliaria, y esta idea de que los pueblos son los que pierden y los financistas son los que ganan, podrá sonar muy bien para una platea preparada para aplaudir esta retórica ideológica. Pero no le hace ningún bien a la Argentina. Por el contrario, el ministro ha ratificado e intensificado sus críticas al juez, sosteniendo que él es el responsable de todo lo malo que estas cosas han estado produciendo; una situación que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo.

Mi opinión, a las 19.40 en este tan trascendente  miércoles 30 de julio, es que el Gobierno ha optado por una salida eminentemente política y doméstica. Tengo para mí – tengo la casi segura y deprimente percepción – de que a estas horas, una encuesta de opinión volvería a dar el típico resultado del termómetro argentino. Mucha gente sostiene que se están defendiendo los intereses nacionales, y que la Argentina se ha manejado con dignidad y de manera competente. Esto es, en definitiva, un clarísimo aprovechamiento, de marcado tinte oportunista, que le permite al Gobierno reposicionarse y patear la pelota para adelante.

Tengo, en cambio, la igualmente profunda percepción de que con esta retórica, con este océano de epítetos, con este reiterar que la Argentina no es culpable de nada y todo lo hemos hecho bien, el Gobierno le ha hecho un flaco favor a la república. Queda un paréntesis abierto. Lo ha abierto el propio Gobierno y hoy todo parece indicar que la Argentina ni siquiera puede saber, ni sus habitantes y ciudadanos pueden tener la certeza, si estamos o no estamos en un default. En una palabra: la Argentina ha inventado algo: el default del default.


© Escrito por Pepe Eliaschev el Jueves 31/07/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Pierde algo Argentina con el default?... De Alguna Manera...


¿Pierde algo Argentina con el default?...


¿Es posible que Argentina sea a la vez víctima y culpable de su propia suspensión de pagos? Sí lo es. Igualmente, es posible que ese país tenga poco que perder económicamente, y que su Gobierno tenga mucho que ganar políticamente con el default.

En principio, Argentina tiene razón. Normalmente, cuando se logra que los inversores que poseen el 75% de la deuda de un país accedan a una reestructuración, ésta sigue adelante. Y el resto se aguanta. Argentina, en sus dos reestructuraciones, en 2005 y 2010, logró que los tenedores del 92,4% de la deuda aceptaran las condiciones para la reestructuración. Unas reestructuraciones que fueron durísimas para los acreedores, ya que éstos aceptaron unas quitas del 73%, según este estudio del FMI. Como comparación, Rusia impuso tras su suspensión de pagos de 1998 una quita de solo el 50%.

Entonces entran los holdouts ('los que resisten') que a mí me parece una definición más precisa que 'fondos buitre'. Sobre todo porque aquí buitres son todos. El mejor ejemplo es Paul Singer, que compra deuda argentina en default pagando un 6% de lo que valía cuando fue emitida, es decir, 6 centavos por valor nominal del bono.

Y a continuación se dedica a pleitear a ver cuánto saca. En 1996, Singer compró por 8,5 millones de euros deuda peruana en suspensión de pagos. En 2000, tras una guerra judicial, logró que el Gobierno de ese país le pagara 43,3 millones de euros.

En el caso argentino, el fondo de Singer NML ha comprado por 48 millones de dólares (35,8 millones de euros) deuda argentina que fue colocada por el país en el mercado por 630 millones de dólares (470 millones de euros). Según las diferentes estimaciones, esos bonos podrían valer entre 1.500 millones y 2.300 millones de dólares si se le suman los intereses pendientes.

Hasta ahí, la primera parte de mi tesis: que Argentina tiene razón. Así lo ven gente tan diversa como el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, modelo de progres (pero asesor él mismo de hedge funds) y Anne Krueger, directora gerente en funciones del FMI con George W. Bush. Otros destacados defensores de Argentina son el propio FMI, el Gobierno de Francia (que incluso le ha apoyado en los tribunales) y el de EEUU.

Pero ahora viene la parte de culpa argentina. Que se resume en una frase: ese país no ha hecho nada para llegar a un acuerdo con los 'holdouts'. O, dicho de forma más elegante, que ha mostrado "un desprecio si precedentes por las decisiones judiciales y por las normas de negociación de reestructuraciones de deuda soberanas", según este artículo.

Singer y otros especuladores como él escogen a los países cuya deuda compran. No van a por la deuda reestructurada de Grecia (ni irán a por la deuda que se reestructure en el futuro de Grecia, que ésa es otra), sino a por deuda de países cuya credibilidad es escasa como, por ejemplo, la República Democrática del Congo, a la que sangraron hace unos años.

Y ahí Argentina ocupa un lugar destacado. Ese país ha recorrido un camino espectacular en los últimos años. Ha pasado, por ejemplo, de ser 'mercado emergente' a 'mercado frontera' ('frontier market') en el Índice MSCI. O sea, ha pasado de estar al nivel de China, al de Marruecos, Kenia, Jamaica o Pakistán.

Por eso Argentina tiene poco que perder, porque ha lo ha perdido todo. El país está aislado de los mercados internacionales desde 2001. Solo algunos fondos altamente especulativos que aman el riesgo, como Perrys, han invertido en, por ejemplo, YPF desde la expropiación a Repsol.

Pero además está RUFO. O sea Rights Upon Future Offerings. Ésa es una cláusula en virtud de la cual, si Argentina acepta que la deuda de los 'holdouts' se rige por las condiciones previas a los canjes de 2005 y 2010, todos los demás tenedores de deuda del país pueden exigir que sus bonos tengan el mismo tratamiento.

Ése es el argumento del Gobierno de Cristina Kirchner: si cede a Singer y sus colegas, todos los demás pedirán lo mismo, y Argentina suspenderá pagos completamente.

Sin embargo, Singer y los otros fondos solo quieren dinero. Y están dispuestos a que les paguen por medio de terceros, o en paraísos fiscales, o como sea. Todavía el miércoles, Gary Hufbaer, ex asistente del secretario del Tesoro de Estados Unidos y actualmente investigador del centro de estudios Instituto Peterson para la Economía Internacional de Washington, me explicaba que él estaba convencido de que Argentina y los fondos iban a llegar a algún acuerdo entre bastidores. 

Pero Argentina siempre ha dicho 'no'. Se ha negado a dar cualquier tratamiento preferente a estos fondos. ¿Por qué?

Una explicación a la que algunos le dan credibilidad es que el Gobierno argentino quería usar a los 'holdouts' como excusa para forzar una nueva reestructuración de la deuda, con más quitas. En otras palabras: reducir más la deuda. La cláusula RUFO expira el 31 de diciembre. A partir de entonces, Buenos Aires podría dar tratamiento diferenciado a los inversores que tienen su deuda. Los que no han aceptado los canjes (los 'buitres'), se llevarían más. Los que sí lo han hecho, tendrían que asumir nuevas quitas.

La clave para ello sería que Argentina siguiera negociando con los 'holdouts' hasta el 31 de diciembre. En el proceso, seguiría pagando la deuda. Y a partir de enero podría imponer nuevas condiciones a unos y a otros. 

Incluso si Argentina suspende pagos temporalmente, al reanudar el servicio de la deuda debería pagar un interés del 8%, que es, para los acreedores, una maravilla tal y como están los intereses en el mundo actual. ¿Qué inversor no estaría dispuesto a esperar unos meses a cambio de un 8% de interés? En otras palabras: no está claro que está crisis vaya a tener muchos perdedores con capacidad de influencia

Los que sí van a perder no tienen caparidad de influir. Son 40 millones de argentinos. En un país con una inflación del 40% y en recesión, con la peor situación económica de Sudamérica tras Venezuela, la suspensión de pagos es otro golpe a la economía, porque aleja todavía más la posibilidad de recibir los capitales que el país necesita para desarrollarse y salir de su proceso de tercermundizacion.

Si Cristina Kirchner quiere reducir la deuda forzando otro default, no lo debería hacer sobre las costillas de sus ciudadanos. Claro que esas costillas ya han recibido muchos palos. Uno más no va a marcar mucha diferencia.

© Escrito por Pablo Pardo corresponsal en Washington el Viernes 1º de Agosto de 2014, y publicado por el Diario El Mundo de Madrid, España.





domingo, 20 de julio de 2014

Los costos del inevitable acuerdo con los buitres… De Alguna Manera...


Los costos del inevitable acuerdo con los buitres…


“Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España.” (Miguel de Unamuno, en la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936.)

Don Miguel pronunció este famoso discurso, mirando sin pestañear, al general rebelde Millan Astray, que estaba a su lado, y acompañado en el estrado por una banda de falangistas y legionarios africanos, quien varias veces llevó su mano a la cartuchera y no se privó de gritarle, a pleno pulmón, “¡Viva la muerte!”.

Nada más cierto que aquello de que los hechos históricos a veces se visten de tragedia y a veces como farsa. Pasan los años pero el poder siempre tiene esos modales, cuando de apretar se trata, pero a veces llega al límite teatral de, por ejemplo, la pintoresca visita de la American Task Force Argentina, que no llegó exhibiendo pistolas ni fusiles sino convidando caviar y champagne a sus amigos mediáticos locales. Pero no se privó de nada a la hora de las amenazas a la Argentina, una nación soberana, cayendo a tal fin en los mayores excesos y sin juzgar necesario probar la razonabilidad de sus reclamos.

Esa fue la cara “técnica” de su misión. Pero no faltó la nota tragicómica. Así, vinieron a decirnos a los argentinos que, en cuanto pagáramos el valor nominal de los bonos que ellos compraron por monedas, tal decisión actuaría como un conjuro que permitía resolver viejos problemas argentinos, como la restricción externa y la inflación, al tiempo que dispararía una ola de inversiones originadas en los Estados Unidos. De paso, la señora Nancy Soderberg, integrante del mencionado grupete, aprovechó para exigirnos, inopinadamente, el pronto cumplimiento del Artículo IV del reglamento que establece las normas de control para los países miembro, del FMI.

Vale decir que no solo se consideran en una situación de poder suficiente como para imponer la solución que más les place, habida cuenta de la sentencia Griesa y su ratificación por las instancias superiores en la Justicia norteamericana sino que, además, piensan que los argentinos somos un rebaño de estúpidos capaces de creer tamañas fábulas, como si hubiéramos atravesado en vano la experiencia de los años ’90.

Descartan la persuasión, que supone un diálogo razonable entre las partes donde cada uno valora los costos que el otro deberá pagar y cuánto él está dispuesto a conceder, así como se consideran los efectos sobre terceros (por ejemplo el 92,4 por ciento de los acreedores que ingresaron en el canje). Por el contrario, creen poder convencernos por una fuerza tal –ese poder se apoya en resoluciones jurídicas carentes de equidad, sumadas a su capacidad de lobby en el gobierno estadounidense– que hasta les permite amenazarnos con cerrarnos el mercado americano de carne vacuna en ese país o conseguir que Chevron se retire de Vaca Muerta.

Según algunos analistas, la magnitud de bonos a emitir, comparados con los indicadores de nuestra deuda soberana, aun en caso que la emisión de nuevos bonos por la Argentina comprendiera al total de los holdouts que no ingresaron al canje, no afectaría decisivamente nuestro coeficiente de endeudamiento con acreedores externos. Eso se verá con el tiempo y en función de cómo evolucione nuestra capacidad de pago en moneda extranjera. Cabe recordar que la actualidad del balance comercial no está para tirar manteca al techo.

Lo cierto es que la Argentina fue llevada contra la pared, extorsionada por lo peor de la especulación financiera y ello ocurrió en un contexto internacional de crisis que atraviesa el capitalismo, que si algo lleva a cuestionar es a la expansión desmedida, sin regulaciones, de las formas especulativas.

En lo que a nosotros nos toca, estamos frente a la evidencia de una correlación de fuerzas muy adversa para nuestro país, integrada por el poder económico más codicioso, sin vínculo alguno con la producción real y carente de escrúpulos sobre las consecuencias de sus actos sobre la gente de carne y hueso. Y todo ello con el respaldo de la ley americana. Y nuestra debilidad es la única razón que justifica aceptar, como mal menor, buscar un acuerdo para superar las presiones que están ejerciendo sobre la Argentina.

Utilizando un argumento tan pueril como el ya mencionado de las ventajas que nos proporcionará llegar a un acuerdo para liberarnos de la carga que supone el reclamo buitre, sus asesores legales afirman –y sus hombres de prensa locales difunden– que graciosamente aceptarían un tratamiento similar al empleado para pagar con bonos las deudas con el Club de París, los juicios en el Ciadi y la indemnización a Repsol.

Ignoran que en el caso de la recuperación de YPF, Argentina abonó un precio que resultó ser equivalente a la mitad de lo reclamado originariamente por la empresa española. Y ello se pactó recuperando activos físicos que desde su vuelta a la empresa con participación estatal ha proporcionado una masa importante de ganancias que fueron reinvertidas, todo ello sumado al próspero futuro que la empresa tiene a mediano y largo plazo.

Con el arreglo con el Club de París se solucionó un litigio de larga data con los gobiernos de las naciones industrializadas; originariamente los mismos, en algunos casos, se vincularon con proyectos de infraestructura y otros fueron operaciones de país a país. Resolver esta cuestión permite sensatamente esperar que ello aliente futuras inversiones extranjeras dirigidas a ampliar la producción de bienes y servicios en la Argentina. En el caso del Ciadi, se advierten muchas similitudes con las otras dos situaciones.

Ninguno de estos ejemplos es asimilable al de los buitres, fondos que jamás le prestaron un dólar a la Argentina y ahora debemos reembolsarles el 100 por ciento del valor nominal por papeles que compraron a precio de remate. Esto se asimila más al dinero que alguien se ve compelido a poner para rescatar a una persona raptada que a ninguna de las figuritas jurídicas divulgadas en los últimos tiempos como “buenas experiencias”, a seguir vendiéndolas como infalibles metodologías para volver al mercado de capitales.

La Argentina, en efecto, ha sido objeto de un chantaje y vale la pena decirlo con todas las letras, por más que irrite a los buitres y sus amigos locales. ¿Qué duda cabe? Y ese es el dato relevante y cabe distraerse discutiendo qué ocurrirá con los coeficientes entre deuda y producto, así como qué márgenes ellos otorgan, aunque debiéramos entregar bonos por un solo dólar.

Buscar desviar la atención y ocultar la evidencia de la extorsión, hablando de impericia o malos modales en nuestros negociadores –cuando éstos representan un gobierno que ha cargado sobre sus espaldas los pésimos resultados para el interés nacional que tuvieron los ruinosos negocios del pasado– solo puede ser entendido como una chicana política, otra más, diseñada mediáticamente para distraer acerca de los responsables del latrocinio y desestabilizar, gota a gota, día a día, al gobierno popular.

© Escrito por Héctor Valle, Director de YPF, el Domingo 19/07/2014 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


miércoles, 9 de enero de 2013

Fragata A.R.A. Libertad... En casa... De Alguna Manera...


 Con bienvenida popular, la Fragata entró al Puerto de Mar del Plata...
 
La Fragata Libertad entraba así a la Base Naval marplatense. Foto: Télam

Agrupaciones y turistas coparon La Feliz para recibir al buque insignia, que entró a la Base Naval. La megaproducción de TV.

La Fragata Libertad arribó esta tarde a la Base Naval de Mar del Plata, después de haber estado casi tres meses retenida en Ghana por una acción judicial de fondos buitre.

Miles de turistas y militantes oficialistas recibieron minutos después de las 17 a la tripulación del buque con aplausos y cánticos.

Centenares de embarcaciones, un coro, luces, sonido, la presencia de agrupaciones kirchneristas de diferentes puntos del país y un riguroso operativo de seguridad figuran entre los pomposos preparativos de la Casa Rosada para recibir a la Fragata Libertad en Mar del Plata.

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Pancartas, afiches y pasacalles de intendentes bonaerenses alineados con el Gobierno y de agrupaciones cristinistas ya están colocadas en diferentes puntos de la ciudad y en el alambrado del Golf Club frente a la Base Naval desde muy temprano.

Con sus banderas como "Cristina Coraje", "Bienvenida Fragata", "Néstor vive" , La Cámpora, Kolina, Miles de Luis D'Elía, Movimiento Evita -aglutinados en Unidos y Organizados- y "Negros de mierda", quienes coparon la zona aledaña al puerto a primera hora de la mañana.

El gremio de estatales UPCN que responde a Guillermo Moreno también hace acto de presencia y hasta un grupo del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, con una "choripaneada", viajó a Mar del Plata para celebrar la llegada del buque insignia.

El día festivo. La Fragata, en tanto, fue escoltada por unas 200 embarcaciones deportivas y comerciales, hasta entrar en el puerto.

Se dispusieron unas 20 cámaras de televisión exclusivas para la transmisión oficial, incluso algunas apostadas a distancia desde hoteles frente al golf y la Base Naval para tomar la maniobra de la Fragata e incluso se usaron elevadores cedidos por el Ente Municipal de Servicios Urbanos. La transmisión será seguida por 2 pantallas gigantes de LED junto al escenario, adelantó la agencia estatal Télam.

En el lugar se izará una bandera original del buque escuela y con una banda de música en vivo se interpretará en la voz del tenor y ex combatiente de Malvinas Darío Volonté la canción Aurora.

Por la noche, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner brindará un discurso en el acto oficial de recibimiento.

Batalla ganada. El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, aseguró hoy que con la llegada a la Argentina de la Fragata Libertad, tras estar retenida ilegalmente en Ghana durante 77 días, “se ganó la batalla contra lo peor de las especulaciones financieras, que son los llamados fondos buitre”.

El ministro manifestó que la Fragata Libertad “permanecerá en Mar del Plata hasta el 15 de febrero próximo y podrá ser visitada por turistas y marplatenses”, y añadió que el buque insignia “luego partirá para hacerle tareas de reacondicionamiento”.

© Publicado el martes 09/01/2013 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las fotos: