Kicillof, el
sustituto…
Kicillof...
¿correo de la zarina? Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes
Después de CFK,
aparece como ireemplazable del kirchnerismo, pero pone incómodo a Máximo.
© Escrito por Daniel Bilotta el domingo
17/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Eduardo Valdés hizo público algo que el kirchnerismo ya no podía mantener en
secreto. Si es conveniente que Cristina Fernández
de Kirchner sea candidata presidencial en octubre.
Las circunstancias en las que confirmó ese debate podrían configurar un caso de
traición en el círculo de incondicionales que rodea a la ex presidenta: lo hizo
con ella en Cuba, donde su hija Florencia se trata de un linfedema. Y en apariencia, bajo un delicado estado emocional.
No deja de ser curioso
que esa sea la razón invocada por el ex embajador en el Vaticano para
hablar del asunto.
Tal vez de manera injusta, se asocia la
actitud de Valdés con Alberto Fernández. Junto a Felipe Solá, los más convencidos de que “sin Cristina no se puede pero con ella sola
no alcanza” para ganarle a Mauricio Macri. Traducido: la alianza con otros
afines no mejora el caudal electoral. El ex jefe del Gabinete reclama una
autocrítica “para ser mejores de lo que fuimos.” El éxito no acompaña por ahora
la infatigable presencia que ocupa en el Instituto Patria.
Es probable que eso despierte viejos recelos en La
Cámpora para endilgarle también el lanzamiento de Daniel Scioli. Su candidatura presidencial podría serle útil a Fernando Espinoza si
deseara canalizar la disconformidad con un sector del kirchnerismo que
insiste en que suceda a Verónica Magario. Un destino sin encanto y muy por debajo de su expectativa que incluye, si
fuese preciso, competir en una primaria por la candidatura a gobernador.
No sería la primera vez que combina esfuerzos con
Scioli para oponerse a la voluntad de Cristina, cuyo liderazgo electoral
se asienta en el segundo y tercer cordón de ese distrito. En 2015, Scioli
amenazó con competir por fuera del Frente para la Victoria si no se lo
consagraba candidato presidencial. Con Julián Domínguez y el respaldo
del entonces gobernador forzó una PASO para desplazar a Aníbal Fernández y Martín Sabbatella:
la fórmula oficial en la Provincia. Resultó un intento fallido.
Lo que tiene en común aquel episodio con los más
recientes es el desafío a la autoridad de Cristina como síntoma de una
incertidumbre electoral. Pero acicateada en este presente por otra inquietud
indisimulable. La influencia de Axel Kicillof en el círculo más íntimo de la ex presidenta.
Dificultad. ¿Entorpecería
el ex ministro de Economía la primaria entre Solá y Agustín Rossi que
imagina Fernández si ella declina su candidatura?
Nadie lo sabe con certeza. Tampoco Kicillof, el único al que identifican con Cristina quienes aseguran que la elegirían. Es decir: a quien podrían votar en su lugar. Más que la sofisticación para la conjura que le atribuyen sus detractores, el ex jefe del Gabinete se destaca por una racionalidad de apariencia incompatible con la del kirchnerismo. Entre otras cosas, por aplicarla a la lectura de encuestas. Igual que a Solá, no le sorprendió la derrota de Ramón Rioseco en Neuquén.
Nadie lo sabe con certeza. Tampoco Kicillof, el único al que identifican con Cristina quienes aseguran que la elegirían. Es decir: a quien podrían votar en su lugar. Más que la sofisticación para la conjura que le atribuyen sus detractores, el ex jefe del Gabinete se destaca por una racionalidad de apariencia incompatible con la del kirchnerismo. Entre otras cosas, por aplicarla a la lectura de encuestas. Igual que a Solá, no le sorprendió la derrota de Ramón Rioseco en Neuquén.
También la puso al servicio de aceptar antes que
otros el lugar de Kicilloff con Cristina. Quizás por eso este verano apeló a un
lenguaje alambicado para describirlo: “Un fenómeno de la política a tener en
cuenta.” Tal vez refleje la perplejidad por alguien de trayectoria en el
universo académico que irrumpió de forma casi inesperada en la política: un
viaje sin escalas de la línea gerencial en Aerolíneas al Ministerio de
Economía.
Acaso en tributo a Tontos pero no Tanto
(TNT), la agrupación fundada en la UBA con
Mariano Recalde, su mentor en la empresa de bandera estatal.
En la misión cumplida para Cristina en el Palacio de Hacienda está
la clave de su confianza. Exagerados, algunos justifican traspiés en su
gestión por la ocupación que le demandó cumplir con la principal misión
encargada: intervenir todas las áreas de gobierno ligadas a Néstor Kirchner
hasta su muerte.
Lo que incluyó tensiones con el Ministerio de
Planificación Federal. Y, por supuesto, con Julio De Vido: el más poderoso de
todo el gabinete. Es posible que allí haya adquirido la experiencia
para encarar una más reciente pero no menos complicada. Otra vez, a pedido de
Cristina. Recomponer lazos con Fernández, Rossi y Solá. El protagonismo de Axel
llega a provocar alguna incomodidad familiar entre los Kirchner. Máximo suele
referirse a él como “el candidato de mi vieja”.
Aunque la fiabilidad del kirchnerismo para efectuar proyecciones a partir
de sondeos es dudosa, los estudios de campo le dan sentido a tanta
susceptibilidad.
Después de la ex presidenta, Kicillof es el otro actor
imprescindible para esa corriente. Es lo que habilita a contemplarlo en
cualquier escenario electoral. El más probable hasta ahora, el de candidato a
gobernador en la provincia de Buenos Aires. Empezando por Martín Insaurralde en Lomas de Zamora, los intendentes ya desistieron de oponérsele.
Relevo. ¿Podría sustituir
a la ex presidenta si no es candidata? Dependería de otro factor.
“Que Felipe se anime” a ir por la gobernación, desliza el entorno del ex
ministro. Serviría además para comprobar si Espinoza lo acepta de
candidato de consenso, como asegura. Si no lo hiciese, existe un plan para
disputarle la intendencia en La Matanza que excluye a Magario: Cristina la
quiere en el segundo término de la fórmula.
No es una posibilidad que entusiasme a los asesores
de Solá. Tampoco compartir el binomio presidencial con Cristina
satisface a Fernando “El
Chino” Navarro, Víctor Santa María ni Nicolás Trotta. Como
Fernández, preferirían un candidato surgido de las PASO. Solá desconfía
de algunos de ellos. ¿Será el jefe del Movimiento Evita, al que Cristina no
recibe?
Mientras tanto, Kicillof desarrolla una agenda en
territorio bonaerense con Teresa
García y Carlos “Cuto” Moreno, los legisladores de Unidad
Ciudadana delegados por Cristina para esa tarea. Facilitada donde los
intendentes simpatizan con el ex funcionario.
Algo más habitual en el interior que en el Gran Buenos Aires, a excepción de Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada).
Algo más habitual en el interior que en el Gran Buenos Aires, a excepción de Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Mario Secco (Ensenada).
En cualquier hipótesis, podría contrariar la voluntad del
peronismo no K y de algunos consejeros de Cristina. Decretar la desaparición
del cuerpo que los contuvo 12 años para resucitar en otro nuevo.
Axel podría ser un obstáculo fuera de ese cálculo si, finalmente, encarna al
sustituto.