Fantasmas 22 de octubre…
Poder o no
poder, Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes
Macri avanza más con gremios y empresarios que con
la economía.
© Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo Analista Político,
el sábado 22/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
No se equivocaba el filósofo francés Michael Foucault cuando sostenía que
“el poder se ejerce”. La palabra “poder” proviene del latín possum, que
significa tener capacidad o fuerza para hacer algo. El poder no es una cosa
fija, sino que se produce, se acumula, y seduce cuando pone a circular un
discurso que se instala en un lugar de verdad.
Sin estas consideraciones no podría entenderse cómo un gobierno, basado en
un partido nuevo, con escasa experiencia política, que ganó con lo justo, y con
una minoría legislativa haya logrado consolidarse al punto de sentar en una
mesa a una otrora poderosa CGT para ofrecer un escueto bono de fin de año, que
incluso los empresarios dudan en poder o querer –según el caso– pagar.
El poder convoca, cautiva y gratifica, por eso otra forma latina de
conocerlo es potentia. Pero también segrega y castiga. Lo curioso es que, para
instituir el dispositivo, las cabezas ideológicas del Gobierno también leyeron
a Ernesto Laclau cuando indicaba la polarización como la herramienta correcta
para la acumulación de poder. Bajo esta idea se generó la exitosa narrativa de
la pesada herencia, instalando que el gobierno anterior había sido algo cercano
a una asociación ilícita.
Esta historia se vuelve “verdad” bajo el motor visual del olvidado José
López y los bolsos voladores del monasterio. Pero el mismo movimiento coloca a
Cristina Fernández de Kirchner en el sitial de la oposición, como lo
reconociera en este mismo diario Marcos Peña. Cristina parece muy cómoda allí
y, abandonando todo atisbo de tibia autocrítica sobre su gobierno –como la
necesidad del conflicto con el campo o
la imposición del cepo cambiario–, se fortalece marcando las falencias
de su sucesor y convocando a los –cada vez más amplios– sectores bajos de la
sociedad.
La polarización afectará a candidaturas alternativas, aun cuando el
Gobierno complete su estrategia con el sostén de otras boletas que dividan el
espacio opositor para poder plantar una bandera ganadora en 2017, aunque sea
por un voto.
El triunfo de la pantalla.
Redondeando los preparativos para las próximas elecciones, ya tiene media
sanción en Diputados la llamada “reforma política”, que es en realidad un
cambio en los procedimientos electorales, con la imposición del voto
electrónico y el abandono de la boleta tradicional de papel. La incidencia en
los resultados de los sistemas de votación suelen ser impredecibles, como
ocurre con las PASO; Macri ganó usando el sistema de primarias –contra Carrió y
Sanz–, mientras que Vidal ganó como única candidata.
Pero el principal efecto que se puede observar de la utilización del voto electrónico parece ser la neutralización del “aparato político” antes imprescindible para “asegurar la elección”. Ya no harán falta miles de militantes para garantizar la limpieza de los sufragios.
Pero el principal efecto que se puede observar de la utilización del voto electrónico parece ser la neutralización del “aparato político” antes imprescindible para “asegurar la elección”. Ya no harán falta miles de militantes para garantizar la limpieza de los sufragios.
El voto electrónico, argumentado desde una visión modernizadora de la
política, declara en el mismo acto prescindibles las estructuras partidarias
ligadas al territorio coronando la tele-política. En plata, el PRO ya puede
agradecer los servicios prestados a la UCR, y Cristina puede prescindir del
auxilio de los “barones del Conurbano”. Se abre otra discusión: cómo se
mostrará la oferta electoral en las pantallas de votación. La mesa, más allá de
sus bemoles, exponía al votante a todas las boletas con la simultaneidad que
permite la vida offline, y trasladadas a una pequeña pantalla electrónica
generan una serie de incógnitas.
“Romperse el traste”.
Todo el entramado político cuya finalidad es un triunfo del oficialismo en
2017 depende del despegue de una economía que sigue sin entregar buenas
noticias. La relativa baja de la inflación se está haciendo al alto costo del
enfriamiento del consumo, que obviamente afecta principalmente a los sectores
de la economía que dependen del mercado interno. Pero una inflación en dólares
cercana al 40% para este año vuelve a colocar al país en la encrucijada de un
dólar barato, lo que estimula las importaciones, el turismo y las compras en el
exterior y complica las exportaciones.
Las declaraciones de consejero de la Embajada de China acerca del alto
precio del aceite de soja deben ser una alarma sobre uno de los pocos productos
argentinos posibles en el supermercado del mundo. La reticencia de los empresarios
locales a invertir –real fórmula para mejorar la competitividad– ha llevado al
Presidente al poco académico pedido de que se “rompan el traste”.
Pero los hombres de negocios, renuentes a abandonar el paradigma de
“empresarios ricos, empresas pobres”, piden al unísono menos impuestos y
flexibilidad laboral, y el clásico menos Estado. La caída del PBI en 1,5 que
estima el FMI será la mala noticia que cerrará el año.
¡Ni una menos!
La violencia ejercida contra las mujeres enluta al país a la par que se
hacen públicos en forma diaria casos de violaciones y muertes ejecutadas por
hombres. Sobre estas situaciones se espera la actuación de una Justicia que
muchas veces no llega. Principalmente contra estas circunstancias un grupo de
mujeres tomaron la novedosa iniciativa de llamar a un paro de una hora el
miércoles y marchar en plena lluvia, una acción colectiva que corre el riesgo
de naturalizarse sin un programa concreto de iniciativas mensurable, así como
tampoco puede ser un debate que sólo incumba a un pequeño grupo feminista
activo.
Debajo de las situaciones extremas existe una multitud de eventos
cotidianos y “no públicos” de maltratos, insultos y acosos que pueden provenir
de desconocidos en la calle o incluso de compañeros de trabajo. Mujeres temerosas
de tomar un transporte público o un taxi porque implican riesgos en
determinados horarios del día, mujeres que deben evaluar su vestimenta para no
ser objeto de acoso en su lugar de
trabajo y un largo etcétera son condiciones por las cuales jamás pasa un
hombre.
Las formas de poder que los hombres ejercen a diario sobre las mujeres
constituyen un fantasma autoritario que recorre a la sociedad argentina –y que
frecuentemente recala en las formas políticas–, y que debe interpelar tanto al
sistema educativo, a la organización familiar como a los mensajes que generan
ciertos medios de comunicación con publicidades que insisten en formas
esquematizadas de mostrar el mundo.