Hubris y Gobernabilidad - Las señales de alarma en la antesala del 26-O…
Es inevitable comenzar esta columna con una referencia a lo sucedido el
lunes pasado en el Movistar Arena durante el acto de presentación de “La construcción del milagro”,
el último libro de Javier Milei. El azoro producido por lo que se vio y se
escuchó todavía repercute aquí y en muchas partes del mundo en
las que el Presidente sigue siendo centro de atención.
Ese azoro incluye a muchos funcionarios del oficialismo que no han
dejado de señalar desde esa noche del lunes su creciente preocupación por el
presente y el futuro del gobierno. El tan vapuleado síndrome de Hubris tiene
efectos demoledores sobre los hombres y las mujeres del poder y de poder. Milei
lo padece y sus consecuencias las sufre su mismo gobierno y, por ende, la
sociedad. Recordemos: las principales manifestaciones del Hubris son el
enaltecimiento del propio ego, una elevadísima autoestima, la imprudencia, la
falta de consideración por las ideas de los otros, la obsesión por la
autoimagen y la impulsividad de las acciones. Aplíquense estos ítems a las
conductas de Milei y se verá sin ninguna dificultad cómo le calzan a la
perfección. Una de las consecuencias más evidentes de este cuadro es que lleva a la persona a tomar decisiones equivocadas y desconectadas
del contexto. La dura situación socioeconómica por la que están
atravesando millones de ciudadanos y ciudadanas debería haberlo hecho reflexionar
al jefe de Estado de cuán lejos de ellos se mostró durante su extravagante
show. En el largo transcurrir de esa patética exhibición —abundante en
movimientos espasmódicos, gritos, y desafinaciones— lo único que le interesó al
Presidente fue divertirse. Lo acompañaron —además de sus funcionarios— miles de
personas enfervorizadas que llenaron el estadio, parte de las cuales fueron
traídas en micros al mejor estilo de lo que sucede cuando se pone en marcha
el aparato del peronismo. Fue imposible no recordar lo
sucedido el 10 de diciembre de 2013, cuando Cristina Fernández de Kirchner bailó
y tocó el bombo en la celebración por los 30 años de retorno de la democracia
mientras había protestas policiales a lo largo y a lo ancho del país y la
policía de Tucumán reprimía violentamente a manifestantes que reclamaban frente
a la Casa de Gobierno de la provincia porque sus viviendas habían sido
saqueadas. Ajena a todo eso, la entonces presidenta comenzó a bailar con la
Banda de Granaderos junto al conjunto Choque Urbano que habían cantado el Himno
Nacional Argentino. Aquello fue patético. Esto de
Milei, también.
El Hubris le ha impedido al presidente darse cuenta de sus errores.
Diego Spagnuolo, el empoderamiento de Karina Milei, el triángulo de hierro, su
desprecio a Mauricio Macri, su apoyo a José Luis Espert, el maltrato a los
gobernadores aliados, etc, etc, etc… 
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El
oficialismo pierde el rumbo en plena campaña
La elección del próximo 26 de octubre, que en agosto parecía ganada con
comodidad, hoy se ve muy complicada. Para decirlo sin eufemismos: el gobierno
cuenta con encuestas que lo muestran perdiendo. Esa información está en el
despacho de Scott Bessent, el instrumentador del dramático salvataje que ordenó
Donald Trump. Sin ese salvataje, el dólar no tenía techo. Y, como bien dijo el
economista Ricardo Arriazu —profesional respetado— el gobierno necesita llegar a las elecciones con el dólar bajo
control. Claro que con el salvataje no alcanza. Eso también lo
sabe Bessent. Por eso es que hay exigencias que Milei y el equipo de Luis Caputo
deberán comenzar a poner en práctica el día después de los comicios. Para eso
está trabajando también en forma silenciosa Barry Bennett, un
contacto clave de Santiago Caputo con acceso a la Casa Blanca, que desembarcó
brevemente en el país a mediados de la semana. Su objetivo fue hablar con
algunos gobernadores para pedirles garantizar la gobernabilidad a
partir del 27. A cambio les aseguró la llegada a esas provincias de algunas de
las inversiones prometidas a Milei.
Asegurar la gobernabilidad significa, además, evitar cualquier posibilidad de juicio político a Milei.
Para eso necesita contar con, al menos, un tercio del total de legisladores que
le respondan en alguna de las dos Cámaras, cosa que hoy no tiene, como se ha
visto en las catastróficas derrotas que viene teniendo semana a semana en el
Congreso. Es en este punto en donde la figura de Mauricio Macri cobra relieve. Milei, que se cansó
de maltratarlo, lo necesita —sí o sí— a su lado. En la segunda reunión que hubo
entre ellos, el expresidente pisó aún más fuertemente con sus críticas hacia
los errores y la falta de gestión del gobierno y se explayó acerca de sus
recomendaciones de cambios a partir del lunes 27.
Ante este panorama, el tren fantasma —es decir, el kirchnerismo— se
envalentona. Es notable observar cómo el peronismo empeora día a
día. Para advertirlo basta como botón de muestra las
declaraciones de Jorge Taiana, el primer candidato a diputado nacional del
kirchnerismo por la provincia de Buenos Aires. Dijo, al referirse a Venezuela, que hay ahí una “democracia con fallas”
(sic). Es infamante escuchar a quien fue canciller expresarse con tanta
ignorancia y desprecio por las penurias que viven allí los opositores
perseguidos y obligados a exiliarse o a vivir en la clandestinidad, como es el
caso de la flamante ganadora del Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado. Y es degradante no escucharlo
decir ni una palabra sobre la situación de Nahuel Gallo, el gendarme argentino
que está detenido ilegalmente en alguna de las terribles cárceles del régimen
chavista. Es el doble discurso permanente del
peronismo, cuyo único objetivo es acceder al poder para adueñarse del Estado y
asegurar el modus vivendi de sus dirigentes.








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