País del vale todo...
Bla
bla Jorge Capitanich. Foto: Pablo Temes.
Crisis policiales y desintegración social al desnudo. Vergüenza por el caso Campagnoli. Boudou, en baja.
Fue
la crónica de una crisis anunciada. Cuando el Gobierno decidió vengarse de José
Manuel De la Sota y dejar a Córdoba a merced de una combinación explosiva de
bandas de delincuentes organizadas y de saqueadores espontáneos, sentó las
condiciones para una reacción en cadena que, a modo de un verdadero efecto
dominó asoló al país. La capitulación a la que se vio obligado el gobernador de
Córdoba envalentonó al resto de las policías provinciales para aplicar una
metodología claramente extorsiva, y por lo tanto inaceptable, en pos de un
reclamo de mejoras salariales innegablemente justo. La policía no puede hacer
abandono total de sus funciones porque deja al Estado sin capacidad de acción
frente al delito y a la población, que es la que sufre las consecuencias,
absolutamente indefensa.
La crisis ha desnudado dos problemas de alto impacto: uno, el estado de las
fuerzas policiales; dos, la desintegración social existente en la Argentina de
hoy en día.
El
estado de las fuerzas de seguridad es lamentable. Los bajos salarios obligan a
buena parte de su personal a tener otros trabajos para subsistir. Esos
adicionales, que algunas veces equiparan y otras superan los salarios que los
efectivos cobran en su función en la fuerza, son origen muchas veces de
verdaderas corruptelas. Además, hacen que ese personal esté sometido a largas horas
de labor, con poco descanso, lo que redunda en una baja aptitud para la
prestación de su servicio en la fuerza a la que pertenecen. Ese personal con
fatiga sobre sus espaldas suele tener pocas horas de entrenamiento en algo tan
delicado como el manejo de su arma como de su condición física. En esta
realidad, las tentaciones de la corrupción no tardan en llegar. Así, para el
personal policial honesto, que lo hay, se le hace cuesta arriba la convivencia.
Este combo es explosivo y lo malo es que los arreglos a los que se ha llegado
en estos días no los soluciona. ¿Será consciente de ello la comunidad política?
¿Será consciente de que los acuerdos salariales a los cuales se han arribado
deja expuesta a la sociedad al accionar de estas policías tan sospechadas? En
su regreso a los tuits, la Presidenta habló de saqueos organizados por las
fuerzas policiales. La acusación debería obligar a los gobernadores a repensar
el futuro de estas fuerzas. ¿Es posible que quienes organizan saqueos sean, a
la vez, los guardianes del orden público? Definitivamente no. Pero eso no es
solo lo que muestra la realidad.
En
el fondo del reclamo está la inflación. Esto no es novedad sino la confirmación
de una realidad que no se dibuja con los números del IndeK. Por lo que se vio
el viernes, con el primer índice producido por la gestión de Axel Kicillof,
nada ha cambiado. El acuerdo de precios que comenzará a regir a partir de enero
es, directamente, una pérdida de tiempo.
Lo
que se ha visto en estos días es la impronta creciente de la realidad de la
cual el relato se disocia todos los días un poco más. El estado de
desintegración social que exhibe la Argentina es alarmante. Poco a poco el país
se va adentrando en el territorio del vale todo del cual es muy difícil salir.
En este marco, la ley no vale nada. Y este es un concepto altamente peligroso
porque aniquila cualquier posibilidad de convivencia social civilizada. Mucho
ha tenido que ver para esto la corrupción de una parte de la dirigencia
política. ¿Qué ejemplo recibe el de abajo cuando observa que el de arriba roba
en forma descarada e impune? ¿Cree alguien, por casualidad, que esto es
gratuito?
En
el medio de todo esto, el Gobierno acaba de sacarse de encima a un fiscal
molesto que no hizo más que cumplir con su deber: investigar delitos y a los
sospechosos de haberlos cometido. José María Campagnoli no es cualquier fiscal.
En la década de los 90, formó parte de un grupo de fiscales encabezados por
Norberto Quantín, que se ganó el mote de Los Centauros, y que tuvo a maltraer a
muchos funcionarios de aquel gobierno de Carlos Menem emblemático de la
corrupción. Campagnoli fue el primer subsecretario de Seguridad del gobierno de
Néstor Kirchner. Ese equipo encabezado por Gustavo Beliz cometió la ingenuidad
de creer en la palabra del ex presidente cuando hablaba de hacer a la Justicia
más independiente del poder político. El único hecho concretado fue la remoción
de la Corte Suprema menemista y su reemplazo por otra de indiscutible
prestigio. Después de allí, nada. Campagnoli es víctima de aquello contra lo
cual fue llamado a luchar por Kirchner: la sumisión total del Ministerio
Público a las necesidades del Gobierno. Se entiende, Campagnoli estaba
investigando a Lázaro Báez y el problema es que todos los caminos de la
investigación del ex cajero del Banco Provincial de Santa Cruz, devenido en
millonario, llevan al matrimonio Kirchner.
Para
Amado Boudou, la semana que pasó fue muy mala. Seguramente fue por eso que la
Presidenta decidió enviarlo a representar a su gobierno en los funerales de
Nelson Mandela. Se ve que a Fernández de Kirchner le importa poco la mala
imagen que significa para el país que lo represente alguien que deberá dar
cuentas ante la justicia de hechos de corrupción sobre los que las evidencias
crecen semana tras semana a pasos agigantados. Con los testimonios de esta
últimos días de Olga Beatriz Ciccone y del ex directivo de Telefe Gabriel
Bianco, más las evidencias documentales obrantes en los expedientes, el juez
Ariel Lijo está en condiciones de citar a declarar a Boudou. Cuando lo haga,
será una citación indagatoria, es decir, la que se realiza a una persona cuando
se la considera sospechosa de haber cometido un delito. Se abrirá ahí un cauce
de alto impacto político.
Los
muertos que dejó la revuelta policial han sido olímpicamente ignorados por el
Gobierno para el que, evidentemente, hay muertes buenas y muertes malas,
muertes condenables y muertes justificables. Es, al fin y al cabo, la
reminiscencia del “por algo será” que tanto dolor causó y que no nos podemos permitir
nunca más.
Producción
periodística: Guido Baistrocchi.
©
Escrito por Nelson Castro el sábado 14/12/2013 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario