El Fondo al Poder…
El Banco Central solo intervendrá cuando el dólar supere
los 44 pesos o baje de los 34. Imagen: EFE
La propia Christine Lagarde anunció junto a Nicolás Dujovne el nuevo
acuerdo con el FMI. A cambio de 7100 millones de dólares más y el
adelantamiento de los desembolsos para alejar el fantasma del default,
Argentina se compromete a un brutal ajuste fiscal y monetario.
© Escrito por Raúl Dellatorre el jueves 27/08/2018 y publicado por el
Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Argentina recibirá 36.200 millones de dólares del Fondo Monetario
Internacional entre lo que resta de este año y todo 2019, y eleva a 57.100
millones de dólares el monto total del crédito Stand By otorgado al país. A
cambio, el gobierno no sólo ratifica el plan presupuestario restrictivo para
2019, que elimina el déficit fiscal primario, sino que además asume una
drástica política antiinflacionaria del Banco Central que reduce a cero la
emisión monetaria desde ahora hasta junio de 2019, y pasa a un esquema de libre
flotación cambiaria que limita las intervenciones de la autoridad monetaria en
el mercado mayorista.
La escasez de dinero circulante debería actuar como freno a la inflación,
pero al costo de una fortísima caída en la actividad económica. El nuevo
acuerdo con el Fondo fue anunciado por la directora gerente del Fondo junto a
Nicolás Dujovne desde Nueva York. La instrumentación de la estrategia monetaria
fue explicada, minutos más tarde, por el flamante titular del Banco Central,
Guido Sandleris, en Buenos Aires.
Con la bandera argentina a su espalda, y el ministro de Hacienda a su
izquierda, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, encabezó en el
consulado argentino en Nueva York el anuncio del nuevo acuerdo con Argentina
“para fortalecer el Programa Stand By de 36 meses aprobado el 20 de junio
pasado”.
Dueña absoluta de la situación, Lagarde asentía con leves movimientos de
cabeza la lectura del comunicado que hizo Dujovne. “El nuevo acuerdo comprende
desembolsos totales por 57.100 millones de dólares, lo que representa un
incremento de 7100 millones con respecto al acuerdo previo”, indicó el
ministro. “Además, bajo el nuevo esquema los desembolsos estarán disponibles de
manera más anticipada: hasta 2019 el FMI asegurará financiamiento por 36.200
millones de dólares; con respecto al acuerdo previo, se incrementa en 19.000
millones el financiamiento disponible hasta fines de 2019”, explicó.
Desembolsados ya 15.000 millones en junio, quedarían, en consecuencia, unos
6000 millones de dólares pendientes para 2020. Como en anteriores ocasiones,
Dujovne se centró en explicar la “consistencia del programa financiero” entre
los compromisos y las fuentes de financiamiento, pero sin considerar su impacto
nocivo sobre la economía real.
Por el contrario, el ministro de Hacienda volvió a afirmar que el brutal
ajuste y política de endeudamiento que presentó ayer forman parte de “un
conjunto de políticas orientadas al fortalecimiento de la economía argentina”.
Desde la mirada del actual equipo económico, Argentina padece dos problemas que
están por encima de cualquier otro: déficit fiscal e inflación. En coincidencia
plena con el FMI, las medidas anunciadas ayer buscan “resolver” de manera
drástica ambos conflictos, sin detenerse en los costos sociales que traerán
aparejados.
Lo fundamental para su sostenimiento está dado en “el apoyo de la comunidad
internacional, que permitirá dejar atrás este camino de turbulencias”, y la
decisión del FMI de “continuar respaldando la atención a los sectores más
vulnerables”, señaló Dujovne, desviando la mirada hacia Lagarde en busca de
aprobación. La recibió.
Lagarde solo tuvo una breve intervención verbal en la conferencia en el
Consulado. Tras ello, Dujovne la excusó “por compromisos de agenda” y continuó
solo. Antes de irse, la titular del FMI anunció que el acuerdo había sido
“aprobado por la Gerencia” del FMI, incluyendo los desembolsos anticipados.
Indicó que el programa Stand By acordado estaba “respaldado por un presupuesto
adecuado y sustentable”.
También se refirió al compromiso del Banco Central con una política de tipo
de cambio flexible sin intervención e indicó, ante una pregunta, que “la clave
del nuevo acuerdo está en las cifras 19 y 19: los 19.000 millones de dólares
que Argentina recibirá por adelantado hasta 2019, con lo que conseguirá
estabilizar su economía”.
“Hemos acordado avanzar más rápido hacia el equilibrio fiscal para 2019”,
anunció Dujovne, como contrapartida del adelanto del cronograma de desembolsos
para atender las urgencias financieras del gobierno a partir de la corrida
iniciada en mayo y que no se frenó con el primer acuerdo.
“En el terreno de la política monetaria y cambiaria, en las últimas semanas
hemos enfrentado jornadas de mucha volatilidad que se han traducido en una
importante depreciación del peso y un recrudecimiento de la inflación”, expresó
luego el ministro. “En ese marco –anunció–, hemos decidido reemplazar el
esquema de metas de inflación por una regla simple y verificable sobre los agregados
monetarios, elemento que entendemos contribuirá decididamente a reducir la
inflación”.
Más tarde, en conferencia de prensa en el Salón Bosch del BCRA (ver nota
aparte), su nuevo titular explicaba la implementación de “una banda de no
intervención” ajustable por una “tablita” de aquí a fin de año, y una
participación limitada cuando el valor mayorista saliera fuera de las bandas.
“Mantenemos nuestro compromiso con el régimen de tipo de cambio flexible,
aunque hemos incorporado elementos a la política cambiaria que nos permitirán
evitar la excesiva volatilidad”, dijo confiado Dujovne.
El programa económico que surge del nuevo acuerdo con el FMI representa la
renuncia del gobierno al “control de daños”. Asume todos los riesgos y sin red.
Va hacia un recorte brutal en el gasto público en medio de un proceso recesivo.
Se mete de cabeza en un proceso inflacionario, motorizado principalmente por la
megadevaluación de los últimos cinco meses, soltando las amarras con las que
pretendía controlar el dólar. Juega todas las fichas a la sequía monetaria, es
decir congelar la emisión de dinero para que no haya dinero para convalidar
nuevos aumentos de precios.
Pero el propio Sandleris reconoció que hay un rezago de la devaluación
previa que impactará en el nivel de inflación de septiembre, octubre y, “en
parte”, en noviembre. La secuencia es previsible: aumentarán los precios,
seguirá subiendo el dólar, se atrasarán los salarios, se profundizará la caída
de la actividad y se expandirá la recesión con mayores suspensiones y despidos.
Ahí, recién ahí, con muchas víctimas del desempleo y de la pérdida de capacidad
de consumo, la escasez del dinero circulante podrá traducirse en atenuación de
la inflación. Los costos en materia social son imposibles de proyectar. En los
cementerios, dicen, no hay inflación.