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jueves, 7 de enero de 2016

Año nuevo con sorpresas… @dealgunamanera...

Año nuevo con sorpresas…

"Basta de arbolitos". Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes.

Curiosamente, no fue el dólar la preocupación del final de 2015. Inundación, prófugos y una nueva oposición que se va armando.

© Escrito por Manuel Mora Y Araujo el martes 05/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En la Argentina el año nuevo con nuevo gobierno no siempre se asocia a expectativas tranquilas. Nuestros años nuevos, y la temporada veraniega que los acompaña, suelen ser políticamente complicados. Este de 2016 venía bien, con un gobierno nuevo dotado de energía y espíritu activo, y con las oposiciones y las corporaciones obstruyendo poco. Hasta que estalló lo inesperado: la fuga de los presos de la cárcel de General Alvear con su secuela de violencia y su carga de inquietantes ramificaciones políticas y mafiosas. Sin hablar del drama de una parte del país que se encuentra bajo el agua y con perspectivas inciertas de retornar a la normalidad.

del drama humano, el problema de las inundaciones remite en las percepciones de mucha gente de la ausencia de una política medioambiental. Es un problema universal y no sólo argentino, y como en muchos otros países, también entre nosotros tiende a ocupar un lugar marginal en la agenda política. Pero la problemática ambiental, fuera de agenda, reaparece este fin de año en la política no sólo por el impacto de las inundaciones sino además porque la ex presidenta Cristina de Kirchnercritica al presidente Macri por estar influido por la viuda de Douglas Tompkins, a raíz del tema de las represas hidroeléctricas en Santa Cruz –que es por sí mismo un tema de política pública, y no uno menor–. La contraposición entre desarrollo y medio ambiente como tema opositor.

La seguridad, el medio ambiente, las represas hidroeléctricas, no parecían estar entre los mayores ejes temáticos de esta transición política. Su irrupción en la agenda tal vez contribuya a instalarlos. Y son, si se quiere, una buena señal, porque son problemas que el país arrastra. Este año nuevo, la inflación, los salarios, el tipo de cambio, podrían habernos arruinado la fecha, pero no fue así. Por el contrario, y más allá del impacto de la suba de precios en diciembre, ha prevalecido un clima de expectativas positivas.

Un observador impresionístico no deja de advertir que para estas fiestas volvieron a verse en las góndolas de los supermercados de los barrios pudientes los consabidos fideos italianos y algunos otros productos importados, lo que no significa nada pero en la Argentina es una señal de “buen clima” de consumo de las clases medias. El tipo de cambio no se espiralizó; el ajuste no estalló.
Dentro y fuera del país la situación política argentina despierta más interrogantes que certezas.

Siendo todavía escasos los hechos, las palabras adquieren mayor significado. Al presidente Macri le hace un gran favor, sobre todo en el ámbito internacional, la inusitada y desubicada reacción del gobierno de Venezuela; ante el mundo, y hasta en nuestra América Latina más “bolivariana”, le suma a Macri y le resta a Maduro. Del mismo modo, algunos de nuestros conocidos libretistas nacionales y populares no paran de sorprender. Días atrás, José Pablo Feinmann publicó en Página/12 una pieza notable por el compendio de ideas reaccionarias que combina, acusando a Macri de serla máxima expresión de la deshumanizada modernidad capitalista y a la vez de someterse acríticamente a las enseñanzas del gurú hindú Sri Sri Ravi Shankar. No se entiende qué puede tener eso de particularmente malo, aun si fuese cierto; para Feinmann es inconsistente.

Mauricio Macri, quien asumió el mando con una referencia a Arturo Frondizi, debe estar desorientado con adversarios que lo acusan de estar influido por un líder ecologista o por un líder espiritual. Si Macri esperaba ser atacado por neoliberal, ahora puede dormir tranquilo.

Hasta ahora, no. El gobierno nacional podrá verse exigido por la situación económica y social; eso lo veremos en los próximos meses, pero no ha sucedido hasta ahora. Podrá verse sorprendido por acontecimientos como los de estos días; pero todavía es temprano para arriesgar pronósticos acerca de sus habilidades para capear temporales. De cómo se desarrollen los hechos en esos frentes dependerá, en buena medida, la suerte de este gobierno. Pero también dependerá de cómo se organicen y posicionen los grupos políticos opositores. Y al respecto, el año nuevo comienza con buenos vientos para el Gobierno.

La propensión del gobierno de Macri a hacer uso de los DNU abre un gran signo de interrogación. Tal vez termine concluyéndose que es una respuesta pragmática a necesidades coyunturales; tal vez, que responde a una estrategia política. Hay que esperar para ver. Mientras tanto, el vasto espacio peronista entra en una etapa de redefiniciones. Se entiende que Cristina de Kirchner tratará de mantener el liderazgo, pero no está todavía dicho si se tratará de un liderazgo combativo –como los antikirchneristas suponen– o articulador –como le gustaría al peronismo moderado–. Además, ese liderazgo ¿tenderá a fortalecerse o a diluirse con el paso del tiempo? Más allá de algunas obvias posturas típicamente opositoras, el peronismo exhibe estos días una amplia gama de matices; seguramente será implacable ante eventuales errores del Gobierno, pero no está dicho que será homogéneamente inflexible y destructivo a toda costa. Para muestra hay algunos botones: en el plano de las palabras, declaraciones del senador Urtubey, o la plataforma expuesta con claridad meridiana por Gustavo Marangoni en La Nación del pasado miércoles.

En el plano de los hechos, el bastante sorprendente experimento del municipio de La Matanza –con más población que muchas provincias–, que concentra en la nueva gestión de gobierno local a un alto número de funcionarios de las gestiones nacional y provincial anteriores.

No se descarta que termine sorprendiendo un tipo de peronismo “orientado a la gestión”, que intente desafiar al macrismo a competir en ese terreno donde se suponía que no encontraría competencia alguna. Tal vez la nueva oposición se muestre también pragmática y empuje para la actualización de la agenda de las políticas públicas, que en nuestra Argentina habitualmente es definida por las circunstancias o por las ideologías y no por las estrategias.

Feliz año nuevo.



sábado, 26 de julio de 2014

¿Era necesario Hermeregildo?... De Alguna Manera...



La caricatura de Sábat sobre Griesa y Cristina enfureció a las redes sociales. Foto: Cedoc

Un nuevo "mensaje cuasi mafioso" de Clarín contra Cristina por los buitres. Hermenegildo Sábat dibujó a la Presidenta arrodillada frente al juez Griesa. Las tapas que ofendieron al gobierno.

El juez Thomas Griesa de pie, erguido, como un gigante recio de traje marrón. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner mucho más pequeña, sólo su cabeza y su cabello, sugestivamente ubicada a la altura de la cintura del magistrado. Así dibujó Hermenegildo Sábat una nueva caricatura polémica de la política argentina.

Con la leyenda "al ritmo de la Justicia de EEUU", el dibujo apareció en la edición de hoy del diario Clarín, después de una nueva reunión sin resultados en Nueva York entre los representantes argentinos y el mediador Daniel Pollack.

Como ya es costumbre, la tira generó polémica primero en las redes sociales, entre kirchneristas y no tanto, en particular por el tono misógino de la imagen. El portal web de Clarín publicó la nota pero en una versión recortada, en la que sólo se ve al juez, sin Cristina.

Un cruce con historia. La primera vez que la jefa de Estado se ofendió por una caricatura de Sábat fue en 2008, en pleno conflicto con el campo. El reconocido ilustrador la dibujó con la boca tapada y con la cara de Néstor Kirchner pegada a la suya, como símbolo del supuesto "doble comando". En un discurso público, la Presidenta criticó al artista y calificó la tira como "mensaje cuasimafioso". La frase fue repudiada, entre otros, por la Comisión de Liberta de Expresión de la Cámara de Diputados.

Cuatro años después, Sábat volvió a estar bajo la lupa cuando dibujó a la mandataria con un ojo morado por el supuesto golpe del revés judicial del llamado "7D". Esta vez, la caricatura fue criticada en la legislatura porteña y el filósofo José Pablo Feinmann dijo que el dibujante "no sabe un pito de la defensa de género, de la defensa de la mujer".

Aníbal Fernández también denunció un "mensaje mafioso" en Clarín, esta vez en una tira de Sergio Langer y Rubén Mira de mayo de 2010. Según el entonces jefe de Gabinete, la historieta usaba los nombres de los agentes de seguridad que custodiaban a la Presidenta en esa época, lo que consideraba una amenaza. Los creadores aseguraron que no sabían que esos eran los nombres de los custodios.

En abril de este año fue el turno de Julio De Vido. El ministro de Planificación Federal apareció dibujado como una matrioska (las muñecas rusas que contienen otras muñecas más pequeñas en su interior), adentro de otra más grande que incluía a Abel Fatala, subsecretario de Obras Públicas, y a Sergio Schoklender, de la investigada fundación Sueños Compartidos. "Siempre estos diarios pretenden vincularme a supuestos y fantasiosos hechos de corrupción que sólo existen en su imaginación", se defendió el funcionario.

Noticias. Las tapas de la Revista Noticias, especialmente aquellas en las que aparece CFK, suelen generar revuelo entre el gobierno. Por ejemplo, la de abril de este año que mostraba a la presidenta crucificada con el título "Vía Crisis" recibió críticas de funcionarios, de la iglesia católica y hasta de la comunidad judía.

Más polémica tuvo el número llamado "el Goce de Cristina", que se hacía eco de un video del grupo musical The Rockadictos, que mostraba a una versión animada de la mandataria masturbándose. La edición fue repudiada por el Senado e incluso hubo un intento de retirarla de los kioscos.

Otras tapas de Noticias cuestionadas por el oficialismo fueron la de "Fachoprogresismo", que mostraba a Néstor Kirchner como un dictador, la de "La Reina está desnuda" que mostraba a Cristina (editada digitalmente) sin ropa y "¿Está bajo tratamiento psiquiátrico?", que hablaba de la salud de la entonces senadora Fernández de Kirchner ya en 2006.

© Publicado el Sábado 26/07/2014 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires.



   

domingo, 7 de julio de 2013

Reportaje a Juan José Campanella... De Alguna Manera...


“Hacer ‘Metegol’ fue como filmar diez películas”...

DIFERENCIAS. “En cuanto al proceso creativo, Metegol se desarrolló exactamente al revés de lo que es una película. Empezás por el montaje y terminás por la filmación”.

Sumergido en la próxima presentación de Metegol, la película de animación a la que dedicó cinco años de su vida, trabaja ya en su nuevo proyecto: dirigir teatro, con Luis Brandoni y Eduardo Blanco como actores, y se prepara para iniciar los estudios de Ciencia Política, “porque dirijo cine hasta las 5 de la tarde, pero soy ciudadano las 24 horas”.

Faltan pocos días para el lanzamiento de Metegol. La nueva creación de Juan José Campanella, como se sabe, es una película de animación en la que este hombre particularmente exitoso ha comenzado a incursionar hace ya varios años. No podemos olvidar, en la etapa inicial, una visita que efectuamos dos o tres años atrás a su estudio, ubicado cerca del estadio de River Plate y donde observamos con fascinación una multitud de pantallas en las que iban registrándose distintos movimientos de los personajes para culminar en una gran imagen en la que se plasmaba el paso final.

—Más que una película, yo diría que es una etapa de mi vida –bromea Campanella–; es como armar un rompecabezas sin ningún tipo de orden. Una película, por ejemplo, es algo mucho más ordenado. Aquí, en la animación, tenés una pieza por un lado, otra por otro y recién empezás a ver la figura cuando ya tenés 200 piezas metidas. El proceso es muy caótico, y hay que encontrar un orden en ese caos.
 
—Quizás por eso encontramos allí un salto muy grande entre “El secreto de sus ojos” y “Metegol”.
—Bueno, es un triple salto mortal. Es otro mundo, otro estilo que puede ser para el mismo público pero que abarca otra parte de su sensibilidad y, por añadidura, incluye ahora a los chicos. Además, es un proceso creativo totalmente distinto. Yo diría que son otros músculos. Imposible comparar estas dos etapas... En cuanto al proceso creativo, Metegol se desarrollo exactamente al revés de lo que es una película. Empezás por el montaje y terminás por la filmación. Te explico: en una película uno arma a partir del material ya filmado y con lo que brindaron los actores. Aquí se arma antes. Se arma en la imaginación y luego vamos llenando. Todo el tiempo me acordaba mucho de Beethoven componiendo ya sordo... sin poder escuchar lo que estaba componiendo. Y la verdad es que no me explico cómo una película de animación puede ser la primera película de alguien. Hay que haber pasado por muchas cosas e imaginarse cómo será el resultado final. Esa es una gran diferencia, y en cuanto a la película, en lo emocional te diría que va para arriba y no hacia abajo como El secreto de sus ojos.
 
—Por ejemplo, en “El secreto de sus ojos” das una pista a través de esa mano que abre una cortinita que descubre el galpón donde está un hombre preso a perpetuidad... No sé si en la animación hay puertas semejantes.
—Sí, hay. El armado de la película, de la historia, es el mismo. La cuestión es cómo se hace. En cuanto a cómo la escribís, te digo que es un cuento en el que los personajes, más allá de que sean dibujados, son también seres humanos con sus ambiciones, sus deseos, sus emociones, sus motores emocionales, sus debilidades y fortalezas. Así es que la historia que se cuenta se arma en la tapa del guión. Y la tapa del guión es igual en las dos.
 
—Qué trayectoria la tuya, Campanella... –reflexionamos. Mientras, este ganador del Oscar recuerda su primera película:
—La filmé en Estados Unidos y en España se llamó El niño que gritó “puta”, se ríe a carcajadas. Sí, sí –enfatiza–, tal cual: The boy who cried “bitch”. Era un juego de palabras sobre El niño que gritó “lobo”. Aquí no se estrenó. Es una película muy dura, muy trágica, en la que el protagonista es un chico de 12 años, psicópata. Luego filmé otra película en los Estados Unidos, basada en un libro de José Pablo Feinmann, El tiro del final, y finalmente volví a la Argentina para hacer El mismo amor, la misma lluvia; El hijo de la novia; Luna de Avellaneda; Vientos de agua (que no considero una miniserie sino parte de mi filmografía).
 
—Además, con el aporte de la maravillosa Aída Bortnik...
—Exactamente. Hicimos Vientos de agua con Aída y luego vinieron El secreto de sus ojos y El hombre de tu vida, y ahora Metegol.
 
—Es un recorrido notable. Si uno mira tus películas no puede dejar de emocionarse por la profundidad que alcanzan. Pero, en este caso, ¿cómo se inventa y se llega a un muñeco?
—Sí, es increíble. A tal punto que, cuando estábamos terminando la película, la mirábamos y nos olvidábamos de que eran dibujos, muñecos... creo que éste es uno de los logros de la película. Te hace creer que sus protagonistas son seres humanos. En la animación tienen un estilo de actuación muy realista y que transmite muchas cosas. Mirá, se empieza con el dibujo en 2D.
 
—¿Qué quiere decir “en 2D”?
—Papel y lápiz. No con relieve. Altura y ancho. No profundidad. Son dos dimensiones. En este caso, Mariano Epelbaum fue el diseñador de todos los personajes y Nelson Luty el de todos los fondos y decorados. Nelson empieza dibujando a lápiz sobre papel. Mariano ya en las tabletas electrónicas, pero como si fuera un lápiz, y de esto se hace un dibujo plano, se decide el personaje después de mil pruebas en las que vas cambiándole la cara, los ojos, el color... Son decisiones que nunca había tomado en mi vida. No sé... Ricardo Darín, por ejemplo, ya viene con color de ojos. Aquí hemos tenido reuniones de seis horas para decidir si los ojos eran azules verdosos o verdes azulados. Fue tremendo, y esto después lo toma otra persona y comienza, con distintos dibujos de poses y perfiles, casi a esculpir. A darle volumen pero en una computadora.
 
—Sin embargo, por lo que estás explicando, los dibujos de la animación también deben abrir claves y puertitas para el espectador.
—Sí, hay muchas cosas que están plantadas en la película y que luego se convierten en pistas para el espectador. Esas son todas técnicas de narración.
 
—El cine es un deleite visual... Quizás el dibujo animado te exija más que el cine.
— Desde la realización, sí. La realización es un esfuerzo tecnológico muchísimo más grande. Insume también más tiempo porque una película, de punta a punta, se hace en seis meses, y Metegol se hizo en cinco años. Así que la exigencia es mucho mayor. Yo diría que equivale a diez películas... Mirá, una película, por ejemplo, se hace con sesenta personas, y para Metegol necesitamos a 487.
 
—¿En serio?
—Sí, sí. Contando músicos, etc., pero 400 trabajando en la película, lo que puede darte una idea de que es mucho más difícil. Ahora, el cuentito que se relata y el corazón de la película... bueno, esto es igual en todas.
 
—Pero, por ejemplo, ¿la banda de sonido... ? Cuando vos mencionabas recién a los músicos me preguntaba si al compositor que hace la banda le vas marcando las secuencias. ¿Cómo es el trabajo?
—Sí. El compositor fue Emilio Kauderer. La música es impresionante y se grabó con la Orquesta Sinfónica de Londres. Emilio también compuso la música de Un lugar en el mundo y El secreto de sus ojos. En fin, varias películas. Es un capo y ha hecho una muy buena música. Aquí, claro, es algo sinfónico mucho más grande de lo que hemos tenido posibilidad de hacer en nuestra historia... En realidad, al comienzo se trabaja siempre en todas las películas con una banda temporaria que es básicamente música de otros lados. Música clásica o de otras películas que te va dando un clima y un ejemplo. Una referencia. Y uno va armando la película con esto, y luego, el compositor lo tomará como leve inspiración, aunque a veces también puede irse para otro lado.
 
—Y con la música ¿vas a editar un CD aparte?
—La música de la película creo que, aquí en Argentina, sale con Warner. No lo sé exactamente porque ésos son derechos de Kauderer.
 
—A propósito de derechos y auspicios, aquí, en Argentina, se ha comentado que la Disney no te habría brindado la promoción que te correspondía. Que te había dado poca promoción.
—¿Poca? No, Ninguna. No encontró lugar en su pauta para Metegol en ninguno de los tres canales que tiene para niños. No sé, no sé... yo creo que tendrías que preguntárselo a ellos. Dan promoción a otras películas de otras productoras. Esto no es por un tema como sería entre Telefe y Canal 13. No, no. En los canales de Disney dan rutinariamente promociones de películas que no son de Disney pero no encontraron lugar para Metegol.
 
—Es increíble que, con una trayectoria como la tuya, ocurran estas cosas.
—Qué sé yo. Por ahí son cosas de un ejecutivo local. La verdad es que no quiero hacer un escándalo sobre esto, ¿viste? Ya he mandado un par de chicanitas hace 15 días –se ríe–, y la verdad es que creció mucho más de lo esperado. Lo que se habló benefició a la película más que si hubiera pagado toda la pauta y ellos hubieran puesto todos los comerciales en pantalla. La película no necesita un escándalo para sobrevivir. En una palabra: esto ya fue.
 
—“Metegol” es un viejo sueño tuyo. Desde hace dos años venimos hablando de esto.
—Nosotros venimos hablando de esto desde hace dos años, pero yo desde hace cinco estoy trabajando.
 
—Vos no parás nunca. A un paso del estreno de “Metegol”, estás preparando algo en teatro, ¿es así?
—Absolutamente. Es la primera vez que dirijo teatro y estoy ensayando con Beto Brandoni y Eduardo Blanco. Es una obra que me encanta: Parque Lezama, y pensamos estrenarla en agosto. Es una adaptación que he hecho de una obra americana, I’m Not Rappaport, de Herb Gardner. Yo creo que es la mejor obra que he presenciado en mi vida, y desde que la vi, hace 25 años, advertí que es un texto más argentino que norteamericano. Está escrita, obviamente, por un judío neoyorquino (que es lo más parecido a un porteño). Mirá: un romano, un judío neoyorquino y un porteño son las tres cosas más parecidas que conozco. Ahora puedo cumplir el sueño de hacerla realidad, y la verdad es que la obra está quedando muy, muy bien.
 
—No parás nunca, Campanella. Recuerdo la repercusión que tuvo “El mismo amor, la misma lluvia”, lo que se habló de aquel nuevo director. ¿Han pasado acaso tantos años?
—Catorce.
 
—¿Cómo fue tu evolución?
—En realidad, no te das cuenta porque el nivel de trabajo ha sido el mismo que cuando no pasaba nada. Uno trabaja igual siempre. A veces conecta, y a veces no. La verdad es que es la magia de esto: cuando las cosas se dan, decimos que es la belleza del momento, y cuando no es así, decimos... –entre carcajadas utiliza un término que no me deja reproducir–. La cosa es inmanejable y depende mucho no sólo de lo que uno hace sino también de aquello en lo que está la sociedad. En qué está la gente. Uno empieza los proyectos dos o tres años antes de que se realicen y es imposible anticipar en qué estará la sociedad, cuáles serán sus temas, sus intereses. Así es como ha habido grandes películas en la historia que han fracasado. Por ejemplo, la mejor película que he visto en mi vida, ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra, fue un fracaso cuando se estrenó. Casi se arruina el estudio que la producía. La película se estrenó en 1946 y los Estados Unidos de posguerra no querían oír hablar de angelitos. El gran éxito fue, en cambio, Lo mejor de nuestras vidas, la historia de tres veteranos que volvían de la guerra y que se llevó todos los Oscar. El éxito depende mucho de lo que se está hablando.
 
—Conociendo tu trayectoria, cabe suponer que, después de “Metegol”, tenés dos o tres proyectos en marcha.
—Como te decía, estoy muy dedicado a dirigir teatro. Desde hace un año estamos con este proyecto y en Estados Unidos hice un poco de televisión. Fue en marzo y abril: un piloto para una serie que sería la reemplazante de Breaking bad, que ha tenido mucho éxito, una serie de culto. Mi piloto sería para la serie que la reemplazará. En el segundo semestre voy a intentar escribir un nuevo guión para una película normal, y el año que viene quiero empezar a cursar una maestría en Ciencia Política.
 
—Pero, si me permitís, ¿cuál sería la relación entre el cine y la Ciencia Política? Salvo que estés preparando la biografía de Cristina Kirchner...
—No, no... Es más por una inquietud de conocer un poco más un tema que me interesa y no por participar. Tengo un hijo de seis años y jamás le haría eso.
 
—Entonces, después de varios capítulos de “Dr. House”, “La ley y el orden” y algunos especiales...
—... en realidad, de eso vivo. Son un promedio de dos capítulos por año.
 
—Sigo pensando en tu proyecto de estudiar Ciencia Política. Es una idea inteligente porque, indudablemente, 2015 no está tan lejos y aquí, si estrenás una película dentro de dos años, vas a tener público para comentarla a favor o en contra.
—No. La película no es sobre política. Tiene más que ver con la muerte. Y esto responde a una inquietud personal.
 
—Te creo, pero éste es un momento del país muy particular.
—Hace cinco años escribí el guión de Metegol; sin embargo, tiene que ver con darnos cuenta de que estamos jugando todos en la misma cancha. Yo trato de no vivir en una burbuja, estoy conectado con la gente. Tengo pocos amigos dentro de la industria. La mayoría de mis amigos no están relacionados con el cine, y yo dirijo cine hasta las 5 de la tarde o sin horarios (él mismo se ríe cuando advierte que no se detiene frente al reloj)... pero soy un ciudadano durante las 24 horas del día.
 
—Aparte de los guiones que te mandan, ¿tenés tiempo para leer?
—No leo los guiones pero leo muchos ensayos (no ficción), y ahora, como te dije, estoy con el tema de Ciencia Política. Me interesa mucho, y hace poco leí algo muy recomendable: Inteligencia emocional, de Goleman. Te aseguro que se lo recomendaría a mucha gente conocida. Me parece que, últimamente, esta lectura está haciendo falta... –se ríe con ganas–. Y, en cuanto a novelas, acabo de terminar El puente de San Luis Rey. Toca el tema de la muerte que, como te decía, estoy tratando. También estoy leyendo Algo pasó, de Joseph Heller, uno de mis autores favoritos.
 
—Disculpame la indiscreción, pero un tipo tan vital y exitoso como vos, ¿por qué se asocia al tema de la muerte?
—Bueno... es un tema que un día llega. En los últimos años fallecieron mis padres, nació mi hijo... O sea que, en un año, pasé de ser hijo durante toda una vida a ser padre. Y esto te hace pensar un poco en que todo se acaba... pero no quiero que se haga un bajón con eso. Todo lo contrario. Creo que hay que reconciliarse con esa idea. Hacerse amigo de ella.
 
—Lo terrible no es siempre un bajón. Es simplemente terrible, ¿no?
—Bueno, sí. A veces puede ser hasta liberador. Estoy trabado con esto. En este momento, más que hablando y escribiendo, te diría que estoy leyendo.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guiñazú el domingo 07/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


jueves, 21 de febrero de 2013

La troupe K… De Alguna Manera...


Tratando de comprender al talibán…


En momentos en que las cosas están tan divididas, cuando desde el oficialismo se estigmatiza a todo el que piensa distinto, y ante el reparto de etiquetas por doquier, cabe analizar un poco la composición de la tropa kirchnerista. En una de esas sirve para que alguien comprenda, algo mejor, por qué motivos los funcionarios dicen lo que dicen y hacen lo que hacen, y cuáles son las razones de tantas discusiones con su cuñado.

No se habla aquí de votos, tampoco de la troupe rentada, empleados públicos ni kiosqueros oficiales, sino de genuinas adhesiones.

El kirchnerismo atrapó a muchos veteranos izquierdistas, resentidos de la política y de los demás, que corrieron a comprar el relato escrito a su medida, por Laclau, el guionista de la remake de “Bananas”.

La pasta base residual de la "juventud maravillosa", los que nunca se animaron pero se quedaron con las ganas de meter algún que otro cañito, los eternos adolescentes que echan la culpa de todos nuestros males al imperio, a las corporaciones, y al capitalismo. Muchas veces, desde el country.

Los que jamás van a entender que la mejor labor social se hace, invariablemente, desde ese capitalismo al que tanto odian. Haga capitalismo y abra fuentes de trabajo. Haga capitalismo y urbanice villas, haga capitalismo y saque gente de la pobreza.

Son los que hace 15 años apenas se animaban a decir: "Bueno, pero mirá que en Cuba la salud, por ejemplo...", quienes hoy le saltan a la yugular, ensoberbecidos con el relato y creyendo disfrutar, incluso, de alguna cuota de poder.

Docentes que ayer les hablaban a sus alumnos de la libertad, y hoy les hablan del Che Guevara, y ensalzan al régimen que más ha hecho por abolir las libertades de la gente. Comunistas que cuando se nombra a Stalin se apresuran a decir que el comunismo nunca fue bien implementado. Como si se pudiera implementar sin pisotear al pueblo y sin atraso.

Todos empapados de la pluma rentada de los Forster, los González y los Feinmann.
Muchachos que llevan décadas mirando la vida desde el balcón, viendo pasar a la gente y sin siquiera sospechar lo que a esa gente le ocurre. Sin importarles, incluso, lo que esa gente quiere.

Cautivó también a muchos hijos de la democracia, que solo conocen la historia que les contaron, convenientemente aderezada y con las imprescindibles omisiones, y creyeron que Néstor Kirchner era el padre de la patria. Porque bajó un cuadro. (Se promete desarrollar).

Pero, fundamentalmente, (y en este punto animo al lector a pensar en sus conocidos K), el kirchnerismo cautivó a demasiada gente que nunca tuvo ni determinación, ni personalidad, ni opinión propia. Los que se casaron, por aproximación, con la vecina, porque nunca se le animaron a la más linda del club. Los que se callaron la boca siempre, por no atreverse a hablar.

El gil de cada barrio hoy es acérrimo kirchnerista. Ese al que ninguna mina le daba bola y que jamás pegó un mísero grito, hoy revolea la bandera de La Cámpora y se siente parte de la cosa. Vocifera barrabasadas con autoridad suprema, lo carga un poco, incluso, se burla y le ironiza. Agrandado.

Su cuñado, el Tito, sin ir más lejos, que se quedó manejando el taxi, de peón, porque nunca se animó a poner la galletitería, hoy le da lecciones de economía y le explica con patética soberbia que la emisión y el gasto público no producen inflación. Sigue manejando el taxi, pero contento.

Los K les dieron pertenencia a todos los resentidos y eternos perdedores de la vida. Los que siempre fueron público y jamás protagonizaron ni una despedida de solteros.

Pero, atención. No se los puede eximir de responsabilidades, porque muestran una hipocresía que subleva. Repiten hasta el hartazgo lo que todos conocemos: Menem fue un gran corrupto. Vaya noticia. Aunque a casi 14 años de dejar el poder no tenga sentencia condenatoria en ninguna de sus causas por corrupción.

Sin embargo, cuando se les habla de Néstor Kirchner remiten a la justicia. Piden pruebas, fotos, recibos de las coimas, videos violando a la monjita. Asumen con naturalidad que los desaparecidos fueron 30.000, pero firman y propalan que la inflación no supera el 10% anual.

Pueden acordarse con detalles de los pollos de Mazzorín, pero nunca se enteraron de los negociados de Hebe. Defienden a Slowhand Boudou, el DJ de la UCD.

Una importante dosis de hipocresía es necesaria para sostener ese relato. Y si estos pibes derrochan algo, es hipocresía. Dicen que hay dos países y es posible. Dicen, incluso, que hay dos pueblos distintos, y no me extrañaría, pero de lo que estoy seguro es que verdad hay una sola.

Hace casi una década que, desde la impunidad que da el carnet, delinquen. Y sus seguidores se babean aplaudiéndolos. Todo lo demás es, apenas, un relato.

© Escrito por Fabián Ferrante (@FabianFerrante) el jueves 21/02/2013 y publicado por Tribuna dePeriodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.