Una posición que coincide con la
del Reino Unido...
No se trata de emitir juicios
sobre las personas que se han pronunciado a favor de la autodeterminación de
los kelpers. Hay entre ellas mujeres y hombres con una buena formación que han
contribuido con sus escritos a comprender nuestra realidad.
Mi opinión es sobre la posición
que se ha conocido en declaraciones de algunos de los miembros de este grupo.
Defienden la autodeterminación de los kelpers. Esa posición coincide con la del
Reino Unido, que ha hecho lo imposible para tratar de imponerla.
La Argentina ha sostenido el
respeto por los estilos de vida de los kelpers, tal como aparece en la primera
disposición transitoria de nuestra Constitución: “La Nación Argentina ratifica
su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del
Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes,
por ser parte integrante del territorio nacional.
La recuperación de dichos
territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de
sus habitantes y conforme a los principios del derecho internacional,
constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.
La Resolución 1514 de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, de 1960, es el texto básico donde se estableció
la aplicación del principio de autodeterminación como el criterio que debía
regir el proceso de descolonización. Sin embargo, ubicó el principio de
integridad territorial con una jerarquía superior: la autodeterminación no debe
vulnerar la integridad del territorio.
Hay dos principios que guían la
descolonización; para el caso de Malvinas, la comunidad internacional ha
expresado de forma ampliamente mayoritaria que es la integridad del territorio
el que se aplica, no el de autodeterminación. Los autores de la declaración
deberían conocer esto, es el ABC del tema.
En el año 1986, cuando se debatía
en la Asamblea General la resolución sobre Malvinas, la delegación británica
inteligentemente introdujo una breve enmienda al texto. En esa enmienda se
sostenía que el contenido de la resolución se aplicaba respetando el principio
de autodeterminación. Fue un momento extremadamente difícil para nuestra
delegación.
Las enmiendas se votan antes que
el texto originario y la mayoría de los países presentes habían logrado su independencia
gracias a aquel principio. Era, por lo tanto, relativamente sencillo que los
británicos lograran la mayoría en la votación. Un desastre para nuestra
posición.
Sin embargo, ganamos la votación
con el apoyo activo de muchos de los países que habían alcanzado su
independencia con la aplicación del principio de autodeterminación. Votaron con
nosotros e hicieron campaña a nuestro lado. Por segunda vez la Asamblea General
sostenía la no aplicación del principio para el caso de las Islas Malvinas.
La defensa de la
autodeterminación equivale a decir que renunciamos a las Islas. Ni más ni
menos. Quienes sostienen la idea, deberían decirlo así. Están en su derecho.
Tenemos derecho a decir lo que pensamos y la obligación de decirlo claramente,
sobre todo cuando se trata de cuestiones serias.
Es útil que todos entiendan lo
que uno quiere decir. En este caso es sencillo: se trata de dar un paso más
allá en la política que aplicó el presidente Menem entre 1989 y 1999. Eso lo
entienden todos.
Quienes pensamos distinto,
quienes nos opusimos a la guerra durante la guerra y luego defendimos nuestra
posición en la medida de nuestras posibilidades, pensamos que en esta cuestión
no se trata de defender un trozo de tierra, perdido en el Atlántico Sur.
Creemos que hay que cuidar las
cosas que nos unen. Tratamos de recuperar una parte de nuestro territorio, es
decir una parte de nuestra nación. Más que lo que son, las Islas importan por
lo que representan.