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sábado, 3 de marzo de 2012

Autodeterminación de los Kelpers... De Alguna Manera...

Una posición que coincide con la del Reino Unido...

 
No se trata de emitir juicios sobre las personas que se han pronunciado a favor de la autodeterminación de los kelpers. Hay entre ellas mujeres y hombres con una buena formación que han contribuido con sus escritos a comprender nuestra realidad.

Mi opinión es sobre la posición que se ha conocido en declaraciones de algunos de los miembros de este grupo. Defienden la autodeterminación de los kelpers. Esa posición coincide con la del Reino Unido, que ha hecho lo imposible para tratar de imponerla.

La Argentina ha sostenido el respeto por los estilos de vida de los kelpers, tal como aparece en la primera disposición transitoria de nuestra Constitución: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

La Resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1960, es el texto básico donde se estableció la aplicación del principio de autodeterminación como el criterio que debía regir el proceso de descolonización. Sin embargo, ubicó el principio de integridad territorial con una jerarquía superior: la autodeterminación no debe vulnerar la integridad del territorio.

Hay dos principios que guían la descolonización; para el caso de Malvinas, la comunidad internacional ha expresado de forma ampliamente mayoritaria que es la integridad del territorio el que se aplica, no el de autodeterminación. Los autores de la declaración deberían conocer esto, es el ABC del tema.

En el año 1986, cuando se debatía en la Asamblea General la resolución sobre Malvinas, la delegación británica inteligentemente introdujo una breve enmienda al texto. En esa enmienda se sostenía que el contenido de la resolución se aplicaba respetando el principio de autodeterminación. Fue un momento extremadamente difícil para nuestra delegación.

Las enmiendas se votan antes que el texto originario y la mayoría de los países presentes habían logrado su independencia gracias a aquel principio. Era, por lo tanto, relativamente sencillo que los británicos lograran la mayoría en la votación. Un desastre para nuestra posición.

Sin embargo, ganamos la votación con el apoyo activo de muchos de los países que habían alcanzado su independencia con la aplicación del principio de autodeterminación. Votaron con nosotros e hicieron campaña a nuestro lado. Por segunda vez la Asamblea General sostenía la no aplicación del principio para el caso de las Islas Malvinas.

La defensa de la autodeterminación equivale a decir que renunciamos a las Islas. Ni más ni menos. Quienes sostienen la idea, deberían decirlo así. Están en su derecho. Tenemos derecho a decir lo que pensamos y la obligación de decirlo claramente, sobre todo cuando se trata de cuestiones serias.
Es útil que todos entiendan lo que uno quiere decir. En este caso es sencillo: se trata de dar un paso más allá en la política que aplicó el presidente Menem entre 1989 y 1999. Eso lo entienden todos.

Quienes pensamos distinto, quienes nos opusimos a la guerra durante la guerra y luego defendimos nuestra posición en la medida de nuestras posibilidades, pensamos que en esta cuestión no se trata de defender un trozo de tierra, perdido en el Atlántico Sur.

Creemos que hay que cuidar las cosas que nos unen. Tratamos de recuperar una parte de nuestro territorio, es decir una parte de nuestra nación. Más que lo que son, las Islas importan por lo que representan.

© Escrito por Dante Caputo y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 25 de Febrero de 2012. 



lunes, 27 de febrero de 2012

Pensar distinto... De Alguna Manera...

Una idea distinta sin que se caiga el mundo…


Documento sobre Malvinas. Otro argumento sobre las Islas provocó la crítica paraoficial. Temor a que pensar diferente sea peligroso.

Escribí hace algunas semanas, en este diario, que en la Argentina actual pensar distinto era un delito. La realidad me dio, entonces, muestra de mi propia teoría: el aparato oficial de propaganda se ocupó extensamente de mi frase, todos se golpearon el pecho diciendo que nunca hubo más libertad de prensa que ahora y kirchneristas críticos como Mempo Giardinelli me acusaron de exagerar con aviesas intenciones.

La mayoría analizó la frase con un bajo contenido de metáfora en sangre. “Si es un delito, ¿por qué no estás preso, eh?”, dijeron. No me refería, literalmente, a un delito penal: quien opina contra el discurso oficial es castigado con el hostigamiento del aparato público-privado de propaganda y acusado, sí, de delitos formales que llegan hasta el cargo de “traición a la patria”.

Decir, por ejemplo, que la mejor manera de recuperar las Malvinas es integrar a los isleños desencadenó esa reacción: el Gobierno es igual a la patria y el Ejecutivo está, por dogma, libre de cometer errores: siempre tiene y tendrá razón. Es curioso, el decreto de infalibilidad papal del Concilio Vaticano I de 1870 contempla que hasta el Papa puede equivocarse. El Papa sí, pero Ella no.

Sinceramente creo que el camino oficial es el que más nos aleja de la recuperación de las Islas. El miércoles, un grupo de 17 intelectuales del que formo parte dio a conocer un documento proponiendo una política alternativa en la cuestión Malvinas. La campaña de hostigamiento oficial comenzó mucho antes de que el documento se conociera: primero se cuestionaba la legitimidad del grupo y su calificación para opinar (en mi caso, tengo 11 libros, he sido jurado y dado cursos en varias universidades extranjeras, fundé dos diarios y cuatro revistas, dirigí más de diez documentales y un largometraje pero, claro, no soy un intelectual).

Quien ponía en duda nuestras credenciales era, entre otros, Aníbal Fernández, el ex fugado intendente de Quilmes, que ya lleva publicado su segundo libro de zonceras argentinas con su firma, pero escrito en realidad por su asesor de prensa Carlos Caramello. Fernández, en lugar de explicarle al público por qué pasó, de pronto, de jefe de Gabinete a senador llano (hay quienes dicen que fue acusado por la Embajada norteamericana de tener vínculos con el avión narco y que eso, sumado a su confusa actuación en el caso Mariano Ferreira, determinó su suerte), se dedicó a insultar al colectivo en el diario Tiempo Argentino, editado por Sergio Szpolski con plata que vuelve al pueblo. Puesto a periodista –y quizá sin su ghostwriter Caramello a mano–, Fernández me adjudica frases que nunca dije y las pone entre comillas, al estilo Diego Goebbels pero en gráfica.

En el mismo día, la tapa de Crónica, en el mismo sitio donde semanas atrás estaba la foto del cadáver de Jazmín de Grazia, publicaba mi foto junto a la de Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli y Pepe Eliaschev bajo el título “Piratas”. Crónica pertenece al Grupo Olmos, vinculado a la UOM y financiado por el Gobierno con abundante publicidad oficial.

El documento aún no había sido dado a conocer. El camino que terminó en la conferencia de prensa del miércoles –que finalmente se suspendió por la tragedia de Once y sólo se envió el documento a la prensa– había sido largo y sinuoso: era casi imposible conseguir en Buenos Aires un sitio público donde presentar un documento que discutía el pensamiento oficial: dos universidades privadas dijeron que no, hasta dos bares que habitualmente ocupan su salón con presentaciones se negaron a facilitar el espacio. Finalmente la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, dirigida por Rogelio Fernández Couto, tuvo la generosidad de abrir sus puertas.

Fue triste volver a recordar el miedo, pero ahora en una Argentina democrática: miedo a disentir públicamente, miedo a las consecuencias de desobedecer, miedo a pensar distinto y decirlo en voz alta.

Conocido el documento, el mundo no se cayó. Sólo una idea se echó a correr. Pensar distinto es hoy, en la Argentina, complicado. Esperemos que no llegue a ser peligroso.

© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 25 de Febrero de 2012.

Nota:

No conozco el Documento, por lo tanto opinar al respecto sería vano, de todas maneras pienso en dos cosas al leer esta nota de JL. Una cosa es la realidad histórica e irrenunciable sobre la soberanía de las Islas Malvinas y su pertenencia a la República Argentina y otra cosa es llegar a un entendimiento sobre el tema de soberanía despúes de una nefasta guerra perdida. Los habitantes de las Islas Malvinas son una realidad, no debemos omitirlos. 


De Alguna Manera.