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domingo, 8 de noviembre de 2020

LADE retomó sus vuelos de transporte de pasajeros en la Patagonia Argentina… @dealgunamanera...

 LADE retomó sus vuelos de transporte de pasajeros en la Patagonia argentina…


Fuerza Aérea Argentina (TC-32) Saab - 340

El Ministerio de Defensa, que conduce Agustín Rossi, informa que en el día de la fecha Líneas Aéreas del Estado (LADE) retomó sus vuelos de transporte de pasajeros. Inicialmente su frecuencia será los días lunes y viernes desde Comodoro Rivadavia hacia Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia. De acuerdo a la demanda que se genere y a las restricciones vigentes se incluirán otros destinos y mayores frecuencias. 

© Publicado el lunes 02/11/2020 por la página oficial del Gobierno Argentino en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 


LADE es el único organismo estatal de transporte aéreo de fomento que brinda traslado de pasajeros, carga y correo con el objetivo de motorizar el desarrollo económico y social del país. El pasado 4 de septiembre, al celebrar el 80° Aniversario de la línea aérea de fomento el ministro de Defensa aseguró que “el rol pospandemia que tendrá LADE será fundamental y estratégico”.


“Desde siempre siento un profundo reconocimiento al personal militar y civil que trabaja en LADE. Cuando se tiene la posibilidad de hacer un vuelo se ve el nivel de compromiso y pertenencia que tienen sus trabajadores con la empresa”, afirmó Rossi desde la sede central de LADE.


El director General de LADE, comodoro mayor Fabián Vidal Arbeletche, destacó la importancia que tiene el vuelo realizado por LADE hoy, al aseverar “que se mantiene firme el compromiso histórico asumido por la Fuerza Aérea, en mantener una conexión permanente entre la Patagonia y el resto del país”.


Y agregó: “Muy pronto, y de acuerdo a los planes previstos, sumaremos la conexión aérea de la Isla de Tierra del Fuego con la Patagonia, incrementando las frecuencias de vuelo. Conexiones que tienen una importancia trascendental para los habitantes del Sur de nuestro país”.


LADE es el único organismo estatal de transporte aéreo de fomento, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina y del Ministerio de Defensa de la Nación, que se fundó el 4 de setiembre de 1940 para cubrir la necesidad comunitaria de unir los centros de mayor densidad poblacional con los alejados pueblos del territorio nacional, carentes de medios rápidos y regulares de comunicación.


Durante muchos años, LADE llegó a operar hasta en 35 destinos del centro y sur argentino, pero por falta de una inversión prolongada en el tiempo y de una visión integradora, su actividad durante los años 2017 y 18, se vio reducida a dos vuelos, uno semanal y otro quincenal, con dos escalas solamente.


LADE fue la única línea aérea argentina que mantuvo en forma permanente, entre 1972 y 1982, vuelos regulares entre Puerto Argentino, en las Islas Malvinas, y Comodoro Rivadavia en la provincia de Chubut, que permitieron romper el aislamiento del archipiélago, pero fueron interrumpidos por el conflicto del Atlántico Sur.

LADE recupera rutas Patagónicas  

Según fuentes de la propia aerolínea de fomento (que cumplió 80 años el pasado mes de septiembre), a partir del martes 5ene, se retoman algunos destinos que habían sido suspendidos hace unos años, por ejemplo Bariloche, Esquel y Trelew. La flota elegida es el SAAB 340B de 34 plazas, seguramente reducidas a causa de la pandemia. 

De la programación publicada por la empresa (vigente hasta abril), el vuelo 5U430/431 unirá las ciudades de Comodoro Rivadavia (CRD) y San Carlos de Bariloche (BRC) los días Martes, con escalas en Perito Moreno (PMQ), Esquel (EQS) a la ida  (4:10hs de duración) y Trelew (REL) a la vuelta (3:05hs de duración). En tanto, los días Jueves el vuelo 5U440/441 recorrerá el mismo camino, pero de forma inversa.  

Por otro lado, se mantienen los vuelos desde CRD hasta Ushuaia, con escala en Río Gallegos y Río Grande los días lunes y viernes, siempre con SAAB 340. 

La web oficial indica que, para poder viajar, se solicitarán permisos especiales según los protocolos de cada provincia de destino, de forma similar a lo que sucede con las demás aerolíneas. 

© Línea Ala (04/01/2021)




sábado, 29 de marzo de 2014

Madre de tod@s... De Alguna Manera...

Madre de tod@s...


En una nueva cadena nacional, la presidente confesó que se siente "la madre" de los argentinos.
 

El seguimiento del lenguaje oficial sería irrelevante y frívolo si se tratara apenas de un pretexto para no encarar las circunstancias delicadas que confronta la Argentina. Sería una especie de secuestro de la agenda verdadera: hablar de apariencias, modas, zapatos, carteras, joyas y maquillaje, pero eludir lo central. De más está decir que ésa no es mi intención ni propósito. Pero, una vez más, lo que a veces forzadamente se pretende diferenciar entre problema de fondo y problema de forma, la manera de actuar (nunca el verbo estuvo mejor utilizado que en este caso), de quien preside el país revela hasta el tuétano la naturaleza de sus políticas.

“Yo me siento la madre del país”, dijo esta tarde Cristina Fernández de Kirchner. Pero no lo dijo tomando el té con sus amigas en una confitería, sino hablando desde la residencia presidencial de Olivos, cuya manutención costeamos los contribuyentes hasta el último centavo, y lo hizo confiscando nuevamente, “de prepo”, el aire de las emisoras de radio y televisión aún no sometidas al Gobierno, con el supuesto objetivo de anunciar algo de interés general.

Mis oyentes, que son millares en todo el país y en el mundo, saben que lo vengo diciendo hace mucho tiempo y no me voy a cansar de reiterarlo. El uso de “la cadena” oficial, el encadenamiento de los medios, es una operación arbitraria, discrecional y autoritaria específicamente encuadrada en situaciones y condiciones que así lo ameriten. Hay un ordenamiento legal que establece el sentido y la razón de ser de “la cadena”. La presidente y sus seguidores claramente se ríen de eso. 

Ellos siguen pensando que el país es propiedad privada del grupo gobernante y que, en consecuencia, no hay nada que explicar, justificar ni demostrar. Hacen entrar a las emisoras en cadena porque se les antoja.
 Bastaba verla y escucharla a la presidente este jueves 27 de marzo de 2014 para advertir que nada de lo que decía ameritaba una cadena nacional. Anunciar el recorte en los disparatados subsidios que el Gobierno ha venido esparciendo por la zona metropolitana hace ya largos años, no era una razón digna de paralizar a todos los medios de comunicación para darlo a conocer como quien anuncia un gran acuerdo internacional o una guerra, Dios no lo permita.

Ella lo ha dicho y es esclava de sus palabras: “Yo me siento un poco la madre del país, la madre de todos los argentinos”. Menos mal que dijo “un poco”, ¿no? De alguna manera atenuó su concepción íntima de la naturaleza de la relación que la vincula con el país. Según ella, somos sus hijos y ella es la madre de los argentinos.

Además, se preocupa por subrayar que es “muy grande” el esfuerzo que está haciendo ella, como si se tratara de algo que hace contra su voluntad. Estamos hablando de un Gobierno que en pocas semanas va a cumplir once años consecutivos en el poder, un récord histórico. En esta misma cadena nacional, dialogando con sus asesores, haciendo preguntas supuestamente casuales, y amistosas, al ministro de Economía y a la ministra de Industria, fue ensayando una explicación según la cual el recorte de los subsidios no es un “tarifazo”. Es un auténtico acto de magia, entre lingüística e ideológica.

¿A qué se llama un “tarifazo” cuando se está eludiendo la verdad de una sociedad que aparece hoy crucificada porque siguen sin clases los niños de las escuelas públicas de la Provincia de Buenos Aires? ¿Qué quiere decir que esto no es un “tarifazo”? El concepto de “tarifazo” puede discutirse, podríamos entretenernos en una disquisición que permita establecer en qué momento un ajuste es lo suficientemente grande como para llamarlo “tarifazo”. Claro, acá el “tarifazo” no existe en sentido estricto.

Pero es de una alta escuela de hipocresía esconderse en los vericuetos de las palabras para decirles a los argentinos que donde pagaban 20 ahora van a pagar 60 u 80 y eso no es un aumento significativo. Habrá que pagar desde ahora un poco más lo que corresponde pagar, porque el Gobierno había congelado absurdamente -con ese blindaje ideológico que se confunde con la negación de la realidad- un sistema de tarifas que en un país de altísima inflación como la Argentina estaba totalmente desactualizado.

Esos subsidios se mantuvieron con un pretexto, a estas alturas y desde hace años, ridículo según el cual así se fomentaba el consumo. Montaron un berenjenal de costos y precios que ha terminado explotándole bajo los pies al Gobierno. En lugar de haber ido ajustando progresivamente acompañando el incremento del costo de vida con precios un poco más razonables y lógicos para el transporte público, y servicios esenciales como electricidad, agua, luz y gas, el Gobierno decretó la inexistencia de la inflación. El Gobierno ajustaba las asignaciones universales por hijo. Dos veces por año, el Estado debe actualizar, por ley, el monto de la jubilación mínima, y sin embargo en cada ocasión de ajuste, como si en lugar de una ley fuera una prebenda monárquica, la presidente capturaba las ondas de radio y televisión para anunciar un aumento que, de todas maneras, tenía que ser hecho.

Pero, de todos modos, hacia ese ajuste, pequeño, progresivo, parcial, limitado, insuficiente, pero aumento al fin, excepto en las tarifas. Cuando esto ya no se puede seguir sosteniendo, el Gobierno debe retroceder de la peor manera, pero lo hace a su modo, negando la realidad, escabullendo el bulto y, lo que es mucho más grave, tratando de plantear una realidad absolutamente demencial según la cual acá hay un ajuste pero que no significa nada para el bolsillo de la gente.

Que explique el Gobierno cómo es que esto va a suceder así y, sobre todo, cuál es la lógica, el concepto racional mediante el cual se mantuvo subsidiado el costo de los servicios públicos para sectores de la sociedad largamente capacitados a pagar precios mucho más reales que los congelados políticamente. El Gobierno ha mantenido la filosofía de que existe el almuerzo gratis y lentamente tiene que darse cuenta de que se metió el pie en la boca.

Ahora, si encima de todas estas revelaciones y al margen de todos estos anuncios, nos enteramos de que la señora presidente de la Argentina se considera la madre de todos los argentinos, falta decir:
“¡Bingo! Cerrame la 4 y traeme la adición”. Ya no falta nada.

© Escrito por Pepe Eliaschev el Viernes 28/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

sábado, 16 de febrero de 2013

El tercer atentado es de índole moral... De Alguna Manera...


El tercer atentado es de índole moral...
Hubo en el pasado una industria de la muerte. Prosperó en los campos de concentración alemanes. Hay ahora una comercialización de la muerte. Acaba de convalidársela en el Parlamento argentino.

Ahmadinejad puede sentirse satisfecho. A su negacionismo de la Shoá se suma ahora la subestimación del dolor judío por parte del Estado argentino. Si se trata de renegar de lo sucedido, la coincidencia no podía ser mayor.

A los dos atentados materiales que ya tuvieron lugar se agrega ahora este tercer atentado que es de índole moral y que, una vez más, es cometido en la Argentina. Con él ha volado por el aire la máscara que cubría la cara del delito y la mentira. Hoy no hay conexión local en la siembra del espanto; hoy todos los responsables de lo ocurrido son argentinos y forman parte del gobierno nacional.

La defensa del acuerdo establecido con Irán es clara en su propósito: se trata de convertir a los verdugos en inocentes y a los inocentes asesinados en seres insignificantes.

Con este acuerdo humillante, la Argentina se aparta de la verdad y de la historia. De la historia, porque la historia pide que no haya olvido. De la verdad, porque la verdad reclama justicia y sólo se le brinda el encubrimiento del crimen y el desprecio del dolor.

¿Dónde está el progresismo de quienes se subordinan al mandato de los delincuentes?

¿Dónde está la política de derechos humanos de un gobierno que tiene oídos para los que violan esos derechos y no los tiene para quienes exigen su vigencia?

Ayer la verdad ha sido vendida al mejor postor por el Parlamento. Su responsabilidad era resguardarla. Y la ha rifado. Mayoría de la pequeñez y de lo infame. Mayoría de lo vergonzoso y lo perverso. Mayoría del desprecio por la soberanía nacional. Mayoría de la bajeza ejercida sin temblar y de la obediencia debida practicada con fervor.

Ni la justicia argentina ni la comunidad política del país ni la colectividad judeo-argentina están con el Gobierno. Pero el Gobierno no está solo. El Gobierno está con Irán.

Hay desde ayer una nueva clase de desaparecidos en la Argentina. Son los asesinados en la AMIA y la embajada de Israel.

El Gobierno ha decidido, con su acuerdo escalofriante, terminar con su significación como fundamento de la búsqueda de la verdad y la justicia. Los ha hecho desaparecer como límite intransponible de toda conducta indigna. Ha volatilizado su valor real y simbólico para convertir en un patético acuerdo la indignidad. El Gobierno lo sabe. Lo sabemos nosotros. El olvido no tendrá lugar.

Este texto fue leído por el autor en el acto de ayer frente al Museo del Holocausto.

© Escrito por Santiago Kovadloff el viernes 15/02/2013 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



viernes, 19 de octubre de 2012

Lógica K... De Alguna Manera...

Victorias pírricas…

Fragmento del Guernica de Pablo Picasso

Toda derrota es una pérdida –excepto por las lecciones que eventualmente la derrota deja al perdedor–, pero no toda victoria es una ganancia. Muchas grandes naciones en la historia –y posiblemente aun más muchas pequeñas– salieron de guerras victoriosas con pasivos enormes, objetivos no alcanzados y en varios aspectos peor de como entraron a ellas. Se ha dado en llamarlas “victorias pírricas”. La conclusión es que a menudo es más sabio buscar compromisos para evitar confrontaciones que, aunque sea, plantean como si fuesen el camino para obtenerlo todo, suelen terminar deparando resultados magros.

El mismo dilema es frecuente en la política. El Gobierno argentino debería tomarlo en cuenta en su cruzada “a todo o nada” contra Clarín y la prensa que no es oficialista.

La lógica del Gobierno –una lógica tantas veces vista a lo largo de la historia– es que lo que no es nombrado no sucede. Según ese punto de vista, casi todo lo feo que la gente cree que sucede es producto de que Clarín lo dice. La gente cree –entre tantas otras cosas– que hay inflación, y el Gobierno responde que es porque hay economistas que hablan de eso y algunos medios lo publican. La gente cree que hay problemas para abastecerse de dólares, y la Presidenta dice que no es así. La lucha es para acallar esas voces que estarían formando un clima de opinión negativo.

Hay dos posibles desenlaces de esta confrontación: el Gobierno vence o el Gobierno no vence. Pero aun en el caso de una victoria, es dudoso que el Gobierno salga de ella ganador. Es posible que los pasivos superen con creces a los aparentes beneficios, aun en el caso de una victoria. Aun más, es posible que si el Gobierno consigue lo que busca el 7 de diciembre, y consigue silenciar las voces que contradicen su discurso, su aprobación en la población decline más que si no encarase esa batalla. Ese es su dilema.

Es una confrontación entre el Gobierno y la sociedad antes que entre el Gobierno y los medios de prensa. El diagnóstico del Gobierno es que todo lo que la gente de la calle cree que le sucede es producto de la comunicación mediática y que si esas cosas dejan de ser dichas los problemas desaparecen. El diagnóstico de muchísima gente de la calle es que el problema consiste en que hay cosas que no andan bien y el Gobierno no habla de ellas. Es una película tantas veces vista que cuesta entender por qué se insiste con el mismo guión.

Pensar que los medios inventan los problemas y los instalan exitosamente en la agenda del público es una ingenuidad. En nuestros días, además, es contradictorio con otros datos evidentes. Es contradictorio, por ejemplo, con los votos que obtuvo la Presidenta en octubre de 2011 teniendo en contra los mismos medios. Es contradictorio con la notable recuperación en su imagen positiva después del bajón de 2009, cuando los mismos medios que hoy fustiga decían las mismas cosas que venían diciendo durante el bajón; aun más, no pocos de esos medios negaron durante un buen tiempo la recuperación de la Presidenta que las encuestas iban reflejando, pero ella y su Gobierno siguieron creciendo.

El problema hoy es que el Gobierno no habla de lo que a la gente le preocupa, no da respuestas a las preguntas que se hacen millones de personas cada día y por lo tanto se va alejando de esas personas. Tampoco la prensa afín al Gobierno dispone siempre de un discurso unificado. Un ejemplo bien actual es el tema del malestar en las fuerzas de seguridad: según qué diario “oficialista” se lea, se encuentra una versión distinta de lo que está pasando.

En resumen, es poca la gente que cree que le está yendo mal porque otros dicen que le va mal. Más bien es porque a algunos les va mal que otros empiezan a hablar de que algo no está bien. No resuelve las cosas pelear contra distintas voces en busca de una victoria que bien puede terminar siendo pírrica. En la guerra contra el discurso el Gobierno lleva las de perder, no porque eventualmente no pueda ganar la batalla silenciando voces sino porque, aun logrando todo lo que busca, puede ocurrir que salga perdidoso.

© Escrito por Manuel Mora y Araujo, Sociólogo, Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 14 de Octubre de 2012.