Victorias pírricas…
Fragmento del Guernica de Pablo Picasso
Toda derrota es una pérdida –excepto por las
lecciones que eventualmente la derrota deja al perdedor–, pero no toda victoria
es una ganancia. Muchas grandes naciones en la historia –y posiblemente aun más
muchas pequeñas– salieron de guerras victoriosas con pasivos enormes, objetivos
no alcanzados y en varios aspectos peor de como entraron a ellas. Se ha dado en
llamarlas “victorias pírricas”. La conclusión es que a menudo es más sabio
buscar compromisos para evitar confrontaciones que, aunque sea, plantean como
si fuesen el camino para obtenerlo todo, suelen terminar deparando resultados
magros.
El mismo dilema es
frecuente en la política. El Gobierno argentino debería tomarlo en cuenta en su
cruzada “a todo o nada” contra Clarín y la prensa que no es oficialista.
La lógica del Gobierno
–una lógica tantas veces vista a lo largo de la historia– es que lo que no es
nombrado no sucede. Según ese punto de vista, casi todo lo feo que la gente
cree que sucede es producto de que Clarín lo dice. La gente cree –entre tantas
otras cosas– que hay inflación, y el Gobierno responde que es porque hay
economistas que hablan de eso y algunos medios lo publican. La gente cree que
hay problemas para abastecerse de dólares, y la Presidenta dice que no es así.
La lucha es para acallar esas voces que estarían formando un clima de opinión
negativo.
Hay dos posibles
desenlaces de esta confrontación: el Gobierno vence o el Gobierno no vence.
Pero aun en el caso de una victoria, es dudoso que el Gobierno salga de ella
ganador. Es posible que los pasivos superen con creces a los aparentes
beneficios, aun en el caso de una victoria. Aun más, es posible que si el
Gobierno consigue lo que busca el 7 de diciembre, y consigue silenciar las
voces que contradicen su discurso, su aprobación en la población decline más
que si no encarase esa batalla. Ese es su dilema.
Es una confrontación
entre el Gobierno y la sociedad antes que entre el Gobierno y los medios de
prensa. El diagnóstico del Gobierno es que todo lo que la gente de la calle
cree que le sucede es producto de la comunicación mediática y que si esas cosas
dejan de ser dichas los problemas desaparecen. El diagnóstico de muchísima
gente de la calle es que el problema consiste en que hay cosas que no andan
bien y el Gobierno no habla de ellas. Es una película tantas veces vista que
cuesta entender por qué se insiste con el mismo guión.
Pensar que los medios
inventan los problemas y los instalan exitosamente en la agenda del público es
una ingenuidad. En nuestros días, además, es contradictorio con otros datos
evidentes. Es contradictorio, por ejemplo, con los votos que obtuvo la
Presidenta en octubre de 2011 teniendo en contra los mismos medios. Es
contradictorio con la notable recuperación en su imagen positiva después del
bajón de 2009, cuando los mismos medios que hoy fustiga decían las mismas cosas
que venían diciendo durante el bajón; aun más, no pocos de esos medios negaron
durante un buen tiempo la recuperación de la Presidenta que las encuestas iban
reflejando, pero ella y su Gobierno siguieron creciendo.
El problema hoy es que el
Gobierno no habla de lo que a la gente le preocupa, no da respuestas a las
preguntas que se hacen millones de personas cada día y por lo tanto se va
alejando de esas personas. Tampoco la prensa afín al Gobierno dispone siempre
de un discurso unificado. Un ejemplo bien actual es el tema del malestar en las
fuerzas de seguridad: según qué diario “oficialista” se lea, se encuentra una
versión distinta de lo que está pasando.
En resumen, es poca la
gente que cree que le está yendo mal porque otros dicen que le va mal. Más bien
es porque a algunos les va mal que otros empiezan a hablar de que algo no está
bien. No resuelve las cosas pelear contra distintas voces en busca de una
victoria que bien puede terminar siendo pírrica. En la guerra contra el
discurso el Gobierno lleva las de perder, no porque eventualmente no pueda
ganar la batalla silenciando voces sino porque, aun logrando todo lo que busca,
puede ocurrir que salga perdidoso.
© Escrito por Manuel Mora
y Araujo, Sociólogo, Profesor de la Universidad Torcuato Di
Tella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el
domingo 14 de Octubre de 2012.