Seguir pedaleando por la justicia...
Es un doloroso pero necesario ejercicio
recordar los días trágicos del 19 y 20 de diciembre de 2001. En ese entonces,
yo era intendente de la ciudad de Rosario y, como tantos otros ciudadanos,
veíamos el crecimiento del deterioro social y económico que hundía a miles de
argentinos en la pobreza, la desocupación, y el abandono.
Es un
doloroso pero necesario ejercicio recordar los días trágicos del 19 y 20 de
diciembre de 2001. En ese entonces, yo era intendente de la ciudad de Rosario
y, como tantos otros ciudadanos, veíamos el crecimiento del deterioro social y
económico que hundía a miles de argentinos en la pobreza, la desocupación, y el
abandono.
El
gobierno nacional de aquel tiempo consideraba, a nuestro juicio
equivocadamente, que sería posible mantener la gobernabilidad sin establecer
modificación alguna de las políticas socio económicas neoliberales,
caracterizadas por los recortes, las privatizaciones, y el ajuste a aquellos
sectores de la sociedad argentina que menos posibilidades tenían de
afrontarlos. El resultado de aquel rumbo sería una ciudadanía lacerada, con sus
ahorros confiscados pero, sobre todo, con su dignidad herida. La protesta
social, el reclamo justo de amplios sectores dela Argentina, sería la forma de
expresión del descontento. Ante esos reclamos el gobierno nacional tomaría la
alternativa más ominosa: la de la represión, que tendría como saldo la pérdida
de la vida de ciudadanos y ciudadanas que, aún hoy y para siempre, guardamos en
nuestra memoria.
En
aquellas jornadas del 19 y el 20 de diciembre de 2001 sería asesinado por una
Itaka de las fuerzas policiales un ciudadano de ilimitada bondad que dedicaba
sus horas a colaborar con quienes menos posibilidades de desarrollo tenían:
nuestro querido Pocho Lepratti. Así, en el comedor en el que ayudaba y
acompañaba a chicos y chicas, y tras gritar ala Policía–que hacía oídos sordos–
que no disparasen, el Pocho nos dejaba pero para quedarse en nuestra memoria.
Nuestro querido León Gieco lo inmortalizaría en su canción El Ángel de la
bicicleta en la que repetiría el grito de Lepratti: “¡¡Bajen las armas!! Que
aquí sólo hay pibes comiendo”. Una sociedad donde los pibes puedan comer era el
sueño que lo movilizaba y el que también a nosotros nos moviliza.La Justiciase
quedó a mitad de camino. Identificó al asesino, lo encarceló, pero no se avanzó
sobre el autor ideológico, sobre aquél que ordenó los disparos con balas de plomo,
sobre aquéllos que decidieron reprimir las protestas sociales.La
Justicia todavía está, entonces, en deuda con la sociedad.
En los
días posteriores, como intendente de
Rosario, luego como gobernador de Santa Fe, y cuando el Frente Amplio
Progresista me confió la tarea de ser candidato a presidente dela Nación,
recordé siempre aquellos episodios, la tremenda fragmentación social de nuestro
país, las víctimas de la represión y al Pocho Lepratti. Ese recuerdo me motivó
a tomar la decisión de quitar las vallas dela Casade Gobierno de Santa Fe.
Aquellas vallas separaban al pueblo de sus representantes porque habían
funcionado como mecanismo de segregación y alejamiento. Si nuestra intención
era hacer un gobierno cercano a los ciudadanos y las ciudadanas de nuestra
provincia la primera medida que debíamos adoptar era eliminar el vallado que
impedía concretar ese espíritu de cercanía. La construcción de consensos y el
diálogo, el debate y la invitación a la reunión, ha sido mi bandera y la de
todos aquellos que nos acompañan. La lección de la historia ha sido ésa: que
cuando los gobiernos carecen del espíritu de participación se enfrentan a
quienes les han dado el mandato de representarlos.
Diez
años después de aquellos trágicos sucesos tenemos una realidad diferente, pero
continuamos retrasados en la construcción de una sociedad de valores, única
forma de evitar la repetición de sucesos del pasado. Esos valores, que con
tanto ahínco defendemos, son los de la solidaridad, la participación y la
transparencia. Son los valores que permiten constituir y desarrollar un Estado
democrático e inclusivo y, por sobre todas las cosas, un Estado que deje atrás
todo viso autoritario y toda pretensión de hegemonía.
Debemos
apostar a la buena política para resolver situaciones complejas, debemos
apostar al diálogo y a la creación de consensos. Esto es lo que, humildemente,
hemos hecho y hacemos en Rosario y Santa Fe. El conflicto existe pero también
existe la actitud de diálogo que permite generar acuerdos entre los distintos
sectores de la sociedad.
Tenemos
que trabajar todos los días para lograr una mejor redistribución de los
beneficios de la sociedad. Es la única manera para que realmente podamos
aprovechar las ventajas dela Argentina: un país con alta producción de
alimentos, con una gran elaboración de productos manufacturados de excelente
calidad, con la posibilidad de incorporar a las universidades al conocimiento y
aceptar el desafío de que se puede forjar un camino de florecimiento económico
en base a una justicia que actúe, un Ejecutivo que sea amplio y un Legislativo
que sea transparente. Son los valores y las formas para conseguir una Argentina
mejor. Estamos en condiciones de hacerla. Depende de nosotros, del impulso que
le demos a las ideas, a la ética y al trabajo.
Sostenemos
la memoria para que no se reaparezcan los errores de nuestra historia. Ante
estas fechas sólo podemos apelar a ella, porque es terreno fértil para evitar
la repetición de acontecimientos trágicos y mecanismo necesario para augurar un
futuro mejor para todos los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.
© Escrito por Hermes Binner (*) y publicado por Diario El
Ciudadano de la Ciudad
de Santa Fe de la Veracruz
el miércoles 21 de Diciembre de 2011..
(*) Intendente de Rosario
1995-2003. Gobernador de Santa Fe 2007-2011. Candidato a presidente por el FAP
2011.
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