Causa de la pobreza…
Con los ojos en
la nuca. Los sindicalistas Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca), Hugo Moyano
(CGT Azopardo), Pablo Micheli (CTA Autónoma) y Momo Venegas (Uatre). Foto:
Cedoc
El papel del sindicalismo en Alemania y en Argentina, en
medio de la polémica por las cifras de pobres.
La polémica alrededor de la cantidad de pobres y la forma de medir la
pobreza en nuestro país –potenciada por la desopilante comparación con Alemania
del jefe de Gabinete– se generó al mismo tiempo que se producía el segundo paro
general en tres meses, sin que en el debate sobre la pobreza se haya puesto
énfasis en conectar ambos temas, uno como causa del otro.
Dada la directa relación entre nivel salarial (o ausencia de él en forma de
desempleo) y pobreza, que la Argentina tenga uno de los mayores índices de
medidas de fuerza sindicales de todo tipo en el mundo, y nuestra población no
tenga la cantidad de empleos bien remunerados que permitan índices de pobreza
distintos, obliga a reflexionar la relación entre huelgas y pobreza.
Si los paros nacionales fueran realmente una medida en defensa de los
trabajadores, y dado que Argentina es uno de los pocos países donde se permite
la huelga general, nuestros trabajadores deberían tener unos de los mejores
salarios del mundo. O, por lo menos, que mejoraran en proporción al promedio de
los salarios internacionales en los 32 años que llevamos de democracia. O,
mínimamente, que mejoraran frente al promedio de los salarios de los países
vecinos con quienes compartimos la misma área económica. Y no fue así.
En Alemania no hay paros nacionales, porque el marco laboral de ese país
prescribe que las huelgas que buscan un objetivo político están prohibidas, y
sólo se autorizan las que tengan una finalidad regulada por convenio. En tanto
esté vigente un convenio colectivo, existe la obligación de abstenerse de
recurrir a medidas de fuerza. Y los funcionarios públicos no tienen derecho de
huelga, ya que sus condiciones laborales y retributivas se regulan por ley y no
por la negociación colectiva.
Los paros nacionales en la Argentina no están hechos para mejorar los
salarios de los trabajadores, sino para que los dirigentes sindicales puedan
presionar sobre los gobiernos para mantener o acrecentar su poder. Son una
amenaza dirigida al político que no quiera reconocerles a los dirigentes
sindicales cierta cantidad de privilegios.
63% de los alemanes opina que los sindicatos eliminan
muchos más puestos de trabajo de los que generan
Este segundo paro nacional en tres meses no es contra Cristina Kirchner. Es
contra Macri o Scioli. Le están advirtiendo al nuevo gobierno que surgirá que
se cuide de cometer el error de olvidar que los máximos dirigentes sindicales
cuentan con la herramienta de presión de contener el descontento o potenciarlo.
En la medida en que se arregle con la suficiente cantidad de dirigentes
sindicales, como hicieron el menemismo y el kirchnerismo en sus primeras
presidencias, no habrá grandes conflictos. Mientras se mantuvo aliado al
kirchnerismo, Moyano sostenía que “un poco de inflación no es malo”, siendo
principal responsable de la recreación del huevo de la serpiente de la economía
argentina.
Tanto Macri como Scioli creen que ellos volverán a tener a los sindicalistas
apoyándolos cuando sean gobierno. Así será mientras tengan una moneda de cambio
que compre las voluntades de esos sindicalistas. Que poco tendrá que ver con el
aumento de salario real de los argentinos y la reducción de la pobreza.
Es más, la falta de alineamiento entre los intereses de los sindicalistas y
el crecimiento real de la economía en su conjunto, y el consecuente aumento de
la productividad del trabajo argentino, es una de las principales causas de
nuestra pobreza.
Si los salarios aumentaran sólo por la presión sindical, realmente habría
menos pobres en Argentina que en Alemania. La Deutsche Welle (televisión
nacional alemana) difundió una encuesta donde el 63% opinó que los sindicatos
eliminan muchos más puestos de trabajo de los que generan y uno de cada dos
trabajadores cree que los sindicatos paralizan el mercado laboral.
Así como el Gobierno miente con el Indec, la inflación y la pobreza,
paritarias con alta inflación, aun en los años que pudieron ser por arriba de
ella, son otra gran mentira porque el aumento verdaderamente sustentable es el
aumento de la productividad, y que el porcentaje de aumento tenga “un tres
adelante” puede ser irrelevante pocos meses después, como ya se ha demostrado.
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