Vivir en banda…
La franja fijada al tipo de cambio es la madre del temblor financiero.
Aspiración y voto útil.
© Escrito por Nelson
Castro el domingo 10/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
"No estamos preocupados por el dólar”. Fue una de las frases de la semana. La pronunció el ministro de la Producción, Dante Sica. Fue la misma frase que se dijo desde el Gobierno cuando ya arreciaba la corrida cambiaria de abril del año pasado, que fue el origen de la crisis económica de la cual no se termina de salir.
Curioso que un hombre de
la experiencia de Sica no haya aprendido la lección de la historia que
demuestra lo riesgoso que es para un gobierno tapar el sol con la palma de la
mano y no entender, además, el afecto que el aumento del dólar tiene sobre los
precios de los productos de consumo masivo.
La tendencia que se percibe en los así llamados es a acompañar la apreciación del dólar,
que a fin de septiembre estuvo en $ 42, lejos de ese máximo que hoy sería
$ 52, arriba de la banda. Igual, la Argentina exagera los movimientos de los
países emergentes y de Latinoamérica.
Hay que tener en cuenta que tiene mucho impacto el desacople de las elecciones
de los gobernadores y la no recuperación en las encuestas de Mauricio Macri.
Faltaba explicitar políticamente un plan B para Cambiemos. No solo no hay un
plan económico, no hay plan político alternativo a un Mauricio Macri que se
desbarranca en los sondeos.
Medidas. Desde el BCRA
anunciaron que reducirán el ritmo de aumento de la banda. Con esa medida
vuelven a equivocarse lamentablemente. La raíz del problema es que el Fondo
Monetario Internacional no tendría que haber autorizado una banda tan amplia y
generar un margen de intervención donde la parte superior de la banda fuera más
baja.
No tiene sentido tener una banda cambiaria donde el tope es $ 50, si cuando el
dólar llega a $ 43 tiembla el Banco Central y la Casa de Gobierno. Fijar el
límite en $ 50 es ridículamente alto.
No hay oferta de
dólares para los dólares financieros que exceden la
demanda de los dólares comerciales que tiene el mercado. El Gobierno se ilusiona
con los dólares que proveerán el campo y el mismo FMI. Nada de esto parece
tranquilizar a los mercados porque el riesgo país ha escalado esta semana hasta
tocar los 800 puntos.
Si en el aspecto macroeconómico las cosas no andan bien, en el ámbito de la
llamada economía real el panorama es igualmente malo. Es lo que evidencian las
suspensiones en las empresas automotrices, que en 2017 fueron una de las
estrellas de la tenue primavera de recuperación que ensoberbeció al oficialismo
y, sobre todo, al PRO.
Cuando hay industria automotriz, el sector industrial va a donde va la
industria automotriz, y esta última tiene una perspectiva muy mala para este
año. Hay una drástica caída en unidades ensambladas y esto se refleja en la
cantidad de chapa que encargan. “Estábamos en un millón de unidades por año,
pero este año vamos a estar en 450 mil aproximadamente. La industria está
trabajando con esas cantidades y ahí es que se empieza a suspender personal”,
explica un consultor económico.
Efectos. Las consecuencias
políticas que este desbarajuste de la economía está produciendo en el interior
de Cambiemos son cada vez más difíciles de ocultar. Cambiemos cruje. El pretendido optimismo de Marcos Peña del
que participa el Presidente es cada vez más difícil de verificar en la
realidad. La calle hoy destila desencanto, frustración, enojo y angustia. Y
estamos hablando de la calle que refleja el pensamiento y el sentir de muchos
de los que votaron al actual gobierno. Esas voces afirman con rotundez dos cosas:
no quieren el regreso al poder de Cristina Fernández de Kirchner pero tampoco
quieren a Macri. Están ávidos de algo diferente. Y si la opción es Macri o CFK,
lo votarán al Presidente pero con resignación. Macri ha acabado con sus
esperanzas de un futuro mejor.
Hoy, el Gobierno enfrenta un test electoral con repercusión nacional: la
elección a gobernador en la provincia de Neuquén. En una disputa muy pareja, se
encendió una luz naranja en la mismísima Casa Rosada: la posibilidad cierta de
que el candidato del kirchnerismo, Ramón Rioseco, gane. De hecho, los que
conocen la intimidad de Balcarce 50 señalan que las encuestas que por allí
circulan le dan una ventaja de 2 a 3 puntos. De confirmarse ese resultado sería
un verdadero mandoble a la mandíbula del oficialismo.
Neuquén, con Vaca Muerta, ha sido el mascarón de proa del nuevo modelo
productivo y de desarrollo al que ha apostado el Gobierno. Macri ha exhibido
Vaca Muerta como emblema de su gestión. Una derrota allí a manos de Rioseco dejaría a
esa provincia de capital importancia para el desarrollo energético del país en
manos del kirchnerismo. Eso complicaría toda la estrategia de desarrollo
energético ideada por el Gobierno. Además de esta circunstancia, Neuquén
debería representar un alerta para Cambiemos: si en esa provincia donde se ha
verificado un innegable florecimiento de la economía gana el candidato K, ¿qué
futuro le aguardará en la mayoría de las otras en las que casi todo es penuria?
En estas últimas tensas horas, en forma subterránea se comenzó a trabajar la
consigna del voto útil de Cambiemos, que significa que en vez de votar a su
candidato, Horacio “Pechi” Quiroga, se lo haga por el actual gobernador, Omar
Gutiérrez. Esto no es algo novedoso en la historia del PRO. Es lo que hizo en
2013 al votar por Sergio Massa y frenar así un triunfo del Frente para la
Victoria, que le hubiera abierto la puerta al proyecto de reelección indefinida
con el que soñaba CFK.
Juntos o revueltos. El
acto del peronismo en el microestadio de Ferro demostró lo difícil que le será
concretar la unidad por la que muchos desesperan. El “vamos a volver” es la
expresión de un revanchismo que anida en el kirchnerismo duro y que no puede
augurar otra cosa que el fracaso. Lo reconoció con todas las letras Felipe Solá, allí
presente. Habrá que ver si la ex presidenta lo comprende.
Donde no hay división es en la protección política que, ante su complicadísima
situación judicial, le sigue dando el peronismo. Es lo que se vio tras el fallo
de la Corte Suprema de ordenar la prisión preventiva de CFK. Las evidencias en
su contra son apabullantes: el testimonio más arrasador de todos los
recolectados en las diferentes causas que enfrenta ha sido y es el de su ex
contador Víctor Manzanares.
Pero eso poco parece importarles a quienes la protegen. He ahí, un augurio de
impunidad.