Efecto
desconcierto…
MASsA LEUDANDO.
Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes
En medio de los malos datos de la economía de Macri, CFK
sorprendió con su jugada política.
© Escrito por Nelson Castro el domingo
19/05/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
El último Hot Sale dejó un dato del cual no
había antecedentes: entre los productos más vendidos sobresalieron el azúcar,
la yerba y los pañales. Que se haya incluido el rubro alimentario y que haya
habido tal nivel de demanda es una muestra clara –una más– de la profundidad de
la crisis socio-económica que atraviesa Argentina. Para mucha gente, hoy en día
el problema es comer. Las parroquias y los comedores comunitarios de todo el
país enfrentan una demanda incesante y creciente.
Quienes han escuchado a Jaime Duran Barba
coinciden en señalar que anida en el ánimo del consultor estrella del PRO una
preocupación que no se le había conocido antes. En sus análisis se hace
evidente el impacto electoral negativo que para el Gobierno tiene la cuestión
económica. Sorprende que a alguien le sorprenda.
No hay manera de pensar lógicamente que Mauricio Macri sea reelecto si esta
realidad no cambia. Y el problema es que no hay ningún análisis económico serio
que augure una mejoría sustancial de lo que hoy exhibe el presente. La calle
habla a diario. En ese fluir de opiniones es muy inusual encontrar hoy quien
hable bien del Gobierno. Y estamos hablando de aquellos que lo votaron.
Emerge de ellos una mezcla de decepción y
angustia. Decepción porque le creyeron al Presidente cuando prometió que iba a
acabar con la inflación, que iría por la pobreza cero y que se eliminaría el
impuesto al mínimo no imponible sobre los salarios.
Cifras. Los números de Macri son malos. Y las interpretaciones
que hace el vocero insignia del Gobierno, Marcos Peña, también son malas. Por
lo menos cuando busca asimilar la situación electoral del oficialismo con lo
sucedido en 2015. “Tenemos los mismos números que en 2015”, se le escucha decir
a él –y a otros– para justificar los malos resultados de las elecciones
provinciales. Es un grosero error de apreciación. En 2015, Cambiemos era
oposición; ahora es oficialismo. En 2015, sus votantes tenían una ilusión.
Ahora, en cambio, los atraviesa la desilusión. Es una desilusión acompañada de
enojo y angustia.
Esto es algo que en la Casa Rosada conocen y
reconocen. Peña, en sus habituales reuniones con militantes, habla del tema
ellos, que están desarrollando una tarea titánica en pos de recuperar el voto
perdido. El problema es que con reconocer el problema no alcanza. “Cómo hacer
campaña si cuando tocás una puerta para conversar mucha gente te la cierra en
la cara”, es lo que se le oye decir a más de un militante de Cambiemos.
Como se viene diciendo en esta columna,
Cambiemos cruje. Y después de la aplastante derrota sufrida en la elección a
gobernador en la provincia de Córdoba, cruje mucho más. El incidente más
resonante que ilustra la afirmación arriba expresada fue la grosera agresión
verbal que la diputada Elisa Carrió le dedicó a Nicolás Massot.
Carrió está descarriada. La crítica
construye; el insulto no. En la Docta, Cambiemos le regaló la elección a Juan
Schiaretti. Pero no la elección a gobernador, que estaba perdida de cualquier
manera, sino la de la capital. Reconocer el lunes por la mañana que la división
había sido un error fue una demostración de falta de sentido común. ¿Debieron
esperar al día después de la elección para darse cuenta de eso?
El bombazo de Alfredo Cornejo, presidente de
la UCR, que dijo que Macri podría no ser candidato, es otro indicio del crujir
que atraviesa a Cambiemos. El Presidente se enojó con esta declaración. Así se
lo hicieron saber en la reunión que compartieron con él las espadas del
oficialismo. Creer que las cosas se pueden arreglar con enojos es un error.
Cristina Fernández de Kirchner también sintió
el cimbronazo producido dentro del justicialismo por el resonante triunfo de
Schiaretti. Por eso se apresuró a gestionar esa foto que se arregló en cuestión
de horas, foto que tuvo un solo objetivo: recuperar protagonismo dentro del PJ.
El papelón de la Corte Suprema de Justicia al
intervenir en la causa por la que Cristina Fernández de Kirchner comenzará a
ser juzgada el próximo martes no tiene precedentes. La maniobra tenía un
objetivo indiscutible: suspender sine die el comienzo del juicio. La movida de
la Corte hizo acordar a los tristemente famosos per saltum a los cuales supo
recurrir la Corte Suprema menemista de los años 90 cada vez que el entonces
presidente Carlos Menem necesitaba detener alguna causa que le molestaba. Aquel
gobierno fue un emblema de corrupción, al que el kirchnerismo emuló.
Las horas que se vivieron a lo largo del jueves serán recordadas por muchos de
los que conocen la trastienda de enfrentamientos feroces que sucedieron no solo
en el cuarto piso del Palacio de Tribunales –es el que ocupa la Corte–, sino en
los tribunales de Comodoro Py. Si bien desde hace varios días por los pasillos
de ese edificio circulaba un rumor que hablaba de los contactos de la Corte con
gente del Instituto Patria, nadie creyó que las cosas llegarían a tanto. Y esto
generó internas y reavivó disputas dentro de la estructura judicial.
Cuando el presidente del Tribunal Oral
Federal, Jorge Gorini, dijo que no había ningún impedimento para comenzar con
el juicio, le asestó a la intentona un golpe letal. El episodio produjo un
severo deterioro al órgano máximo de la Justicia. ¿Habrá sido este un ensayo
para futuras intervenciones de la CSJ en caso de que la actual senadora y
futura candidata sea finalmente electa?
Bonus track. Y cuando parecía que las novedades de la semana
política habían concluido, apareció el bombazo de la ex presidenta comunicando
algo nunca visto: que quien se candidatee a la vicepresidencia haga el anuncio
de la fórmula presidencial de un espacio político.
El impacto y el desconcierto producidos son
tales que las interpretaciones son tantas como la imaginación puede albergar.
Por eso es muy prematuro analizar los motivos de la decisión y sus
consecuencias políticas. Una de las preguntas que se imponen es: ¿se bajó CFK
de la elección? La respuesta es no. Declinó su postulación a la presidencia
pero no se apartó de participar en la carrera electoral. En el medio, las
opiniones dan para todos los gustos: para unos, fue una jugada brillante; para
otros, un paso al costado inentendible; Duhalde dijo que al principio creía que
era un chiste; algunos analistas sostienen que esto deja sin sustento al PJ
federal; otros, que esto lo fortalece.
Sergio Massa dijo que ahora es más candidato
que nunca, y en la UCR muchos piensan que esto debe obligar a Cambiemos a rever
las candidaturas. En medio, una cosa es indudable: Cristina Fernández de
Kirchner ha recobrado un lugar de centralidad en la política argentina. Macri lo
hizo.
Producción periodística: Lucía Di Carlo
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