La máquina de odiar no para…
Se puede poner el eje en lo bien que juega el pibe Almada, en el buen
trabajo que viene haciendo el Gringo Heinze en Vélez, en lo mucho que ataja
Andrada o en la mala racha de Armani, en los esquemas tácticos que elige
Alfaro, en si tiene razón o no el Chacho Coudet cuando se queja de las lesiones
de sus jugadores que no tuvieron ni un día de descanso porque enseguida
tuvieron que empezar otro torneo, en las presiones que reciben los jugadores de
fútbol; en los sistemas de campeonatos absurdos que hacen que un equipo
descendido en un torneo pueda clasificarse campeón en el otro, en los
arbitrajes deficientes, en las patadas criminales.
© Escrito por Juan José Panno
el sábado 18/05/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires.
Se puede poner el eje en la
aparición de jugadores jóvenes que hacen alentar alguna esperanza después de
años de despropósitos en las selecciones juveniles, en lo lamentable que
resulta que un pibe como Sosa con todo lo que promete se tenga que ir al
Everton de Inglaterra con un puñadito de partidos en primera. Pero no.
Se puede poner el eje en el juego,
en el hecho de que a la mayoría de los equipos argentinos les cuesta salir a
uno o dos toques desde el fondo por falta de técnica, por falta de
entrenamiento con la pelota, por las deficiencias de los campos de juego o por
la suma de todo eso.
Se pueden saludar o no los gestos
como el de Bielsa, sus declaraciones llenas de sensatez, su humor para aceptar
las derrotas y hasta se puede debatir sobre su apelación al Fair Play, en un tono
que evite cualquier brote sensacionalista. Se puede discutir y debatir sin
gritar, sin insultar, sin agredir, sin avivar el fuego. Se puede todo eso, pero
no.
En la mayoría de los programas
deportivos de la radio y la televisión se manipula, se acerca leña para
incentivar a que otros (una hinchada, un jugador, un director técnico) terminen
echando nafta al fuego ya encendido por ellos. ¿Los directores de cámara que
buscan obsesivamente al jugador que sale reemplazado para ver cuánto putea, los
que enfocan al que grita o no grita un gol, los que se ensañan con el que
cometió un error, los que se regodean con la discusión entre jugadores de un
mismo equipo, están interesados en el juego?
La maquinaria que funciona a full
para fomentar el odio entre pares nos termina envolviendo a todos. Y es
probable, por eso, que esta nota termine resultando más de lo mismo. ¿No
deberíamos parar un poco la pelota?
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