La lógica de la ilógica…
Incomprensible. A veces el Presidente crea
conflictos inútiles donde no los había. Foto: Cedoc
Una de las principales distorsiones que a menudo se
manifiestan en el ejercicio del poder –en todas sus formas– es la aplicación de
lo que podríamos llamar la lógica de la ilógica. Una de las
principales distorsiones que a menudo se manifiestan en el ejercicio del poder
–en todas sus formas– es la aplicación de lo que podríamos llamar la lógica de
la ilógica. Cuando ello sucede, se adoptan decisiones que generan tanto
desconcierto y controversia que al final terminan siendo inaplicables o
contraproducentes.
De ese tipo de situaciones hubo abundancia
en las dos administraciones de Cristina Fernández de Kirchner. Una
de las promesas de Mauricio Macri fue alejarse de esas conductas. Sin embargo, algunas
decisiones tomadas en lo que va del año y casi dos meses de su gestión han
defraudado esa expectativa. Ejemplo de ello fue el entuerto judicial desatado
alrededor del aumento de las tarifas del gas. Lo ocurrido con tres decisiones
adoptadas entre diciembre y enero ha ido en el mismo sentido.
La primera: el envío del proyecto de modificación al mal
llamado mínimo no imponible a los sueldos sin ningún tipo de acuerdo previo con
la oposición, hecho que estuvo a
punto de significarle al Presidente una derrota que lo hubiese dañado
políticamente. La segunda y la tercera son de estos días: el anuncio de
modificación del sistema de las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo a través de
un decreto de necesidad y urgencia (DNU) y la transformación –de fijo a
movible– del feriado del 24 de marzo.
Respecto al tema de las ART hay coincidencia –incluso en muchos sectores del
gremialismo– en que se debe introducir en ese régimen modificaciones
que restablezcan un equilibrio que en la Argentina ha sido siempre difícil de
alcanzar. Así como está concebido hoy, termina siendo palanca de
apoyo para la industria del juicio, hecho que finalmente afecta al mercado
laboral.
Debido a esto, muchas empresas (sobre todo pequeñas y medianas, motor
fundamental en la creación de empleo) se muestran reacias a contratar más
personal. En los 90, la balanza estaba inclinada hacia el extremo opuesto,
alternativa de la que muchas empresas se aprovecharon en desmedro de sus
trabajadores.
Es pues un asunto extremadamente delicado
en sus consecuencias como para que el Gobierno pretenda saltearse el
imprescindible debate que debe darse en el ámbito del Poder Legislativo. El
DNU es una muy controvertida herramienta institucional que sólo debe usarse
excepcionalmente.Esto, que ha sido repetido hasta el cansancio, no ha sido
óbice para que el Presidente recurra a esta herramienta con excesiva
frecuencia. Esto, a su vez, contradice el discurso republicano de Cambiemos. Lo
que también inquieta es una falta de aprendizaje por parte del Gobierno de lo
acontecido a lo largo de su primer año de mandato, en el que resulta claro que
cada vez que buscó atajos para evitar el consenso con las otras fuerzas
políticas, las cosas no le salieron bien.
Acordar.
El mapa político que quedó después de las elecciones de
2015 le dio a Cambiemos una cuota de poder limitada, a diferencia de la suma
del poder que obtuvo CFK en 2011 como consecuencia de su resonante victoria con
el 54% de los votos, que le permitió dominar –literalmente– el Congreso y
manejarlo a su antojo. Hay quienes creen que actuando de esta manera –es decir,
por medio de la imposición y no del consenso– se dan señales de autoridad
que pesan a la hora de crear las condiciones para atraer las inversiones de las que tanta necesidad tiene la Argentina. No
saben cuán equivocados están.
Una medida de tanta endeblez –que podría
ser revocada a su vez a través de otro DNU– de ninguna manera puede ser imán
para alguna nueva inversión significativa. A esta altura, el jefe de Estado debería tener plena
conciencia de que la barrera para atraer nuevas inversiones productivas la
representa la conducta a futuro del peronismo. En la medida en que
lo tenga de opositor cerril y sin posibilidad de consensuar políticas de
Estado, ningún inversor potente se sentirá demasiado entusiasmado de instalarse
en nuestra geografía.
Otra medida incomprensible es la
modificación –de fijo a movible– del feriado del 24 de marzo. Pocas veces se ha visto una decisión tan falta de tino en
su forma y en su fondo. No se entiende la falta de consulta no sólo a los
diferentes organismos y referentes de los derechos humanos, sino también a los
de la política. Por qué causar un nuevo foco de conflicto donde no lo había.
El Gobierno ha cometido una fenomenal
torpeza que ha encolumnado en las críticas no sólo a la oposición sino también
a muchos dentro del oficialismo, como la opinión contraria de Santiago Cantón,
secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.
Es la economía... En
el medio de estas idas y vueltas está la realidad económica, en donde las
dificultades siguen siendo muchas. En lo macro, las cosas están un poco
mejor. El problema es que, en lo micro, esas mejoras aún están lejos de llegar
a la gente, no sólo de los sectores más desfavorecidos sino también de la clase
media. No se percibe bien cuán claro tienen esto quienes toman decisiones en el
entorno presidencial. Hay tensiones que irán creciendo. Ahí está en punta la
CGT, anunciando un plan de lucha cuya escalada culminará en un paro nacional.
La advertencia ha sido lanzada sin eufemismos.
Miguel Bein –economista serio que supo ser hombre de consulta de Daniel Scioli en la campaña presidencial de 2015– acaba de señalar que
hay una reactivación que viene sucediendo desde noviembre, que la inflación
estará en el orden del 23% y que hay recuperación del empleo. Pero todo es
paulatino y, por lo tanto, no alcanza para solucionar el ahora de mucha gente
que la está pasando mal. La insatisfacción no sólo proviene desde el ámbito
laboral, también en los empresarios hay críticas.
Febrero arranca con el aumento tarifario de
la electricidad. Eso irá a precios. Se calcula que en el primer cuatrimestre
tendrá una incidencia de 3%. Jorge Todesca, titular del Indec, ha dicho que el
índice de inflación ideal para el primer cuatrimestre de este año no debería
superar el 5%, lo cual parece de dudoso logro si se toman los cálculos de enero
y febrero.
El presente socioeconómico es preocupante
para el Gobierno no sólo por la conflictividad social que alimenta sino también
por la elección legislativa de octubre. Superadas las vacaciones, se ve que en
las cabezas del oficialismo se ha comenzado a trabajar en este objetivo. Ganar
va a ser muy difícil. Las encuestas en la provincia de Buenos Aires no son
buenas para el oficialismo. Lo único positivo para
Cambiemos es que la tiene a María Eugenia Vidal, cuya buena imagen está consolidada. El problema es que no
puede ser candidata, salvo que alguien con afán suicida quisiera repetir la
experiencia de las listas testimoniales que tan mala fue para el kirchnerismo
en 2009.
Los candidatos de Cambiemos marchan terceros cómodos.
La realidad le marca al Gobierno la
necesidad de ampliar su base de sustentación. Ante esa evidencia, los
resquemores entre la gobernadora y el presidente de la Cámara de Diputados,
Emilio Monzó, parecen haber quedado en el pasado luego de la comida que
compartieron hace unos días. Ambos reconocen la necesidad de incorporar a
hombres del peronismo no sólo como alternativa electoral sino también de
gobernabilidad.
La incógnita electoral la representa Cristina
Fernández de Kirchner, quien a pesar de todas las denuncias en su
contra mantiene un caudal de votos importante que no tiene nadie más en el
peronismo. Es notable lo que está sucediendo en el PJ: salvo la dirigencia de La
Cámpora y algunos
intendentes ultra K, son muy pocos los dirigentes de peso que se encolumnan
tras ella. Sin embargo, ningún otro dirigente –ni siquiera Scioli– la supera en
intención de voto. A su vez, en el rompecabezas electoral que se presenta hoy, CFK
sabe que sin la presencia dentro del peronismo de Sergio Massa las cosas
también serán difíciles para ella.
A escuchar.
Lo sucedido con las escuchas judiciales que la
comprometen es grave por donde se lo mire. En la distorsionada visión del
kirchnerismo y sus acólitos de Justicia Legítima, se escandalizan por la
filtración de esas escuchas. Lo que ocurre en verdad es que cada uno se
escandaliza con estas cosas según en qué vereda de la geografía política se
encuentre. Si estas escuchas hubieran sido comprometedoras para
Macri, la misma CFK, que hoy dice sentirse perseguida, estaría convalidándolas.
En verdad, lo grave es el contenido, así como también el hecho de que el
titular de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) de ese entonces, Oscar
Parrilli, se haya llevado a su casa 88 CD con escuchas que de ninguna manera
debió haber sustraído de su lugar.
Hay que recordar que esas escuchas habían
sido dispuestas por un juez federal, Ariel Lijo. La conversación entre CFK
y Parrilli refleja tanto el abuso de poder de CFK como su trato con los
miembros de su gobierno. Utilizar la palabra
“pelotudo” no es ningún delito. Es una vulgaridad, y ése es un atributo –su repertorio es vasto– harto
conocido de la ex presidenta.
El asunto clave radica en el propósito de
armarle una causa a Jaime Stiuso. Ese “armado” es la demostración del abuso de
poder que fue tan patente durante toda la gestión K. Pasaba lo mismo cuando
ordenaba a la AFIP apretar a quienes criticaban a su gobierno. El kirchnerismo
se creyó no administrador sino dueño del Estado. El “vamos por todo” no fue un
eslogan de campaña, sino un proyecto de poder.
Producción periodística: Santiago Serra.
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