Fin de pendientes…
Vía Libre. Alfonso
Prat-Gay. Dibujo: Pablo Temes
El pago a los holdouts alivia y elimina obstáculos
y excusas. Cristina, complicada.
© Escrito por Nelson Castro el sábado
23/04/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Hasta que no arreglemos con los holdouts, no habrá plan
económico”. Esa es la frase que se venía escuchando en el Gobierno desde el
Presidente para abajo. Ese objetivo se logró y se terminó de concretar el
viernes pasado, es decir, 14 años y cuatro meses después de aquel infausto día
en que el presidente brevis Adolfo Rodríguez Saá lo había decretado entre los
aplausos y vítores de legisladores que no se supo bien qué festejaban.
Cuando se escriba toda la historia de estos 14 años en
default, se hará mucho más evidente –entre otras cosas– el grosero error que
cometió Cristina Fernández de Kirchner cuando, mal aconsejada por su ministro
de Economía, Axel Kicillof, y llevada por los arrebatos fantasiosos del así
llamado “relato”, decidió frenar el último día de julio de 2014 un acuerdo en
marcha con los fondos buitre que le hubiera permitido a su gobierno acceder a
una solución a este litigio por muchísima menos plata de la que ahora debió
erogarse.
En esa negociación dramática –contada con todo detalle
por el entonces presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega–, un grupo de
banqueros había decidido aportar gran parte del dinero requerido para llevar
adelante la operación. “Si Cristina hubiese arreglado con los holdouts,
habríamos podido enfrentar las elecciones con una realidad económica mejor y
con mayores chances de ganar las elecciones”, se lamentaba por estas horas un
hombre que fue parte importante del equipo de campaña de Daniel Scioli.
El cierre del conflicto con los holdouts representa una gran oportunidad para el país y un enorme desafío para el Gobierno. El viernes se vivía en el corazón de la City porteña un clima de euforia que no se experimentaba desde hace años. El reto de aquí en más es que esa euforia se traduzca en mayores niveles de inversión y no quede limitada a una circunstancia financiera que beneficie a unos pocos y deje en un limbo de penurias a millones de argentinos.
El gobierno de Mauricio Macri enfrenta una realidad
económica compleja. La luna de miel ya pasó. La inflación está en el centro de
los problemas que hacen difícil la vida de la mayoría de los argentinos. El
aumento de las tarifas y la caída del consumo representan una combinación que está
haciendo crujir al sector de las pequeñas y medianas empresas, que son los
principales dadores de trabajo en el sector privado. Con tasas de interés al
30% y con negociaciones paritarias aún pendientes, se les hace muy complicado
mantenerse a flote a muchas de ellas. Las inversiones llegarán. Pero no
ocurrirá de un día para el otro. Eso genera impaciencia en el Gobierno.
Es que saben que necesitan que estos beneficios comiencen
a ser experimentados por la población lo antes posible. Por eso, la obra pública
jugará un rol fundamental. Lo primero que vendrá será la reactivación de muchas
que estaban paradas ya desde los últimos meses del gobierno de CFK.
Desnuda. Hablando de la ex presidenta, la
semana que pasó la puso en una realidad que inquieta al kirchnerismo duro: la
paulatina declinación de su liderazgo. Su mejor momento lo vivió con los
diputados del Frente para la Victoria que aún le son leales. Ya con los
intendentes del Gran Buenos Aires las cosas fueron un poco más heterogéneas.
El faltazo de muchos senadores, en cambio, la puso frente
a la realidad de su pérdida de poder. La decisión de retirase antes de la
finalización del encuentro adoptada por Juan Manuel Abal Medina habla del mal
clima que hubo allí.
“La reunión fue mala”, confesó uno de los asistentes que
supo ser una de las espadas de la ex presidenta. Cuando se le pidió hacer una
autocrítica por la derrota electoral de noviembre, CFK fue terminante: “Scioli
perdió por no haberme escuchado más a mí” (sic).
Se cierne alrededor del entorno de la ex mandataria una
situación judicial cada vez más complicada. El episodio protagonizado por Jorge
Chueco, el abogado que armó toda la trama legal del lavado de dinero obtenido
por Lázaro Báez a partir de los sobreprecios pagados por la obra pública que se
le adjudicó, habla de la debacle que se vive en esa verdadera organización que
se montó para beneficiarse de la corrupción.
Es importante señalar que, además de la declaración
judicial de Leonardo Fariña –que “el valijero” amplió en la semana–, en la que se
alude a Chueco, está la investigación del fiscal federal José María Campagnoli,
que determinó con precisión el rol clave de este personaje en esta trama
delictiva.
Tan exacta y bien fundamentada había sido esa investigación del fiscal que el kirchnerismo buscó sacarlo de la cancha de cualquier manera. Por eso fue el juicio político que montó la procuradora Alejandra Gils Carbó en el que, insólitamente, uno de los testigos fue el mismísimo Chueco.
Nadie puede asegurar a ciencia cierta cuántas cosas más se sabrán de este caso llamado “la ruta del dinero K”. Lo que sí queda claro es que “la ruta del dinero K” significará el camino de la cárcel para Lázaro Báez, Martín Báez, Daniel Pérez Gadín, Sebastián Pérez Gadín, el ya mencionado Jorge Chueco y otros. La pregunta es: en el rubro otros, ¿estarán Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo?
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
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