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domingo, 27 de junio de 2021

Empresario Obispo. Eurnekian: "Quiero ser enterrado en Malvinas"... @dealgunamanera...

Eurnekian: "Quiero ser enterrado en Malvinas"...


Tumbas. Eduardo Eurnekian frente a una de las centenas de cruces argentinas en Malvinas. Fotografías: CEDOC Perfil 

Una historia de vida que cruza las identidades nacionales, los sentimientos y resulta un paradójico espejo de la Argentina de las últimas décadas.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 27/06/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

El viernes en la sede de la embajada británica en Buenos Aires, el embajador Mark Kent, en nombre de la reina Isabel II, concedió a Eduardo Eurnekian la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico, por sus servicios a las relaciones entre el Reino Unido y la Argentina. 

El embajador que el miércoles próximo regresa a Londres después de cinco años de representar a su país en Buenos Aires, dijo que clausuraba con esta ceremonia sus años de gestión marcados por el acercamiento entre dos países que se enfrentaron en un guerra. Visiblemente emocionado Mark Kent dijo: “Sin usted, Eduardo, la relaciones entre Inglaterra y Argentina no hubieran sido las mismas”.

Condecorado. Eurnekian junto a Mark Kent, embajador inglés.

La Guerra de Malvinas fue en 1982, quince años después los cuerpos de los soldados argentinos caídos en combate en las islas no tenían un cementerio y como gesto de distención Inglaterra propuso que Argentina construyera en Malvinas un monumento funerario con tumbas para cada argentino. Nadie de los gobiernos argentinos de 1999 y 2003 se interesó: Malvinas era una causa que todos preferían no recordar al mismo tiempo que nuestro país atravesaba la peor crisis de su historia con cinco presidentes en una semana. La embajada inglesa buscó empresarios dispuestos a donar el costo del cementerio y Eduardo Eurnekian fue quien aceptó afrontar la obra  y durante estas dos últimas décadas facilitar los recursos para que los familiares pudieran viajar a las islas a visitar la tumba de sus seres queridos. 

Esos acercamientos humanitarios sumados a los encuentros de militares de ambos bandos confraternizando varias décadas después, fueron aminorando la visión hostil que los kelpers tenían hacia los argentinos  y sin borrar las heridas de la guerra, la que los argentinos tenían hacia Inglaterra.  

Maradona. Mark Kent contó que, paradójicamente, en su última semana como embajador recibió la mayor cantidad de periodistas requiriendo su comentario al cumplirse los 35 años del gol de Maradona a la selección inglesa. Al polifacético Eurnekian también lo atraviesa esa historia. Cuando era textil y fabricaba las zapatillas Puma como Maradona era la cara de su marca generaron una amistad. Años después siendo dueño de Aeropuertos recibió a Maradona que regresaba de un viaje del exterior y el futbolista le dijo: “Eduardo acá me tenés que hacer un monumento”. Eurnekian le respondió que sí y tras su muerte lo hizo fabricar para cumplir su promesa. La estatua que eligió hacer construir es del gol conocido como  “la mano de Dios”, pero cuando la fue a colocar en el aeropuerto de Ezeiza le dijeron que se trataba de un mal ejemplo por ser un gol con la mano. Eurnekian hizo hacer otro monumento de Maradona con la pelota en los pies y puso en su propia casa el monumento de Maradona con “la mano de Dios”.

 

Darwin. El cementerio se encuentra en la isla Soledad. 

De Armenia a Malvinas. El padre de Eduardo Eurnekian fue un inmigrante armenio, una colectividad que se mantuvo unida en su diáspora por todo el mundo tras el genocidio que realizó Turquía a principio de siglo pasado.  

La historia de Armenia  es milenaria: es el jardín del Edén de la Biblia y en su monte Ararat fue donde Noé posó su barca después del Diluvio universal. El siglo XX fue especialmente complejo tras el genocidio, la Primera Guerra Mundial y luego la anexión a la ex Unión Soviética como uno de estados.  

En Argentina viven alrededor de 80 mil armenios, la mayoría llegados a principios de siglo pasado siendo  la tercera mayor comunidad de armenios del mundo. Fiel a la tradición de solidaridad con su tierra natal y su gente Eurnekian se convirtió en el mayor inversor extranjero en la actual República de Armenia incluyendo además el aeropuerto de su capital Ereván. 

 

La visita de parte de los familiares de los 227 soldados que pudieron ser identificados. 

Y hasta que llegara a su vida la posibilidad de construir el cementerio argentino en las islas Malvinas Eduardo Eurnekian siempre pensó que que deseaba ser enterrado en Armenia junto a sus familiares. Pero un día visitando el cementerio argentino en Malvinas vio que una tumba de un soldado estaba vacía. Preguntó qué había pasado y le explicaron que los familiares llevaron los restos de ese soldado a la Argentina y Eurnekian sin pensarlo dijo: “en esa tumba que quedó vacía, quiero ser enterrado yo”. 

Eduardo Eurnekian cuenta que en la casa de su padre los domingos se juntaban a almorzar otros parientes llegados de Armenia y tenía un tío que era del Ejército de Salvación. Cada domingo al terminar el almuerzo el tío salía a la vereda, se subía a una silla, comenzaba a predicar y lo terminaba rodeando la gente del barrio para escuchar su sermón.  

Ese tío le insistía siempre al  padre de Eduardo Eurnekian que ese niño de 10 años tenía dotes para ser obispo y lo tenía que enviar a estudiar teología. No fue obispo sino empresario, pero algo de obispo le quedó. 

 

En Malvinas. Eurnekian y los dos últimos embajadores ingleses Robin Christopher y Mark Kent visitan el monumento funerario.

Su  discurso. 

Cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel...” 

Las palabras que Eduardo Eurnekian leyó durante la ceremonia en la embajada inglesa: 

“Aún tengo presentes los pasos previos que me llevaron a participar en el ‘Proyecto Cementerio Darwin’, en memoria de los soldados argentinos caídos en las islas. 

Fue el 14 de julio de 1999, fecha en que los cancilleres Di Tella y Cook firmaron la resolución conjunta que delegó en los familiares de los muertos en las islas, la responsabilidad por el mantenimiento y cuidado del cementerio militar. 

Posteriormente, recibí el llamado  de Sir Robin Christopher, embajador a la sazón del Reino Unido en la República Argentina, convocándome para la construcción del nuevo monumento funerario, y finalmente, el 13 de septiembre de 2016, la resolución Foradori-Duncan, dio lugar a la identificación de los cuerpos sepultados en dicho cementerio de Darwin. 

En este contexto, fue para mí un privilegio ser vehículo de consuelo, en medio de tanto luto y dolor. Estos gestos, sumados a los conmovedores reencuentros protagonizados por soldados de ambos países  son prueba de que la paz es un bien, una virtud un proceso dinámico y constructivo, que requiere un continuo cuidado de las causas que la perturban. Tenemos sobradas pruebas de la relación global que vivimos, y los procesos  que  la fomentan: asistencia humanitaria, así como el intercambio de bienes, servicios, información, ciencia y tecnología. 

 

El presente nos impone, que seamos capaces de articular lo diferente, según un proyecto común que no pueda ser separado, a riesgo de perder la confianza entre las naciones. 

Señor embajador más allá de los puntos de vista particulares, nos encontramos frente a seres humanos caídos en cumplimiento del deber, y en  dramáticas  circunstancias, por la furia destructiva de la guerra .de un lado y del otro. 

Recordar el pasado, es comprometerse con el futuro, y es por eso mismo que el Cementerio de Darwin se levanta como  un  ‘Monumento a la Paz’. 

Quienes aprecian la vida, saben que los derechos y diferencias se pueden defender y dirimir en términos civilizados, humanos sin renuncia, pero evitando la barbarie. 

Con palabras del poema de Jorge Luis Borges puedo decir que: 

“A nuestros soldados les tocó una época extraña, hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez – cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel”. 

Hago votos para que nunca se marchiten las energías creadoras de nuestros pueblos, y que todos los testimonios que podamos dejar, sirvan de estímulo para continuar sosteniendo los pilares y la complementación fructífera entre ambos países”. 

 

Familiares de los soldados argentinos visitan su tumba en Malvinas.

 



 

martes, 18 de diciembre de 2018

El embajador argentino en Londres, Carlos Sersale, reconoció la soberanía de Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas... @dealgunamanera...

El embajador argentino en Londres, Carlos Sersale, reconoció la soberanía de Gran Bretaña sobre las Islas Malvinas.


© Publicado martes 18/12/2018 por el Diario El Sol de la Ciudad de Concordia, Provincia de Entre Ríos.

Lo hizo a través de su cuenta de Twitter, en la que se refirió a los funcionarios británicos designados por la corona como “máximas autoridades de la isla”, una designación que le corresponde al gobierno argentino debido a la disputa abierta por soberanía. Este hecho no solo es inédito porque ningún diplomático se había expresado de esa manera desde la usurpación de 1833 sino porque, además, “compromete la negociación de Argentina con el Reino Unido”, advirtió la exembajadora Alicia Castro.

La declaración que desató el escándalo diplomático, y sobre el cual el Palacio San Martín aún no se expidió, fue a propósito de la visita al Cementerio de Darwin del titular de Aeropuertos Argentina 2000, Eduardo Eurnekian, quien colaboró con el viaje a las islas de familiares de los soldados caídos en la guerra de 1982.
“Colaboración, agradecimiento y reunión cumbre en Malvinas: Eduardo Eurnekian fue recibido por las máximas autoridades de las islas”, escribió Sersale en su cuenta de Twitter, junto con una foto de Eurnekian abrazado al gobernador ilegítimo de Malvinas, Robin Christopher, y al embajador británico en la Argentina, Mark Kent. También estuvo Fergus Cliff, comandante de las Fuerzas Armadas de las islas, y Roger Spink, miembro de la Asamblea Legislativa malvinense. Todos designados por Londres.

Las ilegítimas “máximas autoridades” de la colonia británica a las que se refirió el embajador argentino fueron designadas por Londres y su reconocimiento por parte del embajador “sin dudas puede ser utilizado por la parte británica en futuras negociaciones” porque, de alguna manera, “afianza la presencia británica”, advirtió Alicia Castro, durante una entrevista por Radio 10.


“Hay que recordarle a Sersale que hay una provincia que se llama Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, que es la que debiera ejercer la autoridad a nivel provincial” en el marco de país conducido por un gobierno federal, puntualizó la embajadora. 

Ante la larga lista de respuestas y repudios por su tuit, Sersale borró ese mensaje y lo reemplazó con otro en el incluyó la foto pero quitó la expresión de la discordia. 

A pesar de que el hecho podría haberse caracterizado como un error diplomático, Castro se refirió a una recurrencia de declaraciones similares que echan un manto de sospecha sobre la postura del gobierno de Mauricio Macri en la cuestión Malvinas, una situación colonial reconocida como tal por la ONU en 1965 y sobre la cual hay emitida 41 resoluciones que instan a ambas partes a negociar la soberanía pacíficamente. 

“Es impensable como un error porque Sersale es un viejo embajador de carrera” que conoce la relevancia del lenguaje diplomático, dijo y recordó que el propio canciller Jorge Faurie, había “cometido errores o cuestiones intencionales para favorecer a la parte británica”. Al respecto recordó cuando el titular del Palacio San Martín se refirió a los kelpers como “pueblo de las islas Malvinas”, siendo que ni la ONU los cataloga de esa manera debido a la vigencia de la disputa por soberanía. 

También recordó el acuerdo entre Argentina y Gran Brenaña firmado en diciembre de 2016 y denominado “Foradori-Duncan”, con el que “el gobierno está deliberadamente favoreciendo los intereses británicos porque la Argentina se comprometió a remover obstáculos para hidrocarburos, pesca y navegación”.

A esto le sumó los vuelos que se harán desde la Argentina hasta Malvinas y con los cuales, según Castro, “el país no gana nada” porque no lo hará la línea de bandera nacional, sino los de propiedad extranjera que opera en la Argentina.



lunes, 30 de septiembre de 2013

Encubrimiento... De Alguna Manera...

Encubrimiento...


Ya casi nadie la escuchaba. La platea casi vacía bostezaba cuando promediaba su discurso. Antepenúltima de la tarde, la presidenta de la Argentina se diferenciaría. Pese a que el protocolo estipula 15 minutos por país (tienen derecho a hablar los 193 integrantes de las Naciones Unidas), ella habló 50, entre Joyce Hilda Mtila Banda, de Malawi, y Yoweri Kaguta Museveni, de Uganda. Todo estéril e inservible, pero carísimo. Cristina fue y volvió de Nueva York para estampar su figura una vez más en el somnífero torneo anual de vanidad oratoria mundial de las asambleas generales de la ONU.

En sus 96 horas en Nueva York, visitó a Dilma Rousseff, recibió a Eduardo Eurnekian y al banquero y hombre de negocios colombiano Luis Moreno, apenas módicos pasos de una magra agenda. Permaneció encerrada casi todo el tiempo en su suite del Mandarin Hotel, junto al Central Park. Nada cambió mucho desde fines de los 70. Ya entonces, las radios de Buenos Aires me llamaban para preguntarme qué decían de “nosotros”, o qué “repercusiones” había tenido la visita de algún jerarca argentino. Desde la ventana de mi departamento sobre la calle 43, frente a las Naciones Unidas, yo reiteraba una y otra vez: “¿La verdad? No dicen nada”. Hace décadas que los figurones del mundo se congregan en el sensual septiembre neoyorquino para fingir política internacional y poner en escena simulacros de estrategias planetarias, espectáculo deprimente que suscita juvenil fervor, como desfilar por los costosos saraos del G20, convencida Cristina de ser una de las veinte líderes del mundo.

Estos ejercicios de vanidad serían sólo nuevos capítulos de una proverbial frivolidad, si no fuera porque en este caso se aderezaron con un episodio tétrico. Siete meses después de arrodillarse ante el entonces gobierno de Majmud Ahmadinejad, Cristina le imploró a Teherán que responda a la rendición argentina. El pacto con Irán, que Héctor Timerman le vendió a su jefa como desenlace mágico y feliz de una odisea de veinte años, ha sido hasta hoy una penosa derrota.

La matanza de la AMIA en 1994, con sus 85 asesinatos impunes, sigue siendo un agujero negro, agravado por el cinismo y la chapucería del actual gobierno. Tramado en enero de 2011, cuando Timerman lo abrochó clandestinamente en Alepo al aceptar la mediación del régimen sirio con sus patrones iraníes, la Argentina convirtió al pacto en tratado internacional en febrero de 2013. Cuando el pacto fue revelado aquí, 26 de marzo de 2011: http://www.pepeeliaschev.com/exclusivo-web/argentina-negocia-con-iran-dejar-de-lado-la-invest-15140 y 23 de julio de 2011: http://www.pepeeliaschev.com/exclusivo-web/las-condiciones-que-pone-iran-para-dialogar-15155, el Gobierno me estigmatizó (seudoperiodista, agente del Mossad, títere de los servicios iraníes fueron algunas de las lindezas con que me agasajaron). Pero lo expuesto aquí era y es la pura verdad. La Argentina había resuelto dar vuelta la página, seducida por una supuesta apertura al diálogo de la teocracia iraní, renunciando de hecho a la prueba acumulada, creando una comisión “de la verdad” ilegal, que convalidaba la genuflexión argentina. Ahora sería la “verdad”, antes había sido la “mentira”.

Anticonstitucional, este pacto con Irán debe abortar. Los iraníes, magistrales en el ajedrez y abroquelados en tres milenios de sagacidad diplomática persa, trataron de ganar tiempo con los pintorescos argentinos, pero sólo para sacarse de encima las molestas cédulas rojas de Interpol que agravian a un puñado de sus jerarcas. Eso no pasó. Dolida, Cristina dijo tener límites y no querer ser tomada por tonta. Tras su desasosegado reclamo, a la noche de este jueves 26 hubo otro simulacro. Afanoso como siempre, Timerman pudo finalmente exhibir en Nueva York un “logro”. Lo había convocado su par iraní, Jauad Zarif, para que este sábado conversen sobre la marcha del pacto. Es poco probable que ocurra algo sustancial.

En su angustioso pedido en Nueva York, Cristina borró con su boca lo firmado con la mano. El “memorándum” con Irán estipulaba que, tras la aprobación de ambas partes, una comisión “de la verdad” (sic) revisaría toda la prueba acumulada (unos 400 mil folios y centenares de horas de grabaciones), la que debería ser traducida antes al inglés. Pero si no se cumplen las leyes argentinas, todo el proceso es inválido. Como el Código Procesal Penal argentino prohíbe indagatorias hechas en presencia de los querellantes (sólo pueden estar el juez, el fiscal de la causa y el defensor de los indagados, que debe conocer perfectamente la ley argentina), tampoco podría participar la comisión “de la verdad”. Un disparate. ¿Cuándo podría un juez argentino indagar a los iraníes a este ritmo? En no menos de cinco años, con suerte. Además, ¿qué “diálogo” tenía la Argentina con Irán para que Cristina haya debido reclamarle novedades en público a Teherán?

¿Para qué ha servido todo esto y para qué se desgració la Argentina tan estúpidamente? Hipótesis aceptable: en ciertas fracciones oficiales la expectativa de negocios gobierno a gobierno con Irán hace salivar las glándulas del apetito. Además, un poco de simpatía ideológica, ¿por qué no? Setentistas irredentos, piensan al mundo en clave de esos años, con empatía reblandecida por regímenes y retóricas que irriten a Occidente. Por eso la camaradería con Assad, Kadafi, Correa y Chávez, y la pertinaz voluntad de aligerarle la mochila a la teocracia iraní. Todo este ruido amenaza con convertirse, al final del día, en mero encubrimiento.

© Escrito por Pepe Eliaschev el domingo 29/09/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



martes, 29 de mayo de 2012

Reportaje a Eduardo Eurnekian... De Alguna Manera...

"Me gustaría que el Gobierno explicitara un plan a mediano plazo"

Destino. "Algún día decidiremos los argentinos ser parte de esa generación que decide 'yo voy a ser protagonista, y no sólo un espectador'."

Uno de los empresarios más influyentes del país, recientemente premiado por los Nobel de la Paz y antes por la ONU, cree que el Gobierno debería explicar cuáles son sus planes hacia el futuro para enfrentar la desconfianza ante medidas como el bloqueo de importaciones o el cepo cambiario. Piensa que Argentina debe decidirse a ser un protagonista del mundo.

Cae una tarde lluviosa sobre Buenos Aires y en el despacho de Eduardo Eurnekian (donde alguna vez funcionara la hilandería en la que aplicadas señoras tejían en los telares mientras Eurnekian pergeñaba algo que después se llamó Cablevisión) resplandece el trofeo que acaban de otorgarle en Oslo como Emisario de la Paz elegido por los galardonados como premios Nobel de la Paz.
—Los Premios Nobel se han reunido para designar a los empresarios del año que hayan trabajado por la paz. También hace algunos meses he recibido un premio de las Naciones Unidas como embajador de buena voluntad y como usted verá –sonríe– este año he tenido suerte porque el 1º de junio la Cámara de Comercio Latinoamericana (Camacol) me otorgará el galardón que anualmente destina a la labor cumplida por un empresario iberoamericano. Es decir que son tres premios. He tenido suerte.

—Usted dice que tuvo mucha suerte, pero sin duda la suerte también se hace. Creo que somos muchos los periodistas que recordamos esta casa con la hilandería en el piso superior, un solo estudio de televisión en la planta baja y la sala de maquillaje instalada al azar en cualquier oficina. No parecería obra de una varita mágica. Por otra parte, quien se embarque en un avión no podrá dejar de ubicar a Aeropuertos 2000 como punto de partida.
—Sí, es trabajo. Pero suerte también. Evidentemente que todo esto proviene de una visión de la Argentina. Del mundo. Pero también, vuelvo a insistir, contamos con buenos colaboradores, con una salud que me acompaña, con buenos amigos que también acompañan. En la vida se necesita suerte.

—Sin embargo, éste es un país difícil. De circunstancias complicadas. ¿Cómo lo analiza ahora?
Eurnekian suspira y luego responde:
—Mire, yo veo que fue un país de grandes oportunidades y que hoy también sigue siendo de grandes oportunidades. Es como quien tiene una reserva. Le aclaro: posiblemente lo que mejor explicite cuánto tiene la Argentina son sus propias reservas. Minerales, petróleo, la riqueza del campo. Y esto no va a pasar con los años porque no se trata de una reserva industrial que, de alguna manera, tiene un tiempo. Fíjese lo que posee la Argentina. La Patagonia con petróleo y gas. Reservas, ahora comprobadas, de gases y fueloil. Un campo extraordinario con dos cosechas al año. Esto sigue siendo el valor de la Argentina. Y va a seguir así. Algún día también nos decidiremos “seriamente” a ser parte del mundo del presente. No del mundo de mañana. Algún día decidiremos los argentinos ser parte de esa generación que decide “yo voy a ser protagonista”. Y no simplemente un espectador y un transferente de riquezas. No. Yo me voy a quedar. Voy a explotar esas riquezas. Y, en consecuencia, también voy a ser parte del mundo.

—¿Cuánto falta para eso?
—¿Cuándo vamos a estar ahí? Nadie lo sabe. La suerte es la suerte.
Y como observa nuestra mirada dubitativa, explica:
—Suerte es aquella circunstancia en la que los imponderables son de tal magnitud que uno no los puede modificar. Yo no puedo modificar lo que va a suceder cuando salga de acá. ¿Se da cuenta? Puede pasar cualquier cosa. Cuando ostentamos falta de ganas, por ejemplo, en el manejo de las circunstancias que nos son otorgadas lo que ocurre allí es, nuevamente, suerte. A veces, incluso, un poco de suerte. Fíjese que en algún momento otros países de Latinoamérica han tomado conciencia de esto.

—¿Por ejemplo?
—Me refiero a países como Chile, Perú, Brasil y el mismo Uruguay.

—Exportan más carne que nosotros.
—Tienen un tenor político de grandes características sociales y peso social y consideran que deben compatibilizar, armonizar ese deseo de construcción participativa de la sociedad dentro de un contexto más amplio. Es decir, mundial. Y creo que estamos cerca de esto, de poder organizarlo y en cualquier momento se puede dar.

—Lo que ocurre también, si hablamos del mundo, es que se ha modificado algo fundamental en nuestra historia, como es la influencia de Europa, que está pasando por un momento tan difícil que podría compararse quizás con la posguerra de 1918.
—Este es un proceso de dos crecimientos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa vivió un proceso de paz, de reorientación de sus fronteras como nunca antes en su propia historia. Pensemos que la URSS, un régimen socialista, había llegado hasta el centro de Alemania. Países como Ucrania, Polonia, Bulgaria, Rumania y Grecia se han convertido, han pasado a formar parte de la actividad económica de Europa occidental que, a su vez, creció notablemente. Por supuesto que nadie garantiza que el crecimiento sea lineal. Todos los países están acostumbrados a creer que se pasa con facilidad de ingresos de 5.000 o 10 mil dólares per cápita a uno de 40 mil y que así se pueda seguir hasta uno de 80 o 100 mil. Y no es así. La tecnología también tiene un límite. No por la tecnología en sí misma sino por lo que puede deparar. Puede enemistar a una sociedad. Como le decía, estamos acostumbrados a una cosa lineal (el paso automático de sumas de ingresos), y le reitero que no es así. En ciertas épocas y momentos la sociedad sabe que anda bien y presiona por mejoras sociales y económicas, o las que fuere, pero lamentablemente si esas mejoras no son también parte de una fuerte eficiencia de los Estados, la sociedad va a tener que relegar algunas de esas mejoras para seguir viviendo en armonía. No queda otra solución.

—¿Y el caso de China, por ejemplo?
—A mí no me preocupa el avance de China. Yo veo, en cambio, un país con 1.500 millones de habitantes que está mejorando su estándar de vida. Y me parece razonable que no solamente los chinos sino también los ciudadanos de la India, Pakistán e Indonesia (es decir los países que están en el sur de Asia) aspiren a un mejor nivel de vida. A mí, como ser humano, no me hace ningún favor el hecho de que haya individuos en la miseria viviendo con 50 centavos de dólar. Por eso me parece razonable que esos pueblos tengan justamente un buen estándar de vida. Qué lindo sería el mundo si se terminaran primero los conflictos regionales y luego aquellos que históricamente durante 300 o 400 años han enfrentado a las naciones. Hoy prácticamente no existen aquellos grandes reclamos. Ni los ingleses están pidiendo quedarse con algo ni los japoneses quieren llevarse a alguien por delante. Y los norteamericanos, que tienen otro sistema y otro manejo de la cosa política, tampoco piden ventajas territoriales. Por otro lado, hay dos factores que también hay que tener en cuenta: el costo en vidas humanas que tiene cualquier conflicto y, en otro aspecto, el sistema de comunicación que rápidamente rechaza ante el resto de la sociedad humana la actitud beligerante de las partes. Son dos hechos muy positivos: la vida humana cuenta. Y por otra parte los humanos no queremos conflictos ni costo de vidas y demandamos consideración para nuestros problemas que, en caso de surgir, inmediatamente se harán conocer a través de internet. Pensemos que anteriormente los hechos a veces tardaban meses o semanas en ser conocidos.

—Usted, Eurnekian, como hombre batallador (y este edificio es testigo de ello), ¿cómo ve nuestro avance sobre Angola?
—Bueno, el avance sobre Angola me llama poderosamente la atención. Debemos hacer hincapié en todos los aspectos. En todos los países de Oriente o países árabes es importante la presencia argentina. Los embajadores no son un señorito que vive en una gran casa que sólo tiene en la puerta la bandera de su país Los embajadores son representantes comerciales. Para eso han sido creados históricamente La presencia de nuestros embajadores tiene que ser también comercial y debe incluir la colocación de nuestros productos. Yo no veo mal que sea Angola u otro país. Posiblemente haya que repetir esta experiencia en muchas otras naciones.

—Y siempre pensando en nuestro país, ¿cómo analiza las limitaciones que tenemos, por ejemplo, en el campo de las importaciones?
—Yo he dicho en reiteradas oportunidades que a mí, en lo personal, no me molesta el tipo de política porque las políticas son ejercidas por el Estado que conoce y tiene una visión a largo plazo de las decisiones que hay que tomar. Lo que me preocupa es la falta de especificidad y de un plan explicitado a mediano y largo plazo. Como empresario yo quiero ser activo en este proceso porque éste es el país nuestro, ¿no? Le tiene que ir bien. Este es un gobierno democrático, elegido por el pueblo. Le tiene que ir bien. ¿Y cómo hacemos para que le vaya bien? Desde mi punto de vista yo pediría que me expliciten sus planes para que yo me adhiera a ellos. Conscientemente estoy adherido pero necesito conocerlos en profundidad para poder ayudar a llevar ese plan adelante. ¿Me piden inversiones? Yo hago inversiones. Estoy haciendo inversiones pero creo que, muchas veces, esto no es suficiente. Hay que especificarlo con una mayor amplitud para que no se produzca esta desconfianza aparente y circunstancial que está existiendo en este momento.

—Recién hablábamos justamente del poder de las naciones. Surge entonces la pregunta: ¿qué es realmente el poder de los individuos? ¿Qué es el poder para usted, que ha librado múltiples batallas?
—El poder de los individuos… –reflexiona a media voz–. Hoy tenemos al individuo, a la corporación y a los países. Es probable que en estos últimos años las naciones estén tomando una mayor conciencia de lo que significa ejercitar el poder (es toda una actitud) sobre las corporaciones y sobre los individuos. En alguna época de la historia (no muy lejana) los individuos eran muy valiosos en cuanto tenían y sustentaban un poderío real. Sustentaban y tenían poder. Poder económico y poder político. Esto ha ido perdiendo consistencia a través de los años y la modernidad nos indica que el ciudadano sí tiene poder, pero dentro del marco de una organización. Si esa organización es económica es también importante. ¿Por qué? Pues porque puede, hipotéticamente, ser un conglomerado, una corporación. Recuerde que las corporaciones llegan a tener participación destacada en el producto total de una actividad pero, también, que quienes finalmente regulan todo esto son los Estados. Hoy, las corporaciones son instrumentos de los Estados y no viceversa. En una época esto fue distinto, pero hoy todos los Estados usan a las corporaciones como instrumentos de sus intereses necesarios y políticos.

—Bueno, Eurnekian, usted ha ampliado la pregunta. Pero, para usted, por ejemplo cuando era un niño y luego un joven (tenemos entendido, aun cuando el mundo era muy distinto, que fue un niño muy querido por sus padres) ¿cómo tuvo esa fuerza para pelear hasta el lugar que ocupa hoy?
—Eso se debió mucho a la educación que me dio un padre inmigrante. Padre inmigrante viene con una… –reflexiona–. Yo puedo hablar de mis padres, armenios y llegados de países muy inhóspitos, conflictivos. Que durante años estuvieron en guerra… De mis padres que llegaron a un país tan libre… liberal… como la Argentina. Para ellos evidentemente fue una gran bendición, pero yo nunca sentí que mi padre fuera un extranjero. Era más argentino que yo. Guay de que alguien hablara mal de la Argentina. La libertad que mi padre había recibido en este país y que le había permitido criar aquí a sus hijos… Por el solo hecho de haber progresado él también sentía que se lo debía a la Argentina y no a otro. Como le digo, entonces, éramos muy patriotas. Ahora bien, la educación de aquella época, por lo menos la que me tocó a mí, era una educación muy combativa. Los problemas de mi padre como pequeño empresario textil se ventilaban en la mesa. En aquella época se almorzaba y se cenaba en casa. No como hoy, cuando las familias se reúnen sólo a la noche. Le estoy hablando de la década del 30. En aquellos años nos incorporábamos al almuerzo. Todo el mundo volvía a su casa y luego seguía con sus tareas hasta la noche, cuando cenaba en familia. Y la conversación de familia no era una entelequia. Básicamente se hablaba de cómo le iba al jefe de la familia. O sea, cómo le iba a mi padre en su trabajo. Así nos enterábamos de si le iba bien o si le iba mal. Si medianamente se arreglaba… Y sin que uno se dé cuenta, todo esto deja una semilla… Llámela semilla de continuidad, de interés, de destino de vida, pero lo cierto es que ésa era la realidad con la que convivimos.

—¿Cuántos hermanos eran?
—Tres. Esa semilla de continuidad de la que le hablaba no prendió demasiado. De los tres, dos se dedicaron a la medicina. El único que siguió una actividad empresarial fui yo.

—Y siguiendo con el tema del esfuerzo personal, es interesante observar a la juventud actual. ¿Usted piensa que hoy los jóvenes (que están políticamente muy de moda) tienen una visión constructiva de la vida? ¿O aceptan aquello del hecho milagroso de la suerte que usted mencionaba?
—Si usted no cree en la suerte, crea en los jóvenes. Los jóvenes no tienen razón. La razón la tenemos nosotros los mayores y, sin embargo, ellos van a salir ganando porque van a hacer lo que ellos quieren. Y eso “es” suerte.

—Para terminar, Eurnekian, cuando usted hablaba de su familia me imaginé de pronto una extraña escena: si usted se reencontrara ahora con su padre ¿qué le diría?
—Mire, si yo me reencontrara con mi padre no tendría tiempo de decirle nada porque antes, seguramente, hubiera protestado diciendo que yo he hecho algo mal.

© Escrito por Magdalena Ruíz Guinazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 27 de Mayo de 2012.