Eurnekian: "Quiero ser enterrado en Malvinas"...
Tumbas. Eduardo Eurnekian frente a una de las centenas de cruces argentinas en Malvinas. Fotografías: CEDOC Perfil
Una historia de vida que cruza las identidades nacionales, los sentimientos y resulta un paradójico espejo de la Argentina de las últimas décadas.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 27/06/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
El viernes en la sede de la embajada británica en Buenos Aires, el embajador Mark Kent, en nombre de la reina Isabel II, concedió a Eduardo Eurnekian la medalla de Oficial de la Orden del Imperio Británico, por sus servicios a las relaciones entre el Reino Unido y la Argentina.
El embajador que el miércoles próximo regresa a Londres después de cinco años de representar a su país en Buenos Aires, dijo que clausuraba con esta ceremonia sus años de gestión marcados por el acercamiento entre dos países que se enfrentaron en un guerra. Visiblemente emocionado Mark Kent dijo: “Sin usted, Eduardo, la relaciones entre Inglaterra y Argentina no hubieran sido las mismas”.
Condecorado. Eurnekian junto a Mark
Kent, embajador inglés.
La Guerra de
Malvinas fue en 1982, quince años después los cuerpos de los soldados
argentinos caídos en combate en las islas no tenían un cementerio y como gesto
de distención Inglaterra propuso que Argentina construyera en Malvinas un
monumento funerario con tumbas para cada argentino. Nadie de los gobiernos argentinos
de 1999 y 2003 se interesó: Malvinas era una causa que todos preferían no
recordar al mismo tiempo que nuestro país atravesaba la peor crisis de su
historia con cinco presidentes en una semana. La embajada inglesa buscó
empresarios dispuestos a donar el costo del cementerio y Eduardo Eurnekian fue
quien aceptó afrontar la obra y durante estas dos últimas décadas
facilitar los recursos para que los familiares pudieran viajar a las islas a
visitar la tumba de sus seres queridos.
Esos acercamientos humanitarios sumados a los encuentros de militares de ambos bandos confraternizando varias décadas después, fueron aminorando la visión hostil que los kelpers tenían hacia los argentinos y sin borrar las heridas de la guerra, la que los argentinos tenían hacia Inglaterra.
Maradona. Mark Kent contó que, paradójicamente, en su última semana como embajador
recibió la mayor cantidad de periodistas requiriendo su comentario al cumplirse
los 35 años del gol de Maradona a la selección inglesa. Al polifacético
Eurnekian también lo atraviesa esa historia. Cuando era textil y fabricaba las
zapatillas Puma como Maradona era la cara de su marca generaron una amistad.
Años después siendo dueño de Aeropuertos recibió a Maradona que regresaba de un
viaje del exterior y el futbolista le dijo: “Eduardo
acá me tenés que hacer un monumento”.
Eurnekian le respondió que sí y tras su muerte lo hizo fabricar para cumplir su
promesa. La estatua que eligió hacer construir es del gol conocido como “la
mano de Dios”, pero cuando la fue a
colocar en el aeropuerto de Ezeiza le dijeron que se trataba de un mal ejemplo
por ser un gol con la mano. Eurnekian hizo hacer otro monumento de Maradona con
la pelota en los pies y puso en su propia casa el monumento de Maradona con “la
mano de Dios”.
Darwin. El cementerio se encuentra en la isla Soledad.
De Armenia a Malvinas. El padre de Eduardo Eurnekian fue un inmigrante armenio, una colectividad que se mantuvo unida en su diáspora por todo el mundo tras el genocidio que realizó Turquía a principio de siglo pasado.
La historia de Armenia es milenaria: es el jardín del Edén de la Biblia y en su monte Ararat fue donde Noé posó su barca después del Diluvio universal. El siglo XX fue especialmente complejo tras el genocidio, la Primera Guerra Mundial y luego la anexión a la ex Unión Soviética como uno de estados.
En Argentina viven
alrededor de 80 mil armenios, la mayoría llegados a principios de siglo pasado
siendo la tercera mayor comunidad de armenios del mundo. Fiel a la
tradición de solidaridad con su tierra natal y su gente Eurnekian se convirtió
en el mayor inversor extranjero en la actual República de Armenia incluyendo
además el aeropuerto de su capital Ereván.
La visita de parte de los familiares de los 227 soldados que pudieron ser identificados.
Y hasta que llegara a su vida la posibilidad de construir el cementerio argentino en las islas Malvinas Eduardo Eurnekian siempre pensó que que deseaba ser enterrado en Armenia junto a sus familiares. Pero un día visitando el cementerio argentino en Malvinas vio que una tumba de un soldado estaba vacía. Preguntó qué había pasado y le explicaron que los familiares llevaron los restos de ese soldado a la Argentina y Eurnekian sin pensarlo dijo: “en esa tumba que quedó vacía, quiero ser enterrado yo”.
Eduardo Eurnekian cuenta que en la casa de su padre los domingos se juntaban a almorzar otros parientes llegados de Armenia y tenía un tío que era del Ejército de Salvación. Cada domingo al terminar el almuerzo el tío salía a la vereda, se subía a una silla, comenzaba a predicar y lo terminaba rodeando la gente del barrio para escuchar su sermón.
Ese tío le insistía siempre al padre de Eduardo Eurnekian que ese niño de 10 años tenía dotes para ser obispo y lo tenía que enviar a estudiar teología. No fue obispo sino empresario, pero algo de obispo le quedó.
En Malvinas. Eurnekian y los dos
últimos embajadores ingleses Robin Christopher y Mark Kent visitan el monumento
funerario.
Su discurso.
“Cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel...”
Las palabras que Eduardo Eurnekian leyó durante la ceremonia en la embajada inglesa:
“Aún tengo presentes los pasos previos que me llevaron a participar en el ‘Proyecto Cementerio Darwin’, en memoria de los soldados argentinos caídos en las islas.
Fue el 14 de julio de 1999, fecha en que los cancilleres Di Tella y Cook firmaron la resolución conjunta que delegó en los familiares de los muertos en las islas, la responsabilidad por el mantenimiento y cuidado del cementerio militar.
Posteriormente, recibí el llamado de Sir Robin Christopher, embajador a la sazón del Reino Unido en la República Argentina, convocándome para la construcción del nuevo monumento funerario, y finalmente, el 13 de septiembre de 2016, la resolución Foradori-Duncan, dio lugar a la identificación de los cuerpos sepultados en dicho cementerio de Darwin.
En este contexto, fue para mí un privilegio ser vehículo de consuelo, en medio de tanto luto y dolor. Estos gestos, sumados a los conmovedores reencuentros protagonizados por soldados de ambos países son prueba de que la paz es un bien, una virtud un proceso dinámico y constructivo, que requiere un continuo cuidado de las causas que la perturban. Tenemos sobradas pruebas de la relación global que vivimos, y los procesos que la fomentan: asistencia humanitaria, así como el intercambio de bienes, servicios, información, ciencia y tecnología.
El presente nos impone, que seamos capaces de articular lo diferente, según un proyecto común que no pueda ser separado, a riesgo de perder la confianza entre las naciones.
Señor embajador más allá de los puntos de vista particulares, nos encontramos frente a seres humanos caídos en cumplimiento del deber, y en dramáticas circunstancias, por la furia destructiva de la guerra .de un lado y del otro.
Recordar el pasado, es comprometerse con el futuro, y es por eso mismo que el Cementerio de Darwin se levanta como un ‘Monumento a la Paz’.
Quienes aprecian la vida, saben que los derechos y diferencias se pueden defender y dirimir en términos civilizados, humanos sin renuncia, pero evitando la barbarie.
Con palabras del poema de Jorge Luis Borges puedo decir que:
“A nuestros soldados les tocó una época extraña, hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez – cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel”.
Hago votos para que nunca se marchiten las energías creadoras de nuestros pueblos, y que todos los testimonios que podamos dejar, sirvan de estímulo para continuar sosteniendo los pilares y la complementación fructífera entre ambos países”.
Familiares de los soldados
argentinos visitan su tumba en Malvinas.
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