Res, non verba. Papa Francisco. Dibujo:
Pablo Temes
Trastienda del intento
de cumbre de Alberto F con el Papa. La imagen argentina, muy afectada.
El Papa fue terminante: “No voy a recibir al presidente Alberto Fernández
por la sencilla razón de que ningún papa recibe a un presidente cuando su país
está en medio de un proceso electoral”.
© Escrito por Nelson Castro desde la Ciudad de Roma,
República de los Italianos.
Una fuente inobjetable
del Vaticano contó en detalle lo que sucedió. Hubo funcionarios del gobierno
argentino –cinco– que llamaron a la Santa Sede para gestionar la entrevista con
el Sumo Pontífice. Para el Gobierno, una foto del Presidente con Francisco era
una carta electoral importante. Lo rudimentario de este pensamiento no deja de
asombrar. En 2013, Cristina
Fernández de Kirchner buscó denodadamente la foto de Francisco durante la
Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
Alberto Fernández
llegó a Roma con el objetivo de obtener apoyos concretos para la compleja
negociación que el gobierno argentino está llevando adelante con el Fondo
Monetario Internacional para acordar mejores condiciones de pago para la pesada
deuda contraída durante la gestión de Mauricio Macri. Curiosamente, el marco de
la pandemia ha hecho que el tema de las ayudas a los países más pobres esté
sobre la mesa de las discusiones de los líderes del mundo, categoría a la que
no pertenece el actual jefe de Estado ni ningún otro de la Argentina. Nuestro
país carece de centralidad desde hace décadas y nada parece augurar que esto
vaya a cambiar en el presente ni en el futuro inmediato.
En este ámbito de mayor comprensión hacia los países con
problemas graves de deuda, el Presidente choca con tres problemas puntuales: el
primero es el endurecimiento del discurso de campaña contra el FMI y la
actividad empresarial; el segundo, la falta de un plan económico concreto; y el
tercero, las dudas que hay en cuanto a quién tiene el poder real.
Dos fuentes del
entorno de Olaf Scholz, el actual ministro de Finanzas y casi seguro futuro
canciller de Alemania, señalaban la sorpresa que produjo en Merkel y Scholz el
conocimiento de algunas de las últimas expresiones del ministro de Economía,
Martín Guzmán. Su virulencia sorprendió. Lo mismo se aplica al Presidente.
Lo mismo se aplica
para la debilitada Kristalina Georgieva. La directora gerente del FMI tiene
hoy poco margen de poder para maniobrar acuerdos por fuera de las estrictas
normas que le impone el board del organismo internacional.
La imagen
internacional del gobierno argentino es mala. Esto no es ninguna novedad, más
allá de los aspectos formales de lo que suceda con las reuniones que mantenga
AF en este fin de semana como el lunes y el martes en Glasgow durante la cumbre
del Cambio Climático.
A la hora en que
escribimos esta columna desde Roma, el gobierno argentino sigue bregando por
una reunión bilateral con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
Esa foto con “el compañero Biden”, como lo llaman algunos
funcionarios de los que forman parte de la comitiva presidencial, sería un
logro para AF. Fernández y Biden se habrán de conocer durante esta reunión y
habrá entre ellos algún intercambio de palabras circunstanciales.
De acá. Volviendo al ámbito local, en la UCR
sienten que tienen la fuerza para poner un presidente en la Casa Rosada. En
realidad, el impulso de luchar dentro de Juntos por el Cambio y de “dejar de
ser el furgón de cola de la coalición”.
El acto en Ferro dejó
su mensaje. Se trata de una intención manifiesta de señalar que van a disputar
el poder de cara a 2023 pero siempre dentro de la coalición como marco político
necesario.
El que avisa no traiciona.
Sin embargo, hay
quienes prefieren dejar los manifiestos de lado y volver al pragmatismo del
trabajo en el terreno.
Por eso, el día del
acto en Ferro Martin Lousteau, uno de los hombres fuertes de la UCR, estuvo en
Catamarca para apoyar a los candidatos a senadores y a diputados siguiendo con
su estrategia de recorrer el país, en especial las provincias que eligen
senadores. Lousteau cree que ahí se juega la clave del futuro: primero poder
sacarle el quórum a Cristina Kirchner en la Cámara alta y recién después de las
elecciones encarar todas las discusiones puertas adentro que deben darse para
definir roles y protagonismos. “El posicionamiento interno debe estar en un
segundo plano frente al debate sobre la construcción de un verdadero plan de
salida para el país en 2023”, aseguran en su entorno.
Dentro del ala
amarilla de JxC aceptan la discusión de sus socios, aunque la consideran
“prematura y teñida de cierto tufillo de revancha”. El principal apuntado fue
Gerardo Morales por su ímpetu y sus formas. De todos los que se expresaron en
contra de la decisión del ex presidente Mauricio Macri de no presentarse a
declarar y luego de mostrarse rodeado de partidarios el jueves en el juzgado de
Dolores, fue el más duro al compararlo con el kirchnerismo.
No cayó
nada bien.
“No fue una
movilización armada al estilo K acarreando gente en colectivos bajo amenaza de
no cobrar los planes sociales. Fue un acompañamiento espontáneo de dirigentes
que quisieron estar ahí”.
El escenario actual de cara a las elecciones del 14 de
noviembre es fluctuante. “La foto al día de hoy muestra un resultado ajustado
en la Provincia. Pero atención: las boletas recién están saliendo a la calle y
en sectores del Conurbano como La Matanza hay gente que aún no termina de asociar
a Santilli y Manes dentro del mismo equipo. La semana que viene esto se debería
revertir y ocasionar un despegue con un escenario más preciso”, admitió una
fuente inobjetable de Juntos que conoce la PBA.
Respecto a la interna
y la lucha de poder que se produce entre la Unión Cívica Radical y los
referentes del macrismo, la misma fuente aseguró: “Me consta que todos hicieron
el esfuerzo que debían para que haya paz. La unidad es el camino. Después
lógicamente hay diferentes temperamentos y apetencias personales. Pero no
debería haber sobresaltos”.
La realidad convierte el potencial en un imperativo que debe cuidarse a toda costa: no puede haber sobresaltos si se quiere construir una alternativa real, capaz de enfrentar al kirchnerismo y cambiar el rumbo de nuestra alicaída república.
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