Ahora, lo difícil…
'Pepe Premium' Miguel
Galuccio. Dibujo:Pablo Temes.
Pasada la épica
expropiadora, llega el momento de conducir la petrolera. ¿Podrá o lo dejarán a
Galuccio?
Crónica de una épica que no fue. Así podría titularse todo
el proceso que culminó con la nacionalización del 51% de las acciones de YPF
que estaban en manos de Repsol. Por eso, la puesta en escena del debate en la
Cámara de Diputados formó parte de esta necesidad permanente del Gobierno de
hacer del relato casi la esencia misma de su gestión. Y, paradójicamente, es la
exposición de ese relato la que deja a la intemperie las indiscutibles
contradicciones del kirchnerismo. El Gobierno tiene todo el derecho de decidir
la expropiación de una empresa cuando entiende que hay tras de ello una
cuestión de interés público. Hacía muchos años que había razones objetivas para
proceder a la nacionalización de YPF. El accionar de Repsol fue devastador. El
artículo 17 de la Constitución Nacional contempla esta circunstancia y expresa
claramente cómo proceder en situaciones como éstas. Y es en esa inobservancia
de lo establecido por la Constitución donde la Presidenta ha cometido un error
cuyas consecuencias no serán gratuitas.
La Argentina nunca debió haber privatizado una empresa de la
importancia estratégica de YPF. La complicidad de Néstor y Cristina Kirchner
con ese modelo no necesita ya de mayor comprobación. Por eso, el lienzo con el
rostro de Néstor Kirchner que, tras la aprobación de la ley de expropiación
hizo caer La Cámpora desde los palcos de la Cámara de Diputados, no se
corresponde con la verdad histórica.
La renacionalización de YPF, disfrazada de ideología, tuvo
una causa fundamental: la imposibilidad de hacer frente a los costos que el
creciente déficit energético hoy le significan al país.
Viene ahora lo más difícil: la gestión. La designación al
frente de YPF del ingeniero Miguel Galuccio, una luminaria del mundo del
petróleo, ha generado elogios unánimes. He ahí un acierto de la Presidenta.
Para la gestión de Galuccio la incógnita tiene que ver con el nivel de apoyo
político con que contará. Se sabe que el nuevo funcionario ha puesto
condiciones exigentes para dotar de independencia a sus decisiones. Ojalá se
las respeten. Galuccio debe remontar una cuesta empinada. Por estas horas, hay
ansiedad en el Gobierno por cerrar acuerdos con algunas de las grandes
petroleras internacionales que puedan ser anunciados con bombos y platillos.
Ello no será fácil.
Con todo, el principal problema energético que tiene la
Argentina es el gas, que es el elemento del cual se nutre la industria y por
cuya falta muchas plantas quedan expuestas a una realidad, ya crónica, de
cortes en los meses de otoño y de invierno. De ahí la expectativa que genera la
existencia del pozo de gas shale de Vaca Muerta, considerado el tercero en
importancia en el mundo después de los existentes en China y en los Estados
Unidos. La real posibilidad de explotación de este recurso va a depender de
tres factores primordiales: el impacto ambiental, la necesidad de utilizar grandes
volúmenes de agua y el requerimiento de grandes inversiones.
Un capítulo aparte de todo este proceso de renacionalización
de YPF lo merece la oposición, que parece empecinada en su derrotero de
declinación imparable. En la Argentina hay opositores pero no hay oposición.
Nadie allí acierta a encontrar la fórmula que permita anudar algún tipo de
consenso mínimo sin el cual les será imposible construir una estructura con
capacidad de oponerse al Gobierno, no ya por el hecho mismo de enfrentarlo sino
por el de la necesidad que tiene toda democracia de generar alternativas. Hasta
el mismo Gobierno se beneficiaría con ello. La crisis que la nacionalización de
YPF ha producido en la UCR es la que corresponde a un partido carente de
figuras con capacidad de liderazgo.
Por todo esto es que el Gobierno se siente imbatible.
“Podemos hacer lo que queremos”, se ufana una voz que habita en las entrañas
del poder que, con algún grado de sensatez, agrega que “esa falta de límites
es, a la vez, un problema, por las tentaciones que genera”.
En medio de esta euforia, comienzan a aflorar los números de
la economía, los que marcan que las señales de alerta se vienen incrementando.
El cerrojo que, con acuerdo de la Presidenta, Guillermo Moreno mantiene sobre
las importaciones, ha empezando a horadar la fortaleza de la economía
argentina. Por otra parte, las dificultades que las provincias van teniendo
para lograr financiamiento ha vuelto a poner en vigencia la idea de las
cuasimonedas –en buen criollo, bonos– como instrumento de pago. Habrá que ver
cómo se maneja esta delicada situación. El Gobierno cubre el rojo de sus
cuentas fiscales sacando plata de cuanta caja puede. Es una potestad que las
provincias no tienen. Los gobernadores despotrican pero lo hacen en la voz más baja
posible. Saben que si son escuchados por la Presidenta, serán sujeto de
represalias y se quedarán sin fondos, sin gestión, sin presente y sin futuro
político.
Estas cosas aún no son percibidas por una gran parte de la
sociedad. Por lo tanto, el Gobierno sigue de fiesta. Para corroborarlo ahí está
Amado Boudou, el hombre que, a pesar del escándalo de la ex Ciccone, siempre
ríe. A propósito de esto: dos relevantes figuras del mundo del derecho, que
supieron ocupar cargos de relevancia en la magistratura, fueron lapidarias al
decir que con los elementos que son del dominio público, la situación del
vicepresidente es, desde el punto de vista del proceso judicial, de una gran
endeblez; con jueces verdaderamente independientes su citación a declaración
indagatoria sería un hecho.
Como parte de la fiesta está el nuevo chisporroteo con Gran
Bretaña por la disputa de soberanía sobre las islas Malvinas. Ahí están pues,
el entredicho entre la embajadora Alicia Castro y el ministro de Relaciones
Exteriores británico William Hague, sumado al resonante impacto producido por
la publicidad filmada por el capitán del equipo argentino de hockey sobre
césped, Fernando Zylberberg. En el Gobierno están exultantes con la repercusión
interna de estos episodios. Increíblemente, nadie allí parece darse cuenta de
que, en los hechos, con estas acciones se logrará sólo una cosa: que las
Malvinas estén cada día un poco más lejos.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.
© Escrito por Nelson
Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
el sábado de Mayo de 2012.
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