Un testigo del juicio por
Angelelli puede complicar al general Milani...
Plutarco Schaller.
En
el marco del juicio por el asesinato del obispo de La Rioja, el entonces jefe
de un diario local aseguró haber identificado al militar en una sesión de
torturas.
El
juicio en el que se investigan los hechos ocurridos en los primeros años de la
última dictadura militar que culminaron con el asesinato del entonces obispo de
la Rioja, Monseñor Enrique Angelelli, en La Rioja, promovió una importante
declaración que podría complicar aún más la situación del jefe del Estado
Mayor, teniente general César Milani, cuestionado por su actuación bajo el
régimen en varios episodios que lo tuvieron como protagonista en aquellos años,
cuando era teniente y estaba destinado en esa zona del país.
Plutarco
Schaller, por entonces jefe del diario cooperativista El Independiente, declaró
el viernes: “Yo estaba internado en el hospital Presidente Plaza por las
heridas de la tortura. Una noche se escucharon varios disparos y,
posteriormente, entró una persona que violentamente me destapó de mis cobijas
gritando "¿Está aquí todavía este hijo de puta?".
Bastante perturbado por la
situación y sin saber bien qué estaba pasando, le pregunté al policía que me
custodiaba sobre la identidad del visitante y este me contestó: ‘Es el
tenientito Milani’”, señaló.
La denuncia del testigo lo ubica
al actual jefe del Ejército en el lugar. En agosto de 1976, Angelelli regresaba
a bordo de su camioneta en compañía del sacerdote Arturo Pinto, desde El
Chamical, cuando ocurrió el misterioso accidente y la posterior muerte. Pinto
sobrevivió y hoy es el principal testigo.
© Publicado el Lunes 10/03/2014
por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Presentaron una denuncia penal por la apropiación ilegal
durante la dictadura del diario El Independiente de La Rioja...
Plutarco Schaller, emblema del diario El Independiente
de La Rioja.
Les levantaron la capucha y los hicieron firmar. Hacía
más de un mes que Plutarco Schaller, Mario Paoletti y Guillermo Alfieri venían
siendo torturados física y psíquicamente en el Instituto de Rehabilitación
Social de La Rioja, utilizado por la dictadura como centro clandestino de
detención, cuando uno de sus propios compañeros de Copegraf Ltda., la
cooperativa propietaria del diario El Independiente, les puso delante los
textos de sus renuncias. El que le presentó a Schaller decía: “La Rioja, 10 de
mayo de 1976. Al señor presidente de la Cooperativa El Independiente Copegraf
Ltda. De mi mayor consideración: No teniendo en absoluto interés ni propósito
de en el futuro ser periodista, obrero gráfico o personal administrativo de
gráfica, presento mi renuncia indeclinable a la función que ocupo en mi calidad
de socio de El Independiente Copegraf Ltda. Sin otro particular, saludo
atentamente”. Los de Mario Paoletti y Guillermo Alfieri eran exactamente
iguales. Era firmar o morir, y los tres firmaron. Pero a los apropiadores de El
Independiente les faltaba la renuncia de un socio más, la de Alipio Paoletti.
Como a los militares se les había escapado de las manos, le falsificaron la
firma.
La maniobra de apropiación del
diario El Independiente de La Rioja tiene muchas similitudes con la que, en
Buenos Aires, les permitió a los dueños de Clarín, La Nación y La Razón
quedarse con Papel Prensa. En los dos casos, la asociación entre civiles y militares
y la utilización de las herramientas del Terrorismo de Estado para consumarlas
son evidentes. Se trata, en ambos casos, de delitos de lesa humanidad. Sin
embargo, la apropiación del diario riojano tiene un elemento adicional que, si
fuera posible, potencia su carácter perverso: quienes se asociaron con la
dictadura para perpetrar el despojo fueron los propios socios cooperativos de
las víctimas, movidos por fines exclusivamente económicos.
El jueves pasado, en la ciudad de La Rioja, Plutarco Antonio Schaller
presentó en la Justicia una denuncia penal por “la apropiación ilegítima de
Copegraf Ltda., llevada a cabo mediante los delitos de privación ilegítima de
la libertad calificada, tormentos calificados, asociación ilícita calificada,
desaparición forzada de persona por el transcurso de trece meses, rehén durante
el Mundial de Fútbol de 1978, apropiación de mi hijo, de nombre, extorsión y
falsificación de firma”. Entre los militares denunciados están el jefe del
Tercer Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez; el entonces jefe de la
SIDE en La Rioja, Antonio Todarelli; el jefe del batallón de Ingenieros 141 de
Ingenieros, coronel Osvaldo Pérez Battaglia; y el capitán Esteban Sanguinetti,
el mismo que participó de la “deserción” del conscripto Alfredo Ledo, por cuya
desaparición está acusado el actual jefe del Ejército y por entonces
subordinado de Sanguinetti, el hoy general César Milani.
La denuncia también incluye “a quienes, como partícipes necesarios,
resultaron beneficiados por dicha apropiación, en tanto directivos posteriores
o socios de la Cooperativa, como los señores Héctor Ártico, Amado Fernández,
Jorge Antonio Flores, Nicolás Villafañe, Lucio Córdoba, López Alcaraz y Américo
Torralba”.
No es la primera denuncia de Schaller contra sus victimarios. Apenas
recuperada la democracia, luego de pasar años en la cárcel, se presentó ante la
Justicia, pero la causa quedó sospechosamente “extraviada” en los tribunales
riojanos hasta que volvió a aparecer hace pocos días, cuando la presentación de
esta nueva denuncia penal era imposible de frenar. “En La Rioja no hubo
voluntad política de avanzar en estos casos, y la Justicia todavía responde a
los grandes grupos económicos. Los juicios por violaciones de los derechos
humanos durante la dictadura fueron demorados hasta el mayor límite posible.
Por eso, La Rioja tiene el triste honor de ser la última provincia en la que se
iniciaron esos juicios. El primero fue recién el año pasado, por los asesinatos
de los curas Murias y Longeville”, dijo Schaller a Miradas al Sur.
Durante la década del ’60 y la primera parte de los ’70, el diario El
Independiente fue un actor decisivo en la vida política riojana. Primero fue
propiedad de Editorial del Norte S.R.L., formada por Alipio y Mario Paoletti,
el escritor Daniel Moyano y Ricardo Luna Mercado. En 1966 se transformó en una
sociedad comandita por acciones hasta que finalmente, por decisión de sus
dueños, en 1971 se convirtió en una cooperativa en la que se asociaron todos
sus trabajadores, con la dirección periodística de Alipio Paoletti.
La organización cooperativa de diario se reflejaba también en su línea
editorial, defensora de las causas populares en la provincia y de franca
oposición tanto a los gobiernos de la autodenominada Revolución Argentina como
a la gestión de Carlos Menem. En el aspecto gremial promovía las luchas de la
CGT de los Argentinos, de la que Plutarco Schaller era secretario general en la
provincia, y adhería a la pastoral de la opción por los pobres de monseñor
Enrique Angelelli, obispo de La Rioja. La denuncia señala: “Todo esto conllevó
a que El Independiente, por un lado fuera blanco de amenazas, presiones,
inspecciones, clausuras como así también el retiro de la publicidad oficial”.
También se intentó comprarlo para neutralizarlo, pero los socios ni siquiera
quisieron escuchar la oferta. Carlos Menem lo clausuró en varias oportunidades
mientras que desde el diario El Sol, alineado con la derecha peronista primero
y luego al servicio de la dictadura, se desató una campaña contra sus
directivos, a los que acusaba de “alipiosos-angelellicos-marxistas”. Pero El
Independiente resistió todas las embestidas, hasta que llegó el golpe del 24 de
marzo de 1976.
“La noche del 23 de marzo estábamos cerrando el diario cuando llegó el
Ejército y copó el diario. Nosotros habíamos titulado en tapa ‘GOLPE. La CGT
declara huelga general’ y, por supuesto, nos obligaron a cambiarla. A partir
del allanamiento, el capitán Sanguinetti fue el encargado de controlar los
contenidos”, relató Schaller a Miradas al Sur. “Yo trabajaba como fotograbador,
fotógrafo y periodista y esa noche fui el primero en ser detenido ilegalmente
por personal militar, con armas largas, en mi lugar de trabajo y trasladado al
batallón. Posteriormente me enteré que esa misma noche habían detenido a mi
mujer”, agregó. Su hijo, Plutarco Antonio, fue apropiado por el militar
Gelsomino Landro y su mujer.
Mario Paoletti, el subdirector, fue detenido a las cuatro de la mañana
del 24 de marzo, en su casa, mientras que el secretario de redacción, Guillermo
Alfieri, fue capturado por la tarde, durante un desmesurado operativo del
Ejército alrededor de su casa. El director, Alipio Paoletti, que se encontraba
en Buenos Aires, pudo evitar la detención y luego de pasar meses en la
clandestinidad se exilió en España con su familia.
Días después de las detenciones, en una reunión realizada en la calle
Belgrano al 100, de La Rioja, otros socios de la cooperativa acordaron con los
militares la continuidad del diario para ponerlo al servicio de la dictadura.
Fue entonces cuando idearon el recurso de las “renuncias indeclinables” de
Schaller, Alfieri y Mario Paoletti bajo amenaza de muerte. Obtenidas las firmas
–a excepción de la de Alipio Paoletti, que fue falsificada–, la apropiación
adquirió una falsa imagen de legalidad. Nicolás Villafañe y Américo Torralba
fueron nombrados directores interinos. Consumada la maniobra, las nuevas
autoridades de El Independiente fijaron su posición editorial el 30 de mayo de
1977 mediante una solicitada dirigida “A las Fuerzas Armadas, al Gobierno de la
Provincia y a la Opinión Pública”. Decía: “Si bien en una nefasta época y
durante varios años el diario El Independiente estuvo manejado y orientado por
directivos de ideología antiargentina y fue usado para esos fines, también es
un hecho notorio que a partir del 24 de marzo de 1976 se operó un definitivo
cambio de orientación, erradicando de las publicaciones toda clase de apología
marxista subversiva (…) No queremos bajo ningún punto de vista que a los socios
que quedamos y somos la mayoría nos sigan confundiendo por la maldita herencia
que pretendieron legarnos una minoría integrada por elementos corruptos y
traidores a la patria”.
Mientras tanto, Mario Paoletti, Guillermo Alfieri y Plutarco Schaller,
luego de permanecer detenidos desaparecidos y sometidos a torturas durante
trece meses, eran “blanqueados” por sus secuestradores e iniciaban un periplo
de años por distintas cárceles del país. Alipio Paoletti ya estaba en el
exilio.
Con el retorno de la democracia, los socios despojados intentaron volver
a integrarse, con todos sus derechos, a la cooperativa. Corría 1984 y el
entonces presidente de Copegraf, Amado Fernández, le dijo a Schaller que habían
actuado obligados por “las autoridades militares”. Fernández le ofreció
reintegrarse a la cooperativa, pero él solo, ofrecimiento que Schaller declinó,
indignado. En cambio, le exigió una retractación de aquella solicitada
injuriosa publicada en El Independiente, a lo que Fernández se negó. Más de 36
años después de aquella publicación, El Independiente sigue sin retractarse.
Tampoco los socios despojados pudieron reintegrarse nunca. En agosto de
1984, los apropiadores se escudaron en las “renuncias” que Mario Paoletti,
Guillermo Alfieri y Plutarco Schaller firmaron bajo amenaza de muerte para
negarse a reincorporarlos. En cuanto a Alipio Paoletti, cuya firma falsificada
no resistía ninguna pericia caligráfica, fundamentaron su desvinculación en un
“abandono voluntario de servicios”.
Los argumentos de los apropiadores de El Independiente parecen calcados
de los que Clarín y La Nación utilizan hoy para justificar la propiedad de
Papel Prensa. Para unos, las “renuncias” que obligaron a firmar a los socios
despojados son legalmente válidas; para los otros, la transferencia de acciones
a la que fueron obligados bajo amenaza de muerte los integrantes del Grupo
Graiver fue un acuerdo comercial realizado libremente por las partes.
En Buenos Aires y en La Rioja, 37 años después de perpetrados los
despojos, la Justicia todavía demora en pronunciarse.