jueves, 27 de diciembre de 2012

La Quemita NO Se Toca... De Alguna Manera...




La Quemita No Se Toca…
 

En el día de la fecha en el Ministerio de Desarrollo Económico del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el sub-secretario Carlos Pirovano brindó una conferencia de prensa con respecto al tema “La Quemita” para aclarar su posición y evitar confusiones con respecto al tema. La misma contó con la presencia de miembros de la mesa de dialogo como Alejandro Nadur, Jorge Costamagna, Walter Santoro y Diego Díaz Patrón.

El sub-secretario afirmó que la propuesta del Gobierno de la Ciudad quiere realizarle el menor perjuicio a Huracán, y repararlo en caso de realizarlo. En este sentido, Huracán sacrificaría en total 1.7, ya que se le quitaría 2.5 hectáreas y se le reintegrarían 0.8 hectáreas. En caso de realizarse las modificaciones, las mismas no empezarían hasta que las obras estén realizadas a favor de Huracán. Además se le ofreció al club la administración del polideportivo de Parque Patricios de 1 hectárea en frente de la Sede Social. En situación de aceptarse esta propuesta se renovaría la cesión de La Quemita por 20 años más y darían la posibilidad de escriturarlo de forma definitiva con un plan de pago a través del Banco Ciudad.

En cuanto a Huracán, entrego la propuesta que se basa en hacer obras sin modificar el terreno de La Quemita. Esto quiere decir, en predios linderos para que no sea retocado ni un solo centímetro del predio deportivo Jorge Newbery. Para estas propuestas se tiene que evaluar los costos para el presupuesto del Gobierno de la Ciudad.

Durante el verano se seguirá dialogando buscando la mejor alternativa para Huracán. Mientras tanto el miércoles 2 de enero a las 11hs se realizará una conferencia de prensa mostrando la distribución de los terrenos según las propuestas indicadas y la vida social y cultural que se desempeñan en dicho predio.

© Escrito por Matías Basconcello  de Prensa Huracán. “La grandeza hecha pasión” el jueves 27 de Diciembre de 2012.

Las fotos: 













miércoles, 26 de diciembre de 2012

La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder...De Alguna Manera


La Iglesia, Videla, la guerrilla y el poder redentor de la sangre...


Los obispos rechazaron las declaraciones periodísticas que hizo el ex dictador Jorge Rafael Videla para mi libro Disposición Final sobre su “muy buena” relación con la cúpula de la Iglesia Católica durante los cinco años de su gobierno, entre 1976 y 1981. “La Iglesia no nos lastimaba”, “le sobraba comprensión”, “se manejaba con prudencia: decía lo que tenía que decir sin crearnos situaciones insostenibles”, dijo Videla, quien consideró que lideró “una guerra justa en los términos de Santo Tomás” contra las guerrillas. “Creo que Dios nunca me soltó la mano. Me ha tocado transitar un tramo muy sinuoso, muy abrupto, del camino, pero estas sinuosidades me están perfeccionando a los ojos de Dios, con vistas a mi salvación eterna”, sostuvo el ex dictador, que en la prisión reza el Rosario todos los días a las 19 y los domingos, asiste a misa y comulga.

Como periodista, coincido con los obispos en la necesidad de buscar la verdad. Mi impresión es que Videla representa a un sector de la Iglesia Católica, a una vertiente conservadora, integrista, y que sigue convencido de que su misión como católico y militar ha sido restaurar aquel antiguo concepto de la “nación católica”, agredida primero por el liberalismo y luego por los diversos socialismos. De allí, su amistad con monseñor Adolfo Tortolo, que era el titular del Episcopado, arzobispo de Paraná y vicario general castrense. Tortolo, pero no sólo él, fue un decidido impulsor del golpe. A los dos meses, Tortolo fue reemplazado al frente de la Iglesia por el cardenal Raúl Primatesta y eso moderó aquel respaldo activo, aunque el apoyo continuó, en especial hacia Videla y otros generales que eran considerados “palomas” frente a los “halcones”, pero no sólo por la Iglesia sino también por el radicalismo, el sindicalismo y hasta el Partido Comunista.

Creo que, a esta altura del partido, aquel apoyo está en la historia, es decir no se puede ahora negar o disimular. Pero, ¿a qué se debió? Opino quela Iglesia llegó al golpe en medio de una fuerte crisis interna, con su jerarquía de sacerdotes y obispos dividida en por lo menos tres sectores: conservadores, moderados y progresistas. En ese contexto, el discurso de Videla y de los militares como defensores de los valores “occidentales y cristianos” y del patrimonio espiritual condensado en la fórmula “Dios, Patria y Familia” resultaba muy atractivo para la mayoría de los obispos y unificaba a los sectores conservadores con los moderados frente a los progresistas.

A la hora de responder a los pedidos de ayuda de las víctimas de la dictadura pesaron más en el Episcopado los cálculos políticos, como la conveniencia de no aparecer debilitando a un gobierno en plena lucha contra las guerrillas, que la preocupación genuina por los derechos humanos de los detenidos desaparecidos, católicos en su gran mayoría.

Por otro lado, los sacerdotes y obispos progresistas habían ayudado a engrosar las filas de las guerrillas, en especial de Montoneros. La jerarquía católica estuvo en ambos lados del mostrador de la violencia política de los Setenta; el discurso del poder redentor de la sangre de Cristo sirvió para justificar tanto a militares como a guerrilleros. Claro que la violencia de las guerrillas no se puede equiparar al terrorismo de Estado; no hubo dos demonios. Pero la historia no es un menú del que podamos elegir solo los hechos que más nos interesan o satisfacen.

Videla es el producto de una manera de entender y vivir el catolicismo; muchos militares, y también muchos guerrilleros, murieron y mataron creyendo que lo hacían por Cristo. ¿No será hora de que la Iglesia nos diga unas palabras claras, cristalinas, sobre todo esto? A partir de ahí, podría exigir a todos sus hijos gestos concretos para reparar a tantas víctimas.

© Fuente: Revista Vida Nueva. Escrito por Ceferino Reato y publicado por el Diario Perfil el jueves 13 de diciembre de 2012.


Huracán, "El Sexto Grande de Ayer, de Hoy y de Siempre"... De Alguna Manera...


La historia fue escrita hace mucho tiempo...
 
Los Cinco Grandes fueron unos cómicos fenomenales para su tiempo, que se llamaban Zelmar Gueñol, Jorge Luz, Rafael Carret, Guillermo Rico y Juan Carlos Cambón. En el fútbol, los grandes siempre fueron seis. Tres parejas, para ser más exactos: dos de capital y una de Provincia, animadores de los tres grandes clásicos del fútbol nacional: River-Boca, San Lorenzo-Huracán y Racing-Independiente.

De vez en cuando, y desde hace tiempo, aparecen quienes reclaman un lugar para Vélez en la barra de los grandes, y hasta algunos pretenden desplazar al Globo, en verdad ya abandonado del ‘club’ por los más jóvenes habladores y redactores de deportes, y por una empresa a la que varios de ellos pertenecen. Hasta parece haberse creado una polémica al respecto, porque me pidieron que explicara aquí las razones por las cuales Huracán está entre los grandes, que es como tener que explicar por qué Gardel fue Gardel, y no Magaldi.

Los grandes son simplemente grandes, y Huracán ya era grande antes del 30'. El club que nació homenajeando las hazañas de Jorge Newbery se hizo grande con fútbol, cuando éste era nada más y nada menos que un juego. Antes de los feroces años de la recesión -¡oh casualidad!- trajeron el inevitable devenir del profesionalismo.

Desde el tiempo en que aprendí a deletrearlo en las enormes páginas de Crítica, los clásicos entre grandes los protagonizaron, como quedo dicho, River-Boca, Racing-Independiente y San Lorenzo-Huracán, con múltiples combinaciones de sus cruzamientos. Los ‘olvidos’ del Globito entre sus pares comenzaron a aparecer mucho más tarde –especialmente cuando perdió a su aparcero San Lorenzo por un tiempo-, cuando ellos se fueron al descenso, circunstancia infeliz que le cupo luego al Globito, tercer grande que caía al vacío sabatino.

Huracán ya fue pobre, mucho más pobre que en los magros tiempos de hoy: en la época en la que otros anglicados clubes servían té en el vestuario, en la cancha de Patricios se ofrecía un criollo mate cocido a los rivales. Porque Huracán, como decía Julián Centeya, era “el único porteño, entre tanos, gallegos y fifís”. Su “heráldica suburbana del globo rojo sobre campo blanco” (Homero Manzi) lució más tarde en el primer estadio sudamericano, llamado por entonces – y aún hoy por algunos- El Palacio de Cemento. Aquellos fueron tiempos de cierta riqueza, que son sólo una circunstancia en la vida.

La grandeza de un club de fútbol, como la de un hombre, no se mide por su cuenta bancaria (¡Que sería del Gran Racing!) ni por sus años sin ganar campeonatos (otra vez Racing) ni siquiera por carecer de cancha (¿O acaso San Lorenzo fue ‘suspendido’ como grande al perder su Gasómetro?).

Luis Federico Leloir fue un grande sentado en su silla de esterilla, y nunca los otros cargados de oropeles.

Así como existen fórmulas para medir con cierta precisión el nivel socioeconómico de las personas, es posible que alguien pergeñe en el futuro una tabla combinando campañas de los equipos; cantidad de socios; centimil en los medios; estados de cuentas; rating de televisión; plateas disponibles y precio de sponsor en la camiseta, para calificar los clubes de fútbol. No dudo de que en esa tabla –que encabezará River- habrá un buen lugar para Vélez y Rosario Central. Pero, como la grandeza está afianzada en la tradición y no se compra con cemento, los grandes clubes del fútbol seguirán siendo seis.

Nadie podrá negar los méritos institucionales y deportivos de Vélez Sarsfield, que despegó con la grandeza de José Amalfitani y supo aprovechar su ubicación periférica para ganar camino hacia el oeste. Pero si en una supuesta evaluación de todos los clubes también incluyéramos el aporte de talentos al fútbol mundial, nadie en el país podría competir con Argentinos Juniors y Newells Old Boys, tradicionalmente inscriptos en la línea estética que también defienden grandes como River e Independiente, y que hoy el Globo consigue honrar.

No nací ni viví en Parque de los Patricios. Soy del barrio de Huracán, Huracán de Mar del Plata, uno de los tantos Huracanes sembrados por el país (Comodoro Rivadavia, Tres Arroyos, Corrientes, etc.) a partir de la admiración que generan los grandes (A propósito: ¿Cuántos Vélez o Ferro existen fuera de Buenos Aires?).

Vélez Sarsfield es un emergente institucional que carece de linaje, y ni siquiera cuenta con un San Lorenzo –o Boca, o River, o Independiente, o Racing, o Huracán- para jugar un Gran Clásico. No estaba por aquí cuando se entregaron los blasones y ahora ya es tarde para entrar a la nobleza futbolera pagando peaje.

No se puede entrar a la "Nobleza Futbolera" pagando peaje, apenas podrá ser poderoso.

Extraído del libro "El Sexto Grande de Ayer, de Hoy y de Siempre" escrito por Néstor Vicente.

© Publicado por http://www.fotolog.com/kukukemero/36702607 el viernes 10 de Julio e 2009.  http://www.seisgrandes.com.ar