La historia fue escrita hace mucho tiempo...
Los Cinco Grandes fueron
unos cómicos fenomenales para su tiempo, que se llamaban Zelmar Gueñol, Jorge
Luz, Rafael Carret, Guillermo Rico y Juan Carlos Cambón. En el fútbol, los grandes
siempre fueron seis. Tres parejas, para ser más exactos: dos de capital y una
de Provincia, animadores de los tres grandes clásicos del fútbol nacional:
River-Boca, San Lorenzo-Huracán y Racing-Independiente.
De vez en cuando, y desde
hace tiempo, aparecen quienes reclaman un lugar para Vélez en la barra de los
grandes, y hasta algunos pretenden desplazar al Globo, en verdad ya abandonado
del club por los más
jóvenes habladores y redactores de deportes, y por una empresa a la que varios
de ellos pertenecen. Hasta parece
haberse creado una polémica al respecto, porque me pidieron que explicara aquí
las razones por las cuales Huracán está entre los grandes, que es como tener
que explicar por qué Gardel fue Gardel, y no Magaldi.
Los grandes son simplemente
grandes, y Huracán ya era grande antes del 30'. El club que nació homenajeando
las hazañas de Jorge Newbery se hizo grande con fútbol, cuando éste era nada
más y nada menos que un juego. Antes de los feroces años de la recesión -¡oh
casualidad!- trajeron el inevitable devenir del profesionalismo.
Desde el tiempo en que
aprendí a deletrearlo en las enormes páginas de Crítica, los clásicos entre
grandes los protagonizaron, como quedo dicho, River-Boca, Racing-Independiente
y San Lorenzo-Huracán, con múltiples combinaciones de sus cruzamientos. Los olvidos del Globito entre sus pares comenzaron
a aparecer mucho más tarde especialmente cuando perdió a su aparcero San
Lorenzo por un tiempo-, cuando ellos se fueron al descenso, circunstancia
infeliz que le cupo luego al Globito,
tercer grande que caía al vacío sabatino.
Huracán ya fue pobre,
mucho más pobre que en los magros tiempos de hoy: en la época en la que otros
anglicados clubes servían té en el vestuario, en la cancha de Patricios se
ofrecía un criollo mate cocido a los rivales. Porque Huracán, como decía Julián
Centeya, era el único porteño,
entre tanos, gallegos y fifís. Su heráldica suburbana del globo rojo sobre
campo blanco (Homero Manzi) lució más tarde en el primer estadio sudamericano, llamado por entonces y aún hoy por algunos- El Palacio de Cemento.
Aquellos fueron tiempos de cierta riqueza, que son sólo una circunstancia en la
vida.
La grandeza de un club de
fútbol, como la de un hombre, no se mide por su cuenta bancaria (¡Que sería del
Gran Racing!) ni por sus años sin ganar campeonatos (otra vez Racing) ni
siquiera por carecer de cancha (¿O acaso San Lorenzo fue suspendido como grande al perder su
Gasómetro?).
Luis Federico Leloir fue
un grande sentado en su silla de esterilla, y nunca los otros cargados de
oropeles.
Así como existen fórmulas
para medir con cierta precisión el nivel socioeconómico de las personas, es
posible que alguien pergeñe en el futuro una tabla combinando campañas de los
equipos; cantidad de socios; centimil en los medios; estados de cuentas; rating
de televisión; plateas disponibles y precio de sponsor en la camiseta, para
calificar los clubes de fútbol. No dudo de que en esa tabla que encabezará River- habrá un buen lugar para
Vélez y Rosario Central. Pero, como
la grandeza está afianzada en la tradición y no se compra con cemento, los
grandes clubes del fútbol seguirán siendo seis.
Nadie podrá negar los
méritos institucionales y deportivos de Vélez Sarsfield, que despegó con la
grandeza de José Amalfitani y supo aprovechar su ubicación periférica para
ganar camino hacia el oeste. Pero si en una supuesta evaluación de todos los
clubes también incluyéramos el aporte de talentos al fútbol mundial, nadie en
el país podría competir con Argentinos Juniors y Newells Old Boys, tradicionalmente inscriptos en la
línea estética que también defienden grandes como River e Independiente, y que
hoy el Globo consigue honrar.
No nací ni viví en Parque
de los Patricios. Soy del barrio de Huracán, Huracán de Mar del Plata, uno de
los tantos Huracanes sembrados por el país (Comodoro Rivadavia, Tres Arroyos,
Corrientes, etc.) a partir de la admiración que generan los grandes (A
propósito: ¿Cuántos Vélez o Ferro existen fuera de Buenos Aires?).
Vélez Sarsfield es un emergente
institucional que carece de linaje, y ni siquiera cuenta con un San Lorenzo o Boca, o River, o Independiente, o Racing, o
Huracán- para jugar un Gran Clásico. No estaba por aquí cuando se entregaron
los blasones y ahora ya es tarde para entrar a la nobleza futbolera pagando peaje.
No se puede entrar a la "Nobleza Futbolera" pagando peaje, apenas podrá ser poderoso.
Extraído del libro "El Sexto Grande de Ayer, de Hoy y de Siempre" escrito por Néstor
Vicente.