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domingo, 2 de diciembre de 2012

La lucha por la Quemita está que arde... De Alguna Manera...


La lucha por la Quemita está que arde...
   

El predio de Huracán en Villa Soldati tiene 16 hectáreas. Le quieren sacar dos para un taller de Metrovías.

Huracán resiste a que le quiten terrenos de su predio deportivo. Un proyecto impulsado por el PRO contempla despojar al club de Parque Patricios de dos hectáreas de su campo de deportes para construir talleres de Metrovías. El 13 de diciembre será un día clave en la Legislatura para conocer el destino de las tierras.

La Quemita quema y los socios e hinchas de Huracán están que trinan con razón. El fósforo lo arrimó un grupo de ambiciosos proyectistas del PRO, la fuerza liderada por Mauricio Macri que gobierna la ciudad de Buenos Aires. En el marco del Plan Maestro de la Comuna 8 pretenden despojar al club de casi dos hectáreas de su campo deportivo. Esgrimen el argumento de que ahí deberían construirse talleres de la empresa Metrovías, la cuestionada concesionaria del subte. El predio le fue cedido en 1988 a la centenaria institución de Parque de los Patricios por 20 años. Cuando venció el plazo la situación quedó en un limbo y ante el inminente tratamiento en la Legislatura porteña del proyecto que ponía en riesgo las tierras, hubo una movilización autoconvocada el martes pasado. La gente se reunió bajo la consigna “La Quemita no se toca” y esperó el desenlace de una reunión entre el presidente de Huracán, Alejandro Nadur, y el diputado Cristian Ritondo, vicepresidente de la Legislatura. Las promesas políticas de revertir la situación quedaron en una impasse hasta el 13 de diciembre. Ese sería el día clave que definirá el destino de un lugar que antes era un basural inundable y hoy es un polideportivo.

Manuel Vila es socio vitalicio de Huracán, tiene el carnet número 232 y como ingeniero civil se involucró en la movida por la Quemita. Con un megáfono en mano, se presentó a las puertas del ex Concejo Deliberante rodeado de un millar de hinchas. “El club ocupa el lugar del Estado en el sur de la ciudad hace 104 años. El Plan Maestro de la Comuna 8 le haría una quita de hectáreas al predio para construir un taller del subte, pero también existe un proyecto del diputado Daniel Amoroso que nos despoja de 6 de las 16 hectáreas”, dice quien también fue candidato a presidente en las elecciones del 2009. Mientras dialogaba con Página/12, a su alrededor retumbaba la consigna más cantada por los hinchas ante una Legislatura que terminó pintada de varios grafitis. “Che Mauricio, che Mauricio... no te lo decimos más, si nos tocan la Quemita, que quilombo se va a armar.”

Ahora bien, de qué hablamos cuando hablamos de ese campo de deportes ubicado en el postergado sur porteño. La Comuna 8 abarca tres barrios: Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo, que sumados ocupan 997 manzanas en la zona con menor densidad de población de la Capital. Ahí Huracán construyó ocho canchas de fútbol, una de hockey sobre césped, una de vóleibol, dos piletas de natación, parrillas, quinchos y un estacionamiento. Ahí, también, el PRO posó su mirada porque a menudo intenta transformar bienes levantados por la comunidad en grandes negocios para empresarios amigos o que son funcionales a sus políticas depredadoras.

Uno de los puntos del plan que condiciona negativamente el futuro de Huracán es paradójico. La iniciativa para la Comuna 8 que tiene 170 artículos contempla la creación de un Distrito Deportivo y otro Biotecnológico. En un interesante artículo del Diario Z, Karin Miller describe que “el primero prevé exenciones fiscales para quienes se dediquen a la fabricación de productos deportivos, la construcción, reforma, mantenimiento y reparación de infraestructura deportiva o la prestación de servicios para la realización de prácticas deportivas”. Parece un contrasentido. Mientras por un lado se intenta fomentar la industria que apuntale a diferentes deportes, por el otro se pretenden achicar los espacios verdes necesarios para desarrollarlos. La Quemita es un buen ejemplo.

Huracán está obligado a resistir en dos frentes: el de la proyectada quita de hectáreas y el de la renovación del plazo por la cesión de las tierras. Una prueba del apuro y la desprolijidad con que el gobierno porteño pretende resolver la cuestión a su favor, la dan estas declaraciones del vicepresidente del club, Luis Sasso, en conferencia de prensa: “Hace unos meses nos llegó de parte del Ministerio de Economía del Gobierno de la Ciudad una propuesta concreta. Tenía que ver con ciertas necesidades vinculadas a la Comuna 8. Esta irrupción viene presidida de algunas reuniones y propuestas anteriores que no llegaron a nada y por las cuales no vimos ni siquiera necesario sacarlas a la luz, pero hace poco menos de un mes nos vinieron a decir que estaban apurados por resolver el tema de los terrenos y que, en los mismos, se deben construir talleres de Metrovías, ya que se piensa crear una terminal de ómnibus cerca de la Quemita”.


Según el ingeniero Vila, “yo planteé la necesidad de hacer un estudio de impacto ambiental, una audiencia pública, porque como a Metrovías se le acabó el subsidio de la Nación ahora le tira el costo del personal a Macri y esto forma parte de una negociación forzada por la empresa. Además, está el proyecto del diputado Amoroso que nos dejaba 6 hectáreas de las 16. Todo esto se lo dijimos a Ritondo en la Legislatura y él nos reconoció que estaba mal hecho”. Amoroso es un legislador que del PRO pasó a Unión Federal y ahora milita en un nuevo espacio político con Graciela Ocaña llamado Confianza Pública. Plantea que se le ceda a Huracán el predio por otros veinte años, pero según Vila con una quita de hectáreas que lo perjudicaría.

El 20 de noviembre, cuando el tratamiento del proyecto se le venía encima a la comisión directiva –estaba previsto discutirlo el 27, lo que finalmente no sucedió–, el club difundió un comunicado oficial que sostenía: “Existe la decisión política del Gobierno de la Ciudad de construir una terminal de ómnibus sobre terrenos aledaños a nuestro campo de deportes, con el propósito de descentralizar la terminal Retiro. Dichos terrenos tienen frente sobre la Avenida Perito Moreno y fueron ocupados hasta el momento por la empresa Metrovías, quien está construyendo en esa misma zona una estación subterránea (estación Lacarra) como prolongación de la línea E de los Subterráneos de Buenos Aires”.

En el segundo punto se explicaba: “Desplazados de ese predio, y con las obras del subterráneo en marcha, la empresa Metrovías planteó al Gobierno de la Ciudad la necesidad de contar con un terreno en el que pudieran instalar los talleres de la terminal de subte, como prolongación, pero en superficie, de la mencionada línea. La empresa planteó así la necesidad de ocupar para tales fines parte del predio que ocupa actualmente nuestro campo de deportes”.

En el tercer punto del comunicado, la comisión que encabeza Nadur cuestiona sin mencionarlo al ex presidente Carlos Babington por su inoperancia para renovar el acuerdo que caducó hace cuatro años: “La tenencia de los terrenos por parte de nuestro club –precaria por naturaleza, dado que se trata de terrenos de propiedad del GCBA– venció en el año 2008, en tiempos de la anterior conducción, y ninguna gestión se hizo para renovarla. Advertidos de dicha anomalía, la actual Comisión Directiva inició gestiones para la readquisición de la tenencia, trámite que habrá de concluir próximamente con la segura sanción de la ley que dispondrá una nueva tenencia por el plazo de veinte años”.

Eso es lo que esperan los hinchas y socios de Huracán. Pero tienen que lidiar con el plan de la Comuna 8 que impulsan los funcionarios de Macri, el lobby de Metrovías y una voluntad dirigencial que, como quedó probado en 2008, no parece estar a la altura de las obras hechas en la Quemita, también llamada campo de deportes Jorge Newbery.

© Escrito por Gustavo Veiga y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 2 de Diciembre de 2012.


Las fotos:










miércoles, 15 de diciembre de 2010

Una Sociedad Desamparada... De Alguna Manera...

Una Sociedad Desamparada... Lecciones de Villa Soldati...

Los gobiernos de la Nación y de la Ciudad compitieron en despropósitos. En el medio quedaron víctimas desesperadas y problemas que no se resuelven.

Cuando un territorio se transforma en tierra de nadie, lo que reina es la anarquía. Y en los Estados en los que impera la anarquía, la fuerza de la razón desaparece y se instala la razón de la fuerza, es decir, la violencia. Así es como se extinguen las normas de convivencia, y la consecuencia es la división de la sociedad. A partir de allí todo queda limitado al sálvese quien pueda y es en esa circunstancia cuando salen a relucir los peores aspectos de la condición humana. Se producen, además, las peores situaciones de explotación de las personas por parte de grupos delincuenciales y mafiosos. La tierra de nadie es producto de una combinación explosiva: la exclusión social y la ausencia de Estado. Es el origen de un proceso de “favelización” que viene creciendo en nuestro país y cuyas consecuencias habrán de ser imprevisibles y peligrosas.

En el fondo de este problema yace una causa fundamental: la pobreza, que en sus distintos niveles sigue castigando a una parte significativa de la población argentina.

El primer dato que surge de este episodio de Villa Soldati es la dimensión de los niveles de pobreza que persisten en nuestro país. Y a esto hay que prestarle atención, sobre todo, cuando desde el Gobierno nacional se vienen difundiendo cifras de disminución de la pobreza que no se compadecen con la realidad. La cantidad de personas que habitan en las villas de emergencia en Buenos Aires se ha duplicado en los últimos cinco años, lo que representa un contraste impactante con los niveles de crecimiento que muestra la Argentina. Y este fenómeno no es exclusivo de la Capital. Rosario, otra ciudad de gran bonanza económica, está rodeada de un conglomerado de asentamientos que crece.

Se verifica en casi todos esos lugares la falta de Estado. El movimiento de curas villeros, que desarrolla una tarea monumental, viene advirtiendo desde hace años esa realidad y señalando sus nefastas consecuencias.

En ese universo luchan desesperadamente líderes sociales de gran envergadura que buscan generar mejores condiciones de vida para la gente de bien que allí vive, que es mayoría. Esos líderes están muy solos. Por lo tanto, los grupos delincuenciales encuentran en esa geografía impenetrable una protección ideal. Los primeros que padecen el accionar de esas bandas son los habitantes honestos de las villas.

Hasta ahora, la política ha aportado pocas soluciones y grandes males. El peor ha sido y es el de los punteros políticos, cuyo modus vivendi depende de la existencia de la mayor cantidad posible de pobres.

Uno de los peores dramas que origina la pobreza es la imposibilidad de acceder a una vivienda digna, uno de los problemas más difíciles que enfrenta la Argentina. No es sólo un drama para los carecientes: lo es también para millones de personas que trabajan en blanco y pertenecen a la clase media. Y no hay planes de viviendas ni para unos ni para otros.

Otro aspecto que ha salido a la luz es el de los inmigrantes. La conferencia de prensa de Mauricio Macri del jueves fue malísima. La asociación de inmigración y narcotráfico que dejó traslucir es injusta y deja el campo abierto a conductas discriminatorias repudiables. El abordaje de la inmigración exige un estudio profundo de sus causas y características sin el que no habrá una estrategia política que asegure el cumplimiento del mandato constitucional –el Preámbulo habla de “todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”– en un contexto de orden y legalidad.

A la administración de Macri hay que endilgarle su poca capacidad de diálogo y el abandono del sur de la Ciudad. El jefe de Gobierno niega esto pero la realidad lo demuele. Los habitantes de esa zona dan datos que grafican la magnitud de ese abandono. Un solo ejemplo sirve para ilustrar esto: la zona aledaña al Parque Indoamericano es de las más inseguras; sin embargo, nadie se explica por qué no hubo allí una presencia prioritaria y preventiva de la Policía Metropolitana desde mucho antes de los hechos.

Hace unos días, uno de sus ministros le comunicó a Horacio Rodríguez Larreta y a la ministra de Desarrollo Social de la Ciudad, María Eugenia Vidal, que había un grupo de personas que estaban ingresando al parque con intención de quedarse. Ninguno de ellos le prestó la más mínima atención.

Lo del Gobierno nacional ha sido de una irresponsabilidad pocas veces vista. Ha tratado a los habitantes de la Ciudad como si fueran los de un territorio ajeno a su jurisdicción. El acto de la Presidenta anunciando la creación del Ministerio de Seguridad, mientras en la zona del conflicto se desarrollaban los actos de mayor violencia de toda esta saga, fue patético.

La creación de ese ministerio y la designación de Nilda Garré implican una evaluación crítica hacia el desempeño en todo este drama del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, de quien dependían las fuerzas de seguridad. Ni qué decir del ministro de Justicia y Seguridad, Julio Alak, un títere.

Cristina Fernández de Kirchner se disgustó con el jefe de Gabinete por la violencia brutal ejercida por miembros de la Federal contra algunos de los que se alejaban del parque después del desalojo del miércoles y le exigió una solución. El funcionario ordenó la separación de la fuerza de los efectivos involucrados y dispuso que ninguna fuerza de seguridad se hiciera presente en el lugar. Un disparate. Lo que hubiera correspondido es que se desarrollaran tareas preventivas similares a las que se están llevando a cabo ahora. La seguridad también incluye la prevención y la disuasión.

La ocupación del espacio público es parte de otro debate pendiente. Es la forma de protesta en boga que emplea la sociedad, ya sea a través del corte de calles, rutas o tomas de plazas y parques. La política debería preguntarse el porqué.

Como en todo conflicto político hubo en los dos bandos –Gobierno nacional y Gobierno municipal–halcones y palomas. Hasta la madrugada del sábado triunfaron los halcones. Que hayan tenido que ocurrir muertes para que dos administraciones de distinto signo político se sentasen a dialogar en la búsqueda de una solución a este conflicto constituye un resonante fracaso por parte de nuestra dirigencia, cuyas conductas debilitan la calidad institucional de nuestro sistema republicano. La sociedad no merece padecer los avatares de tamaño desamparo.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 11 de Diciembre de 2010.