Razón y Pasión…
Cuentan algunos memoriosos que antiguamente se enterraban las coplas anónimas
escritas en prolijos trocitos de papel y en el mismo lugar se plantaba un árbol
para que el viento las inmortalizara. El 13 de abril, cuando murió Eduardo
Galeano, sus palabras ya estaban clavadas en la memoria colectiva de América
latina y sus libros ya eran inmortales.
Perteneció tácitamente a una saga de
escritores, de referentes ineludibles de las luchas revolucionarias: Ernesto
Cardenal, Juan Gelman, Haroldo Conti, Paco Urondo y Rodolfo Walsh, entre otros.
Ellos fueron parte de un movimiento cultural paralelo al llamado Boom
latinoamericano. Bajo ese rótulo se inscriben los novelistas que se hicieron
mundialmente conocidos por su pluma y porque tuvieron la suerte de llegar a los
mercados internacionales a través de la traducción, los viajes, el exilio o
simplemente gracias al apoyo de diversas editoriales europeas.
El conjunto de escritores a los que
pertenece Galeano tuvo un origen, una identidad política semejante y un
profundo arte militante. Incluso, un núcleo literario que marcó un hito: la
revista Crisis, dirigida por el propio Galeano y fundada por Fico Vogelius, un
soñador que vendió nada menos que un Chagall para costear la publicación.
Crisis era sostenida también por las reflexiones de Conti, Gelman, Urondo, Zito
Lema y tantos otros. Ellos no siempre contaron con el marketing editorial y la
visibilidad del Boom, pero tuvieron el empuje de la oleada revolucionaria regional
como energía literaria funcional a la reproducción y difusión de sus obras,
tantas veces prohibidas, tantas veces censuradas, pero siempre murmuradas al
oído de los militantes por los libres de pensamiento.
Eduardo Galeano y la mayoría de los
colaboradores de Crisis tuvieron un
común denominador: eran más poetas que novelistas, eran periodistas de
raza y mantuvieron una coherencia ideológica inquebrantable. El mismo Galeano
expresó una vez: “Crisis fue un largo acto de fe en la palabra humana, solidaria
y creadora. Por creer en la palabra, en esa palabra, Crisis eligió el silencio.
Cuando la dictadura le impidió decir lo que tenía que decir, se negó a seguir
hablando”.
En este sentido, apelando a la razón
y al sentimiento, bien se podría definir a la “Carta Abierta a la Junta
Militar”, de Walsh, y a Las venas abiertas de América Latina, de Galeano, como
dos pilares de un movimiento cultural sin precedentes en nuestro continente. La
primera encarna el alegato más contundente contra la dictadura cívico militar.
La segunda, quizás sea la proyección sudamericana de Los condenados de la
tierra, de Frantz Fanon.
Eduardo Galeano, sin otro recurso que
su palabra, creó el templo de la sabiduría popular. Cada vez que un joven abra
sus libros entenderá que la revolución es una muchacha encendiendo la luna
sobre los montes, las piedras y los mares de la Patria Grande. Nadie lo dijo
mejor que Osvaldo Bayer, otro de los históricos de Crisis: “Ha muerto el mejor
de todos”.
© Escrito por Adolfo Marino Ponti, poeta
y periodista el domingo 19/04/2015 y publicado por http://www.miradasalsur.com.ar de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.