Bonavena, eterno…
Hoy se cumplen 37 años la
muerte del boxeador Oscar Natalio
Bonavena, quien fue asesinado de un disparo por Ross Brymer, guardaespaldas del
burdel Mustang Ranch, en una fría madrugada de Nevada.
Pasan los años, pero cada
vez está más presente. Las generaciones que no lo conocieron ni lo vieron
pelear lo admiran y los que si son contemporáneos a sus años de gloria, lo
recuerdan con cariño y hasta algunos largan una pequeña lágrima de nostalgia,
recordando aquellos tiempos donde Ringo acaparaba la escena televisiva con los
ravioles de su madre, sus típicos alardes y su amor por Huracán.
El espíritu de guapeza lo
acompaño durante toda la vida y lo hizo un luchador desde sus comienzos.
Entrenaba en la arena del hipódromo por sus problemas de pie plano y de joven
decidió formarse como boxeador en Estados Unidos, país en el cual obtuvo su
apodo tras ser confundido por el baterista de los Beatles, mientras corría una
mañana y en donde conoció el negocio que existe detrás del boxeo.
Carismático como él solo
podía ser, fue capaz de dar vuelta a la afición más multitudinaria de la
historia del Luna Park (25236 espectadores) el 4 de septiembre de 1965, quien
lo recibió con insultos y silbidos y lo retiró ovacionado en la pelea que le
arrebata el título argentino a Gregorio Miguel “Goyo” Peralta.
Años después, se dio el lujo
de luchar dos veces por el título del mundo frente a Joe Frazier y de tratar de
gallina al mismísimo Mohamed Alí en la previa de su combate el Madison Squere
Garden, sede del lugar que vio tambalear al más grande boxeador de todos los
tiempos ante un argentino nacido en Parque Patricios, que llegó a la gran
manzana prometiendo que iba a hacer “volar a un negro por los aires”.
Esa histórica pelea, que
todavía es recordada en los programas de archivos midió 79,3 puntos de raiting
y paralizó a un país, que días después recibió como un campeón a su querido
Ringo, que para ese entonces ya había entrados en los corazones de casi todos,
inclusive de los que no disfrutaban de su deporte.
Pero el boxeo no era la
única actividad que ocupaba la vida de Bonavena, porque como todo buen oriundo
de Parque Patricios le gustaba el fútbol y más que el fútbol le gustaba ir a
ver a Huracán. Cabulero, un día plantó una ruda macho atrás de uno de los
arqueros para acabar con una racha negativa que atravesaba el club y en 1972
compró el pase de Daniel Willington para que pudiera jugar en el Globo e
hiciera de local en el estadio cuya tribuna lleva su nombre.
El 22 de mayo de 1976, hace
ya 37 años, Ringo se fue para siempre, aunque su esencia estará presente en los Hinchas de Huracán, en Parque Patricios, en los boxeadores y en todas aquellas
personas que lo recuerden, porque Bonavena no fue una persona cualquiera,
Bonavena fue un ídolo y los ídolos viven para siempre.
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Escrito por el miércoles 22/05/2013 y publicado por Patria Quemera de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.