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martes, 13 de noviembre de 2012

Ni Gobierno... Ni Oposicion: Nadie escucha... De Alguna Manera...

Nadie escucha...
"AUTISMO PATRIOTICO". Presidenta Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

Ni la Presidenta ni Mauricio Macri toman nota del reclamo social. ¿Hasta cuándo?

Definitivamente no escuchó. Aunque, en verdad, lo correcto es decir que no quiso, ni quiere, ni querrá escuchar el ruido de las cacerolas ni de las voces que no concuerden con el tramado de su relato. Así es como mejor puede definirse la actitud de la Presidenta no sólo frente a la impactante manifestación del 8N que, por su dimensión y extensión a lo largo y a lo ancho del país, hizo recordar a aquellas otras de los albores de la renacida democracia argentina en 1983.

Pero no sólo eso –el no escuchar– fue lo que hizo la doctora Cristina Fernández de Kirchner, sino algo más: primero, ningunear a las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas que expresaron sus desacuerdos con el Gobierno (“Ayer pasó algo importante: el Congreso del Partido Comunista Chino”); segundo, decirles que se busquen a quienes lo representen (“el verdadero problema de la sociedad es la falta de una dirigencia política que los represente con un modelo alternativo con el cual podamos debatir y decidir”). Y he aquí un grosero error de concepto por parte de la Presidenta, porque es a ella a quien le corresponde atender los reclamos de la ciudadanía.

La Presidenta no gobierna sólo para quienes la votaron sino también para aquellos que no lo hicieron. Una de las características de la manifestación del 8N fue la presencia de reclamos muy concretos: no a la inflación, no a la inseguridad, no a la corrupción, no al incumplimiento de fallos judiciales favorables a jubilados que requieren cobrar lo que les corresponde, basta de presiones a la Justicia, no a la re-reelección, no al autoritarismo.

No son ésas consignas ideológicas. A diferencia de lo sucedido en aquellas trágicas y tristes jornadas de fines de 2001, la gente no fue a pedir que se vayan todos sino a reclamarle al Gobierno que se aboque a buscar la solución de los problemas que hoy afectan la vida de muchos ciudadanos, demanda que también se extiende sobre una oposición que hoy no representa una alternativa de poder viable y que es corresponsable del desequilibrio político de graves consecuencias institucionales que hoy vive el país.

Hay un enamoramiento del relato y del personaje. Ese es uno de los problemas más graves que deja al descubierto la reacción de la Presidenta ante la masiva manifestación popular del 8N. A la doctora Fernández de Kirchner le cuesta creer que haya gente que esté insatisfecha con la marcha de su gobierno. “Tienen una visión distorsionada del país”, dijo. Para el relato oficial esa parte de la ciudadanía está equivocada o es malintencionada.

En esa división agonal del escenario político que el kirchnerismo azuza todo el tiempo, no hay lugar para puntos intermedios. Todo es blanco o negro; todo se reduce a una puja entre buenos y malos, en la que el oficialismo es el bueno y los que están contra él son los malos.

Lo que el Gobierno no puede, no sabe o no quiere solucionar, directamente no existe, persistiendo así en su política de negar la inflación, de afirmar que la inseguridad es una sensación, que hay que cortarla con el cepo cambiario, que no hay problemas con el abastecimiento de energía eléctrica, que todo es un invento de Clarín y que después del 7D ya no habrá más problemas. A esta altura, al Gobierno sólo le falta echarle la culpa de los cambios climáticos a Héctor Magnetto. Si la Presidenta insiste con estas posturas, lo más seguro es que los cacerolazos se vuelvan una habitualidad en la realidad política de la Argentina durante los tres años y un mes que le faltan para cumplir su mandato.

Muchos funcionarios importantes viven con mucha preocupación este presente del gobierno del que forman parte. Una manifestación como la del jueves pasado era impensable hace un año. Reconocen, además, que siguen sin entender por qué la doctora Fernández de Kirchner se ha empecinado en abrir conflictos donde antes no los había. El caso paradigmático es el de Hugo Moyano. El otro, el de Daniel Scioli. A propósito del gobernador de la provincia de Buenos Aires, su estrepitoso silencio acerca del 8N no pasó inadvertido para nadie del entorno presidencial. El aumento de la conflictividad social es otro de los ítems que amenaza con poblar el paisaje político en los meses venideros. Habrá que prestarle atención a la marcha conjunta organizada para el 20 de noviembre por Moyano junto con la fracción de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) que encabeza Pablo Micheli. Así también habrá que seguir con detalle lo que suceda en el universo de la desvaída CGT Balcarce, encabezada por Antonio Caló, cuyo liderazgo está bajo fuego como consecuencia de la negativa del Gobierno a atender algunos de sus reclamos que, al fin y al cabo, son los mismos que viene haciendo Hugo Moyano.

“Si no nos dan algo, muchos de nuestros trabajadores van a terminar marchando con Moyano”, señala un dirigente sindical que se alejó del líder de los camioneros y que ya se desilusionó con el Gobierno al que creyó cercano, de quien dice “ellos creen que hacen todo perfecto y nosotros tenemos que acompañarlos”.

Las cacerolas del 8N también tuvieron como destinataria a la oposición. En ese espacio, algunos lo entendieron; otros, no. La incapacidad que han exhibido y siguen mostrando los opositores para lograr consensos ha sido clave para la construcción del formidable nivel de poder que el Gobierno logró acumular en las elecciones de octubre de 2011.

A ellos les corresponde enfrentar el desafío de conformar coaliciones que sumen y no que resten.

En ese universo de desacuerdos, el que más desentonó por estas horas fue Mauricio Macri, queriéndose subir con algún protagonismo a una convocatoria que lo excedía, y participando luego de una foto con los integrantes de Kiss en el estadio de River en la aciaga y desesperante noche del miércoles 7, en la que el gigantesco corte de energía eléctrica hizo de la sufrida vida de los argentinos que habitan y transitan por la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense un suplicio.

El efecto demoledor de esa foto ha sido más nocivo que las decenas de palabras críticas que sobre el jefe de Gobierno se vierten desde el oficialismo. “Fueron sólo diez minutos”, dijo increíblemente a modo de justificativo Macri, cuando todo hacía suponer que no le alcanzarían los segundos para ver cómo mejor ayudar a paliar los padecimientos por el que a esas horas atravesaban miles de personas angustiadas ante tanta vulnerabilidad y desamparo.

“Me hayan votado o no, yo los he escuchado. Y he aprendido de ustedes. Y ustedes me han hecho un presidente mejor”, dijo Barack Obama tras haber sido reelecto y prometer que contactaría a su rival, Mit Romney, para tratar de establecer una agenda común. ¡Qué lejos de nuestra realidad queda eso!

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Noviembre de 2012.





domingo, 16 de septiembre de 2012

Los medios y las cacerolas... De Alguna Manera...


Los medios y las cacerolas...


Al analizar el funcionamiento del sistema de medios actual sugerimos que la redundancia y el acotamiento geográfico explicaban el impacto escaso de los temas que se han generado desde los aparatos mediáticos opositores en el último tiempo, desde el caso Schoklender hasta la ley antiterrorista, la megaminería, el Proyecto X y el más reciente affaire Ciccone, el “cepo al dólar” y el impuesto al uso de tarjetas para viajes al exterior y la famosa “cadena nacional”.

Ciertamente, algunos han generado algún ruido entre los adherentes y electores progresistas no peronistas del kirchnerismo, que representan el 8 por ciento del total del universo oficialista en general, pero ni en ese universo ni en el general de votantes al FpV en octubre de 2011 se observan cambios estadísticamente significativos en la arquitectura de preferencias nacionales.

El impacto metropolitano de los medios opositores, que son los que llevan la delantera en la instalación de estos temas –aunque sin mayores réplicas nacionales importantes en los medios, incluso los opositores del resto del país–, no parece alterar en nada la arquitectura de audiencias de octubre, y lo que logran es redundar sobre aquellos que ya estaban convencidos. Algo así como cazar en el zoológico.

Así las cosas, las recientes movilizaciones de las clases medias y medias altas porteñas residentes en el centro norte de la CABA con muy limitadas réplicas en el primer cordón del GBA, Mar del Plata, Rosario, Córdoba capital y Mendoza capital son la materialización en otra dimensión del fenómeno de la redundancia.

Se trata de segmentos relativamente acomodados que ya adversaron al oficialismo en 2011 y vuelven a expresar su descontento esta vez más exacerbados por la escalada en la agenda de medios opositores, en franca disputa con el Gobierno desde el año 2007 con aceleración a partir del año 2009.

La presencia de la agenda mediática replicando sobre las demandas de los porteños de medio y alto nivel económico social era nítida en el caceroleo del jueves, con consignas que pintadas en prolijos carteles de fondos claros parecían extraídas de los editoriales de analistas políticos opositores, algunas de ellas altivas y honorables como “Libertad, libertad, libertad”.

Pero no sólo de libertad vive el hombre, y muchas otras consignas de los caceroleros estuvieron orientadas a recrear el imaginario de convivencia armoniosa y fino humor que caracteriza a los sectores acomodados que se empeñan en sostener sus risibles privilegios: “Puta, chorra y montonera”, “Morite, yegua, morite” o, ya en un tono más latinoamericanista, “Andate a Cuba, la puta que te parió”.

En síntesis, entonces, desde el punto de vista político-electoral, nada nuevo bajo el sol.

Al igual que las audiencias de los medios opositores, las caceroleadas televisadas de los segmentos medios y altos porteños resultan hoy una práctica típica del fenómeno de audiencias redundantes, con epicentro en el centro-norte de la Capital, y bastante poco productiva al momento de inducir cambios en el estado de opinión pública nacional, que sigue teniendo al oficialismo como mayoría nacional sólida de preferencias y a la gestión del Gobierno nacional en general, y la coyuntura socioeconómica favorable en particular, como el eje de esta mayoría electoral.

Finalmente, cabe señalar que la fortaleza relativa del oficialismo es también el resultado de la estructura fragmentada de la oposición, que no logra resolver su formato de archipiélago patentizado en las elecciones de octubre de 2011 y aún lo profundiza con las nuevas eventuales candidaturas de Mauricio Macri y José Manuel de la Sota. Ambas ofertas opositoras, ausentes en octubre, impactan sobre el 45,89% que no votó por el FpV en 2011 y consolidan aún más la arquitectura de archipiélago opositor.

En efecto, al igual que Mauricio Macri, que acumula 9% de intención de voto nacional y para eso plancha en 13% al FAP, que obtuviera 17% en 2011, De la Sota, que proyecta 5% nacional de intención de voto , seguirá redistribuyendo los votos opositores bajo la lógica de suma cero. Todo lo que obtenga (y no será mucho más que este 5% probablemente) lo obtendrá a costa de otros candidatos opositores.

Hay pues una paradoja en este escenario construido en octubre de unidad oficialista y fragmentación opositora y que sólo una fuerte caída en el empleo y el consumo alterará: el oficialismo y la oposición han constituido electorados estancos que no se comunican.

Cada nueva alternativa opositor, y aquí la paradoja, redunda sobre el mismo electorado y cobra volumen sobre idéntico 45,89% de ciudadanos que adversaron al oficialismo en 2011, debilitando aún más la unidad de la oposición, estirando la distancia (ya récord por su magnitud en 2011) existente entre el oficialismo y la segunda alternativa electoral, y no hay cacerolazo porteño de poco volumen pero gran visibilidad mediática que logre modificar esta circunstancia.

© Escrito por Artemio López, Director consultora Equis y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo16  de Septiembre de 2012.


martes, 12 de junio de 2012

¿Para esto querían la Ley de Medios?... De Alguna Manera...

¿Para esto querían la Ley de Medios?...

Sólo TN. Ni Crónica, ni C5N, ni Canal 26, ni América 24 lo mostraron. El mayor cacerolazo desde 2008 fue omitido por casi todos los canales de noticias.

Cualquier productor de televisión sabe que si se juntan en la Plaza de Mayo miles de personas con carteles y cacerolas, es nota. Más nota aún si las otras veces que sucedió tuvo consecuencias. Sería nota incluso para decir que no eran tantos como las otras veces (aunque tampoco fueran tan pocos).

Pero no fue nota. Cualquier productor de televisión también sabe que se cubre el más mínimo corte de cualquier avenida porque, además del servicio de tránsito, las protestas son ideales para las cámaras por ser escénicamente atractivas. Pero este cacerolazo en Plaza de Mayo –que tenía todo el cotillón: personas disfrazadas de dólar, jóvenes con máscaras de los indignados, carteles con distintos grados de creatividad– se ignoró.

No hay disculpa técnica, siquiera inverosímil, como aquella de Hadad de que se había terminado el horario del programa. Los canales de noticias son precisamente de veinticuatro horas de noticias para transmitir en directo todo lo relevante que sucede.

Me cuesta creer que un periodista de raza como Héctor Ricardo García, el creador de Crónica, haya perdido el reflejo de enviar una cámara a la Plaza de Mayo. Algo lo sujeta, lo mismo que a los experimentados periodistas que a esa hora estaban con sus programas en C5N, Canal 26 y América 24.

Paradójico, ¿no?, fue justo el jueves, cuando se festejaba el Día del Periodista. Pero los periodistas no tienen la culpa. Tampoco son victimarios la mayoría de los dueños de los canales: ellos mismos están disciplinados por las dificultades económicas (en Crónica TV hubo huelgas porque no se pudieron pagar los sueldos) que la misma publicidad oficial creó, porque una vez que los medios cuentan con esos ingresos del Estado se acomodan a gastar en esa proporción y luego, con sólo retrasarles los pagos de la publicidad oficial, el Gobierno puede hacerlos quebrar.

Todas las escuelas de negocios del mundo enseñan que no se debe tener ningún cliente ni ningún proveedor que sea excluyente porque se termina esclavizado por él. Las empresas deben preocuparse si un solo cliente representa más del 10 % de sus ventas, porque su alejamiento haría terminar toda la rentabilidad de la empresa. Pero en los canales de noticias esto es imposible porque, hace poco más de cinco años, los diez principales anunciantes eran privados: una aerolínea, una petrolera, dos compañías de electricidad, una de agua, un correo y cuatro AFJP.

Hoy aquellos diez anunciantes son estatales o van camino de serlo: las AFJP absorbidas en la Anses, Aerolíneas Argentinas, el Correo, Aysa, YPF y todo indica que pronto les tocará el turno a Edenor y Ede-sur. Más del 50% de la publicidad de un canal de noticias proviene del Estado. Y mientras no se cumpla el fallo de la Corte Suprema que ordena al Gobierno no discriminar con la publicidad oficial, éste podrá hacer, por ejemplo, que no existan las cacerolas, aunque existan.

La Argentina goza el privilegio de tener cuatro veces más canales de noticias que España, tres veces más que Brasil y dos veces más que EE.UU. Pero, ¿en qué contribuye a la pluralidad y al acceso a la información que haya cinco canales de noticias si cuatro tienen vedados determinados temas?

Lo que sucedió el jueves con los cacerolazos en Plaza de Mayo es un preocupante anticipo sobre que el fin declamado al promulgarse la Ley de Medios no será cumplido cuando ella entre en vigor plenamente, dentro de sólo seis meses.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 10 de Junio de 2012.