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martes, 14 de junio de 2022

Malvinas, el final: fotos históricas de la rendición… @dealgunamaneraok...

 Malvinas, el final: fotos históricas de la rendición… 


El 14 de junio de 1982 fue la capitulación. En la guerra cayeron 649 argentinos que combatieron con coraje y honor. 

© Publicado el viernes 14/06/2019 por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Republica de los Argentinas y Argentinos.


Las Islas Malvinas Fueron, Son y Serán por Siempre Argentinas

Capitulación de Malvinas, el final - Fotos históricas de la rendición… 

1. En los últimos días de la guerra recrudecieron los bombardeos de ablande, sobre todo en los montes Longdon, Dos Hermanas y Harriet. Los argentinos lucharon con coraje con una desventaja de 5 a 1 con respecto a los soldados británicos. 

2. La rendición llegó el 14 de junio a las nueve de la noche. Los soldados combatieron hasta el minuto final entre bombardeos constantes de la flota británica.

3. Tres Royal Marines toman prisionero a un soldado argentino. Le cubren los ojos “por seguridad” durante el avance británico hacia Puerto Argentino (AP) 

4. Los combates finales del 11 al 14 de junio fueron los más sangrientos y cruentos de la guerra (Malvinense.com.ar)

5. Los prisioneros fueron llevados a Puerto Argentino. Permanecieron unos días más en las islas y fueron embarcados en el buque inglés Canberra, que el 19 de junio arribó a Puerto Madryn con 4.167 combatientes. 

6. Más allá de la derrota hubo muchos oficiales, suboficiales y soldados que dieron muestra de extraordinario valor y liderazgo en condiciones extremas. 


7. En la madrugada del 14 los ingleses vieron como una sección agotada y diezmada -las del subteniente La Madrid-, luego de dar una dura batalla, se replegaba protegida por la ametralladora del soldado Oscar Poltronieri.
  

8. Los británicos se prepararon para el último asalto y desalojaron las posiciones de los argentinos sobrevivientes del RI 7 en la zona del Wireless Ridge y Camber; al Este de Puerto Argentino y en el aeropuerto varias unidades estaban inmovilizadas y no participaron en la batalla.

9. Heridos británicos luego de la avanzada final hacia Puerto Argentino. Los ingleses sufrieron 255 bajas durante el conflicto armado de 1982.

10. Los británicos revisaron a los combatientes argentinos en Puerto Argentino. No podían guardar nada: ni fotos, ni papeles, ni artículos personales. 

11. Montañas de armas abandonadas por los soldados argentinos luego de la rendición en Puerto Argentino.

12. Prisioneros de guerra argentinos realizaron durante su detención trabajos peligrosos prohibidos por la Convención de Ginebra, como transportar municiones.

13. El General Mario Menéndez firma la rendición ante el comandante británico, General Jeremy Moore. El documento está en exhibición en el Museo Imperial de la Guerra en Londres.

14. Prisioneros marchan hacia Puerto Argentino. El avance británico desde el Oeste obligó a los argentinos a reorientar sus defensas, construidas bajo la expectativa de un ataque desde el Norte.

15. La rendición buscó evitar el combate casa por casa que aumentaría la matanza, luego de enfrentamientos armados que se extendieron hasta pasado el mediodía del 14 de junio.

16. Exhaustos, muchos combatientes argentinos llevaban sesenta días en las mismas posiciones, en un clima extremo y bajo fuego desde el 1° de mayo.

17. A las once y cuarto de la noche del 14 de junio, Margaret Thatcher le anunció a la Cámara de los Comunes la rendición de las tropas argentinas.


18. Los prisioneros fueron alojados en un galpón en Puerto Argentino. Y, como durante toda la guerra, en ese refugio se escribió POW (Prisioners of War)

19. En los días finales muchos soldados, aislados o en grupos, armados y desarmados, confluían en Puerto Argentino. Estaban separados de sus unidades y abatidos luego de enfrentar tremendos combates.

20.  Bajo los obuses, riadas de soldados confluyeron sobre Puerto Argentino, con la idea de que los ingleses no bombardearían la población civil de la capital de las islas.

21. La derrota en Malvinas precipitó el fin de la dictadura y de la Junta Militar que gobernaba el país: el General Leopoldo Fortunato Galtieri, el Almirante Jorge Isaac Anaya y el Brigadier Basilio Lami Dozo.

22. Los principales combates se desarrollaron siempre con gran superioridad numérica y material británica. Asimismo, muchos de los soldados argentinos no estaban, a mediados de junio, en condiciones de combatir.

23. El gobierno de facto emitió el comunicado 165 del Estado Mayor Conjunto -que se realizaron durante toda la guerra- para anunciar: “Se labró un acto en la cual se establece las condiciones de cese el fuego y el retiro de tropas”. Nunca hablaron de rendición.

24. Los británicos requisaron, pero algunos soldados argentinos lograron esconder una bandera: la que habían quitado del mástil de la casa del gobernador Rex Hunt el 2 de abril.

25. El Informe Rattenbach destacó la actuación profesional del Batallón de Infantería de Marina 5, los pilotos de la Fuerza Área, la artillería y la aviación del Ejército. Los ingleses -y en especial el general Julián Thompson- sintetizaron el valor de nuestros soldados: “No fue un pic nic”.

26. Jeremy Moore con el documento de la rendición. A los argentinos se les concedió: retener su bandera, las unidades quedaban bajo control de sus oficiales, una ceremonia de rendición privada, la “devolución” de los 11.313 prisioneros de guerra. 

27. Grupos de los 40 y 45 Comandos de los Royal Marines marchan hacia Puerto Argentino  El Marine Peter Robinson lleva la bandera inglesa como símbolo de victoria (Imperial War Museums)

28. Soldados del ejército británico izan la bandera de su país tras la firma de los acuerdos de alto el fuego entre los generales Jeremy Moore y el gobernador militar de las islas, Mario Benjamín Menéndez.

29. Caídos argentinos: 194 de Ejército (16 Oficiales, 35 Suboficiales, 143 Soldados); 377 de la Armada Argentina (323 del Crucero A.R.A. General Belgrano (C-3), 8 del Aviso A.R.A. Sobral (A-9), 1 del Submarino A.R.A. Santa Fe (S-21), 1 de la Corbeta A.R.A. Guerrico (P-32), 5 del Transporte A.R.A. Isla de los Estados (b-8), 34 de Infantería de Marina, 1 del Apostadero Naval Malvinas y 4 Pilotos Navales); 55 de Fuerza Aérea Argentina (41 aviadores); 7  de Gendarmería Nacional; 2 de Prefectura Naval Argentina; 16 Agentes Civiles.

¡Gesta de Malvinas!



domingo, 14 de junio de 2020

Malvinas: la extraña derrota… @dealgunamanera...

Malvinas: la extraña derrota… 


Hoy se cumple un nuevo aniversario de la rendición argentina en las islas, que se produjo el 14 de junio de 1982. Una mirada sobre el trasfondo de una tragedia histórica. 

© Escrito por Federico Lorenz el domingo 14/06/2020 y publicado por el Diario La Capital de la Ciudad de Rosario de Santa Fe, Provincia de Santa Fe de la Veracruz.

El 16 de junio de 1944, después de tenerlo cautivo y someterlo a torturas, los nazis fusilaron a Marc Bloch, miembro de la Resistencia francesa. Cayó en las afueras de Lyon, a manos de miembros de la Gestapo que comandaba Klaus Barbie, apodado el Carnicero. Había combatido en dos guerras mundiales, y es un modelo para generaciones de historiadores por la forma en la que concibió la disciplina.

Casi cuatro años antes, el 14 de junio de 1940, Bloch vivió un día de humillación y derrota: la entrada triunfal de los alemanes en París. Allí quedó su biblioteca, saqueada y malvendida por las fuerzas de ocupación. Me gusta imaginar que ese día germinó en la mente de Bloch un libro extraordinario: La extraña derrota. Un texto perturbador y riguroso, indignado y melancólico en el que el historiador hizo lo que mejor sabía hacer: se preguntó el porqué del estrepitoso fracaso de su país; indagó en sus causas históricas, políticas y morales. La derrota lo afectó con tanta fuerza que tituló la tercera parte de su libro Examen de conciencia de un francés.

Escribe Bloch: "Tarde o temprano vendrá el día, lo espero ardientemente, en que Francia verá florecer de nuevo, sobre su viejo suelo bendecido por tantas cosechas, la libertad de pensamiento y de juicio. Entonces se abrirán las carpetas ocultas; las brumas, que comienzan a tejer una malla de ignorancia o mala fe en torno al desmoronamiento más atroz de nuestra historia, se disiparán poco a poco". Para Bloch, ese desmoronamiento atroz fue la humillante derrota del país que amaba.

Reparé en una coincidencia de fechas en estos días grises: París cayó en manos alemanas un 14 de junio; las tropas argentinas en Malvinas se rindieron a los británicos en la misma fecha, pero en 1982. Lejos de mí comparar a la Argentina con Francia, como a tantos les gustó y les gusta hacer. Pero sí, en cambio, rescatar la invitación del acto intelectual de Marc Bloch: a la humillación de la derrota frente a un país extranjero, lo más evidentemente comparable, le debemos agregar en nuestro "examen de conciencia" el hecho de que la Argentina derrotada en 1982 era un país que había construido campos clandestinos de exterminio para su propia gente, y que a la conmoción de la rendición en las islas se agregó, socialmente, el reconocimiento de lo que había sucedido antes en el continente. Una doble herida al orgullo nacional que por comodidad hemos tendido a separar antes que a unir.

Sostiene Bloch: "Únicamente los verdaderos combatientes tienen derecho a hablar del peligro, del coraje y de las vacilaciones del coraje". Coincido: el irreductible espacio de la experiencia de los actores debe ser respetado. En cambio, no resigno mi derecho a hacer lo que hacen los historiadores: pensar críticamente para interpretar las consecuencias de la guerra y argumentar sobre la necesidad de estudiar nuestros vínculos con las islas y con la historia de esa región austral de otra manera.

A pesar de que la guerra sucedió hace más de treinta años, en ocasiones parecería que aún estamos conmocionados por la noticia de la derrota; que vivimos en el mismo clima de desconcierto de esos días tristes de junio de 1982, donde además muchos que hoy gritan "patria" bien alto eligieron mirar para otro lado ante el paso de los combatientes. La Argentina de 1982 vivía en una burbuja arrogante y autosuficiente. Miles cantaron en las plazas "tero/tero/ hoy les toca a los ingleses/ y mañana a los chilenos". Y esa algarabía escondió frustraciones y pérdidas, así como dificultó que se conocieran después los dramas familiares y personales que la guerra planteó a millares de compatriotas. 

Acusa Bloch: "Muchos errores de diversa índole, cuyos efectos se acumularon, condujeron a nuestros ejércitos al desastre. Por encima de todos ellos se yergue una gran carencia. Nuestros jefes o quienes actuaron en su nombre no supieron pensar esta guerra. Dicho de otro modo, el triunfo de los alemanes fue esencialmente una victoria intelectual, y eso fue quizá lo más grave”. Los vencedores “creían en la acción y en lo imprevisto. Nosotros habíamos hecho profesión de fe en el inmovilismo y en la tradición”. No quiero aquí hacer una revisión crítica de la guerra de Malvinas sino del espíritu con el que fuimos a ella y lo que hicimos después. Y quiero reivindicar el coraje cívico e intelectual del francés de reflexionar sobre las causas de la derrota de Francia, el país que amaba (“he nacido en ella, he bebido en las fuentes de su cultura, he hecho mío su pasado, solo respiro bien bajo su cielo”), mientras combatía por él en la clandestinidad.

Por supuesto que hay salidas más cómodas. Una es dejar las cosas como están (el “inmovilismo y la tradición”). Sólo que eso no permite pensar qué forma de país, qué forma de entendernos como nación –y en consecuencia, cuál es nuestro vínculo con las Malvinas y con sus habitantes– había fracasado allí como consecuencia de la decisión de un gobierno de facto, sí, pero que tuvo un amplio respaldo social. Un ejemplo de tales caminos es una circular del Ministerio de Educación del 15 de junio de 1982.

Mientras aún había muertos insepultos en las islas, ofrecía la clave para explicar la derrota:

• “El heroísmo es valor superior a la victoria”.

• “La ocupación del 2 de abril fue un acto de recuperación, como afirmación de derechos y no de provocación o agresión”.

• “Afirmación de la unidad latinoamericana”.

• “No buscamos la guerra sino la afirmación del derecho y la justicia”.

• “No hemos buscado ayudas ajenas a nuestra identidad nacional”.

• “La Argentina, reserva moral y cultural de Occidente”.

• “Es más difícil la entereza ante la adversidad que la celebración ante el triunfo”.

• “El sacrificio y el dolor nunca son estériles”.

• “No obstante Vilcapugio, Ayohuma, Huaqui y Cancha Rayada, la emancipación de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue una realidad hecha de heroísmo y de coraje”.

• “La historia señala muchas noches aciagas precursoras de días venturosos y sus héroes no fueron únicamente los vencedores de batallas”.
• “La síntesis final es la unidad demostrada en la convivencia de juventudes, que superando todas las diferencias se redescubrieron en el verdadero sentir argentino”.

• “La recuperación de las Malvinas es sello de una profunda unión nacional. Esto es realidad demostrada y no euforia transitoria”.

Mucho de este documento, fechado en 1982, reconocería dataciones más recientes: la apelación a la unidad nacional lograda ante la recuperación de las islas, y reivindicada tras la derrota, es un tópico que atravesó los gobiernos desde 1982 hasta el presente. Y sin embargo, cada año el aniversario de la rendición en Malvinas debería obligarnos a pensar la patria de otra manera. Me pregunto hasta dónde hemos sido capaces de cuestionar este tipo de relatos por autocomplacientes, de relativizarlos por inexactos, de indagar qué posibilidades de pensar las tensiones de nuestra sociedad quemamos en el fuego sagrado del pasado intocable. El ministerio recomendaba equiparar la rendición en las islas con desastres que las fuerzas patriotas del siglo XIX supieron revertir. Ahora bien, ¿es posible hablar de la guerra de Malvinas en la misma clave que para las guerras de independencia con el terrorismo de Estado de por medio?

Es necesario despertar por completo a la idea de que fue una derrota, producida el 14 de junio de 1982, la que aceleró la recuperación de la democracia. ¿Podemos decir que allí comenzó el final de la dictadura, aunque los que murieron en Malvinas no buscaban ese fin, sin que nos midan con la vara sagrada del “verdadero sentir argentino”? Porque la precipitada salida de los dictadores se debe también a los muertos que descansan en Darwin. Identificados muchos de ellos, paradoja de paradojas, gracias a las mismas técnicas desarrolladas por el Equipo Argentino de Antropología Forense (Eeaf) para conocer la identidad de las víctimas de la represión ilegal.

La edición de La extraña derrota incluye el testamento de Marc Bloch, que concluye de esta manera: “Me he sentido toda la vida ante todo simplemente francés. Unido a mi patria por una tradición familiar ya dilatada, nutrido de su legado espiritual y de su historia, incapaz en realidad de concebir otra en la que pudiera respirar a gusto, la he amado mucho y la he servido con todas mis fuerzas (…) No he tenido la ocasión de morir por Francia en ninguna de las dos últimas guerras. Al menos puedo, con total sinceridad, rendirme el siguiente testimonio: muero como he vivido, como un buen francés”. Sin embargo, ese amor por su país no le impidió ejercer su crítica. Todo lo contrario: lo guió hacia ella, como el mejor aporte que podía hacer.