Hacernos los boludos…
La inseguridad nos pone a todos en estado de alerta pero... alerta con
el Estado. Las soluciones no siempre son salvajes.
© Escrito
por Pablo
Marchetti el domingo 13/01/2018 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Estoy muy concentrado escribiendo mi columna
política en mi escritorio, en mi oficina. Aprovecho que en la productora está
todo el mundo de vacaciones para concentrarme sin que nadie me moleste. Tengo
los auriculares puestos para que no me moleste ningún ruido y, de paso,
escuchar un poco de música. De repente, siento una descarga eléctrica que me
duelo mucho. De todos modos, el dolor no es nada comparado con el susto.
— ¡Aaaay! –grito, me arranco los auriculares y pego un salto
en mi silla que casi me deja de espaldas en el piso.
Me doy vuelta y la veo a Carla, mi asesora de imagen, parada
justo detrás de la silla, con algo en la mano, riéndose a carcajadas.
— ¿Qué hacés? –le grito, enfurecido–. ¿Vos estás loca? ¿Me
querés matar?
—Tranquilo, esto no mata –responde Carla, risueña–. Es algo
inofensivo, apenas distractivo.
— ¿Inofensivo? ¿Distractivo? ¡Duele un montón! ¡Y que me
podés matar del susto!
—Bueno, está bien, disculpá. Es que si te avisaba, no ibas a
querer que te lo hiciera. Y creo que está bien que lo experimentes en carne
propia. Pensá que solo lo hago por el bien de tu tarea periodística.
— ¿De qué estás hablando? –pregunto, muy enojado–. ¡Me diste
una descarga eléctrica!
—Estoy hablando de actualidad, de noticias –responde Carla–.
A ver, contame, ¿sobre qué estás escribiendo?
—Sobre inseguridad. Me llama la atención cómo, en medio de
aumentos de tarifas y de transporte, el Gobierno logre desviar el tema y hacer
que hablemos sobre bajar la edad de imputabilidad, echar extranjeros y comprar
pistolas Taser.
— ¿O sea que vos estás en contra de las pistolas Taser?
–pregunta Carla.
—Por supuesto –respondo.
— ¿Y por qué?
—Porque son horrendas, son como picanas.
— ¿Y sabés cómo funcionan?
—Bueno, no…
—Ahora sí sabés –dice Carla sonriendo y levantando el objeto que tiene en una
mano.
— ¿Me diste con una pistola Taser? –grito,
enojadísimo.
—De nada –me dice, sonriendo aún más.
— ¿Me picaneás y querés que te agradezca?
–pregunto y mi bronca crece.
—Por supuesto –responde Carla–. Deberías agradecerme por cuidar tu carrera
periodística. Ahora tenés un dato muy bueno para poner en tu columna.
—No sé qué responder. No sé qué decir. La
verdad, no deja de ser un dato, en eso Carla tiene razón. ¿Pero por qué tiene
que tratarme así? Nos quedamos un rato en silencio.
—Y en cuanto a desviar el tema de los aumentos, tenés razón –agrega Carla.
—Creo que es una cortina de humo, voy a poner
eso.
—Mmm… sí, cortina de humo… puede ser… pero eso no termina de explicar el tema.
— ¿Y qué es lo que sí explica el tema?
—Hacernos los boludos –responde Carla.
—En todo caso ellos, los del Gobierno son los
que se hacen los boludos –corrijo.
—Todos nos hacemos los boludos. Sobre todo vos y todos los progres como vos.
— ¿Y yo por qué?
—A ver… una cortina de humo funciona cuando todo el mundo compra el cambio de
tema, ¿no?
—Y, sí…
—Por ejemplo, si yo quiero tapar el aumento del dólar, no puedo desviar la
atención hablando de las Olimpíadas Matemáticas, ¿no?
—Claro, porque no le interesan a nadie –digo.
—En cambio, si lo tapo con el Mundial de Fútbol Masculino, ahí sí la cosa
funciona un poco mejor, ¿no?
—Por supuesto, porque a todo el mundo le
interesa el fútbol masculino.
—Con la inseguridad pasa lo mismo: todo el mundo la sufre, todo el mundo vive
alerta, todo el mundo está temeroso.
—Bueno, pero de ahí a dar soluciones tan
salvajes…
— ¡Son salvajes pero son soluciones! –Afirma Carla–. El progresismo, en cambio,
prefiere no hablar del tema. A ver, contame, ¿qué hay que hacer con la
inseguridad?
—Yo creo que hay que empezar por la
educación, por la distribución equitativa de la riqueza, por…
— ¡Dejá de chamuyar! Está claro que con educación y menos pobreza se soluciona
todo. Pero mientras tanto, ¿qué?
—No me parece que esté bien meter bala y…
—A mí tampoco, pero no estoy hablando de lo que no hay que hacer, sino de lo
que sí hay que hacer.
— ¡Bueno, pero yo no soy político! –me quejo.
—Esa sí que es una respuesta política –reconoce Carla–. Y aunque creas que no,
podrías ser un gran político porque tenés todo para representar a una inmensa
mayoría de nuestra sociedad.
— ¿Qué tengo? –pregunto–. ¿Carisma? ¿Poder de
convencimiento? ¿Liderazgo? ¿Buen discurso?
—No –concluye Carla–. Tenés una grandísima capacidad para hacerte el
boludo.
(Fuente: www.perfil.com). El
periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad
intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras
notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente
comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario