El relato más crudo…
El día en que Reynaldo Bignone recibió a Estela de Carlotto. En diciembre de 1977, la titular de Abuelas
de Plaza de Mayo fue a pedirle al dictador que le devuelvan con vida a su hija.
© Publicado el miércoles 07/03/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
© Publicado el miércoles 07/03/2018 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En
diciembre de 1977, el recientemente fallecido exgeneral y
dictador Reynaldo Bignone recibía a la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela
de Carlotto, quien le reclamaba que le devolvieran con vida a
su hija embarazada de tres meses. La respuesta no sólo fue negativa, sino que
incluyó frases como "hay que hacerlo",
en alusión al asesinato de la joven militante de la Juventud Peronista.
Lo
peor fue cinco días después, cuando le devolvieron el cuerpo a la familia Carlotto
de Laura, la hija de Estela. "Fue para mostrar eso del honor", narró
la titular de Abuelas en una entrevista con La Nación en 2006. En
2014, poco antes de encontrar a su nieto Guido, Estela recordó la reunión con
el entonces secretario de la Junta Militar y último presidente de la dictadura
más sangrienta.
“Él
ya era secretario de la Junta Militar. Antes de verlo, me sometieron a
terribles controles de seguridad. Me recibió en su despacho, a solas, con
un arma sobre el escritorio, como ridícula ostentación de fuerza”.
Carlotto, quien conocía a Bignone, afirmó en el juicio de La Cacha que el día
en que la recibió "enseguida noté que ese hombre era otra persona, muy
distinta a la que había conocido en Castelar. Era algo así como un loco
suelto”.
“Le
conté mi drama. Reaccionó descontroladamente”, continuó Carlotto
ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal número 1 de La Plata. Luego, contó
que Bignone le preguntó "señora, ¿en qué andaba su hija?”.
“Fíjese, les hemos dicho que se entreguen voluntariamente y que les reducimos
la pena y los ponemos, en esos casos, en cárceles especiales, que existen
realmente. Yo le doy fe que existen… Pero no, no hay caso… Siguen y siguen”, le
advirtió Bignone.
Tras
la reunión, la presidenta del organismo de Derechos Humanos se fue sabiendo que
lo peor podía pasar: “Yo le planteé que sólo le pedía que no
me la mataran, que la pasaran a disposición del Poder
Ejecutivo, que si había hecho algo… yo la iba a esperar, pero no me dio muchas
esperanzas”.
En
aquel encuentro de fines de 1977 con Carlotto, Bignone aludió a las diferencias
entre las Fuerza Armadas argentinas y la persecución a los tupamaros uruguayos:
“Nosotros no queremos que pase eso. Y entonces, ‘hay que hacerlo’”.
Allí Carlotto tomó conciencia de que no volvería a ver a Laura. “Al decir ‘hay
que hacerlo’ estaba diciendo una sola cosa: matarlos. Bueno, ahí me agarró la
desesperación, cuando caí en la cuenta de las perspectivas reales que tenía
Laurita por delante”, recordó la abuela de Ignacio Guido Montoya Carlotto.
"Esa
conversación, más la experiencia vivida por mi marido -que veía cómo los
mataban prácticamente al día siguiente del secuestro- me convencieron de que mi
hija ya estaba muerta. Entonces le dije… 'Si ya la mataron, lo
que quiero es que me devuelvan el cuerpo, porque quiero enterrarla
cristianamente, para no volverme loca buscando en las tumbas NN”, relató
Carlotto en el juicio de la Cacha. La respuesta de Bignone fue "deme más
datos, cómo le decían, qué apodo de guerra tenía”.
“Esa
es la prueba evidente de que los mandos tenían toda la represión bajo su
control… Salí de esa entrevista derrotada. Pero no lloré delante de Bignone,
para nada. Ni le rogué, tampoco. Simplemente fui a pedir, con toda dignidad,
por la vida de mi hija”.
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