Barrios con hinchada
que se mueven al ritmo de la pasión futbolera…
El Globito. En Caseros 3015, frente al Parque Patricios, alberga desde
hace 78 años a los hinchas de Huracán que, sobre todo, ocupan sus mesas antes y
después de los partidos los fines de semana.
Clubes con función
deportiva y social. Los colores están pintados en los bares, las pizzerías, las
casas y en los pasos a nivel. En la Ciudad hay 28 instituciones que participan
en los torneos de AFA.
Oíd mortales el grito sagrado: Huracán, Huracán, Huracán!”,
rezan letras rojas sobre una pared blanca frente al estadio quemero, en Parque
Patricios.
Nueve de cada diez argentinos mayores de 18 años simpatizan
con algún equipo de fútbol. Y en la Ciudad, donde conviven 28 de los 99 clubes
que participan de los torneos de la AFA , hay barrios con una gran
identificación en sus vecinos, sus bares y los colores de sus calles.
En el corazón de Parque Patricios , un monolito blanco
homenajea a Herminio Masantonio frente a la sede de Huracán. A metros, también
en el parque, una estatua de Oscar Bonavena parece a punto de dar un cross. Son
próceres locales; Masantonio, el mayor goleador del Globo, fue la primera calle
porteña rebautizada en honor a un jugador.
El Globito, sobre Caseros hace 78 años, arde los días de
partido: “Se llena, hablan de mesa a mesa; vienen nenes, chicas, hombres de
80”, cuenta Pablo Garófalo, su encargado. También en la Taberna de Roberto,
sobre Maza, “brindan entre todos, con parrillada y cerveza”, dice Víctor
Vizgarra (25), empleado.
Sobre Luna y Alcorta explota el color donde un grupo de
jóvenes del club pintó tres cuadras de murales, con artistas, vecinos y
jugadores, “para dar vida a una zona oscura y crear un espacio para festivales
solidarios”, explica Federico Soto (23). Allí, sobre paredes blanqueadas, mira
la cabeza de Jorge Newbery cerca de un elefante hindú con botines. “Es un club
a la antigua , muy involucrado con su gente”, afirman desde la Subcomisión de
Cultura, y agregan: “El único en la Feria del Libro con stand y publicaciones
propias”.
En La Boca, a fuerza del turismo, los íconos argentinos se
mezclan en un carnaval de sensaciones. Sobre la fachada azul y oro del Centro
de Exposiciones Caminito, saludan las esculturas de Gardel, Eva Duarte y
Maradona. Para los del barrio, el club, más que merchandising, es emblema de
tradición y progreso. Los Bomberos Voluntarios cambiaron hace ocho años sus
trajes y un camión por otros azules con franjas amarillas.
“Es lo único que marca en todas partes de dónde somos”,
explica Marcelo Medina (45), jefe del cuartel que está sobre Brandsen desde
1884 .
Un almacenero de la misma cuadra, Joaquín Altuna (56), pintó
su fachada de oro y azul con el nombre de sus hijos. “Soy de River, pero hace
25 años que me da de comer este barrio”, explica sentado sobre un cajón de
botellas. Frente a la Bombonera, morder un choripán picante entre las columnas
fileteadas de La Glorieta de Quique forma parte de la liturgia xeneize, así
como elegir rabas en las pizarras del bodegón El Obrero, o un trago en El
Estaño 1880.
Por Facebook, vecinos se autoconvocan para hacer un mural
sobre Garibaldi. En otro, sobre la pared de un playón, baila una murga oro y
azul. Boca, con 46,7% de simpatizantes en los sectores más pobres, “es con su
programa de acción social la principal fuente de inclusión deportiva y escolar
de chicos en el sur de la Ciudad”, afirma Héctor Apeda, presidente de la Comuna
4.
Fútbol, tango y murga son un tridente también en Núñez,
donde Defensores de Belgrano baila en carnaval con un corso propio dirigido por
su presidente . Las huellas del Dragón están desde el rojo y negro de las
barandas de los pasos a nivel a los murales de la Av. Comodoro Rivadavia. Uno,
frente a la ESMA, recuerda a un hincha desaparecido en la dictadura. “Muchos pagan
la cuota sólo por amor al club ; el único deporte es el fútbol”, dice Marina
Tallarico (34), su secretaria. Marcelo García, un socio de 41 años, cuenta:
“Quisieron comprarlo para hacer torres, pero nos resistimos; su función social
es importante” . Junta útiles para una escuela local, organiza ferias por el
día del niño y trabaja solidariamente con River. El restaurante Rojo y Negro –
mítico para los dragones – recibe al plantel.
Azul y amarillo. El frente de una casa en Padilla al 500 no deja lugar
a dudas: sus dueños son hinchas de Atlanta.
En Villa Crespo , los hinchas de Atlanta luchan para que no
se apaguen las luces de bohemia. Hace cuatro años reabrieron su sede en ruinas,
juntaron fondos e hicieron refacciones. “Los bohemios somos solidarios y vivimos
para el club”, dice Luis Diana (45), ferretero que donó pintura y materiales, y
que vende hasta las cintas de teflón en azul y amarillo. Damián, de 29 años,
dice que cambió baldosas y limpió vestuarios. “Recuperamos el 50% y más de la
mitad de los socios se sumó en los últimos dos años”, agrega. Su Centro
Cultural, incluso, recibe socios y no socios. El Bar San Bernardo, sobre
Corrientes desde 1902, “es la segunda casa del hincha”, dice Laura Avila (40),
esposa del dueño, y agrega: “Hasta los micros salen de acá si el equipo juega
de visitante”.
Este año All Boys cumple 100 años y los alrededores de la
cancha acompañan el sentimiento. Hay paredes escritas con el lema “All Boys
Pasión” y un quiosco blanco y negro llamado “Mis albytos”. “Ir a la cancha o
venir al club es sinónimo de amistad. Es reencontrarme con amigos de la
infancia, con la gente con la que me críe acá, en el club y el barrio”, cuenta
Néstor Benedetto más conocido cómo “Pájaro”. En Paternal hay una manzana que
sobresale de las otras por su color y por una bandera que dice “Semillero del
mundo” . De Argentinos Juniors salieron Maradona, Riquelme, Redondo y Sorín,
entre otros.
Excursionistas, Chicago, San Lorenzo, Ferro y Vélez, entre
otros, son clubes que también tiñen con sus colores a distintos barrios
porteños que se mueven al ritmo de la pasión futbolera.
© Escrito por Diana
Warszawski y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires el martes 8 de Mayo de 2012.