Las
estatuas son para los grandes…
Apuzzo,
campeón en el Globo, no se pone a la altura de Ringo, de Menotti ni de
Masantonio: "Ellos son unos maestros". Una historia de vida...
Las
calles de Parque Patricios ya saben de quién se trata. Las suelas de Néstor
Apuzzo están gastadas por las baldosas de Urquiza, las de Caseros, las de 24 de
Noviembre y, por qué no, por el empedrado de Rondeau. “Es el mejor barrio del
mundo, hermano”, dice el técnico del Globo y se regocija porque todavía lo
camina; esta vez junto a Olé. Se ríe con la producción, pero agarra viaje.
“Este es un monstruo, eh”, y señala a Ringo Bonavena, el gran campeón
inmortalizado frente a la sede. “¿Y aquél de allá? ¡Mamita!”, redobla la
apuesta y ahora indica que unos metros más adelante está el monumento a
Herminio Masantonio, goleador eterno. Posa, sonríe, flash.
-Alejandro
Nadur dijo que a Marcos Díaz hay que hacerle una estatua por los penales, ¿a
vos también?
-Naaa, eso es una boludez. Las estatuas son para los grandes. Yo
soy una parte de Huracán y tuve suerte de meterme en la historia linda. El
reconocimiento a ese nivel debe ser para Ringo, Masantonio, Menotti...
-Bueno,
pero al menos un reconocimiento por pasar la vida en este barrio...
-Llegué
justo en el 73 a Huracán, imaginate. Tenía diez años. Estuve en las Infantiles,
entrenábamos en el Autódromo. Ese año también llegó el Turco García, Claudio
Morresi, Omar De Felippe, con el que después hice Inferiores. Ya cuando tenía
16, Vicente Bonavena me subió a la Reserva...
-Pavada
de apellido...
-El
hermano de Ringo, un fenómeno. Después fue presidente de Riestra. Teníamos una
gran relación, me adoraba. Tuvo mucho que ver en mi carrera aunque no llegué a
debutar en Primera.
-¿Cómo
es eso?
-Me quedó la deuda de debutar en Primera con Huracán. Estuve muchos
años en la puerta por distintos problemas como la guerra, lesiones,
enfermedades.
-¿Te
marcó Malvinas? -No me gusta hablar de eso, salí muy mal de la guerra aunque no
fui. Estuve en Boulogne y en el continente, no en combate como Omar, quien es
un tipo al que quiero mucho. Somos sufridos, sabemos lo que es pasarla mal.
Ojalá que algún día él sea técnico de Huracán.
-¿Y a
qué te referís con “las enfermedades”?
-Mi carrera estuvo interrumpida también
por una infección en la planta de un pie. Creían que era un tumor, no me
querían tocar. Jugué como 15 partidos con una goma espuma, rengo. Después
estuve parado por un palazo que me dio un principal en la colimba...
-Pará,
pará, ¿cómo?
-Sí, me generó un problema muy grave en un riñón. Cada vez que me
exigía de más orinaba sangre. Tuve que esperar que me cerrara esa vena para
volver a jugar.
-¡Ah,
bueno! ¿Algo más? -Sí, hepatitis B...
-¿Es
joda, no?
-No, no. La misma que tuvo Maradona y Valdano, a quien lo sacó del
Mundial 90. Estuve al borde de la muerte. Un año y medio sin jugar; cuando
vuelvo, Huracán me deja libre. No le hice juicio.
-Uff,
balde de agua fría...
-Estaba
muy depresivo por la guerra y los médicos me decían que no iba a volver a jugar
porque a los 20 tenía el hígado de una persona de 50... Igual, me convencieron,
eh: jugué en Sportivo Barracas, en San Pedro, en el exterior y Lugano. Pero ya
no me sentía el mismo futbolista, me dediqué al trabajo. Una playa de
estacionamiento, un taxi y al final una rotisería. Me retiré.
Con los
cortos, el Cabezón era más derecho que zurdo, gozaba de una buena pegada y
panorama. “Tenía talento, pero era vago. Como sabía que me ponían igual jugaba
por la sombra”, se suelta quien arrancó de enganche y terminó de 5. No así en
el futsal, deporte con el que regresó a Huracán con 28 años y con el que ganó
todo como jugador y DT: “Jamás pensé que iba a dirigir, como me dijo el Tano
Passini en Lugano”.
-¿Cuándo
empezaste con la formación?
-Con el baby de Huracán. Salieron jugadores como
Defederico, Cura, Monzón, Nieto... Después quedé como coordinador de
Infantiles. Y cuando llegó Brindisi, en 2002, me subió a Inferiores. El me
metió en la formación, por así decirlo.
-¿Y cómo
te fue?
-La Novena fue campeona y el baby también. Una revolución en Huracán.
Olé
sacaba el Suple del Globo y los mencionaba a todos porque se veía que había
futuro.
-¿Ahí ya
arrancaste con los interinatos?
-Claro, en el 2003 sacamos jugadores como
Goltz, Grimi, Osvaldo, Sánchez Prette, Milano, Larrivey... A Quiroz le va mal y
me suben a Primera: 2-0 a Chicago, en Mataderos, con un gol de Osvaldo. Hice
llorar a 30.000 tipos pero por los gases... ¡Se armó un lío bárbaro! -Aunque te
fuiste...
-Cuando
llegó Babington, en 2007, llevó a Amodeo y me fui; me debían los premios.
Tampoco hice juicio.
-De
nuevo la calle.
-Estaba
mal por dejar a Huracán. Pero un día sonó el teléfono y me dijeron que me
querían en el Barcelona... Les dije “no me carguen más” porque pensaba que era
joda. Era verdad.
-¿Eh?
-El Proyecto Barcelona. La primera filial en Sudamérica, bajaban línea de
España. El día que iba a La Candela a negociar, llevaban el cuerpo de Perón por
la Ricchieri. Tenía que estar a las 15.30, llegué a las 17... Me esperaron.
Conocí a Messi, un tipo muy humilde.
Pero el
destino lo puso otra vez en Patricios. “Apenas asumió Nadur me llamó a mí y a
Cámpora, je”, dice Apuzzo, quien tiene su biografía encaminada. Allí surgieron
Gonzalo Martínez, Bustos, Campana, Gallegos, Villarruel... Y aun con las tres
hernias de disco, por las que debe infiltrarse cada que vez que dirige, se
bancó cuatro interinatos.
-Faltaban
siete fechas, Huracán estaba último y vos agarraste. ¿Sos loco? -Jaja, no. Me
ayudó mucho conocer a estos jugadores, gané tiempo. Tenía una sola bala. Les llegamos
rápido.
-Si te
digo Pity, Espinoza, Romero Gamarra...
-¡Mis
hijos! El Pity es crack; Espinoza tiene la mente de un tipo de 30 años; y
acordate que el Kaku la va a romper. No me equivoqué, eh.
-No
debutaste como jugador, pero al igual que Menotti fuiste campeón.
-Todo lo
que Dios me sacó como jugador me lo dio como entrenador.
-¿Y
Dios?
-Tengo su teléfono, le voy a pedir ayuda para jugar la Libertadores...
-Ahí te consagrás.
-¡Ojalá!
Si le hago mal a Huracán vuelvo a Inferiores. Aunque con estos pibes no vamos a
perder tres partidos seguidos...
© Escrito
por Nicolás Migliavacca y publicado el domingo 01/02/2015 por el Diario Deportivo
Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.