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sábado, 12 de enero de 2019

8 millones de niños con vulneración de derechos... @dealgunamanera...

8 millones de niños con vulneración de derechos. Un espiral de desigualdad…


Recientemente se conocieron los resultados de un estudio que pone en escena la delicada situación en la que se encuentran los niños en nuestro país. Más de 8 millones sufren algún tipo de vulneración en sus derechos. De ese total más de 5 millones pasan hambre o no acceden a los nutrientes necesarios para desarrollarse.

© Publicado el jueves 02/08/2018 por Aldeas Infantiles SOS Argentina de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Como uno de los datos más alarmantes del informe se desprende que el 48% de los niños, niñas y adolescentes son pobres en términos de ingresos y al interior de este grupo, el 10% se encuentra en situación de indigencia.

La situación es dramática cuando se piensa y evalúa qué significa crecer en la pobreza.

Existe un consenso generalizado en torno a que vivir en un ambiente cálido y libre de contaminación, adquirir los nutrientes necesarios para el desarrollo pleno, acceder a los controles de salud, contar con vestimenta adecuada, asistir a clases y tener espacios de juego y recreación, contar con protección e información de los adultos son aspectos básicos y fundamentales para garantizar a cualquier niño o niña la posibilidad de una vida digna.  Tanto es así que están reconocidos como derechos por leyes nacionales e internacionales para ser resguardados.


Muchas veces somos testigos de grandes declaraciones sociales sobre el futuro que deseamos construir como sociedad, la posibilidad de cambio, el país que dejaremos a las generaciones futuras.  No obstante en la práctica, la realidad es diferente y juega otra batalla. 

En Argentina hay más de 5 millones de niños que pasan hambre o no acceden a los nutrientes necesarios para desarrollarse y eso es un eslabón más en la cadena de desigualdades y vulneraciones a los que quedan expuestos. No recibir la adecuada alimentación genera consecuencias negativas y devastadoras en la salud y el desarrollo cognitivo. Millones de niños que no solo son afectados en el presente sino que ven condicionadas sus posibilidades futuras.  Como si no fuera suficiente, crecer en la pobreza es además convivir con el estigma social, con mayores posibilidades de ser víctima de violencia institucional y de trato desigual. Se construye así un entramado perverso de déficit de alimentación, salud y educación que se reproduce una y otra vez con  mayor profundidad. 

La mirada de un niño que crece en la pobreza es diferente, está teñida de preocupaciones del mundo adulto. Los niños ven, en la medida de sus posibilidades y desarrollo evolutivo, cómo las estadísticas se actualizan en su realidad.

No son ajenos y no están a salvo, porque comer un plato de comida se ata a las posibilidades de que el adulto con quien conviven consiga una changa ese mismo día; porque entiende que si se da el milagro de un trabajo –formal o informal- para los adultos de su hogar, significará que deban quedarse a cargo de los niños más pequeños de la familia y faltarán a la escuela hasta que las inasistencias acumuladas configuren un retraso en la incorporación de contenidos imposible de equilibrar.  

Se enfrentan a una decisión crítica: asistir a clase o contribuir a la estrategia de supervivencia familiar que les permita comer y atravesar un día más. Así la pobreza se retroalimenta y reproduce sin piedad.

Millones de niños y familias atrapados en una espiral de desigualdad que la ausencia del Estado propició y que aún hoy no parece ser capaz de interrumpir a tiempo.  Si esta situación no se revierte es altamente probable que los millones de niños que viven en la pobreza hoy se conviertan en millones de adultos en la misma situación.

Es urgente actuar para cambiarlo y hacerlo desde la perspectiva de derechos. Es imprescindible que el Estado se involucre y tome la decisión correcta con la asignación de presupuesto y la implementación de políticas públicas que incluyan y  garanticen igualdad de oportunidades. 



sábado, 9 de junio de 2012

El "ciruja" de Mujica... De Alguna Manera...

El ciruja de Mujica…


A veces llegan buenas noticias. Del otro lado del río hay un presidente progresista que decidió, ante la inclemencia del invierno, prestar su residencia presidencial para albergar a la gente que vive en la calle. El palacete ubicado en Montevideo, hasta ahora acostumbrado a ser filial de elegantes reuniones diplomáticas, recepciones y cenas oficiales; cumplirá por primera vez en la historia de su país -y me atrevo a decir de cualquier país latinoamericano- una función social. La iniciativa todavía no se materializó, ya que la idea es que la casona oficial sirva para compensar un posible colapso de los refugios que el Ministerio de Desarrollo puso a disposición. Según un diario nacional, el 24 de mayo una madre su hijo estuvieron a punto de ser los primeros ocupantes, pero finalmente encontraron cupos en uno de los albergues. Sin embargo, y esto es lo importante, la propuesta existe.

En el lugar donde vivieron holgadamente muchos de los mandatarios nacionales desde 1947, ahora Mujica decidió darle otro fin. ¿Es una medida con mayor valor simbólico que real? Puede ser. Pero lo cierto, y me parece que aquí es donde viene a cuento la noticia, es que esta medida forma parte de una coherencia interna entre políticas de gobierno y decisiones personales. Según el último censo uruguayo, hay 1200 indigentes en Montevideo. Para palear esta situación, el ministro de Desarrollo Social Daniel Olesker invirtió durante 2011, $80 millones en refugios, alimentación y equipos técnicos para asistir a los más vulnerables. En 2012 se duplicó el presupuesto destinado a esta cartera.

Según las últimas estimaciones oficiales, solo en la ciudad de Buenos Aires, hay 1287 personas con sus hijos que viven en la calle, número que se mantuvo prácticamente inalterado desde 2009. Algunos sectores dicen que la cifra es mayor, ya que no se incluyó a los 700 chicos menores de 18 años que también duermen en la calles de la ciudad durante el día, hasta que llegan a sus casas por la madrugada. Por su parte, la ONG “Proyecto 7” denunció un incremento de la cantidad de gente que no tiene dónde vivir y estima que alrededor de 22 mil personas fueron desalojadas durante la primera parte de este año. Ante este escenario, el presupuesto destinado a esta área, tuvo un descenso.

Pegarle a Macri es fácil. Todos sabemos de su currículum ideológico y nadie espera que de sus políticas surjan resultados que tiendas a proteger a los sectores más vulnerables. En el sitio del Ministerio de Desarrollo de la Nación, no pude dar con datos sobre la problemática ni menos todavía, sobre cantidad de dinero suministrado al área. La página del Ministerio de Trabajo sí cuenta con un programa que se llama “Niños en situación de calle” aplicado en la región AMBA de manera directa y con una modalidad de supervisión sobre los proyectos federales, dependiente de la Secretaría Nacional de la Niñez, Adolescencia y Familia. Según figura en la página para este programa se emplean anualmente $108.000. ¿No será mucho?

Volviendo a los gestos simbólicos. Un gobierno que se jacta de progresista, que habla de las bondades de la pesificación de la economía, que tiene un jefe de gabinete que amonesta a la burguesía cipaya preocupada por hacerse de unos cuantos verdes/ blue. Un gobierno progresista que debe esperar a que los grupos monopólicos mediáticos descubran sus ahorros en dólares para que anuncie en cadena nacional la pesificación de sus cuentas.

Un gobierno dícese “¿heredero de la izquierda peronista?” que habla de poderes económicos concentrados y amasa un frente, cada vez más poderoso, de empleados afines dispuestos a prestar ofrendas a la corte, con tal de que el chorro no sea cortado. ¿No estaría bueno que este gobierno, que es re progre- utilice aunque sea un cuarto de las 35 hectáreas de la quinta de Olivos para mantener calentitos a unos cuantos cirujas que sienten en la carne “la ola polar”? ¿No es eso también gobernar para los 40 millones? Bueh, mientras tanto me conformo con algunas pequeñas buenas noticias, aunque vengan del otro lado del charco.

© Escrito por Lucía Mendizábal y publicado por plazademayo.com el viernes 8 de junio de 2012.