Vergonzoso caso OPV -Offshore Patrol Vessel-
El ingeniero naval Raúl E. Podetti brinda precisiones sobre la compra, por parte de la Armada Argentina, de los patrulleros franceses (Offshore Patrol Vessel), un modelo muy básico, de baja velocidad, mínimo armamento y sin historial de éxito. Adquiridos en 2019, hasta el momento llegaron tres al país, uno usado y dos nuevos.
© Escrito por el Ingeniero Raúl E. Podetti el martes
21/12/2021 y publicado por el Sitio Revista
Puerto de la Ciudad de Mar del
Plata, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Con estas palabras y a los gritos, un desencajado y
agresivo oficial de marina interrumpió el final de la presentación de mi
informe sobre la importación de los patrulleros OPV (Offshore Patrol Vessel)
franceses, que la Armada impulsaba como única solución posible y altamente
conveniente, en la reunión que se estaba llevando a cabo en la Casa Rosada a
fines del 2016.
Más tarde, mientras cruzábamos el Patio de las Palmeras,
un almirante se me acercó a disculparse en nombre de su colega de armas.
Pensando en lo que acababa de ocurrir, le contesté:
— “El
problema es que ustedes sólo piensan en Ustedes y nadie se preocupa por el
resto de la gente”.
Dicho lo cual, extrañamente sentí que el ofuscado oficial
tenía razón en algo. Yo era Nadie.
—Ingeniero
Podetti, ¿Cuánto vale un OPV?
Con esta pregunta se había iniciado, en octubre de 2016,
en Casa Rosada, la reunión del equipo asesor de Presidencia en relación al
proyecto de patrulleros OPV. Un mes antes, me habían pedido sumarme a ese
equipo para ayudarlos en esos temas navales.
Como respuesta, presenté un documento completo con las
referencias internacionales del caso, que recopilaba información de unos 400
OPV contratados en los últimos años en todo el mundo. Basado en este estudio,
se me pedía estimar el rango del valor de mercado del OPV francés elegido por
la Armada.
Mi respuesta los sorprendió.
— ¿Por qué
el OPV francés seleccionado por la Armada cuesta un 60% más que el valor
internacional?
La información adicional que me suministraron no aportó
ninguna explicación para semejante desfasaje; al contrario, el del astillero
estatal francés era un modelo de OPV muy básico, de baja velocidad, mínimo
armamento y sin historial de éxito; ninguna Armada del mundo lo había querido
comprar (ni siquiera la de Francia).
— ¿Cómo se explica? —Preguntaron— Ésta fue la decidida
recomendación de la Armada, aclarándonos que no había otras alternativas
posibles a considerar.
—No lo sé. —Les respondí— Pregúntenle a la Armada. Sería
interesante que además averigüen por qué no se le pidió cotización a la
industria nacional.
—No lo entiendo. ¿Acaso estos barcos se
pueden construir en el país? —indagó
con preocupación el jefe del equipo asesor.
—Claro que
sí.
A la semana estábamos reunidos nuevamente para que les
diera mi opinión sobre cómo podría ser el proyecto de construcción nacional de
estos barcos.
Comencé a contarles brevemente sobre la industria naval
argentina, su historia, realizaciones y capacidades actuales. Para poner el
tema en contexto regional, presenté las varias experiencias muy exitosas de
construcción de sus propios OPV en los astilleros de Chile, Perú, Ecuador,
México, Brasil, Colombia y Venezuela.
También expliqué que en los países de la región con menor
capacidad, la mayoría de los barcos se hacen en astilleros estatales, pero que
en Brasil y en la Argentina, con industrias navales más desarrolladas, los astilleros
privados son mucho más productivos y competitivos que los estatales, sobre todo
en las últimas décadas.
Aclaré que nuestra industria naval es, en particular,
adecuada para el rango de buques medios (en tamaño y complejidad), como son
justamente los OPV, embarcaciones “militares”, que no son buques “de guerra”,
lo cual es una gran diferencia simplificadora.
Convencidos de que podría haber otra alternativa para
presentar al Presidente, me preguntaron:
—Todo bien ingeniero, pero ¿Cuánto costarían
los OPV nacionales?
Respondí que, con la intervención de astilleros privados,
el costo y plazo de entrega nacional sería muy similar al europeo. Sin embargo,
propuse que atendiéramos otras cuestiones, tanto o más importantes que el
costo, como son el factor multiplicador de esta industria y su capacidad de
ahorrar divisas y de generar desarrollo tecnológico, empleo de calidad e
impuestos.
Al cuantificar juntos estos impactos sobre la
construcción local de los OPV, el equipo asesor reaccionó con gran entusiasmo.
Definitivamente, había una buena noticia para elevarle al Presidente. Tratando
ahora de avanzar con formas de implementación, la siguiente pregunta fue más
concreta.
—Raúl, ¿Qué astilleros podrían participar?
¿Dónde se harían? ¿Cómo sería el financiamiento?
Mi primera respuesta fue aclarar que, si bien este camino
era el mejor, iba a estar lleno de dificultades, algunas reales y muchas
inventadas (o exageradas) ya que los fuertes intereses detrás de la importación
directa y sobrevaluada tienen amplios recursos para obstaculizar el proceso
virtuoso del desarrollo nacional.
Les propuse entonces que se llamara a una
licitación internacional para construir los OPV en el país, y que cada oferente
internacional eligiera libremente los astilleros locales donde hacerlos (hay 14
astilleros privados y 2 estatales). Idealmente el Estado podría ofrecer en
alquiler temporal para este proyecto, parte de sus espléndidas y subutilizadas
instalaciones en el Astillero Storni (ex Dome García). Así, cumpliendo con las características
técnicas estipuladas, los principales grupos navales internacionales
competirían por precio, diseño, experiencia, plazo, contenido local, garantías
y financiamiento. La mejor de estas ofertas se podría comparar con la propuesta
francesa que impulsa la Armada, y así contratar la más conveniente.
Con entusiasmo propusieron elevar el planteo al
Presidente y organizar una próxima reunión con la Dirección de Material Naval
de la Armada, a cargo del proyecto OPV.
Luego de un par de semanas, finalmente, se produjo la
reunión conjunta en la que me pidieron presentar los casos de construcciones de
OPV regionales, las ventajas de la construcción nacional y la propuesta de la
licitación internacional.
A medida que se iba detallando esta nueva
alternativa nacional superadora, algunos oficiales de la Armada comenzaron a
incomodarse y a desarrollar una actitud obstruccionista. Los
argumentos principales fueron;
* La construcción nacional es un “sueño”, pero
no es viable.
* Nunca hemos estado tan cerca de llegar a los
OPV. El camino de la industria nacional sería más difícil, laborioso y largo,
por lo que decidimos evitarlo.
Luego de varios meses de trabajo, hemos
elegido al astillero estatal francés que ofrece el mejor diseño y menor precio
internacional.
No vamos a poner en peligro la negociación con Francia para considerar esta nueva alternativa. Ya estamos avanzados con los borradores de contrato con los franceses.
Sorprendidos ante esta actitud, el equipo asesor de
Presidencia me pidió continuar con el informe. Fue entonces que el exaltado
oficial naval protagonizó la escena descripta al inicio de estas líneas, que
impidió que la reunión prosiguiera.
Días después se me informó que el Presidente había
ordenado congelar esta negociación con Francia, y avanzar con el proyecto de
construcción nacional con apoyo internacional, tanto para estos OPV como para
otros barcos necesarios para el país, como ser las dragas que se requerirían
para la futura concesión de dragado.
Me solicitaron entonces, demostrarle al Presidente que
ese camino de construcción nacional con apoyo tecnológico y financiero
internacional era realmente posible.
Cuatro meses después, el 28 de marzo 2017,
en el marco de la visita presidencial a los Países Bajos, en representación de
la Federación de la Industria Naval Argentina, firmé un convenio con la
industria naval holandesa, encabezada por su mayor astillero, que ofrecía
construir los barcos en la Argentina con tecnología holandesa y 100% de
financiamiento blando a largo plazo.
Al día siguiente, en Rotterdam, los líderes de la
industria naval holandesa le confirmaron personalmente al Presidente su interés
en este proyecto junto con el reconocimiento de la calidad, capacidad y
competitividad industrial naval privada argentina para ese tipo de barcos.
Terminada la reunión, el Presidente me
agradeció la gestión. Entonces le dije:
—Señor, si
salimos al mundo a comprar barcos, competirán por vendernos barcos, como si
fuésemos industrialmente subdesarrollados. Pero si confiamos en nuestras
capacidades y les dejamos claro que los construiremos nosotros mismos,
competirán por vendernos el 50% del valor de los barcos que son los equipos más
sofisticados que aún no fabricamos.
Unos meses después, me citó el ministro de Defensa por
indicación presidencial para pedirme colaboración con la selección de invitados
y diseño del pliego de la licitación internacional para la construcción
nacional de los OPV.
En noviembre de 2017, cuando pido la reunión para
presentar la propuesta de pliego al ministro, se desata la crisis por la
desaparición del A.R.A. San Juan (S-42), que suspende el interés por todo
otro tema en el ámbito de la Armada y Defensa.
En el 2018, dado que hacían ya varios meses que no tenía
respuesta al pedido de reunión con el ministro, empiezo a desconfiar. Me
contacto entonces con un conocido del equipo de asesores presidenciales, quien
con vergüenza me cuenta que por los pasillos de Casa de Gobierno, nuevamente
desfilaban entusiasmados oficiales navales pero ahora con borradores del
contrato para los OPV franceses.
Me cuenta que, aprovechando la extrema crisis financiera
nacional, esta inconveniente compra naval a Francia habría aparecido como una
de las condiciones informales para la aprobación de una línea extra del FMI y
además sería condición para liberar el veto de Francia al ingreso de biodiesel
argentino a Europa.
Finalmente, en 2019 se firmó el escandaloso
contrato de los OPV con Francia, de forma ilegal ya que nunca tuvo la
aprobación de la Comisión de Industria (que lo hubiese rechazado seguramente),
exigida para este tipo de contrataciones por la reciente Ley de Industria
Naval.
En los meses previos a la firma, en la prensa
internacional surgieron una serie de denuncias de sobornos contra el astillero francés
elegido por la Armada. Las coimas indicadas superaban los mil millones de
dólares y varios casos ya habían sido comprobados por la justicia de los países
involucrados. Esto se detalló en el libro Armes de Corrupción Masiva y
se mostró en el ranking del Compendian of Armas Trade Corrupción (Tufos Universito),
donde el astillero francés ocupaba el máximo lugar en el podio internacional.
A esto se agregó el reconocimiento por parte de
Odebrecht-Brasil del pago de sobornos a oficiales de marina por parte de su
socio, el astillero estatal francés, para asegurarse el negocio de construcción
de los submarinos nucleares.
Ni la ilegalidad, ni el sobreprecio, ni la marcada
inconveniencia, ni los antecedentes de probada corrupción en casos similares
fueron suficientes para detener este vergonzoso proceder impulsado por un grupo
de oficiales de nuestra Armada.
En estos tres años ya ha llegado parte de la flota de
estos OPV importados (uno viejo y dos nuevos).
Recientemente, un oficial de marina comentó que en estos años, aun no se logró poner los OPV en operación, y agregó que tampoco operaron nunca los aviones Super Étendard comprados en 2018 para la Armada. Este marino reconoció con vergüenza que ambas compras a Francia las realizó el mismo equipo de oficiales de la Dirección de Material Naval de la Armada, y que planean otro escándalo aún mayor.
Usando el mismo modus operandi, intentan
ahora la megacompra de un rompehielos en el exterior, simulando que se
construirá en el país, desoyendo alternativas superadoras e ignorando la
opinión de expertos navales y antárticos nacionales que intentan, en vano,
expresar sus fundadas dudas sobre semejante despropósito polar.
El “Caso OPV” debe enseñarnos que los intereses de un
pequeño grupo de oficiales de la Armada no pueden estar por encima del de los
argentinos. Es la misma Marina quien debe encargarse de la depuración
necesaria, evitando que estos pequeños grupos mantengan posiciones de poder e
influencia aun ya retirados de la Armada, refugiados en otras áreas de Defensa
o astilleros estatales.
Necesitamos una Armada alineada con los intereses de los
argentinos como la que dio el impulso inicial a una vigorosa industria naval
argentina en el siglo pasado, entre tantas otras demostraciones de su glorioso
desempeño patriótico.
Notas del autor:
Mayores detalles del Caso OPV y otros casos similares se desarrollan en el libro “Industria Naval Argentina, 100 Años (1937-2036)”, disponible en industrianaval.com.ar
Estas líneas son un adelanto del próximo libro “L’Affaire Argentine” que, basado en una rigurosa investigación naval, tiene formato de novela ficción, por lo cual, en estas líneas, toda semejanza con la realidad es mera coincidencia.
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