Cogitus
interruptus… (Pensamiento interrumpido)
En la linotipo de Perfil, Marcos Peña revivió a
Gutenberg. Foto: Marcelo Aballay – Cedoc.
Análisis sobre la brevedad y carencia de
ilación de los mensajes que mayoritariamente se emiten en las redes sociales,
en el marco del reportaje al conductor de la comunicación gubernamental.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 16/10/2016 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Eli Pariser,
autor del libro La burbuja del filtro, acerca de cómo la búsqueda
personalizada estrecha nuestra visión del mundo, dio una conferencia en TED
explicando que “en la medida en que las empresas de internet se esfuerzan por
adaptar sus servicios (incluyendo noticias y resultados de búsqueda) a nuestros
gustos personales, hay una consecuencia no deseada peligrosa: terminamos
atrapados en una ‘burbuja de filtro’ que nos impide quedar expuestos a la
información que podría desafiar o ampliar nuestra visión del mundo, lo que es
malo para nosotros y malo para la democracia.” Vale la pena ver los nueve minutos que dura el video.
Hace tres
semanas, el diario The Wall
Street Journal denunció que, durante los últimos dos años,
Facebook mintió con los números de sus audiencias inflándolos hasta en el 80%
en el caso de los videos.
Y al finalizar
la semana próxima, la Comisión de la Competencia de la Unión Europea le impondría a Google una
multa cercana a 3.000 millones de euros por abuso de posición dominante y
desde hace varios años distintos gobiernos de países europeos obligaron a
Google a pagar a los diarios de sus países compensaciones por el uso de sus
contenidos. Se la llama la “tasa Google” pero fuerza a todos los agregadores de
internet a compensar a los editores por el uso de sus contenidos y fue impuesto
por ley en 2013 en Alemania. En Francia los medios llegaron a un acuerdo con
Google, que paga 60 millones de euros. En Italia, una medida similar está en el
Congreso y en España, en 2015, entró en vigencia la ley que le impone el pago
de un canon de propiedad intelectual a los medios.
Mientras el Gobierno
repudia a Uber, les paga publicidad a Google y a Facebook, que no pagan por los
contenidos.
Aislado del
mundo en este aspecto, el gobierno argentino se ufana (con métricas de la
propia Facebook) del eficaz uso con que realiza la comunicación oficial a
través de redes sociales, por ejemplo con videos en Facebook que sustituyen las
cadenas nacionales.
Hoy Perfil publica uno de sus largos reportajes
al ideólogo y conductor del sistema de comunicación gubernamental, el jefe de
Gabinete, Marcos Peña, y una parte de la entrevista se dedicó a debatir el uso
de redes sociales y la forma de comunicar de Cambiemos.
Uno de los
sitios preferidos del equipo de redes sociales del Gobierno es Buzzfeed,
al que Macri le concedió el reportaje donde dijo no tener ni idea de la
cantidad de desaparecidos. En sus entrevistas, Buzzfeed se caracteriza por que
una parte de las preguntas las realiza su propia audiencia. No sin ironía, se
le pidió a Marcos Peña que, al revés, respondiera adicionalmente
preguntas hechas por políticos opositores, las que fueron formuladas por Sergio
Massa, Daniel Scioli y Margarita Stolbizer.
En este
contexto, es simbólica la foto que acompaña esta columna, del jefe de Gabinete
sentado en una máquina de linotipo que, junto con el Muro de Berlín, son dos
piezas de museo que simbolizan lo que fueron en el siglo XX la comunicación y
la censura, y se encuentran en distintas recepciones del edificio de Editorial
Perfil. La palabra “prensa” resulta sinónimo de periodismo por el sistema de
impresión vigente durante cuatro siglos, en el cual letras, primero de madera y
a partir del invento de la linotipo de plomo refundible, tenían un relieve que
al colocarle tinta por presión estampaban el papel.
Las linotipos
permitieron que los diarios pasaran de tener dos páginas a cien, porque antes
de ellas se seleccionaban las letras con relieve una por una a mano mientras
que la linotipo, una especie de máquina de escribir sobre plomo fundido, sacaba
líneas sólidas ya con relieve, lo que permitió el crecimiento exponencial del
periodismo, que ya en la segunda mitad del siglo XX continuaron la radio y la
televisión, medios que tampoco se salvan de la canibalización de sus audiencias
y sus contenidos por agregadores de internet que se quedan con la publicidad
sin pagar los costos de generar esos contenidos.
En Europa, la
mayoría de los países obliga a los agregados web a pagar a los medios por
usarles sus contenidos.
El 70% de la
publicidad mundial en internet lo concentran Google y Facebook. Así como hace
una década la discriminación con la publicidad oficial puso en riesgo el normal
funcionamiento del periodismo, y como consecuencia de la propia democracia, hoy
su equivalente lo es la apropiación de la publicidad que realizan los
agregadores de internet, parasitando los contenidos de los medios.
Además de la
publicidad que el Gobierno le compra a Google y a Facebook, el otro efecto
secundario no deseado del uso de agregadores y redes sociales para la
comunicación de Cambiemos es lo que Umberto Eco, en su libro póstumo que acaba
de publicarse, llamaba el cogitus interruptus, por la brevedad y
carencia de ilación de los mensajes que mayoritariamente se emiten en este tipo
de plataformas.
En síntesis:
internet es maravillosa, las redes sociales también lo son, como cada medio de
comunicación que fue creando la humanidad para engrandecer sus posibilidades de
interacción. La historia demuestra que ninguno es excluyente porque cada uno
tiene sus ventajas específicas para cierto tipo de mensajes: la foto es mejor
que el video para moda y decoración, donde la imagen detenida con calidad
permite ver mejor el detalle, los libros tradicionales les están ganando la
batalla a los e-books porque para textos largos el papel resulta más
placentero, y lo mismo vale para las ventajas irreemplazables del teatro, el
cine, la televisión o la radio, cuyas muertes se pronosticaron equivocadamente
ante la aparición de cada nueva plataforma.
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