A cinco años del robo del siglo...
El
ex entrenador de Huracán evoca la escandalosa final que, hace cinco años
exactos, privó al Globo de ganar un campeonato memorable. Afirma ser
resultadista, aunque tratando siempre de jugar bien. Dice que el fútbol
argentino es “ventajero, tramposo y corrupto” y que desde la AFA no hay
intención alguna de solucionar esta crisis.
Pocas personas en el mundo son capaces de construir mitos duraderos en el tiempo. Se necesitan condiciones originales para que, aunque pasen los años, la obra de un ser humano sea inolvidable. Las grandes gestas, aquellas que ocupan las páginas más perdurables de un libro, requieren audacia y talento. Son momentos en el devenir de la vida reservados, en ocasiones, para protagonistas que no estaban en los cálculos de nadie y que, tal vez por ello, quedan grabados a fuego en la historia.
Pocas personas en el mundo son capaces de construir mitos duraderos en el tiempo. Se necesitan condiciones originales para que, aunque pasen los años, la obra de un ser humano sea inolvidable. Las grandes gestas, aquellas que ocupan las páginas más perdurables de un libro, requieren audacia y talento. Son momentos en el devenir de la vida reservados, en ocasiones, para protagonistas que no estaban en los cálculos de nadie y que, tal vez por ello, quedan grabados a fuego en la historia.
Es lo que sucedió con Angel
Cappa y el Club Atlético Huracán en 2009. Entre los primeros
días del verano y el final del otoño de aquel año, apenas un semestre, el
conjunto de Parque Patricios realizó una campaña memorable jugando un fútbol
que a muchos les recordó el de 1973, cuando dirigido por César Luis Menotti
ganó el campeonato con un equipo que, integrado entre otros por Brindisi, Babington y Houseman, es considerado
uno de los mejores de todos los tiempos en nuestro país.
El de Cappa no sólo
cautivó a sus hinchas sino que los simpatizantes de otros clubes y el
periodismo deportivo coincidieron en que el Globo jugó un fútbol excelso. Lo
bautizaron el tiki-tiki
por su toque, que no era intrascendente: el equipo ganaba, goleaba y gustaba.
Todo hacía presumir que el 5 de julio lo coronaría con el campeonato:
enfrentaba al escolta Vélez Sársfield de visitante y dos resultados posibles le
daban el título. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa
desagradable.
Más allá de que no fuera su mejor partido, Huracán se puso rápidamente en ventaja pero ese gol fue anulado por una posición adelantada inexistente. El partido se hizo friccionado y los dos equipos dispusieron sus chances para marcar. Pero a pocos minutos del final, cuando el empate le permitía al Globo festejar un merecido campeonato, Gabriel Brazenas, el árbitro de aquel partido, omitió una grosera infracción al arquero Gastón Monzón que derivó en el gol de Vélez. Hubo una prematura invasión del campo de juego por allegados al equipo local, que no fue sancionada con el descuento correspondiente, y de esta manera el Fortín -un equipo que también había hecho méritos a lo largo del torneo- se quedó con el título.
El sueño quedaba hecho añicos por culpa de un irresponsable que debía
impartir justicia.
A los 67 años, y radicado en España desde hace muchas décadas, Cappa no ha podido digerir ese mal trago. Nada le hará olvidar a esta altura aquella injusticia. En parte por eso, cansado de los abusos del sistema, se siente cada vez más lejos de las canchas. Prefiere disfrutar el verano europeo en compañía de su mujer y sus hijos y comentando partidos para una radio de Madrid. El buzo de director técnico descansa en una percha y probablemente no vuelva a salir del placard.
-¿Cómo ha vivido el final de la liga española, con el aparente cambio de paradigma futbolístico? Porque da la sensación de que, más allá de gustos, el Atlético de Madrid es un equipo serio.
-No me gusta el calificativo “serio”, porque a un equipo que tiene otro estilo de juego -más alegre u ofensivo- nunca se lo adjudican. Yo diría que el Atlético es un equipo capaz de competir de igual a igual con cualquier otro desde su enorme autoconfianza, su compromiso colectivo y su lucha inclaudicable. Muy digno y respetable, por cierto. El final de la Liga lo viví con emoción y al final ganó el que tuvo más fe.
-La antinomia que en nuestro país divide a hinchas y periodistas entre el pragmatismo y el lirismo, por no decir menottismo y bilardismo, ¿se observa de la misma manera en el resto del mundo o es patrimonio argentino? Por ejemplo, y teniendo en cuenta que usted vive en Madrid, ¿hubo consenso en España acerca del Barcelona de Guardiola o también fue objetado por determinados sectores?
-Esa antinomia proviene de dos interpretaciones totalmente diferentes y hasta opuestas del futbol y no es patrimonio argentino sino que está instalada en todo el mundo. No, no hubo consenso en España sobre el Barcelona de Guardiola, lo que pasa es que los que opinaban y opinan diferente lo respetaban porque tuvo un éxito inigualable. Y lo único que realmente respeta esta sociedad es el éxito.
-No obstante las evidentes diferencias de formas, ambas posiciones ideológicas persiguen los mismos objetivos: el resultado. ¿Cuál cree entonces que es la razón por la que muchos reclaman la prescindencia del jogo bonito, del fútbol total, del fútbol champagne o del tiki tiki, como se lo suele llamar, para alcanzar sus logros?
-Siempre lo bueno es mejor y gusta más, salvo para algunos. Jugar bien es la forma más racional de tratar de ganar. Y si se logra jugar bien y ganar es como ganar dos veces, como dijeron varias veces Xavi e Iniesta. Claro que jugar bien es más difícil y es más fácil adherirse a la garra o la lucha. Una vez le pregunté a Cruyff por qué el fútbol que nos gusta a nosotros no tiene tantos adeptos. “Porque hay que saber”, me dijo. Yo me refería a que no muchos entrenadores adoptan esta forma de jugar. Y si alguien pregunta qué es jugar bien es porque quiere fastidiar...
-También es cierto que quienes como usted abogan por el fútbol bien jugado no pueden evitar cierto cuestionamiento de quien está parado en la otra vereda. Recuerdo lo mal que la pasaba Menotti cuando iba a La Plata para enfrentar a Estudiantes, fruto de su prédica. Y usted mismo tuvo sus desencuentros con Juan Sebastián Verón, quien en una ocasión le imputó “no haber ganado nada”.
-El desencuentro con Verón fue inventado a partir de declaraciones manipuladas por cierto periodismo que utiliza el recurso del escándalo para vender. Y en cuanto a qué gané o cuánto gané, no pienso entrar en ese debate absurdo. Yo gané y perdí como casi todo el mundo.
-Me pongo en abogado del diablo para citarle que los últimos tres equipos que dirigió en la Argentina -Huracán, River y Gimnasia- descendieron al poco tiempo. ¿Se considera partícipe de lo ocurrido o recordar esta coincidencia es una forma de desacreditarlo?
-Entonces tendría que enviarte a mirar los números para ver qué responsabilidad puedo tener yo. Esa patraña infame la empezó un mamarracho que vive de pelearse con las figuras del momento. Y la gente a la cual no le caigo bien, sobre todo de Vélez y Estudiantes, se prendió. Pero tanto ellos como los otros, a los que sí les resulto al menos simpático, saben que es una enorme mentira.
-También veo algo incompatible con su espíritu lúdico la manera poco relajada con que vive los partidos. ¿Se ha reprochado esa exaltación, más típica de entrenadores resultadistas?
-En primer lugar te digo que yo soy resultadista. Quiero que mis equipos ganen, aunque jamás renuncio por ese motivo a tratar de jugar bien. En cuanto a ciertas exaltaciones, no me alcanza el tiempo para arrepentirme.
-Usted logró darle a Huracán, un club que lleva años padeciendo desgracias futbolísticas e institucionales, una identidad de juego como no tenía desde la década del 70. ¿Fue su máxima creación como director técnico, su obra maestra?
-Sólo quise ser respetuoso con el estilo histórico de Huracán. Fue el equipo con el que más disfruté del fútbol que me gusta. Aun perdiendo, siempre había motivos para salir lleno de fútbol.
-Aquel equipo comenzó a gestarse a fines de 2008 y explotó en el torneo siguiente con la incorporación de Mario Bolatti. ¿Usted se vio sorprendido como los hinchas por el nivel de juego alcanzado o fue una meta que se trazó sobre la base de los jugadores con que contaba?
-Te recuerdo que Huracán era un equipo en formación. En el 2008 yo primero respeté a los que estaban jugando ese torneo y ya en el último partido puse a todos los pibes que creía que tenían que formar el futuro plantel. Enseguida vi que había posibilidades, jugadores, para jugar bien. Bolatti fue la pieza que faltaba y Huracán el equipo que necesitaba Bolatti para ser lo que fue.
-Se acaban de cumplir cinco años de lo que, para muchos, fue un despojo: el partido final con Vélez, en el que a Huracán le anularon un gol legítimo y sufrió uno viciado de nulidad, entre otras irregularidades. ¿Cómo juzga lo sucedido aquella tarde, cuál es su teoría?
-Tengo indicios suficientes como para sospechar que aquello no fue casual. La AFA no quiso investigar y eso continuará alentando las sospechas.
-El árbitro de aquel encuentro, Gabriel Brazenas, no volvió a dirigir ni aparecer públicamente. ¿Piensa que lo suyo fue una torpeza o que hubo intencionalidad?
-No es que lo piense yo. Me lo han dicho en distintos países donde me entrevistaron: ¡fue un robo!
-¿Con qué frecuencia recuerda a aquel equipo y lo ocurrido a aquella tarde? ¿Estaba destinado Huracán para algo distinto en caso de haber salido campeón o hubiera sufrido el mismo final? Es decir, su prematuro desguace.
-Aquel equipo lo recuerdo permanentemente. Tengo todos los partidos, menos el último, y los veo de vez en cuando. Yo creo que el desenlace hubiera sido el mismo.
-¿Y por qué no guardó el último partido?
-Ese partido no lo quise ver nunca más porque fue un robo y ante ese despojo no puedo evitar la decepción por tanta injusticia impune. No sólo por nosotros -jugadores, cuerpo técnico, médicos, utileros, colaboradores- sino y sobre todo por la gente. ¡De qué forma mafiosa le arrancaron tanta ilusión!
-Hace algunos años, desde su blog, impulsaba la creación de una comisión para investigar lo ocurrido en aquel encuentro definitorio. Por supuesto, su idea no prosperó. ¿Cree posible que alguna vez en la Argentina, como sucedió en Italia, se castigue a dirigentes e instituciones que protagonicen hechos de corrupción?
-No, no lo creo. El futbol argentino es ventajero, tramposo y corrupto y desde las altas esferas no hay intención alguna de solucionar ni ése ni ningún otro problema esencial.
-Menotti definió a Huracán como “la hermosa excusa que encontró un barrio para ser feliz”. ¿Qué significó en lo personal para usted?
-Vivir el futbol desde la alegría durante seis meses. Disfrutar de cada partido y cada entrenamiento. Estar entre muy buenos jugadores y grandísimas personas. Algún día, por ejemplo, habría que hablar de la calidad humana del Gato Esmerado, un tipo formidable y esencial para que ese equipo haya sido lo que fue.
-Leí en un reportaje reciente que se siente cansado del fútbol, que difícilmente vuelva a dirigir. ¿Puede ampliarme sus sensaciones?
-Lo que me cansa es el entorno del fútbol, especialmente en la Argentina.
-En caso de que lo llamaran algún día de Huracán, ¿reconsideraría esta postura?
-Huracán es mi lugar en el fútbol, pero el tiempo pasa -como dice Pablo Milanés- y habría que ver. Un abrazo a todos los quemeros.
© Escrito por Marcelo Benini el Sábado 05/07/2014 y publicado por http://www.patriaquemera.com.ar
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