Aquel Real Madrid, bautizado como Los Galácticos, presumía de apellidos esplendorosos: Zidane, Beckham, Figo, Raúl y el recientemente retirado Ronaldo. Claro que como en los inicios del siglo no logró un título, las críticas llovieron con intensidad. Florentino Pérez, presidente en ese entonces, aceptaba que al equipo le faltaban obreros, jugadores de "la cantera". Y avisaba: "Tendremos Zidanes y Pavones". Y entonces sí, el Real hilvanó triunfos, y dio la vuelta olímpica, y otra, y una más en la Champions 2002.
Este River no tiene nombres rutilantes. La economía de guerra planteada por Passarella, situación forzada por la herencia que dejaron Aguilar, Israel y compañía, obligó a diagramar un River austero, que sólo sumó a Bordagaray a los futbolistas que terminaron cuartos en el torneo pasado. Con el toque que se pueda y con mucha, mucha garra, River busca la salvación del descenso y de la Promoción. Con Lamelas y Pavones, River da cátedra, pero de esfuerzo. Con Lamela, el distinto, River trata de manejar la pelota, y la mete, y destraba el partido ante Huracán. Con Pavone, conmovedor guerrero que esta vez se muestra lúcido, encuentra un asistidor, primero para el grito de Erik, después para el 2-0 de Ferrari, quien, vale pellizcarse, la mete de cabeza.
Cierto es que River no encontrará muchos rivales que otorguen las facilidades que le dio este Huracán. Después de un primer tiempo enredado, en el que el remate de Lanzini en el palo fue la única llegada elaborada (también hubo dos cabezazos altos de Román, made in pelota parada), en la segunda etapa llegó un ratito de lucidez. Y en un ratito, River se puso 2-0. ¿Si cerró el partido? Lo intentó, pero le costó: si la bocha no pasaba por los pies del zurdo, duraba poco en poder de los hombres vestidos de negro. Y Huracán, ya perdido por perdido, buscó más. Y tuvo tres situaciones claras de gol. Pero su inoperancia ofensiva hizo que el local no sufriera en el final.
© Publicado en el Diario Deportivo Olé el Domingo 20 de Febrero de 2010.
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