Construcción
política. La verdad de la
milanesa...
“Hoy, la
‘verdad de la milanesa’ se ve el 17 de cada mes, cuando miramos la billetera y
nos ‘sobra’ mucho mes. En octubre, la cuestión radica en ver quién y cómo
cuenta esta nueva verdad”, dice el autor y desentraña por qué “el relato”
construye la “verdad” política, aunque no encaje en los “datos”.
En política
pasa algo similar. El desconcierto y la imprevisibilidad de la realidad
política, crea necesidad de verdad, como aquella que nos permite recobrar la
certidumbre y seguridad frente a lo que nos acontece día a día. De manera
sencilla, la verdad puede concebirse como la relación que cada uno de nosotros
tiene con la realidad. Por un lado, hay una verdad por correspondencia, en la
cual, el enunciado debe ser concordante o equivalente con el mundo
físico, objetivo.
La ciencia se
sustenta en este tipo de verdad, donde la medición es un criterio objetivo. Hay
datos que confirman la verdad.
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Sin embargo,
esta concepción de verdad no explica la variedad de verdades que hay en la realidad
política. Aquí aparece la noción de verdad como relación de coherencia: un
enunciado será verdadero solamente si se encuadra en una narrativa funcional a
la historia presentada. Es decir, lo fundamental es que la verdad enunciada se
articule lógicamente dentro del sistema de ideas que hacen a la narrativa que
presenta el líder político. Es el relato el que hace a la verdad.
Los datos de Milei no coinciden con los del INDEC
Lo cierto es
que toda narrativa política que tenga intención de aunar voluntades para lograr
gobernabilidad debe crear una verdad por coherencia que se precise en algún
punto con la verdad por correspondencia. Esto es, la historia que nos narran
debe tener alguna relación con la realidad objetiva, estar entrelazada con los
hechos medibles, cuantificables. Los datos hacen al relato, y el relato cuenta
los datos. La tensión de la conexión entre datos y relato hace a la complejidad
de la realidad política.
En 2023, una
verdad por correspondencia -los datos- dio lugar a una nueva verdad
por coherencia -el relato. La situación objetiva de los argentinos (alta
inflación, estancamiento económico, cepo al dólar, hastío frente a la clase
política) permitió contar una historia nueva.
La narrativa
emergente identifico a la casta y al Estado como enemigos de la “gente de bien”, y
se exaltó simbólicamente al grito de “viva la libertad, ¡carajo!”. La
coherencia del nuevo relato correspondió el bienestar de todos con datos
macroeconómicos cuantificables, como el superávit fiscal y la restricción
monetaria, para el control de la inflación. La relación entre ambas
concepciones de verdad -dato y relato- otorgó credibilidad al gobierno
nacional: bajo la inflación, aumentó la imagen positiva del gobierno.
Sin embargo, en
el inicio del tramo electoral nacional, esa verdad por coherencia comienza a
contradecir y distanciarse de los datos microeconómicos, la verdad por
correspondencia de cada vecino: los datos cuestionan al relato.
En julio, el
BCRA informo de un aumento en la mora del pago de las tarjetas de crédito de
pequeños consumidores, y CAME confirmó que el consumo minorista volvió a bajar
un 2% medido interanualmente.
En el mismo
mes, la siderúrgica ACINDAR suspendió a 200 empleados, parando las operaciones
en su planta de Santa Fe; varias empresas textiles comenzaron a reducir su
personal; el turismo receptivo se retrajo cerca del 25%, impactando
negativamente en el sector gastronómico y hotelero; por su parte, el turismo
local de vacaciones de invierno registró una reducción del 11% respecto de
2024.
Asimismo, el
precio de flotación del dólar oficial aumentó cerca de una 10%, encontrando un
nuevo piso.
En agosto se
contabilizan aumentos del orden del 4% en varios servicios públicos, y un tanto
más para contratos de alquiler. En sintonía con estos datos, la consultora
Zuban Córdoba público un sondeo en el cual el 65,1% de los
consultados respondió que su economía personal empeoró en los
últimos seis meses, mientras que el 63% confeso que cada vez le cuesta más
llegar a fin de mes.
La verdad deja
ver la realidad tal cual es. La verdad es performativa y, por ello, condiciona
nuestras acciones: votamos conforme a nuestra verdad. Hoy, la “verdad de la
milanesa” sucede los días 17, cuando miramos la billetera y nos “sobra” mucho
mes por delante. En vistas a octubre, la cuestión radica en ver quién y cómo
cuenta esta nueva verdad.




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