René Favaloro, el médico
que entregó su corazón al país...
René Favaloro, el médico que entregó su corazón al país. Fotografía: Cedoc Perfi
Enamorado de la medicina, pero cansado de la “transa sindical y
política”, el mayor cardiocirujano que dio el país astilló su propio corazón
para dar su última lección de compromiso. ¿Por qué llegó a eso? Sus cenizas
sobrevuelan Jacinto Arauz, el pueblo en donde había aprendido a ser un médico
rural, su mayor orgullo.
© Escrito por Mónica Martin el miércoles 30/07/2025 y publicado
por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
Qué difícil hablar del hombre que llegó a ser finalista post mortem del ciclo El gen de los argentinos, un programa de Mario Pergolini que elegía al personaje argentino que mejor representaba nuestra idiosincrasia” (¿Lo que los argentinos somos o lo que quisiéramos ser?) Eso fue en 2007 y René Favaloro, sanmartiniano a ultranza, salió segundo detrás del General José de San Martín. Parece una coincidencia, pero no lo es.
El 29 de julio de 2025
se cumplen 25 años del fallecimiento del cardiocirujano René Favaloro. Ese día
del año 2000, el corazón de toda la Argentina se paró, pero el del argentino
que había inventado el bypass aortocoronario con
la vena safena -un procedimiento que aún hoy prolonga la vida de los corazones
enfermos- se había roto hacía bastante tiempo atrás.
René Favaloro. Regresó al país para convertirlo en un hub en cirugía
cardiolovascular, pero la burocracia le ganó hasta arriesgar su patrimonio. Lo
pagó con su vida.
La Fundación Favaloro, que él mismo creó y por cuyas
deudas se cree que se quitó la vida, estima que, desde 1967 hasta hoy, más de
55 millones de personas se beneficiaron con esa técnica revolucionaria que
implementó el médico fanático de Gimnasia y Esgrima, que había nacido en La
Plata, el 12 de julio de 1923, en una casa bastante pobre, pero con el corazón
muy grande.
300 papers médicos
sobre asuntos del corazón, dos
investigaciones históricas sobre el General José de San Martín y 9 obras literarias,
incluidas dos autobiografías (De la pampa a los Estados
Unidos y Recuerdos de un médico rural)
son solo minucias al lado del agradecimiento con el que recibía las gallinas
que le regalaban sus pacientes más pobres, los paisanos. Muchas generaciones de
argentinos crecimos escuchándolo contar por televisión, una y otra vez,
anécdotas rurales que desnudaban la mirada ética en el ejercicio de la medicina
y esas ganas tremendas de darlo todo por el país y la Universidad pública que
lo habían formado.
René Favaloro hablaba dando lecciones y era de una época en la
que, en Argentina, nadie mencionaba públicamente lo que todos sabían: la
práctica ilegal del aborto. René Favaloro no esquivaba el tema; siempre quiso
sanar a sus compatriotas: “Legalizar no quiere decir que estemos autorizando a que todo el
mundo se haga un aborto, sino
que, ante ciertas circunstancias, la pobre desgraciadita que no tiene ningún
recurso no caiga en ese trasmundo horroroso que la puede llevar a la muerte.
Porque no se muere una, se mueren cantidades allí. Por el contrario, la niña
privilegiada de una familia con guita va a una clínica de prestigio, se lo
hacen sin que nadie se entere y a la tarde puede ir a un baile, si quiere,
porque ya todo pasó. Esa desigualdad a
mí no me gusta”, aclaraba.
René Favaloro entre el matrimonio Leloir. A su derecha, Amelia Zuberbühler y a su izquierda, el Dr. Luis Federico Leloir.
Su audacia era subyugante. René
Favaloro trabajó toda su vida para sanar
corazones rotos, hasta el día en que, después de mucho
rumiarlo, decidió romper el suyo, una noticia terrible en sí misma, recargada
por el simbolismo que portaba.
René Favaloro entregó su corazón.
“Diana: ha llegado el momento de la
gran decisión. Tú no eres culpable de nada. Mis
proyectos se han hecho pedazos. No puedo cambiar los principios
que siempre me acompañaron. Creo que la Fundación se derrumba. No podría
aguantar como testigo lo que construí, con tanta fuerza, ahora su destrucción. Estoy cansado de luchar y luchar. Remando
contra la corriente en un país que está corrompido
hasta el tuétano. Tú eres testigo de mi sufrimiento
diario. Te agradezco todo lo que me has brindado. Particularmente en este
último año. Nunca podrás imaginar cuánto te he amado (…) Sé que te recuperarás
porque eres fuerte. El tiempo lo arregla todo”, decía la carta de despedida a
su prometida, una de las siete que dejó escritas. Ese día habían almorzado
juntos.
René Favaloro en sus años de formación
Antes de apretar el gatillo frente
al espejo de su baño, el 29 de julio de 2000,
René Favaloro sintió que el corazón le estallaba en varios sentidos.
Sus cartas finales dejaron en claro
que una de las principales razones que lo llevaban a tomar la decisión era la
crítica situación financiera de la Fundación Favaloro (1975) y la imposibilidad
de cobrar las deudas que distintos organismos públicos y obras sociales
sindicales tenían con ella.
El PAMI, entonces
dirigido por Víctor Alderete, era sólo uno de sus deudores, no el único. Fernando de la Rúa era
por entonces el Presidente de la Nación; el radical Héctor Lombardo, el
Ministro de Salud y Acción Social; Horacio
Rodríguez Larreta, interventor del PAMI por el peronismo; y el ex
médico veterano de la Guerra de Malvinas, Julio Municoy, presidente de IOMA.
René Favaloro. El cirujano (izquierda) en una intervención quirúrgica junto con su equipo de trabajo
Tocando todas las puertas, Favaloro
llegó hasta Rafael Bielsa,
que por entonces dirigía la Sindicatura General de la Nación (SIGEN). Bielsa
intervino en el litigio pidiendo por escrito al PAMI que aceptara el reclamo
del médico, reconociera la deuda y la saldara. Y que si no podía hacerlo, se
iniciara la "conciliación obligatoria" entre las partes.
“El PAMI todavía no tiene
verificada esa deuda y
precisamente mañana tenemos prevista una auditoría en la Fundación Favaloro
para determinar si corresponde pagar”, informaba por entonces Tomás Bulat, jefe
administrativo del PAMI, del sector pago
a proveedores.
“La ex interventora Cecilia Felgueras, le comunicó
a Favaloro, en la última reunión que tuvo, que la única alternativa prevista
para resolver la controversia es una conciliación obligatoria, que consiste en
verificar caso por caso para ver en las historias clínicas si los servicios
efectivamente se prestaron. La Fundación Favaloro, con la firma del apoderado
Aranguren, se presentó el 19 de mayo a la conciliación obligatoria. La
verificación contable se hizo el 18 de julio y el 21 de julio se instruyó
internamente en el PAMI para que se hiciese la auditoría”, pormenorizaría Horacio Rodríguez Larreta, entonces
interventor del organismo.
René Favaloro y, a su derecha, Juan Manuel Fangio
Entre dimes y diretes, en
apariencia había comenzado la verificación de aquellas viejas facturas, cuando
Favaloro se quitó la vida. “Hasta
siempre”, era lo único que decía la nota que pegó en el espejo
de su baño antes de astillarse con un arma de fuego el corazón.
A pedido suyo, su cuerpo fue
cremado “inmediatamente” en el cementerio privado Parque de la Gloria, en Berazategui, en una sala a la
que solo pudieron ingresar 30 familiares y seres próximos destrozados. Oportunamente
y también a pedido de Favaloro, sus cenizas fueron esparcidas sobre la tierra
de Jacinto Arauz, el pueblo en
donde había aprendido a ser un médico rural, lo que más le gustaba.
“Alguna vez, en un acto académico
en USA, se me presentó como un hombre bueno que sigue siendo un médico rural.
Perdónenme, pero creo que es cierto. Espero que me recuerden así”, se
enorgullecía. Y le pidió a sus “queridos sobrinos, colaboradores y amigos”:
“Recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación
de seguir luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco”.
Una de las siete cartas estaba
destinada al Presidente de la Nación, Fernando
De la Rúa, a quien Favaloro tuteaba y llamaba Fernando,
sin preámbulos. Lo más curioso es que esa carta tenía fecha del 27 o el 28 de
julio, un día antes del que finalmente eligió para morir. La recibió Ricardo
Ostuni, secretario privado de la Presidencia, quien comentó posteriormente que
la misiva denotaba “desencanto, fatiga y cansancio”. El la había recibido en su
despacho el viernes 28 de julio,
pero se la entregó al presidente cuatro días más tarde, el lunes 31.
René Favaloro junto al Papa Juan Pablo II.
Favaloro también le pidió al
entonces presidente que consiguiera US$
6 millones, “el monto que necesitaba para solventar sus
deudas más apremiantes”, pero en esa misiva personal no mencionaba directamente
al PAMI como acreedor.
El corazón de Favaloro: su fundación.
A 25 años de su fallecimiento y a
102 de su nacimiento, todavía queda mucho su legado. La Fundación Favaloro
sigue cumpliendo con el deseo de su alma mater: sanar y prolongar vidas. El Hospital Universitario Fundación Favaloro (1992)
es un centro de investigación y educación de excelencia en medicina de Alta
Complejidad. Desde entonces, realizó más de 27.000 cirugías cardíacas centrales
(el 55% de ellas, Bypass coronarios puros).
La Universidad
Favaloro (1998) sostiene tres unidades académicas:
Facultad de Ciencias Médicas, Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas y
Naturales, y Facultad de Ciencias Humanas y de la Conducta, con sus respectivas
carreras de grado, posgrados y especializaciones, además de albergar otros dos
organismos de prestigio internacional: el Instituto de Medicina Traslacional,
Trasplante y Bioingeniería (IMETTYB) y el Instituto de Neurociencia Cognitiva y
Traslacional (INCYT), a los que se sumó, el Instituto de Ciencias del Deporte.
René Favaloro
Cuando fue el centenario de su
nacimiento, el Teatro Colón fue el escenario de una gala muy especial destinada
a lo que tanto desveló al médico rural durante sus últimos años de vida:
recaudar los fondos necesarios para que las usinas del conocimiento y la
práctica científica funcionen como dios manda. A tal fin, se realizó un evento
cultural histórico, para contribuir con la construcción del nuevo centro
ambulatorio de la Fundación Favaloro.
Mientras tanto, varios monumentos y
edificios históricos de la Ciudad se iluminaban de rojo y azul para recordarlo:
el Palacio Lezama, la Usina del Arte, la Torre de los Ingleses, la escultura Floralis Genérica, el
Monumento Carta Magna y el Obelisco.
Su fama también llegó a las
estrellas: un cuerpo celeste recibió su nombre, el asteroide "21508 Favaloro",
rebautizado así por el astrónomo argentino Agustín Kowalski, uno de sus muchos
admiradores. Para Google Arts & Culture, el bypass coronario inventado por
René Favaloro es uno de los 400 inventos humanos que cambiaron el rumbo de la
Humanidad.
René
Favaloro
Aprovechando las vacaciones de
invierno, se podría llevar a los chicos a visitar el Museo del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata,
que exhibe una escultura del platense más famoso, en tamaño natural, realizada
por el artista plástico Fernando Pugliese. Además hay otras en Belén de Escobar
y Cleveland, EEUU.
A decir verdad, a pesar de su
corazón roto, no le faltó reconocimiento en vida ni le faltará en la posteridad
gracias a las escuelas, paseos, bosques, hospitales, bibliotecas, museos, y los
numerosos centros de la investigación y el saber que se enorgullecen de portar
su nombre, siempre en sus corazones.
Pocas familias en este bendito
suelo carecen de al menos un motivo para agradecerle al Dr. René Favaloro por
sus años de estudio y trabajo que han salvado la vida de algún ser querido. Fue
un referente moral para nuestro país y sus famosas filípicas todavía sacudirían
a más de uno. Cuánta falta nos hacen... pero como él mismo lo predijo, será un
“hasta siempre”.