Acuerdo de la deuda. "Se definió en Juncal"...
‘Con los bonistas al
plato...’ Martín Guzmán. Dibujo: Pablo Temes.
Hay
posturas opuestas en el FdT. Mientras persista esa dualidad, será difícil que
el Gobierno genere confianza.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 08/08/2020 y publicado por el © Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 08/08/2020 y publicado por el © Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
La frase fue
repetida por analistas que conocen al dedillo la trama de la negociación que
llevó al importante e imprescindible acuerdo al que el gobierno necesitaba
arribar con los acreedores privados de la Argentina. La referencia es clara: la
reunión que el ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvo con Cristina
Fernández de Kirchner en su piso de la calle Juncal en pleno barrio de La
Recoleta antes de anunciar el cierre de las negociaciones.
Los detalles y
las circunstancias tienen en la política un valor significativo. El mensaje es
claro: la última palabra la tiene Cristina. Es curioso observar cómo una
persona experimentada como Alberto Fernández no prestó atención a ese hecho que
no hace más que mellar su autoridad. “Cristina y Lavagna me pedían que me
ablandara”, dijo el Presidente. Por lo que concierne a la vicepresidente, nadie
le creyó.
El acuerdo no es
mérito exclusivo de Martín Guzmán. Hubo actores de peso que fueron clave en
todo la trama de esa compleja negociación. Uno de ellos fue Sergio Massa. El
ministro carece de peso político propio. Por eso fue que su nombre estuvo
zamarreado en los momentos más duros del proceso y requirió del apoyo explícito
de otros. El de más peso fue el de CFK.
El
entente es muy importante.
Sin él, las
puertas del financiamiento y las inversiones habrían quedado definitivamente
cerradas para el país. Pero, siendo una condición sine qua non, no es por sí
sola suficiente para el fenomenal aporte de inversiones que requerirá el
despegue de la economía. Hay que recordar lo que pasó en el gobierno de
Mauricio Macri tras el arreglo con los “fondos fondos buitre”. Tanto él como
sus funcionarios- creyeron que ese acuerdo era una especie de abracadabra que
abriría las puertas a un Niágara de inversiones -los famosos “brotes verdes”-.
Nada de eso ocurrió, por hechos clave: la ausencia de un plan económico y la
falta de acuerdos políticos.
A Alberto
Fernández le aguarda el mismo destino si no logra generar consensos estables,
sensatos y duraderos con la oposición. Los mercados se lo marcaron con claridad
en los dos días posteriores al acuerdo: el dólar paralelo, cuyo valor cayó al
concerse el el acuerdo, volvió a subir jueves y viernes. La euforia tuvo corta
vida.
¿Quo
vadis?
Es la pregunta
que generan las posturas contradictorias del Presidente. “Me acusan de ser
dialoguista”, fue una de las frases de su última conferencia de prensa. Parece
que eso ha hecho mella en su actitud. Lo deja ver la acusación que le hizo a
Horacio Rodríguez Larreta por el supuesto de no brindar atención a los adultos
mayores en los hospitales públicos porteños.
Los cargos al
jefe de Gobierno porteño son falaces. Es decir, una mentira. Los adultos
mayores de la ciudad de Buenos Aires que deben atenderse en la provincia es
porque así lo disponen los convenios firmados por el PAMI con clínicas y
sanatorios privados. La verdad es que, en el sector público, las cosas son
exactamente a la inversa: son los hospitales públicos de la Capital Federal los
que reciben casi un tercio de sus consultas de pacientes del conurbano. Es una
realidad histórica producto de los defectos del sistema de salud pública del
Gran Buenos Aires. “Nosotros no tenemos nada que ver con Larreta. Y si vamos
camino a un colapso sanitario es responsabilidad, en parte, a la ciudad de
Buenos Aires, que dice que tiene los casos amesetados pero es mentira.
Entonces el
mensaje apunta a sacarle legitimidad al discurso de Rodríguez Larreta. Que sale
él a correr por los bosques de Palermo como si no pasara nada”, expresa con
énfasis una voz del oficialismo en la Casa Rosada. Es una clara muestra de la
embestida fuerte contra el jefe de Gobierno, que tiene el objetivo de demostrar
que hay más casos en la ciudad que en la provincia. Eso es algo absolutamente
falso, tal como, lamentablemente, lo demuestra el número de casos día tras día.
Axel y
Máximo.
El alineamiento
de la Casa Rosada con Axel Kicillof no lo ayuda al gobierno sino que lo
debilita.
El ministro de
Salud Ginés González García, debe lidiar todos los días con las declaraciones
altisonantes de su par provincial, Daniel Gollan, para aliviar el estrépito que
producen. “Es una batalla que vengo perdiendo”, suele confesar.
Entre algunos de
los expertos que siguen al dedillo el tema de la pandemia causada por el
coronavirus hay coincidencia en que la situación en el Gran Buenos Aires es una
incógnita absoluta. Nadie tiene datos exactos de lo que sucede en ese universo
heterogéneo en el que se enseñorean la miseria y la marginalidad.
“Este muchacho
no laburó en su vida”.
Fue esa la
lapidaria expresión que se le escuchó a uno de los dirigentes sindicales que
participó de la reunión de la mesa chica ampliada de la CGT.
El destinatario
fue Máximo Kirchner quien había criticado la reunión de representantes
gremiales vía Zoom con miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). La
diatriba del diputado Kirchner trajo a la memoria la de Hebe de Bonafini, que
había descalificado al Presidente por haber convocado a empresarios al acto
conmemorativo del 9 de Julio.
Para que no
queden dudas, desde La Cámpora se apresuraron a apoyar al hijo de la
vicepresidenta. “Lo que Máximo plantea, lo sostiene y lo apoyamos. No va a dar
marcha atrás con su posición”, señalaron varios de los integrantes de la agrupación
K.
El entredicho
refleja las posturas opuestas que cohabitan en el intrincado universo del
Frente de Todos. Lo que no advierte el Presidente -así como tampoco las voces
más moderadas que forman parte del gobierno- es que, mientras esa dualidad persista,
al gobierno le costará mucho generar confianza y previsibilidad. El caso
Vicentin dejó secuelas.
Fue francamente
curioso el discurso que Alberto Fernández pronunció el viernes para inaugurar
plazas hospitalarias modulares en unidades penitenciarias en Florencio Varela,
Magdalena y San Martín. Recordó entonces a Esteban Righi. La memoria nos trae
al presente que el Righi presentó su renuncia al cargo de Procurador General de
la Nación tras haber sido duramente criticado y descalificado por el condenado
pero libre ex vicepresidente Amado Boudou, por el hecho de no haber impedido
que un fiscal cumpliera con su deber de investigarlo. Paradojas de la política
vernácula.
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