Golpe de calor…
Al
Presidente, el enojo no le suma con su gente ni con el círculo rojo. Vigilia
CFK.
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Escrito por Nelson Castro el domingo 24/03/2019 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Nadie sabe a ciencia
cierta si es parte de la estrategia de campaña o de un arrebato personal. Pero
lo cierto es que la imagen de un Macri enojado y tratando de delincuente a su
difunto padre desconcertó a muchos y lo ayudó poco. El descenso de la imagen positiva
del Presidente no se detiene. Y mientras la economía siga en esta especie de
caída libre, es poco probable que las cosas cambien.
Fuera del optimismo
obstinado de Marcos Peña o Nicolás Dujovne, el detrás de escena que se vive en
el oficialismo es de creciente preocupación. Las fuerzas de la economía
decididamente no responden a ninguna de las medidas que viene adoptando el
Gobierno, y una muestra de ello es lo ocurrido el jueves y viernes con la suba
del dólar, a pesar de las estratosféricas tasas de interés con las que el Banco
Central pretende detener el drenaje de divisas.
Ese detrás de escena también permite apreciar la verdadera actitud de los
técnicos del Fondo Monetario Internacional que están en Buenos Aires asignados
a la tarea de monitorear la marcha de la economía del país. En ese ámbito de
conversaciones privadas donde la verdad aflora sin tapujos, lo que se escucha
son las críticas de esos funcionarios que son muy claros a la hora de adjudicar
y asumir responsabilidades.
“Nos pidieron un plan
para controlar el dólar, pero eso de ninguna manera es un plan económico. El
plan económico lo debe elaborar el Gobierno y lo que nos preocupa es que ese
plan no está”, señalan cada vez con más fastidio y menos disimulo. Por estas
horas, Macri y Nicolás Dujovne deberían haberse dado cuenta de que con las
frases de apoyo de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, no alcanza
para generar la confianza de los inversores.
Ruidos. Como
ya se dijo aquí, Cambiemos cruje. Reina en su interior tal desánimo que hay
quienes no descartan que Macri salga tercero y quede fuera de la segunda
vuelta. En el entorno del Presidente hay una cerrazón a escuchar esas voces
críticas. Una de las más enojadas es María Eugenia Vidal. Así es como se la
percibió en la reunión que se hizo hace unos días con los intendentes de
Cambiemos de la provincia de Buenos Aires en la quinta de Olivos. Se entiende:
en su entorno se manejan encuestas que no le auguran otra cosa que no sea la
derrota.
Pegarle a Roberto Lavagna no ha sido un “error” cometido por Macri en la
entrevista que le hizo Luis Majul. La duda se aclaró rápidamente cuando en
tándem salieron a pegarle el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y un Dujovne cada
vez más devaluado como ministro de Hacienda. Su frase “a Lavagna le fue bien
haciendo todo mal” se debe agregar a otras igualmente disparatadas que se
acumulan en su historial como funcionario público.
Lo que busca el Gobierno
es evitar el traspaso de parte de sus votantes hacia el ex ministro de
Economía. La idea es asociarlo a lo viejo y al fracaso. El problema para el
oficialismo es que la percepción de esa gente es exactamente la contraria.
Problema que se ahonda cuando, entre los que han empezado a ver con buenos ojos
la postulación de Lavagna, hay dirigentes del radicalismo que se han hartado
del ninguneo al que los ha venido sometiendo el núcleo duro del PRO.
En verdad, más que
ninguneo ha sido desprecio. No es que sea algo nuevo en ese círculo aúlico del
poder en donde se dividen las cosas entre probos y réprobos. Los probos son
Peña y compañía. Todos los otros engrosan la lista de los réprobos. Y quienes
forman parte del universo de los réprobos no tienen la más mínima chance de ser
tenidos en cuenta por el Presidente. Es como si se aplicara para ellos la famosa
frase de la Divina Comedia a la entrada del infierno: “Lasciate ogni speranza,
vuoi ch’entrate” (Perded toda esperanza, los que aquí entran).
Ejemplos. Quien vivió esto en
carne propia fue Alfonso Prat-Gay. Como ya se ha dicho en esta columna, uno de
los errores de gestión garrafales de Macri ha sido delegar la gestión en Marcos
Peña. Cuenta la historia que durante una reunión de gabinete en la que no
estaba el Presidente, Peña le dijo al entonces ministro de Hacienda: “No
entiendo nada de economía, pero mi gente me dice que todo lo que vos estás
haciendo está mal”. Impactado ante semejante aseveración, Prat-Gay tomó una
decisión drástica: no asistir nunca más a las reuniones de gabinete en las que
no estuviera Macri.
En el ámbito empresarial cayó muy mal la afirmación del Presidente de que su
padre fue partícipe de los delitos de corrupción ocurridos durante el
kirchnerato. No porque no hayan sido ciertos, sino por la decisión de decirlo
luego del fallecimiento de Franco Macri. En verdad, no fue esa la única
circunstancia que le generó el reproche al fundador del Grupo Socma, uno de los
representantes más conspicuos del empresariado prebendario que tanto daño le
hizo y le hace a la Argentina.
Las encuestas que se vienen haciendo para diferentes empresas y grupos
económicos de primera línea muestran que Macri está perdiendo la elección. Por
eso, son cada vez más los que se están acercando al Instituto Patria para
restablecer puentes con Cristina Fernández de Kirchner. El Grupo Roggio, el
Grupo Arcor y el banquero Jorge Brito –de buena relación con Axel Kicillof y
compañía– son algunos de ellos. En las conversaciones que mantienen, abundan
las quejas y las críticas al Gobierno.
Las especulaciones sobre si CFK compite o no en la elección presidencial
representan, al día de hoy, una conjetura vana. La experiencia de Neuquén, en
donde Ramón Rioseco con el apoyo de la ex presidenta perdió, demuestra que ella
no traslada votos y que todo gira en torno de su persona. Y lo que han
comenzado a mostrar las encuestas es una caída en el nivel de rechazo hacia
ella.
El Gobierno apuesta todo a tener frente de sí a Cristina Fernández de Kirchner.
Se ilusiona con que las múltiples causas –abundantes en evidencias– por delitos
de corrupción que hay en su contra tengan impacto a la hora en la que los
ciudadanos decidan su voto. En medio del dramatismo de la hora le vendría bien
recordar la frase hecha ya leyenda con la que Bill Clinton ganó sorpresivamente
la elección presidencial de 1992: “Es la economía, estúpido”.
Producción periodística:
Lucía Di Carlo.
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