Un mono escondido en la selva y un turco
perdido en la neblina…
Enrique Santos Discépolo dijo alguna vez: “Este país tiene que salir de
gira”. El creador de “Cambalache” quería que la Nación completa dejara estas
tierras y montara una compañía de circo para mostrar su increíble realidad en
teatros del mundo entero, ya que nadie podría dar crédito a lo que aquí ocurre
de manera cotidiana.
© Escrito por Marcelo López Masia el viernes
11/11/2016 y publicada por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
Desde hace un par
de semanas, permanecen prófugos dos personajes claves de la llamada “mafia de
los contenedores”.
Se trata de Néstor
"turco" Frega, un colaborador
estrecho del detenido empresario Carlos Oldemar Barreiro Laborda, y
Claudio “mono” Minnicelli, ex cuñado de Julio De Vido y “tercero” en la
práctica en el manejo de la Aduana capitaneada por Juan José Gómez Centurión.
Ambos “escapados”
formaban parte de una verdadera asociación ilícita que intentaba liberar
cientos de contenedores parados en los muelles argentinos por presentar serias
irregularidades.
Lo increíble es
que la organización fue denunciada en agosto de este año por la propia ministra
de Seguridad quién con su presentación motivó el inmediato desplazamiento de su
cargo en la DGA de Gómez Centurión.
Patricia Bullrich
se había hecho eco de una acusación anónima que incluía a los citados Frega y
Minnicelli.
La causa no quiso
ser investigada por el Juez Federal Ariel Lijo, quién actualmente intenta
girarla al fuero penal económico a pesar de una cerrada oposición del fiscal
interviniente, Guillermo Marijuán, quién pide que continúen las medidas y no se
detenga una pesquisa que involucra posibles coimas por cientos de millones de
dólares.
Sin embargo,
cuando se creían a salvo de todo, los integrantes de la banda tuvieron una muy
mala noticia: una causa iniciada en el juzgado del doctor Marcelo Aguinsky,
basada en escuchas legales ordenadas por la ex OJOTA, terminó con la orden de
detención de una decena de los posibles delincuentes. A esta altura, la
pregunta se cae de madura.
Si la Bullrich
denunció a los coimeros y sabía
perfectamente quienes eran: ¿Por qué no se dispuso sobre ellos un seguimiento
con el fin de que no se les escaparan?
Llama la atención
que la ministra que pudo detener en menos de un año a los hermanos Lanatta, a
Schillaci, a Monchi Cantero, del cartel de Los Monos, a Marcelo Salomón,
lavador del mismo cartel, a Ibar Pérez Corradi, a Jorge Cuello, contador de
Lázaro Báez y a Marcelo Mallo, el organizador de Hinchadas Unidas,
repentinamente haya perdido toda expertise y se maneje de manera tan amateur.
¿Alguien está
buscando al “mono” y al “turco” o prefieren que ambos no cuenten quienes son
los verdaderos jefes del contrabando en la Argentina?
En estas tierras
impera como ley tácita una “omertá” mafiosa por la cual todos los funcionarios
kirchneristas se excusan a la hora de declarar y presentan escritos porque
saben que en poco tiempo sus casos se habrán olvidado. Algo similar ocurre con
el macrismo.
Desde “Cambiemos”
suponen que la gilada no recordará nada y que sólo hay que "desensillar
hasta que aclare".
“Cuando la
temperatura baje, ya no pasará nada”, dicen con entusiasmo, cinismo y no poca
razón.
Eso fue lo que hicieron
con el ex militar carapintada, al que suspendieron tras haberlo denunciado.
Ocho semanas más tarde, lo repusieron sin dramas aunque jamás la justicia lo
haya sobreseído o dictado siquiera su falta de mérito.
“Este país tiene
que salir de gira” nos recuerda Discepolín, quién intentó suicidarse varias
veces agobiado por la realidad nacional.
Mono, quedate
tranquilo. Esperá unos días más. Total, nadie te busca. Hacé la gran
"Gómez Centurión". Vos, fumá.
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