¡¡¡Felices Pascuas de Resurrección!!!
Hombres y mujeres del tercer milenio,
el don pascual de la luz es para todos,
que ahuyente las tinieblas del miedo y de la tristeza;
el don de la paz de Cristo resucitado es para todos,
que rompa las cadenas de la violencia y del odio.
Redescubrid hoy, con alegría y estupor,
que el mundo no es ya esclavo de acontecimientos inevitables.
Este mundo nuestro puede cambiar:
la paz es posible incluso allí donde desde hace demasiado tiempo
se combate y se muere, como en Tierra Santa y Jerusalén;
es posible en los Balcanes, no condenados ya
a una preocupante incertidumbre que corre el riesgo
de hacer vana toda propuesta de entendimiento.
Y tú, Africa, tierra martirizada
por conflictos en constante acecho,
levanta la cabeza con confianza
apoyándote en el poder de Cristo resucitado.
Gracias a su ayuda tu también, Asia,
cuna de seculares tradiciones espirituales,
puedes vencer la apuesta de la tolerancia y de la solidaridad.
Y tú, América Latina, depósito de jóvenes promesas,
solo en Cristo encontrarás capacidad y coraje
para un desarrollo respetuoso de cada ser humano.
Vosotros, hombres y mujeres de todo continente,
sacad de su tumba ya vacía para siempre,
el vigor necesario para vencer
las fuerzas del mal y de la muerte,
y poner toda investigación y progreso técnico y social
al servicio de un futuro mejor para todos.
En este tiempo, de Pascua
sosténnos en el compromiso de construir un mundo más humano,
vigorizado con el bálsamo de tu amor.
sosténnos en el compromiso de construir un mundo más humano,
vigorizado con el bálsamo de tu amor.
JUAN PABLO II (abril de 2001)
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